Cuatro testimonios impactantes ante el Papa: Oyó a Dios en la JMJ de Madrid, le balearon en Brasil y en Copacabana puso a todos de rodillas
Con puntualidad que desafiaba cualquier crítica a la organización, estando
ya a las 19.30 horas locales la noche vencida sobre Río de Janeiro, comenzó
el sábado la vigilia de oración de los jóvenes con el Papa. Era el penúltimo
gran acto de la JMJ, y la tercera noche seguida en el que más de un millón
de personas se juntaban en la playa de Copacabana, tras la acogida del
jueves y el Via Crucis del viernes.
Como en ambas fechas, la escenografía volvió a ser colorida y espectacular.
Decenas de jóvenes procedentes de congregaciones y comunidades franciscanas
(toda la noche tuvo ese peculiar estilo) fueron construyendo durante el acto
una iglesia de madera, de respetable tamaño, que desmontaron después antes
de la adoración eucarística que cerró la vigilia.
A modo de hitos en esa construcción, cuatro jóvenes ofrecieron su testimonio
de fe y "de amor", como proclamó el introductor de la ceremonia. También San
Francisco de Asís, dijo "fue un joven que respondio a Cristo en su tiempo y
construyó una iglesia para el nuevo Pentecostés".
Droga, aborto... y orgullo de madre
El primero en subir al estrado, Carlos, de 30 años, confesó haber sido "un
joven educado en los valores cristianos". Pero cuando su padre perdió su
trabajo, siendo él adolescente, llegaron momentos malos y se metió en las
drogas ("marihuana, ácido, cocaina"). "Ya no me reconocía", dijo, a medida
que se convertía en una persona agresiva y rebelde: "Excluí definitivamente
a Dios de mi vida".
Nada le detenía, ni su madre llorando ante él: "Hijo, ¿sabes cómo sufre una
madre por no poder confiar en su propio hijo?". Cuando supo que su hermano
ingresaba en el seminario para ser sacerdote, su respuesta fue ahondar en el
mal. Empezó a robar, a vender droga, "a convivir con traficantes y
tiroteos".
Luego se echó una novia practicante de la magia negra. La dejó embarazada y
la chica abortó de tres meses. "Aquello nos dejó tan chocados que
comprendimos que teníamos que cambiar de vida". Paradójicamente, cuando su
novia le planteó a quién podrían tomar como modelo, él se acordó de alguien
a quien odiaba: "Pensé en Jesús Crucificado".
Era el principio de la restauración. Un día, caminando por la playa de
Ipanema, se encontró con una amiga que le invitó a ir a misa. Era Domingo de
Pascua. No sabe por qué, pero fue. "Poco a poco fui volviendo a la Iglesia.
Dejé los vicios y me acabé confesando. ¡Qué importante es verbalizar un
error y admitir que sin Dios no podemos nada!".
Entonces llegó la reconciliación con sus padres: "Sé que no soy el hijo que
esperabais, pero quería pediros perdón por todo el sufrimiento que os he
causado". Y se encontró con la respuesta de su madre: "Hijo, no digas
tonterías, eres mi mejor orgullo". Y lo comparó con la reacción de Dios:
"Aunque nos alejemos de Él, Él siempre está ahí".
Misa en la tribu del Mato Grosso: los jueves a las 6.15 horas
El siguiente fue un joven misionero con sotana, quien relató su experiencia
como "sacerdote en tierras desconocidas", en la selva del Mato Grosso. "He
sido testigo de la grandeza y la riqueza de nuestra Iglesia", proclamó,
cuando tuvo que adaptarse a la cultura local "por el bien de la misión y del
pueblo, por la dificultad de colaborar sin herir la fe de las personas".
El padre Flavio Matías explicó que todos los jueves dice misa a las 6.15
horas de la mañana a los jóvenes miembros de una tribu. Ellos y él tienen
que recorrer kilómetros por la selva para acudir, de ahí que no pueda ser
más frecuente.
Pero es "un pueblo sencillo y humilde que por la falta de sacerdotes tienen
que luchar para mantener la fe". Es una "Iglesia que sufre": "Y siento que
estoy en el sitio correcto, por la presencia del sacerdote, la presencia
eucarística y la presencia de la Palabra. Dios me toca a través de las cosas
simples, y eso ha aumentado mi deseo de servir más a la Iglesia. Al
ayudarles a crecer en la fe, crezco yo también".
Y concluyó con una frase muy de Francisco y su predicación del olor a oveja:
"No hay otra forma de ser pastor que estar con las ovejas. No basta con
indicarles el camino, hay que hacerlo con ellas".
"Sacad la cruz, miradla y arrodillaos"
El tercero fue Felipe Passos, de 23 años. Salió en silla de ruedas, aunque
tardamos en saber por qué.
