Catequesis tercera: La familia, educadora de la dignidad y respeto de toda persona humana
LA FAMILIA, FORMADORA EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS
(VI Encuentro Mundial de las Familias)
A. Canto inicial
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura bíblica: Jn 9, 1-11
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. La Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo;
imagen que encuentra —y está llamada a descubrir cada vez más
profundamente—, su plena razón de ser en el misterio de Cristo. Cristo nos
revela a Dios en su verdad; pero, a la vez, manifiesta también el hombre al
hombre. Este hombre ha recibido de Dios una incomparable e inalienable
dignidad, pues ha sido creado a su imagen y semejanza y destinado a ser hijo
adoptivo. Cristo, con su encarnación se ha unido, de alguna manera, con todo
hombre.
2. Por haber sido hecho imagen de Dios, el ser humano tiene la dignidad de
persona: no es sólo algo, sino alguien. Es capaz de conocerse, de darse
libremente y entrar en comunión con otras personas. Esta relación con Dios
puede ser ignorada, olvidada o removida, pero jamás puede ser eliminada,
porque la persona humana es un ser personal creado por Dios para
relacionarse y vivir con Él.
3. El hombre y la mujer tienen la misma dignidad porque ambos son imagen de
Dios y porque, además, se realizan profundamente a sí mismos reencontrándose
como personas a través del don sincero de sí mismos. La mujer es complemento
del hombre como el hombre lo es de la mujer. Mujer y hombre se complementan
mutuamente, no sólo desde el punto de vista físico y psíquico, sino también
ontológico, pues sólo gracias a la dualidad de lo «masculino» y «femenino»
se realiza plenamente «lo humano». Es la «unidad de los dos» la que permite
a cada uno experimentar la relación interpersonal y recíproca. Además, sólo
a esta «unidad de los dos» Dios le confía la obra de la procreación y la
vida humana.
4. Toda la creación ha sido hecha para el hombre. En cambio, el hombre ha
sido creado y amado por sí mismo. El hombre existe como un ser único e
irrepetible. Es un ser inteligente y consciente, capaz de reflexionar sobre
sí mismo y, por tanto, de tener conciencia de sí y de sus actos.
5. La dignidad de la persona humana —de toda persona humana— no depende de
ninguna instancia humana, sino de su mismo ser, creado a imagen y semejanza
de Dios. Nadie, por tanto, puede maltratar esa dignidad sin cometer una
gravísima violación del orden querido por el Creador. Por lo mismo, una
sociedad justa sólo puede realizarse en el respeto de la dignidad
trascendente de la persona humana.
6. Las personas minusválidas, a pesar de sus limitaciones y los sufrimientos
grabados en sus cuerpos y facultades, siguen siendo sujetos plenamente
humanos, titulares de derechos y deberes, que nadie puede conculcar ni
discriminar.
7. Los no nacidos son también personas desde el mismo momento de su
concepción; y su vida no puede ser destruida por el aborto o la
experimentación científica. Destruir la vida de un no nacido, que es
completamente inocente, es un acto de suprema violencia y de gravísima
responsabilidad ante Dios.
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final