Lc 7, 37 Y he aqu� una mujer que hab�a sido pecadora en
la ciudad, como entendi� que estaba s la mesa en casa de
aquel Fariseo, trajo un alabastro de ung�ento, 38 Y estando detr�s a sus pies,
comenz� llorando a regar
con lagrimas sus pies, y los limpiaba con los cabellos
de su cabeza; y besaba sus pies, y los ung�a
con el ung�ento. 39 Y como vi� esto el Fariseo que le hab�a convidado,
habl� entre s�, diciendo: Este, si fuera profeta,
conocer�a qui�n y cu�l es la mujer que le toca,
que es pecadora. 40 Entonces respondiendo Jes�s, le dijo: Sim�n,
una cosa tengo que decirte. Y �l dice: Di, Maestro. 41 Un acreedor ten�a dos deudores: el uno le
deb�a
quinientos denarios, y el otro cincuenta; 42 Y no teniendo ellos de qu� pagar, perdon�
a ambos.
Di, pues, �cu�l de �stos le amar� m�s? 43 Y respondiendo Sim�n, dijo:
Pienso que aquel al cual perdon� m�s.
Y �l le dijo: Rectamente has juzgado (siguiente)...