Contó que "desde niño buscaba sentir el amor de Dios más profundamente,
tener una experiencia con Dios más fuerte". Esa historia empezó a hacerse
realidad en la JMJ de Madrid: "Pude ir, casi sin dinero, gracias a la ayuda
de muchas personas. Viví experiencias que fueron enraizando y purificando mi
fe. En el día de la Vigilia tuve una experiencia muy fuerte con Jesús. Miré
aquella cruz de Juan Pablo II peregrino del amor, miré el icono de Nuestra
Señor, miré la multitud como la estoy mirando ahora, y sentí en el silencio
del Papa Benedicto XVI aquel silencio que él pidió".
Fue en ese momento: "Puedo deciros que oí la voz de Dios. Después volví a
Brasil con el corazón en llamas, lleno del Espíritu Santo". Y sabiendo que
la siguiente etapa era en Río de Janeiro, dos años después.
Él y sus amigos del grupo de oración estuvieron durante meses trabajando
para reunir el dinero con el que poder ir a Río. Ese dinero estaba en casa
de Felipe. Pero el 13 de enero, dos días antes de cumplir los 23 años, le
asaltaron: "Dos personas entraron en mi casa para robar ese dinero. Yo
miraba a mi madre y a mis hermanos y recordaba todo el esfuerzo hecho para
realizar ese sueño. Me dispararon, y mi vida pudo terminar allí".
Pero no fue así. "La misericordia de Dios fue tan grande, que Dios en menos
de dos minutos hizo que vinieran dos bomberos a sacarme de la parada
cardiovascular que tuve antes de ir al hospital. El médico le dijo a mis
padres que no sobreviviría. Mi madre dijo que sí, con fe en la oración.
Recibí la extremaunción. Y estoy aquí".
Una campaña nacional e internacional de oración pidió para que se salvase.
"Yo estaba en coma inducido e intubado, pero conseguí pedir la Eucaristía.
La misericordia de Dios ese día fue enorme. Dios me dio una cruz, que es mi
silla de ruedas".
Y entonces Felipe empezó a interactuar con el millón y medio de personas que
le escuchaban: "Quiero que cada uno coja su cruz del peregrino y la mire:
obispos, cardenales, todos, miren a la cruz. Hoy esta cruz en mi vida es mi
silla. ¿Cuál es tu cruz?".
Les pidió que se la quitasen del cuello para mirarla y se arrodillasen ante
ella y gritasen "Esta es nuestra cruz". ¡Lo hicieron! Y proclamó: "Un día
intentaron derrumbarme con mi cruz, pero no lo consiguieron. Esta cruz me ha
levantadao y es la cruz de la resurrección, de la victoria, de una nueva
generación de adoradores, de jóvenes con fe, con fuego en el Espíritu Santo.
Amén".
Arrastrada al mal por su madre
Por último, tomó el micrófono Ana Vitoria Ferreira Vidal, una joven de 21
años que trabaja en recursos humanos, estudia 3º de administración y
desempeña labores apostólicas en la diócesis.
Pero eso es ahora. Cuando tenía doce años, su madre, enferma de anorexia,
siempre entre la vida y la muerte, que le decía que la odiaba, la arrastraba
hacia el mal. Ana Vitoria era adicta a los horóscopos, a "la musica
prohibida", a hablar con tacos y blasfemias.
Un día, sin embargo, escuchó por azar en la radio una canción sobre el amor
de Dios, que cambió su vida: "Cuando tuve esa experiencia me enamoré de un
Dios que se deja encontrar, que pone en nuestro corazón el deseo de buscarlo
y amarlo".
"Mi refugio estuvo en las Sagradas Escrituras: Dios prepara mi corazón para
cualquier problema", dijo, y citó Isaías 49, 15 como expresión de ese amor
divino: "¿Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo
de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no te olvidaré".
Su madre padecía convulsiones, no podía andar, no creía en Dios. La llevó a
un encuentro de sanación, y volvió caminando. Su existencia dio un giro,
como la de su hija.
Música para Jesús Sacramentado
Tras los testimonios, se cantó la Oración de San Francisco y se procedió a
la adoración eucarística, acompañada por canciones de un repertorio de nueva
música cristiana, que algunos intérpretes cantaron de rodillas: En tu
presencia, Todo mío, Lord I need you, Gloria, Tan sublime sacramento
(versión moderna del Tantum Ergo) y Recibe la fuerza precedieron a la Salve
Regina en latín, para rematar con un Jesus Christ, you are my life, que
miles de personas entonaron abrazándose, con un magnífico regusto de fin de
fiesta.
GRACIAS JESÚS................!!!!!!