Las diversas dimensiones y aspectos del Santo Rosario
Autores varios,
Observador de la Actualidad 899
- La voz sabia de Benedicto XVI
- «Pensaba que el Rosario era una herejía»
- La curación de un no católico
- La excelencia del Rosario según Romano Guardini
- En verdad no es fácil para todos
No se trata de una cadena de repeticiones maquinales. Conozca cómo el Rosario, bien rezado, proporciona grandes beneficios
Por fray Mario Agustín Pinto, o.p.
Ocurre con mucha frecuencia que el Rosario de cinco misterios viene a ser una oración maquinal, precipitada, sin alma, por la cual sólo se piden bienes temporales sin atender suficientemente a la relación de éstos con los bienes espirituales, la santificación y la salvación.
Para devolver a esta oración su alma y su vida, es preciso recordar que debe ir acompañada de la meditación, fácil por lo demás, de los misterios que nos recuerdan toda la vida de Nuestro Señor y de su Santísima Madre.
Para comprender todo el sentido del rezo del Rosario debemos considerar que, así como Jesús es la Cabeza única del Cuerpo Místico, María es el cuello del mismo. Tal es María entre Jesús y nosotros, Mediadora universal de todas las gracias.
A ella nos dirigimos; a ella saludamos. Pero la encontramos toda concentrada en Jesús, no pensando sino en Él, ardiendo en su amor, participando de sus gozos, de sus sufrimientos y de su gloria. La meditación del Rosario nos revela a Jesús por María.
El rezo vocal es en realidad una suave industria para movernos a la contemplación; así como Dios para darse a conocer se ha revestido de una naturaleza corporal, así también los actos de la inteligencia son ayudados por las expresiones sensibles: las palabras son como una cantilena que acaricia el oído, y estos rezos son magníficas alabanzas.
Ahora bien, el santo Rosario nos da en primer lugar el remedio contra la concupiscencia, que en los tres órdenes de bienes (bienes del cuerpo, exteriores y del espíritu) nos hacen confundir el bien aparente con el real.
El alma se inclina hacia el orgullo o amor desordenado de la propia excelencia y de todo lo que pueda exaltarla; quien se entrega a él acaba por ser para sí su propio dios, como Lucifer. Pues bien, el remedio son los misterios gozosos: Jesús haciéndose siervo, lo Infinito haciéndose pequeño, el Creador obedeciendo a la creatura: a María, a José, a las leyes, a todo. Es el Señor que nos recomienda ser como los niños, pues de ellos es el Reino de los Cielos.
La segunda es la concupiscencia de la carne. Es el deseo desordenado de aquellas cosas destinadas a la conservación del individuo. Es el pecado que nos iguala a las bestias. De él proviene la lujuria con todas sus vergüenzas, la gula con todos sus refinamientos y la pereza. El remedio está en los misterios dolorosos: allí vemos a Jesús sufriendo en su carne los castigos que han merecido nuestros crímenes. Estos misterios nos enseñan la mortificación por imitación de Jesús crucificado.
La tercer concupiscencia es la de los ojos, o sea el deseo desordenado de aquello que agrada a la vista: lujo, riquezas, dinero. De ella nace la avaricia con todas sus secuelas; el avaro hace un dios de su tesoro, puesto que se le sacrifica todo. El remedio para esta concupiscencia son los misterios gloriosos, que nos muestran los bienes eternos, infinitamente más preciosos y deseables que todos los bienes de la tierra, pues las cosas visibles son pasajeras, y las invisibles, eternas.
El Rosario nos ayuda a progresar en la vida espiritual viniendo a ser para nosotros una escuela de contemplación. Es todo el Credo que desfila ante nuestra vista, no de una manera abstracta en fórmulas dogmáticas, sino de una manera concreta en la vida de Cristo que desciende a nosotros. Es todo el dogma católico en su esplendor para que podamos saborearlo y alimentar nuestra alma.
Resumido de Mariología.org
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Se dan muchos ataques y pretextos para oponerse al rezo del santo Rosario, la mayoría provenientes de los grupos protestantes. Éstas son las objeciones favoritas:
1ª QUE EL ROSARIO NO ES BÍBLICO
RESPUESTA: Los Misterios del Rosario que se enuncian y meditan antes de cada sección de un Padrenuestro, diez Avemarías y un Gloria son escenas bíblicas.
Los Misterios Gozosos son los siguientes: la Anunciación (Lc 1, 26-38); la visita de María a su prima santa Isabel (Lc 1, 40-56); el Nacimiento del Niño Jesús (Lc 2, 6-20); la presentación del Niño en el Templo (Lc 2, 21-39); el Niño perdido y hallado en el Templo (Lc 2, 41-51).
Los Misterios Dolorosos son: la oración de Jesús en el Huerto (Mt 26, 36-46); la flagelación de Jesús (Mt 27, 26); la coronación de Espinas (Mt 27, 29); Jesús con la Cruz a cuestas por el camino del Calvario (Lc 23, 26-32); la Crucifixión y Muerte de Jesús (Lc 23, 33-46).
