No existe notación hasta el siglo VIII (transmisión oral).
A partir del siglo IX se encuentran notaciones en neumas muy raras por otra
parte en este siglo y cuyo origen se ignora. En el siglo X esta notación
es corriente. Se precisa con puntos situados en la extremidad de los signos
desde fines del siglo X. El pautado musical interviene hacia 1050. Se encuentran
ejemplos de él en el norte de Francia y en Italia desde finales del siglo
XI. En el XII la notación se vuelve muy cuadrada
y a partir de esta época prácticamente ya no cambian los libros
litúrgicos. Solo se ve una diferencia de dimensiones a medida que el
tiempo transcurre, pues las notas son cada vez mayores y ya no están
ligadas entre sí como en el siglo XII, donde el esquema de los neumas
está aún presente. Después del siglo XIII, los copistas
escriben a menudo en neumas sin líneas, in campo aperto, al principio,
en ciertas regiones, donde el pentagrama interviene lentamente, y donde la escritura
es legible sin pautado. Después, cuando se trata de insertar una notación
en un espacio demasiado estrecho (Sankt Gallen), en el que la notación
no ha sido prevista, se hace casi siempre con neumas sin líneas (Aquitania).
Un cuadro de neumas no puede ser preciso y general a un mismo tiempo porque
los neumas cambian de forma según las regiones. Los nombres de los neumas
dependen ya de su forma, ya de su naturaleza.
FORMA DEL CANTO
LLANO. LA CANTILACIÓN
La cantilación es probablemente la forma más antigua de
la adaptación de la música a los textos. Combinada para textos
en prosa, se aplica en todas partes, en países de tradición oral
a los grandes textos esenciales: leyes, enseñanza, etc., y parece correcto
pensar que es la única forma de la música cristiana que no ha
experimentado jamás una reforma. De tal manera, está en conexión
con la sustancia misma de la declamación solemne de un texto. Consiste
en cantar el texto en pequeñas proposiciones, subrayando la puntuación.
Por lo tanto, es un género que, en principio, solo se aplica a la prosa
y entre la prosa a textos a los que la expresión verbal debe conferir
una solemnidad especial. Las reformas que han tenido transcendencia histórica,
como por ejemplo la de Alcuino, consisten en corregir el propio texto para que
se haga comprensible para los oyentes. El arte del lector ha sido una de las disciplinas
más vigiladas en las iglesias antiguas. La cantilación se compone
de dos elementos: el tono del recitado y las cadencias, ciertamente muy variadas.
El tono del recitado sirve para la lectura de la frase. Las cadencias se adaptan
a las diversas puntuaciones, al modo de los taamin hebreos, retrocediendo para
colocar los acentos en notas determinadas. Se trata de una técnica muy
difícil que no es practicada por los cantores, sino por el celebrante
o el diácono en funciones de lector.
LA SALMODIA. LAS
FORMAS DERIVADAS, ANTÍFONAS Y RESPONSORIOS
Las voces son disonantes, pero la piedad es única.
Hay casi tantas salmodias corales como variedades de pueblos: San Jerónimo,
carta de Paula y Eustaquia a Marcela... Esta forma no puede llegarnos, en ningún
caso, del mundo griego antiguo que la ignora. Nos llega del mundo judío
y es probable que el mundo bizantino haya contribuído a organizar la
disposición que nos ha sido transmitida. Los salmos son cantados desde
los albores del cristianismo. La asamblea responde aleluya al salmo que canta
el diácono durante el ágape (siglo III). A partir de esta respuesta
elemental, las formas se han complicado gradualmente; se les han añadido
adornos. Por vía de estratificaciones sucesivas, de esclerosis de las
capas precedentes adornadas, estos adornos se convierten en el fondo de la melodía
en la época siguiente. Así hemos recibido la forma del tracto,
la de la salmodia responsarial moderna y la de la salmodia antifónica,
antífona en lo sucesivo aislada o ligada a su salmo, caso del oficio.
La salmodia actual está minuciosamente reglamentada. Comporta una fórmula
inicial repetida solamente en los cánticos, un recitado, dos en el salmo
In exitu (Antiphonale Monasticum, 132, Psalterium Monasticum, 310), fórmula
de mediante y de conclusión. Cada uno de los versos es cantado en un
principio por la mitad del coro. La adaptación de la forma melódica
al texto es difícil, y cada versículo debe ser estudiado con cuidado.
Es un arte más rígido y menos rico que la cantilación.
Además, el salmo está encuadrado por una antífona en el
mismo tono. Finalmente, la salmodia utiliza los ocho modos tonos gregorianos,
pero cada tono ha suministrado diversas formas melódicas. El tracto es una salmodia adornada, cantada
después del gradual en los días de penitencia. Se compone de varios
versículos, hasta catorce, que pueden provenir incluso de salmos diferentes.
Es cantado por un solista. El nombre viene, sin duda, de que este tipo es cantado
sin ninguna repetición. En fin, la melodía del tracto, melodía
salmódica en principio, está muy adornada, pero se compone de
fórmulas modelo relacionadas entre sí. La antífona y la salmodia antifónica no son quizá
anteriores al siglo IV, en el que fueron impuestas a la iglesia oriental y después,
probablemente por San Ambrosio a imitación de los ritos orientales, en
Occidente. Se ignora la forma precisa de las melodías llamadas antifónicas
del siglo IV: alternancia de dos coros o alternancia del salmo y de su estribillo.
Es probable que las antiguas iglesias no hicieran una clasificación de
estas fórmulas antes de adoptarlas y que hayan existido muchas que ignoremos
aún. En todo caso, parece que la idea de cantar un salmo con estribillo
intercalado es muy antigua; es la forma del salmo Aleluya de Hipólito.
Hemos conservado varias formas siempre calificadas de antífonas; el salmo
con estribillo intercalado corresponde a una forma muy antigua: es la de Hipólito.
El estribillo ha sido alargado por los especialistas. Se convirtió en
antífona mucho más culta que el estribillo inicial y que solo
ha sido cantado antes y después del salmo. En un solo caso, en el del
salmo Penite, el estribillo se entona aún después de cada versículo.