Catequesis sexta: La familia, formadora de la recta conciencia moral
LA FAMILIA, FORMADORA EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS
(VI Encuentro Mundial de las Familias)
A. Canto de entrada
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura de la Biblia: Ef 6, 1-17
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. El hombre actual está cada vez más persuadido de que la dignidad y
vocación de la persona humana requiere que, guiado por la luz de su
inteligencia, descubra los valores inscritos en su naturaleza, los
desarrolle sin cesar y los realice en su vida, logrando así un progreso cada
vez mayor. Ahora bien, en sus juicios sobre los valores morales, es decir,
sobre lo que es bueno o malo y, por ello, sobre lo que debe hacer u omitir,
no puede proceder según su personal arbitrio. El hombre, en lo más hondo de
su conciencia, descubre la presencia de una ley que él no se dicta a sí
mismo y a la que debe obedecer. Esta ley ha sido escrita por Dios en su
corazón, de modo que, además de perfeccionarse con ella como persona, será
esta ley por la que Dios le juzgará personalmente.
2. Por consiguiente, no existe verdadera promoción de la dignidad del hombre
más que en el respeto del orden esencial de su naturaleza. Ciertamente, han
cambiado y seguirán cambiando muchas condiciones concretas y muchas
necesidades de la vida humana. Sin embargo, toda evolución de las costumbres
y todo género de vida han de mantenerse dentro de los límites que imponen
los principios inmutables fundados sobre los elementos constitutivos y sobre
las relaciones esenciales de la vida humana; elementos y relaciones que
están más allá de las contingencias históricas.
3. Estos principios fundamentales, comprensibles por la razón, están
contenidos en la ley divina, eterna, objetiva y universal, por la que Dios
ordena, dirige y gobierna el mundo y los caminos de la comunidad humana
según el designio de su sabiduría y amor. Dios hace partícipe al hombre de
esta ley suya, de modo que el hombre pueda conocer más y más la verdad
inmutable. Además, Cristo ha instituido a su Iglesia como columna y
fundamento de la verdad y le ha dado la asistencia permanente del Espíritu
Santo para que conserve sin error las verdades de orden moral e interprete
auténticamente no sólo la ley positiva revelada sino también los principios
morales que brotan de la misma naturaleza humana y que atañen al desarrollo
y perfección del hombre.
4. Hoy son muchos los que sostienen que la norma de las acciones humanas
particulares no se encuentra ni en la naturaleza humana, ni en la ley
revelada, sino que la única ley absoluta e inmutable es el respeto a la
dignidad humana. Más aún, el relativismo filosófico y moral niega que exista
alguna verdad objetiva, tanto en el plano del ser como del actuar ético.
Cada uno tendría su verdad, dado que cada uno interpreta las cosas y las
conductas según su personal inteligencia y conciencia. La convivencia nos
obligaría a una verdad admitida por todos, en virtud de un consenso que nos
haga posible vivir en paz. Este es el fundamento de las leyes que salen de
los Parlamentos democráticos. La Iglesia no tendría nada que decir y si lo
hace invade un terreno que no le corresponde, amenazando peligrosamente el
orden democrático.
5. Desde estas premisas se siguen dañinas consecuencias para la persona, la
familia y la sociedad. Así se explica la justificación del aborto como un
derecho de la mujer, los intentos de legalizar la eutanasia, el control de
los nacimientos, las leyes cada vez más permisivas del divorcio, las
relaciones extra-conyugales, etc. etc.
6. La familia cristiana tiene el grandísimo reto de formar en la verdad y en
la rectitud la conciencia moral de los hijos, respetando escrupulosamente su
dignidad y libertad, de modo que les ayude a formarse una conciencia recta
sobre las grandes cuestiones de la vida humana: la adoración y respeto de
Dios Creador y Salvador, el amor a los padres, el respeto a la vida, al
propio cuerpo y al de los demás, el respeto de los bienes materiales y del
honor del prójimo, la fraternidad entre todos los hombres, el destino
universal de los bienes de la creación, la no discriminación por motivos
religiosos, sociales o económicos, etc. Puntos firmes de esta enseñanza son
los preceptos del Decálogo y las Bienaventuranzas.
7. Los padres deben educar hoy a sus hijos con confianza y valentía en estos
valores esenciales, comenzando por el más radical de todos: la existencia de
la verdad y la necesidad de buscarla y seguirla para realizarse como
hombres. Otros valores claves hoy son el amor a la justicia y la educación
sexual clara y delicada que lleve a una valoración personal del cuerpo y a
superar la mentalidad y praxis que lo reduce a objeto de placer egoísta.
8. Condición fundamental de esta educación es crear en los hijos amor y
sintonía hacia la Iglesia y, más en particular, hacia el Papa, los obispos y
los sacerdotes; para que vean en ellos la preocupación de una madre buena
que los quiere y sólo desea ayudarles a vivir de modo recto y digno en este
mundo y gozar de la contemplación de Dios en la gloria.
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final