Los Misterios Luminosos son: el bautismo de Jesús en el Jordán (Mt 3. 13-17); la auto-revelación del Señor en las bodas de Caná (Jn 2, 1-12); el anuncio del Reino de Dios, invitando a la conversión (Mc1, 15); la Transfiguración del Señor (Lc 9, 28-35); la institución de la Eucaristía (Lc 22, 19-20).
Los Misterios Gloriosos son los siguientes: la Resurrección del Señor (Lc 24, 1-12); la Ascensión del Señor (Lc 24, 50-51); la venida del Espíritu Santo (Hch 2, 1-4); la Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo (Ap. 12, 1); la Coronación de la Santísima Virgen María (Ap. 12, 1).
En cuanto a las oraciones del Rosario, el Padrenuestro es la oración que Jesús mismo nos enseñó (Lc 6, 9-13). En cuanto al Avemaría, el «Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo» está tomado de Lc 1, 28, mientras que «Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús» viene de Lc 1, 42.
Por otro lado, no porque algo no esté en la Biblia significa que sea malo; viajar en automóvil o en avión, estudiar en las escuelas o las universidades, el uso de vacunas y antibióticos para preservar la salud..., nada de eso está en la Biblia y no por ello es diabólico ni pecaminoso.
2ª QUE REZAR A LA VIRGEN NO SIRVE PORQUE ELLA ESTÁ MUERTA
RESPUESTA: Al morir corporalmente no se acaba todo; para Dios todos viven: «¿No han oído aquellas palabras de Dios cuando les dice: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos» (Mt 22,3 2 ). «Me siento apremiado por las dos partes: por una parte, deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor» (Flp 1,23). «Se les aparecieron Elías y Moisés, los cuales conversaban con Jesús» (Mc 9, 4).
3ª QUE SÓLO JESÚS PUEDE INTERCEDER POR LOS SERES HUMANOS
RESPUESTA: Aunque san Pablo escribe que «único es Dios, único también es el Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús» (I Tm 2, 5), en los versículos anteriores instruye a los cristianos a orar unos por los otros (cfr. I Tm 2, 1-4), lo que significa o que esta intercesión no interfiere ni disminuye la mediación de Cristo, sino que más bien esta última hace posible la anterior.
La intercesión de unos por otros es muy importante en la Biblia: Jn 2,1-11; Ef 6, 18; Stgo 5, 16; Ap 5, 8.
4ª QUE CRISTO PROHÍBE LAS ORACIONES REPETITIVAS
RESPUESTA: Cristo dijo: «Al orar, no multipliquen las palabras, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados» (Mt. 6, 7). Pero si se lee el siguiente versículo (v. 8) se ve que el Señor lo que denuncia son los errores en la oración de petición, como si el Padre no conociera nuestras necesidades; creer que las muchas palabras traen automáticamente efecto es atribuirles poder mágico. Pero en sí la repetición de unas mismas frases no es mala ni anti-bíblica; en el salmo 135 (136) la frase que invita a agradecer a Dios «porque es bueno, porque es eterna su misericordia» se repite 36 veces. También está el caso del salmo 117 (118), o la oración a Dios de los tres jóvenes en el horno, que 53 veces repiten la frase «alábenlo y ensálcenlo eternamente» (Dn 3, 51-90). Además, Jesús enseña que Dios escucha a los que claman a Él día y noche, y expone la parábola del juez injusto para estimular a la oración insistente (cfr. Lc 18, 1-8).
«Pensaba que el Rosario era una herejía»
Charlene Andersen es una canadiense educada como protestante luterana, que se casó con un católico alejado de la Iglesia. Ella cuenta: «Hace unos años mi esposo perdió su empleo, y eso lo condujo a una profunda depresión. Entonces empezó a ir diariamente a Misa, y eso me asustó. Se sanó de su depresión y él lo atribuyó única y exclusivamente a la recepción de la Eucaristía. Luego consiguió trabajo como trabajador de servicios religiosos en un hospital católico y me informó que nunca más iría a una iglesia protestante sino que solamente iba a ir a Misa. Le dije: ‘Pero hagas lo que hagas, no reces el Rosario'. Simplemente yo no podía soportar eso, porque para mí era la mayor herejía».
Luego Charlene comenzó a acompañarlo a Misa, y creyó en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Pero «yo no podía entrar todavía a la Iglesia, pues tenía muchas preguntas. María era uno de los problemas; y el Rosario. En ese entonces conocimos a un sacerdote maravilloso, y él me explicó bellamente todo lo concerniente al Rosario. Yo me preguntaba por qué tener diez Avemarías seguidas y no diez ‘Señor, yo amo; Jesús, sálvame' y un Avemaría al final; pero él me explicó sobre los misterios. Yo no sabía nada sobre los misterios: que cuando uno reza el Rosario medita sobre la vida y el misterio de Cristo; entonces, cuando uno medita sobre Cristo y le pide su intercesión a María, uno reza en dos niveles diferentes; y la intención de María es llevarnos más cerca de Cristo. Yo pensaba que los católicos adoraban a María, y eso no es verdad; María es alguien que quiere llevarnos a Cristo , y al acercarnos a ella entonces nos acercamos a Cristo, y en el Rosario uno se acerca a Cristo».
