Decálogo de los buenos abuelos
Antonio Gil ReL
El día 26 de julio, fiesta de Joaquín y Ana, -padres de María, según la tradición- se celebra el "día de los abuelos", una jornada que nos invita a contemplar su figura, su misión, su papel en la sociedad de hoy. No se trata sólo de celebrar una pequeña fiesta en torno a ellos, sino de realzar su silueta, animarles a seguir caminando y, de paso, iluminar sus vidas para conquistar la plenitud. José María Contreras, gran psicólogo, ha señalado los requisitos o cualidades que, a su juicio, han de tener los "buenos abuelos", que nos sirven, junto a otros datos y sugerencias para confeccionar un decálogo vivo y práctico, con las siguientes pinceladas.
Primero, los "buenos abuelos" tienen que ser siempre ejemplo para sus hijos y sus nietos, y por tanto, la primera cualidad es el amor, el quererse mucho, con lo que ello supone de armonía y apoyo mutuo.
Segundo, que nunca desautoricen a sus hijos, padres de sus nietos, para que puedan aumentar su autoridad.
Tercero, cuidar con especial esmero la educación en la sobriedad, que todos los perciban sobrios y dominadores de sí mismos.
Cuarto, que no se quejen nunca, que destierren el lamento continuo, que sepan aceptar con alegría las contrariedades de la vida, explicando a todos por qué lo hacen.
Quinto, que les vean rezar si son creyentes y estar alegres, porque la alegría verdadera sale del fondo del alma y es una consecuencia de la paz interior.
Sexto, que sepan aconsejar con espíritu tranquilo, ya que la experiencia es un manantial de nuevas sugerencias.
Séptimo, que acentúen la bondad y la dulzura en sus palabras, infundiendo serenidad y buen hacer a su alrededor.
Octavo, que mantengan en los mejores niveles su autoestima; no es que haya que aparentar ser jóvenes, pero tampoco dejarse ni descuidarse. Recordemos al coronel inglés de "El puente sobre el rio Kwai", que ordenaba a sus hombres lavarse, afeitarse, mantenerse rectos y trabajar cada día a pesar de estar recluidos.
Noveno, conservar siempre la ilusión y el optimismo, ya que los optimistas viven, de media, cuatro años más, según un estudio. Y también influye el éxito. Si comparamos a los ganadores de un Oscar en Hollywood con los que sólo estuvieron nominados, los primeros son los más longevos.
Décimo, superar miedos y soledades. Nietzsche decía que hay que ser un ángel o un lobo para aguantar la soledad. El miedo se incrementa con la edad, y la soledad cerca ajena vivencias y convivencias.
Estas pinceladas, en forma de sugerencias, bien podría ser un decálogo actual para los buenos abuelos, para todos aquellos que pueden sentir las tentaciones de sentirse "viejos e inútiles", como un estorbo, cuando, en realidad, sus vidas brillan luminosas tras un recorrido familiar digno de alabanza. Son vidas dispuestas a transmitir su experiencia con tanta serenidad como convicción, con tanta paz como alegría.