Transición a la adolescencia: padres bien preparados hacen la diferencia
Páginas relacionadas
LaFamilia.info22.07.2008
La adolescencia es una época extraordinaria en la vida de toda persona. En
esta etapa la persona descubre su identidad y define su personalidad. Sin
embargo, ¡qué difícil es para los padres este nuevo período en la educación
de sus hijos!
Como padres sabemos que cada etapa del desarrollo infantil y juvenil tiene
objetivos y tareas específicas. Y para los adolescentes el objetivo es
desarrollar su propia identidad. Por esto como padres tenemos el deber de
ayudarles en este descubrimiento y prepararlos para que la transición de la
niñez a la adolescencia sea placentera para el chico y para la familia.
Es común que en este proceso se manifieste una crisis en la que se
replantean los valores adquiridos en la niñez y se perciba la necesidad de
mayor independencia. Algunos aspectos de esta transición son normales y
aunque causan mucha tensión, no deben ser causa de alarma.
Según el Autor Francisco Cardona Lira, la pubertad o adolescencia inicial
comienza alrededor de los 11 años y tiene estas características, las cuales
los padres deben estar preparados para aceptar:
Nace la intimidad o el despertar del propio “yo”.
Se presenta una crisis ante los cambios físicos, psíquicos y maduración
sexual, pues no hay aún conciencia de lo que le ocurre.
Conoce por primera vez sus limitaciones y debilidades y se siente indefenso
ante ellas.
El desequilibrio en sus emociones se refleja en una sensibilidad exagerada e
irritabilidad de carácter.
“No sintoniza” con el mundo de los adultos.
Se refugia en el aislamiento, en el grupo de compañeros de estudio o se
integra a una “barra” de amigos.
¿Qué hacer como padres?
Ante todo, no pretender que el joven adolescente muestre los mismos
comportamientos de su niñez. Aceptar su proceso de cambio, respaldarlo y
darle mucho amor, son prioridades en esta etapa pero sin caer en la
permisividad. Es necesario que a esta edad los muchachos tengan reglas
claras en el hogar en cuanto a sus obligaciones y deberes y las
consecuencias de no cumplirlas.
Además deben tenerse en cuenta aspectos en la educación como:
Brindar un ambiente seguro y amoroso en el hogar.
Asegurarse que el chico conozca y acepte los cambios físicos y mentales que
se están produciendo en él o ella y presentar esta información como algo
positivo y grandioso en su vida.
Crear un clima de honradez, confianza y respeto mutuo.
Permitirle al nuevo adolescente la independencia apropiada para su edad,
ayudándole a esclarecer lo que es la auténtica libertad, no el libertinaje.
Conocer bien al hijo, sus puntos fuertes, sus debilidades, amistades, etc.
Fomentar en ellos la flexibilidad en las relaciones sociales.
Sugerir actividades que le permitan estar ocupado.
Propiciar espacios de reflexión ante las influencias negativas del ambiente,
especialmente las que se derivan de la manipulación publicitaria y las que
dan desenfreno a conductas sexuales desordenadas.
Entre los aspectos más importantes de la relación entre los padre e hijos
está la apertura libre del niño para con sus padres que lo lleve a compartir
sus alegrías o problemas. Para llegar a esto es esencial la constancia,
paciencia y comprensión, puesto que esta relación se desarrolla
gradualmente, en la medida que se le dedique tiempo al niño. Es importante
aprovechar las oportunidades para estar con los hijos durante las comidas,
contándole cuentos, leyéndoles, jugando con ellos, durante excursiones,
vacaciones y celebraciones.
Especial atención hay que dar al hijo en los momentos difíciles o tristes.
De esta manera, se crea una base de confianza que le permitirá al niño
discutir con sus padres los problemas y conflictos que surjan durante la
adolescencia.
Fuentes: Aciprensa, Catholic.net