Jesucristo exhorta a santa Brígida y a su hija santa Catalina, para que le estén muy agradecidas por la especial vocación con que las ha llamado.
REVELACIÓN 54

Dos hermanas hubo, esposa mía, dice Jesucristo, Marta y María, y su hermano fué Lázaro, al cual yo resucité; y me sirvió mucho más después de resucitado; y sus hermanas, aunque eran serviciales y asíduas en atenderme antes de la resurrección del hermano, mucho más lo fueron después. Lo mismo he hecho espiritualmente con vosotros, porque os resucité a vuestro hermano, esto es, vuestra alma, que hacía cuatro días estaba muerta y hedionda, apartada de mí, con la inobservancia de mi voluntad, con la vana codicia, con los atractivos del mundo y con el deleite de sus diversiones.

Cuatro cosas me movieron a resucitar a Lázaro: el haber sido amigo mío mientras vivió; el cariño de sus hermanas, la humildad de Magdalena al ungirme los pies, porque como en presencia de los convidados se humilló por mí, así también en presencia de muchos se alegrase y fuese honrada; y en fin, para que se manifestase la gloria de mi Humanidad.
No concurrieron en vosotros estas cuatro circunstancias, porque amábais el mundo mucho más que aquellas dos hermanas que ya me seguían; y así, la misericordia que con vosotros he usado, es mucho más que la que usé con ellas, pues sin merecerlo vosotros, os he hecho mercedes; y tanto más excelente es la resurrección que con vosotras he hecho, cuanto va de la vida y resurrección del alma, a la vida y resurrección del cuerpo.

Y pues yo he sido tan liberal con vosotros, no haréis mucho en darme como aquellas dos hermanas hospedaje en vuestra alma, con una ferventísima caridad, no amando otra cosa que a mí, poniendo todas vuestras esperanzas en mí, humillándoos como la Magdalena, llorando cada día vuestros pecados, no avergonzándoos de vivir humilde y pobremente entre los soberbios, siendo continentes y templadas entre los más incontinentes y destemplados, y mostrando a todos en el exterior cuanto me amais en el alma. Habéis de ser también como aquellas dos hermanas, de un sólo corazón y una sola alma, fuertes para menospreciar el mundo y prontas para alabarme.

Si esto hiciereis, yo, que he resucitado a vuestro hermano, que es vuestra alma, la defenderé para que no la maten los Judíos. Pues ¿para qué le había de aprovechar a Lázaro haber recitado de la muerte de este mundo, sino para que viviendo en la presente vida con aumento de virtudes, resucitase después glorioso en la vida segunda y eterna?
¿Y quiénes son los Judíos que procuran matar a Lázaro, sino los que se indignan de que viváis mejor que ellos, los que aprendieron a hablar cosas grandiosas y a hacer muy poco, los que yéndose tras el favor de los hombres, menosprecian tanto más los hechos de sus antepados, cuanto menos se dignan de atender las cosas verdaderas y altas? Así son muchos que suelen disputar acerca de las virtudes, pero no saben observarlas viviendo virtuosamente, y por lo tanto, viven en gran peligro, porque hablan mucho y no obran nada.
¿Y lo hicieron de esta suerte mis predicadores? No por cierto. Amonestaban a los pecadores, no con palabras sublimes, sino con pocas y caritativas, y estaban dispuestos a dar sus vidas por ganar aquellas almas. Así, pues, por el amor de estos, venían otros a amar a Dios, porque el ardor del que enseñaba, movía el ánimo del oyente, más que las palabras mismas. Pero ahora muchos predican cosas grandiosas de mí, y no hacen fruto, porque el soplo sólo no puede encender la leña, si no hay algo de lumbre.

De estos que son los judíos, que persiguen vuestro espíritu y modo de vida, yo os defenderé, para que ni sus palabras ni obras os puedan apartar de mí, pero no os defenderé de suerte que no padezcais nada, sino para que no sucumbais de impaciencia. Poned vosotros el deseo, y yo con mi amor encenderé vuestra voluntad.