Finalmente se hizo católica.
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La curación de un no católico
Cuenta el padre agustino recoleto José Luis Alonso: «En la parroquia en la que actualmente me encuentro hay un grupo de santas mujeres que semanalmente visitan a los enfermos y rezan con ellos el Rosario. Fueron a una casa y, aunque sabían que el enfermo era evangélico, se ofrecieron para rezar allí las 50 Avemarías, ya que la esposa no tenía ningún reparo en que lo hicieran, dado que el enfermo estaba desahuciado y se encontraba en los últimos estertores de la muerte. Apenas respiraba y su agonía era evidente. Padecía cáncer y ya no tenía humanamente remedio. Terminaron el rezo de los misterios y ya se disponían para marcharse cuando, con gran sorpresa de todos, el enfermo se levantó sano y bueno. Reconoció públicamente que atribuía esa sanación inesperada al rezo del santo Rosario. Confesaba que él, siendo evangélico de toda la vida, advertía que mientras esas santas mujeres rezaban con toda devoción el Padrenuestro y las Avemarías, su organismo empezaba a revivir, con gran gozo y admiración por parte de él. Las mujeres le dijeron que se hiciera unas placas de rayos X, y el médico, más sorprendido que nadie, quiso confirmar su curación haciéndole cuatro placas. Todas dieron resultado negativo. Estaba totalmente curado».
La excelencia del Rosario según Romano Guardini. Por Alfonso López Quintás
Todo el trabajo de Romano Guardini se inspiraba en la oración y tendía a la oración como a una meta. «A la larga, es imposible creer sin orar, como no se puede vivir sin respirar».
Al pedirle un día su opinión sobre la primacía de unas formas de oración sobre otras, me contestó, sin vacilar, que, tras la publicación de
El espíritu de la liturgia, se apresuró a escribir el Vía Crucis y El Rosario de Nuestra Señora para dejar bien claro que el alma creyente necesita vías distintas para llegar a Dios.
El Rosario es una forma de oración que repite insistentemente diversas plegarias, con voluntad de crear un clima de contemplación en torno a los Misterios de la vida de Jesús y de María. Lo que se intenta, ante todo, en ese rezo es estar con el Señor en compañía de María; alabarle y suplicarle una y otra vez, y crear así un espacio de oración.
El Rosario nos ofrece este espacio de reposo y acogimiento, en el cual permanecemos tranquilos en un clima de amistad y confianza. «Permanecer en él hace bien», indica Guardini.
Repetir un contenido es impertinente en el lenguaje prosaico o significativo. Resulta, en cambio, sumamente elocuente en el lenguaje poético. En el Gloria de su gran Misa en si menor, Juan Sebastián Bach repite 33 veces «Et in terra pax hominibus bonae voluntatis», no para insistir en un mismo contenido, sino para sumergirnos en el ámbito de paz que Jesús nos ofrece. El lenguaje poético encarna aquello que dice, lo plasma en ámbitos expresivos y nos invita a morar en ellos.
De forma análoga, al rezar el Rosario repetimos diversas plegarias una y otra vez para instaurar un ámbito de piedad, de sosegada meditación e invocación reposada, y permanecer activamente en él. Rezar así, indica Guardini, requiere una paciencia amorosa, como la de quien se adentra en una realidad excelsa y no ceja hasta que la conoce de cerca y la convierte en su hogar.
Resumido de Alfa y Omega
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En verdad no es fácil para todos
Muchas personas -lo mismo laicos o consagrados- han recibido el pronto don celestial de enamorarse del Rosario, lo que les facilita rezarlo todos los días. El padre san Pío de Pietrelcina era uno de ellos, y casi siempre llevaba enrollado en la mano o en el brazo la sarta de cuentas para rezar a todas horas y por todos lados, como una verdadera arma contra el Enemigo, siempre empuñada. En una nota dejó escrito: «Diariamente recitaré no menos de cinco Rosarios completos».
Pero también hay muchos otros -incluso entre los santos- en quienes este don de sentirse vibrar con el rezo del Rosario no se ha dado, y quizá no se dé nunca, y que sin embargo hacen el esfuerzo de seguir rezándolo, lo que es un verdadero mérito ante los ojos de Dios. Confesaba santa Teresita del Niño Jesús: «Rezar el Rosario yo sola (me da vergüenza decirlo) me cuesta más que ponerme un instrumento de penitencia.... ¡Sé que lo rezo tan mal! Por más que me esfuerzo por meditar los Misterios del Rosario no consigo fijar la atención... Durante mucho tiempo viví desconsolada por esta falta de atención, que me extrañaba, pues amo tanto a la Santísima Virgen, que debería resultarme fácil rezar unas oraciones que tanto le agradan. Ahora me entristezco menos, pues pienso que, como la Reina de los Cielos es mi Madre, ve mi buena voluntad y se conforma con ella».