Educar hoy para no lamentar mañana
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LaFamilia.info19.07.2010
En materia de educación no hay fórmulas mágicas, pero sí bastantes
herramientas que ayudan a los padres a desarrollar su labor. Una de ellas es
tener como premisa básica que un hijo se educa desde que el mismo instante
que nace, de forma que cuando llegue a la adolescencia -etapa donde se pone
a prueba todo lo sembrado- se haya realizado un proceso formativo que
facilitará las cosas.
El hombre es como un bloque en bruto que durante años va adquiriendo forma
gracias a la tarea, exigente y amorosa a la vez, de los padres. Este encargo
requiere tiempo, dedicación y constancia, puesto que durante años se
sembrará sin ver los frutos, hasta que un día aquella obra deberá brillar
con luz propia y defenderse por sus propios medios, valiéndose de los
instrumentos adquiridos en años anteriores.
Jorge Ordeig Corsini autor del libro “Preparar la adolescencia”, expresa en
éste, el siguiente ejemplo:
“La adolescencia es una de las épocas más divertidas, apasionantes... y
problemáticas de la vida. Es como una tempestad que embiste con toda su
fuerza. En los antiguos barcos de vela, cuando se encontraban en medio de
una borrasca, no tenían más remedio que ponerse a la capa: arriar velas,
renunciar a avanzar y rezar para que el barco aguantara. Unos sobrevivían y
otros se hundían. ¿De qué dependía? Esta es la pregunta clave. Y la
respuesta es: de cómo estuviera preparado el barco; de que se hubiera
construido bien, de que el mantenimiento hubiera sido correcto, de que la
carga estuviera bien estibada, de que se hubieran hecho las maniobras
previas para reducir trapo, etc. Cuando la tempestad ya se ha desatado, no
se puede gobernar el barco: tiene que resistir él solo. Muy parecida es la
situación de un adolescente. Si la tormenta le sorprende sin una preparación
adecuada puede tener graves averías, casi irse a pique.”
No hay que dar por sentado que una buena preparación, elimina cualquier
posibilidad de errores y equivocaciones por parte de los adolescentes, pues
es lógico y normal que se presenten en esta etapa, incluso estos pequeños
tropiezos serán importantes para alcanzar su maduración, además, conocer y
aceptar sus propios límites. Referente a este punto, Jorge Ordeig explica:
“No es bueno preocuparse demasiado: si el barco estaba bien preparado, las
averías no serán de importancia, y tendrán un efecto muy positivo”.
Aunque vale hacer una advertencia importante, y es aquella relacionada con
la libertad personal, la cual le confiere al ser humano la facultad de tomar
sus propias decisiones, pese a que los padres hayan realizado un perfecto
trabajo.
Educar con proyección al futuro
Las primeras edades son el tiempo óptimo para cimentar las bases que se
pondrán en juego durante el resto de la vida, por ello su trascendencia y
necesidad de asumir este serio compromiso.
Si desde pequeños los hijos acatan normas, cuando sean adolescentes o ya
jóvenes, lo más seguro es que se adapten a ellas con mayor disposición. Por
eso cuando se quieren lograr cambios o mejoras en los adolescentes, es más
difícil lograr resultados satisfactorios, ya que no se puede pretender
llevar a cabo una tarea que requería doce años, en unos cuantos meses.
Se suele pensar que se educa para una edad determinada, pero esto es
equivocado. Aunque todo plan educativo debe irse adaptando de acuerdo a las
necesidades, se educa para formar una persona, un adulto que llegará a ser.
Así que hay que pensar en el futuro, previendo errores y haciendo ajustes.
Habrá casos de casos y excepciones a la regla. Pero existen muchas más
probabilidades de que la adolescencia trascurra de forma normal, cuando se
impartió durante varios años una educación rica en valores y con límites,
que si en la infancia se le dio la autonomía al niño de hacer lo que le
provocó, dejando de lado la formación de la voluntad, el acatamiento de
normas, la enseñanza de virtudes, en fin, todos los frentes que abarca la
formación del ser.
Plan de acción
Nunca es tarde para comenzar, es mejor prevenir que lamentar. Elabore un
proyecto educativo de sus hijos y siga atentamente los siguientes consejos:
Para los bebés también existen formas de enseñarles los límites, por ejemplo
los horarios de alimentación, sueño, recreación, baño, etc.
No ceder ante los caprichos de los niños y permanecer en su posición, con el
fin de enseñar los conceptos de autoridad y formación de la voluntad.
La enseñanza de valores como orden, disciplina, generosidad, honestidad,
amistad, constancia, laboriosidad, respeto… también tienen aplicación en las
edades primarias. Los niños irán interiorizando de acuerdo a su nivel de
comprensión, pero para ello necesitan que los padres los familiaricen con
estas virtudes.
Los padres no nacen aprendidos, requieren preparación y ayudas. Integre a su
rutina diaria, el aprendizaje en esta labor de padre, puede ser un libro, un
artículo, videos, cursos, etc.
El amor de padres es infinito, finalmente lo que se quiere es formar
personas íntegras que sean felices y gran parte de su éxito, está en sus
manos, así que manos a la obra.
Libro recomendado: "Preparar la adolescencia", Jorge Ordeig Corsini.
Colección Cómo Educar de Hacer Familia. Ediciones Palabra. Madrid, 2007.