Homosexual - Diario de Terapia de Alejandro IV: Esto es una carrera de fondo
Las demás páginas del diario: Páginas relacionadas
Para los que abrís el Diario de Terapia de Alejandro por primera vez, podéis
leer las páginas anteriores: aquí
Lo primero, pido disculpas por haber estado tanto tiempo sin compartir con
vosotros mi recorrido en este "des-hacerme" de mi atracción por los chicos.
He tenido unas semanas de mucho trabajo y viajes.
Quiero empezar comentando que estoy bastante contento con los logros que
estoy alcanzando en mi camino, aunque con algún que otro tropiezo.
Me estoy centrando mucho en hacer amigos heterosexuales. Después de 15 años
inmerso en el ambiente gay, el 90% de mis amistades provienen de ahí y
aunque muchos de mis amigos son gente magnífica, no siempre sus comentarios
o actividades son de mi gusto, sencillamente sé que no me ayudan en mi
objetivo. Al inicio de mi proceso yo no era tan consciente de la tónica
general del ambiente gay, pero desde hace ya unos nueve meses, tanto lo que
veo, como lo que oigo me incomodan bastante, es como si ahora lo observase
desde fuera. Esa frivolidad, la esclavitud por la imagen personal, el
interés por gustar, ligar y por el sexo me "chirrían" más que antes.
Por ejemplo cuando quedo a cenar con estos amigos, durante los primeros
quince minutos ya hay alguien que pregunta qué tal nos va nuestra vida
sexual. ¡Vamos, que si hemos tenido sexo! Igualito que en el mundo-hetero,
en el que estos asuntos están en un plano mucho más secundario, discreto
incluso ausente.
Me dan pena mis amigos (yo estaba ahí mismo hace un año y medio) porque veo
en qué situación se encuentran y a la vez veo lo feliz que se está, cuando
se tiene control sobre uno mismo y se cuentan con las herramientas para
colocar cada sentimiento en su sitio. Y digo sentimiento porque estoy
descubriendo que la homosexualidad es un tema de sentimientos, de emociones
y no de deseo sexual. Es más el resultado de afectos y sentimientos
descolocados y es por ello por lo que saltamos a lo primero que nos apetece
importándonos poco si nos destruye como personas, llevándonos a ser
criaturas caprichosas, consentidas.
Desde la última página que escribí en mi diario hasta hoy he experimentado
cierta soledad. No por fatal de afecto, cariño o autoestima, es una soledad
de opciones, de actividad. Un vacío buscado por mí voluntariamente al no
querer llamar o acudir siempre a mis amigos del ambiente gay. Cuando comencé
hablar con Elena le dejé claro que no quería abandonar a mis amigos del
Ambiente. Los aprecio sinceramente y veo que existe un auténtico afecto de
amistad, mutuo, sin dobles intenciones. Me he alejado de aquellos que solo
saben hablar de sexo o sus vidas son absolutamente opuestas a mis objetivos
y referentes.
Me podréis decir que me apunte a mil y una actividades (senderismo, deporte,
grupos cristianos...) y si, parece fácil pero tanteo algunas y los horarios
son difíciles.
En mi trabajo han abierto el plazo para solicitar las vacaciones de
primavera - verano y veo que acabaré viajando sólo…No es una idea que me
ayude mucho en estos momentos.
Otro asunto que también me afecta es lo mal que esta “todo”. El ambiente de
a-moralidad y de inmoralidad es imperante. Veo cómo la sociedad camina hacia
su auto-destrucción, me estoy refiriendo a la moral de la persona y sé muy
bien de qué hablo.
Y, como soy creyente también me afecta…cómo está la Iglesia. Me ofende y
desilusiona que haya algunos obispos que defiendan bajo una falsa
misericordia, la comunión de personas en pecado grave, como son divorciados
vueltos a casar civilmente. Pensaréis… ¿qué tendrá que ver esto con la lucha
por dejar atrás la homosexualidad?
Pues simplemente porque siempre he querido comulgar con frecuencia y esto me
ha obligado a luchar por dejar “esos actos” contrarios a la dignidad de
quien recibe a Cristo. Si ahora se baja la exigencia para recibirle…, esto
creara inseguridad, confusión y sobretodo relajación. Y ya no digamos por lo
contrario que es a la esencia del Evangelio. Suena a "barra libre para
todos".
En ocasiones, en el día a día en este recorrido me siento sólo, débil,
impotente, que estoy haciendo el ridículo o perdiendo el tiempo. Me veo como
un caballero romántico o idealista en pleno siglo XXI donde el pragmatismo,
la vida sin lucha, regalada o el hedonismo son los únicos aires que se
pueden respirar. Y que mi afán por ser mejor, por reconstruir mi vida y
restaurar mi dignidad como hombre es algo que está abocada al fracaso…
Paseando por las calles o moviéndote por el Metro vemos con frecuencia veo a
parejitas de gays, incluso escuchas de personas que las teníamos como
referente moral que comentan "si ellos se quieren… ¿por qué no?" y yo pienso
para mí…"otro que se ha dejado comer por el mantra de, si se quieren”...,
todo vale.
Pero reflexioné y descubrí que este rechazo no tiene nada que ver con
recuperar mi heterosexualidad, sino que es más bien sobre la práctica de la
Virtud.
Percibo que a la gente que me rodea y nos rodea, no le gusta o se siente
incómoda cuando oye o ve que uno decide luchar, negándose cosas que pueden
apetecer; el sexo sin compromiso, el alcohol, drogas, pasar de todo…y todo
para ser mejor persona o prepararse para ser mejor marido o padre.
Es aceptable y comprensible que te prives de lo que no te ayude a mejorar tu
físico, lograr un estatus social, ser más valorado en el trabajo o en grupos
sociales, pero luchar por dejar que te atraigan los chicos…
En cuanto manifiestas en cualquier ambiente lo que piensas o dices que estás
tratando de vivir ciertas virtudes, te miran como si fueses un animal
extinguido expuesto en una vitrina del Museo de Ciencias Naturales.
Por eso no quiero caer en el desánimo en mi lucha por recuperar mi
heterosexualidad, sé que voy contracorriente, la sociedad va en contra de
todo aquello que deje en evidencia que se puede ser mejor, que se puede
cambiar y ser virtuoso.
Así que sigo con mi reto. Reto que cada vez es más positivo, más sereno.
Vivo este reto como una carrera de fondo. Nunca un sprint de cien metros
lisos. No puedo caer en buscar logros rápidos y permanentes. Esto sería caer
en esos eslóganes absurdos de algunos anuncios “Aprende chino o inglés en 50
días”.
Elena nunca me dijo que recuperaría mi heterosexualidad en 100 días.