Discurso del Papa Francisco en fiesta de bienvenida Jornada Mundial de la Juventud Río 2013
25 Jul. 13 / 06:22 pm
Queridos jóvenes:
"Qué bien se está aquí", exclamó Pedro, después de haber visto al Señor
Jesús transfigurado, revestido de gloria. ¿Podríamos repetir también
nosotros esas palabras? Pienso que sí, porque para todos nosotros, hoy, es
bueno estar aquí reunidos en torno a Jesús. Él es quien nos acoge y se hace
presente en medio de nosotros, aquí en Río. Pero en el Evangelio también
hemos escuchado las palabras del Padre: "Éste es mi Hijo, el escogido,
escuchadle" (Lc 9,35).
Por tanto, si por una parte es Jesús el que nos acoge; por otra, también
nosotros hemos de acogerlo, ponernos a la escucha de su palabra, porque
precisamente acogiendo a Jesucristo, Palabra encarnada, es como el Espíritu
nos transforma, ilumina el camino del futuro, y hace crecer en nosotros las
alas de la esperanza para caminar con alegría (cf. Carta enc. Lumen fidei,
7).
Pero, ¿qué podemos hacer? "Bota fé – Pon fe". La cruz de la Jornada Mundial
de la Juventud ha gritado estas palabras a lo largo de su peregrinación por
Brasil. ¿Qué significa "Pon fe"? Cuando se prepara un buen plato y ves que
falta la sal, "pones" sal; si falta el aceite, "pones" aceite… "Poner", es
decir, añadir, echar.
Lo mismo pasa en nuestra vida, queridos jóvenes: si queremos que tenga
realmente sentido y sea plena, como ustedes desean y merecen, les digo a
cada uno y a cada una de ustedes: "pon fe" y tu vida tendrá un sabor nuevo,
tendrá una brújula que te indicará la dirección; "pon esperanza" y cada día
de tu vida estará iluminado y tu horizonte no será ya oscuro, sino luminoso;
"pon amor" y tu existencia será como una casa construida sobre la roca, tu
camino será gozoso, porque encontrarás tantos amigos que caminan contigo.
¡Pon fe, pon esperanza, pon amor!
Pero, ¿quién puede darnos esto? En el Evangelio hemos escuchado la
respuesta: Cristo. "Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle". Jesús es
quien nos trae a Dios y nos lleva a Dios, con él toda nuestra vida se
transforma, se renueva y nosotros podemos ver la realidad con ojos nuevos,
desde el punto de vista de Jesús, con sus mismos ojos (cf. Carta enc. Lumen
fidei, 18).
Por eso hoy les digo con fuerza: "Pon a Cristo" en tu vida y encontrarás un
amigo del que fiarte siempre; "pon a Cristo" y verás crecer las alas de la
esperanza para recorrer con alegría el camino del futuro; "pon a Cristo" y
tu vida estará llena de su amor, será una vida fecunda.
Hoy me gustaría que todos nos preguntásemos sinceramente: ¿en quién ponemos
nuestra fe? ¿En nosotros mismos, en las cosas, o en Jesús? Tenemos la
tentación de ponernos en el centro, de creer que nosotros solos construimos
nuestra vida, o que es el tener, el dinero, el poder lo que da la felicidad.
Pero no es así.
El tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez, la
ilusión de ser felices, pero, al final, nos dominan y nos llevan a querer
tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos, y terminamos empachados,
pero no alimentados y es muy triste ver una juventud empachada, pero débil.
La juventud tiene que ser fuerte, alimentarse de su fe y no empacharse de
otras cosas”.
¡"Pon a Cristo" en tu vida, pon tu confianza en él y no quedarás defraudado!
Miren, queridos amigos, la fe lleva a cabo en nuestra vida una revolución
que podríamos llamar copernicana, porque nos quita del centro y pone en él a
Dios; la fe nos inunda de su amor que nos da seguridad, fuerza, esperanza.
Aparentemente no cambia nada, pero, en lo más profundo de nosotros mismos,
todo cambia.
En nuestro corazón habita la paz, la dulzura, la ternura, el entusiasmo, la
serenidad y la alegría, que son frutos del Espíritu Santo (cf. Ga 5,22) y
nuestra existencia se transforma, nuestro modo de pensar y de obrar se
renueva, se convierte en el modo de pensar y de obrar de Jesús, de Dios. En
el Año de la Fe, esta Jornada Mundial de la Juventud es precisamente un don
que se nos da para acercarnos todavía más al Señor, para ser sus discípulos
y sus misioneros, para dejar que él renueve nuestra vida.
Querido joven, querida joven: "Pon a Cristo" en tu vida. En estos días, Él
te espera en su Palabra; escúchalo con atención y su presencia enardecerá tu
corazón. "Pon a Cristo": Él te acoge en el Sacramento del perdón, para
curar, con su misericordia, las heridas del pecado. No tengas miedo de pedir
perdón. Él no se cansa nunca de perdonarnos, como un padre que nos ama.
¡Dios es pura misericordia! "Pon a Cristo": Él te espera en el encuentro con
su Carne en la Eucaristía, Sacramento de su presencia, de su sacrificio de
amor, y en la humanidad de tantos jóvenes que te enriquecerán con su
amistad, te animarán con su testimonio de fe, te enseñarán el lenguaje de la
caridad, de la bondad, del servicio. También tú, querido joven, querida
joven, puedes ser un testigo gozoso de su amor, un testigo entusiasta de su
Evangelio para llevar un poco de luz a este mundo nuestro.
"Qué bien se está aquí", poniendo a Cristo, la fe, la esperanza, el amor que
él nos da, en nuestra vida. Queridos amigos, en esta celebración hemos
acogido la imagen de Nuestra Señora de Aparecida. Con María, queremos ser
discípulos y misioneros. Como ella, queremos decir "sí" a Dios. Pidamos a su
Corazón de Madre que interceda por nosotros, para que nuestros corazones
estén dispuestos a amar a Jesús y a hacerlo amar. ¡Él nos espera y cuenta
con nosotros! Amén.