Quéjase la Virgen María a santa Brígida de uno que se preciaba ser devoto de la Señora, a quien compara con un guerrero mal armado.
REVELACIÓN 25

Aquel, hija mía, dijo la Virgen, que dice que me ama, es tan descortés, que cuando me sirve, vuelve las espaldas, y cuando le hablo, me contesta: ¿Qué me decís?, y aparta de mí los ojos y los pone en lo que más le agrada. Este se halla armado a lo espiritual, como en lo corporal estaría uno que tuviese la visera de la celada en la nuca, el escudo que hubiera de tener en el brazo, lo tuviese al hombro, y tirara la espada, quedándose con la vaina vacía; el peto y el espaldar lo tuviese debajo de la silla, y las cinchas del caballo sueltas y desatadas.

Así está armado a lo espiritual delante de Dios este devoto mío; y por tanto, no sabe discernir entre el amigo y el enemigo, ni puede hacer daño a su enemigo. Pero el espíritu que con él pelea, es como quien razonablemente piensa y dice: Quiero ser de los postreros en la lucha, por si perdieren los primeros la batalla, lo cual puedo ver estando escondido entre unas zarzas; pero si vencieren, acudiré al punto, para ser contado entre los primeros. Por consiguiente, el que huye de los peligros de la guerra, obra según la sabiduría carnal, pero no según el amor de Dios.