Lesbianismo: Diario de Terapia de Emma IV - La tristeza del AMS (Atracción a personas del mismo sexo)
Presentación del Diario de la Terapia
El Diario:
- 5. Cómo y por qué la empecé (la terapia)
Referencia: Elena Lorenzo Rego, ReL
http://elenalorenzo.com/
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En las otras entradas he hablado de cómo se forjó en mi corazón el AMS, de
las causas potenciales de esta atracción y de cómo me sentía en mi
adolescencia. Quisiera en las siguientes líneas contarte qué es estar al
borde de una doble vida y la infelicidad que me producía todo esto. Los
engaños que me llevé y en quien me convertí durante mi tiempo en la
universidad…pero también que pasa cuando empiezas a buscar soluciones y de
las pequeñas luces que encontré.
Algo con lo que no contaba en mi adolescencia, era con Dios. Antes de los 18
años era una cristiana tibia, nada comprometida y alejada mucho de la
Iglesia. Sé que el AMS no es un problema espiritual, pero quería contar esto
porque la fe forma parte de mi vida. De todas formas, no voy a entrar en
muchos detalles espirituales. Supongo que mi curiosidad me llevó a
cuestionarme la fe de una manera racional. En cuestión de unos meses yo
sentía la necesidad de rezar, de ir a misa, de buscar un grupo de jóvenes
comprometidos. Pasé de creer en un Dios cultural o de “bolsillo” en un Dios
personal. Me acuerdo que una de mis primeras oraciones serias fue: “Señor,
yo sé que tú me conoces y sabes que soy homosexual, pero quiero conocerte
más a pesar de esto, y Tú me darás fortaleza para vivir con esto”. Me
comprometí mucho con una parroquia y empecé mi camino en la fe, con sus más
y sus menos claro está.
Un poco después, empecé la universidad. Al estudiar enfermería investigué si
había algún tipo de gen homosexual, si había alguna causa fisiológica o
algún tipo de patología hormonal, como la que decían que tenía el primo de
mi padre. Leí hasta aburrirme, miré en bases de datos internacionales, me
trague documentales médicos…y no hay nada concluyente. Algunas teorías aun
por demostrar salían a la luz de vez en cuando, pero luego eran descartadas.
Esto en el mundo de la ciencia sólo tiene una respuesta: hoy por hoy no hay
nada que demuestre que la homosexualidad es genética. No había nacido
homosexual.
Quitarme eso de la cabeza fue liberador y me dio una paz que no puedo
describir. No había nacido con sentimientos de atracción hacia las mujeres.
¿Qué había pasado entonces? Responder esto es parte de la terapia también y
hasta la siguiente página no hablaré de ello.
El AMS no mejora con el tiempo. La rabia y la falta de perdón especialmente
hacia mis padres tampoco. Me atrajeron la mayoría de las chicas de mí
alrededor. Todas las relaciones de amistad estaban contaminadas con la
erotización. Aunque la masturbación era un tema que controlaba un poco más
seguía estando presente en mi vida. Me sentí sola, sin nadie a quien acudir.
Con 22 años más o menos, un par de amigos/as de toda la vida empezaron a
“salir del armario”. A mi esa opción no me daba paz. NO era solo un tema de
fe, yo veía que eran muy promiscuos, que iban a bares y a fiestas a las que
yo no quería ir. Tenía muchas dudas, un sentimiento de lucha interior muy
grande. Conocí a chicas que buscaban lo mismo que yo, que se sentían
atraídas por mí, pero siempre en el último momento de tener una relación
sexual con ellas yo me echaba para atrás. Una parte de mí quería eso y la
otra lo rechazaba, y yo seguía sin contarle a nadie de mí alrededor de mis
luchas, optando por el silencio.
Tuve varias depresiones, ningún intento de suicidio, pero si una profunda
tristeza que invadía mi vida. Me sentía rota por dentro, no solo por el tema
del AMS sino por mi vida en general. Rodeada de muchas personas pero sola.
La gente me consideraba alguien genial, pero yo no me veía con esos ojos. El
mundo de las percepciones siguió un camino erróneo y yo sentía que no
encajaba en ningún ambiente.
Poco más tarde decidí hablar con un sacerdote, hacía tiempo que le conocía y
pensaba que podría ayudarme el hecho de que ellos no pueden decir nada que
les cuentes en confesión. Se lo solté todo, para gran sorpresa mía no me
juzgo, ni me dijo lo que tenía que hacer, solo me escuchó… eso era mucho más
de lo que yo necesitaba en ese momento. Una vez leí que si no hablas con
nadie de algo que te esté afectando, ese algo está en total descontrol. El
AMS estaba en total descontrol en mi vida. El único consejo de ese sacerdote
fue: “pase lo que pase sigue con un pie cerca de Dios”
Un día vi en un reportaje a varios jóvenes gays que también eran cristianos,
que también habían luchado contra su homosexualidad hablar sobre las
terapias reparativas. Contaban su testimonio, estos hombres estaban
traumatizados por ese tiempo en la terapia, les habían recomendado tomar
medicamentos, autolesionarse cuando sentían atracción…, al borde del
suicidio varios de ellos, mucho dolor en sus rostros. El atisbo de esperanza
que se encendió en mi corazón cuando empecé a escucharles pensando que
habían encontrado una solución se esfumó cuando les oí hablar del circo de
los horrores que habían vivido con la terapia. “Decidí” no entrar en terapia
ni acercarme a un psicólogo para hablar del AMS.
Ahora me trago mis palabras, lo sé, pero es que la terapia que yo estoy
viviendo poco o nada tiene que ver con la que vivieron esos jóvenes. ¿Por
qué entonces entré en terapia? Este es el punto donde quería llegar y del
que hablaré en breve.