El joven y la Palabra de Dios - Prepárate...
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JMJ
“¿Cómo un joven conservará puro su camino?
Observando tu Palabra.” (cf. Sl 119 [118], 9)
Al pensar el tema de la relación del joven con la Palabra de Dios, el primer
versículo de la Escritura que, tal vez, nos venga a la mente, es el
presentado al inicio de este artículo: el versículo 9 del Salmo 119 o 118,
según la tradición latina. En este bellísimo salmo, que todo el es un gran
elogio a la ley divina, el salmista propone una pregunta: “¿Cómo un joven
conservará puro su camino?” Inmediatamente sigue la respuesta: “Observando
tu Palabra.” El camino es uno sólo para aquellos que desean alcanzar la
verdadera vida: la Palabra de Dios.
Sería interesante que leyéramos Sl 119,9 junto con el texto de Dt 6,4.
Cuando el salmista habla de “observar” la Palabra de Dios, él usa el verbo
hebraico shamar, que significa ‘guardar’, ‘observar’, o sea, retener la
Palabra en el corazón y ponerla en práctica en la vida. En Dt 6,4, el credo
por excelencia del pueblo judío, encontramos la gran orden del Señor a
Israel: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor.” El
verbo utilizado aquí para ‘escuchar’ es el verbo hebraico shama’, de ahí que
ese pasaje sea conocido como ‘shemá’, el gran “oye” de Dios para su pueblo,
el gran llamado a la escucha de su Palabra. Aunque sean verbos diferentes,
nos damos cuenta que hay una cierta asonancia entre ellos: shamar y shama’.
De hecho, la ‘escucha’ de la Palabra de Dios supone también su
‘observación’.
Estos dos versículos nos pueden ayudar mucho en nuestra reflexión. Somos
llamados a una actitud de escucha verdadera de la Palabra de Dios. Con todo,
no basta escuchar pasivamente la Palabra. Es necesario ‘guardarla’, como
ejemplo Maria, en nuestro corazón (cf. Lc 2,51) y, como nos invita el salmo,
‘observarla’, esto es, ponerla en práctica en nuestra vida.
Vivimos en un mundo en el que a los jóvenes se les presentan muchos caminos.
Por eso, aquellos que verdaderamente desean andar por el camino del Señor
deben buscar este camino en la lectura asidua, en la escucha obediente, en
la meditación continua y en la práctica constante de la Palabra de Dios.
En el año 2010, el Papa Benedicto XVI, en un encuentro con los jóvenes de
Roma y de Lazio en preparación para la Jornada Mundial de la Juventud del
año 2011, al ser preguntado por una joven con respecto al sentido de la vida
y de la voluntad de Dios para ella, respondió diciendo que la Palabra de
Dios es la que nos puede indicar el verdadero sentido de la vida y
explicitarnos cuál sea la voluntad de Dios para nosotros: “Por fin, este es
el punto esencial: conocer, con la ayuda de la Iglesia, de la Palabra de
Dios y de los amigos, la voluntad de Dios, querer en sus grandes líneas,
comunes para todos, querer en la concretización de mi vida personal. Así, la
vida se vuelve tal vez no demasiado fácil, pero sí más bella y feliz.”
Un camino excelente para que el joven pueda encontrarse con Cristo en su
Palabra es aquel ya consagrado por la vida espiritual de la Iglesia: la
“lectura orante de la Palabra” o, según la expresión latina, la lectio
divina. Aunque existan muchos métodos para realizar la lectura orante de la
Palabra, se trata más de una actitud delante de la Palabra de Dios que de un
método. Se trata de comprender que la Palabra de Dios es el excelente medio
por el cual Dios desea hablar al corazón de su Iglesia y también a mi
corazón en particular, indicándome cuál es el sentido de mi vida y cuál es
el proyecto que Él tiene para mí.
Al prepararse para el encuentro con el sucesor de Pedro en la JMJ Rio2013,
cada joven debe comenzar a cuestionarse respecto de su actitud delante de la
Palabra de Dios. Aquellos que aún no están familiarizados con Él, deben
comenzar ya. Es necesario que cada joven tenga su Biblia y verdaderamente la
lea, ore con ella y procure poner en práctica lo que allí leyó y oró. Las
dudas con relación al texto bíblico también aparecerán. Delante de ellas, es
necesario que el joven busque aclaraciones, que lea buenos libros que lo
ayuden a comprender mejor la Palabra de Dios, que la estudie, que busque
subsidios para conocerla mejor. Esa tarea esa de todo cristiano y, por eso,
también del joven que desea comprometerse más y más con Cristo.
Si de hecho el joven estuviera unido a Cristo a través de una intimidad
profunda con su Palabra, la JMJ Rio2013 será verdaderamente aquello que Dios
quiere que ella sea: un verdadero encuentro de cada joven con Cristo y con
aquel que Él escogió para confirmarnos en la fe, el Santo Padre (cf. Lc 22,
31-32).
Pe. Fabio da Silveira Siqueira,
Magíster en Sagrada Escritura, PUC-Rio.
Arquidiócesis de Río de Janeiro,
www.rio2013.com/es