Catequesis novena: La familia y el modelo de la familia de Nazaret
LA FAMILIA, FORMADORA EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS
(VI Encuentro Mundial de las Familias)
A. Canto de entrada
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura de la Biblia: Lc 2, 41-52
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. Las noticias que nos han trasmitido los Evangelios sobre la familia de
Nazaret son escasas, pero muy ilustrativas.
2. Es una familia constituida sobre la base del matrimonio entre José y
María. Ellos estuvieron realmente casados, como señalan san Mateo y san
Lucas; y vivieron así hasta el fallecimiento de José. Jesús era hijo
verdadero de María. San José no era padre natural —porque no lo engendró— ni
adoptivo, sino putativo, es decir: era considerado por los vecinos de
Nazaret como padre de Jesús, debido a que la gente ignoraba el misterio de
la Encarnación y a que José estaba casado con María. Esta realidad tiene hoy
gran importancia, debido a las legislaciones civiles y a la cultura
ambiental, tan favorables a las uniones de hecho, a las meramente civiles, a
otras formas, al divorcio, etc. La familia de Nazaret se presenta hoy como
ejemplo de pareja formada por un hombre y una mujer, unida por amor de una
forma permanente y con una dimensión pública.
3. La familia de Nazaret vivió como una familia más de ese pueblo. Es decir,
de una manera sencilla, humilde, pobre, trabajadora, amante de las
tradiciones culturales y religiosas de su nación, profundamente religiosa y
alejada de los centros del poder religioso y civil. Un viajero que visitara
Nazaret y desconociera los hechos que conocemos nosotros, no encontraría
ningún detalle que distinguiese a la sagrada familia del resto de las
familias: ni en la vivienda que usaban, ni en el modo de vestir, ni en la
comida, ni en la presencia en los actos religiosos que se celebraban en la
sinagoga, ni en nada. Dios nos ha querido revelar que la vida corriente y de
cada día es el lugar donde Él nos espera para que le amemos y realicemos su
proyecto sobre nosotros. El secreto es vivir «esa» vida con el mismo amor y
constancia que la sagrada Familia.
4. Los Evangelios de la infancia no dilucidan la profesión que ejerció san
José: herrero, carpintero, artesano, ... En cambio, señalan claramente que
era un trabajador manual y que se ganaba la vida trabajando. María se
dedicaba, como todas las mujeres casadas, a moler y cocer el pan de cada
día, atender las labores domésticas del hogar y prestar pequeños servicios a
los demás. De Jesús no dicen nada, pero dejan suponer que ayudaba a María y,
más tarde, a san José en sus trabajos manuales. La familia de Nazaret vivió
lo que hoy llamamos «el evangelio del trabajo»; es decir: el trabajo como
realidad maravillosa que da una participación en la obra creadora de Dios,
que sirve para sacar adelante la propia familia y ayudar a los demás, y para
santificarse y santificar por medio de él. También en esto es un modelo
perfecto para la familia actual. Muchas siguen viviendo igual que ella y
otras, pese al trabajo de la mujer fuera del hogar y a la tecnificación de
las tareas domésticas sigue siendo fundamentalmente igual.
5. La familia de Nazaret era una familia israelita profundamente creyente y
practicante. Al igual que hacía el resto de familias piadosas, rezaban
siempre en cada comida, iban cada semana a escuchar la lectura y explicación
del Antiguo Testamento en la sinagoga, subían a Jerusalén para celebrar la
fiestas de peregrinación, como la Pascua y Pentecostés, rezaban tres veces
al día el famoso credo hebraico «Escucha Israel».
De este modo, también hoy, la bendición de la mesa a la hora de las comidas,
la participación semanal en la misa del domingo y la lectura de la Sagrada
Escritura siguen siendo fundamentales para que la familia cristiana realice
su misión educadora.
6. La vida de la familia de Nazaret estaba totalmente centrada en Dios: Dios
lo era todo para ella. Cuando todavía eran novios, José se fió de Dios,
cuando le reveló por medio del ángel que la gravidez de María era obra del
Espíritu Santo. De casados, María y José tuvieron que oír del hijo al que
acababan de encontrar, tras días de angustiosa búsqueda, estas palabras:
«Por qué me buscabais. ¿No sabías que debo ocuparme en las cosas de mi
Padre?» (Lc 2,49). Ellos no lo entendieron, pero lo aceptaron y trataron de
encontrar su sentido. María, por su parte, no se derrumbo en la fe cuando
vio a su hijo clavado en la cruz como un criminal e insultado por los jefes
del pueblo. La familia cristiana, cuya vida es siempre un cuadro de luces y
sombras, encuentra la paz y la alegría cuando sabe ver a Dios en ello,
aunque no acierte a comprenderlo.
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final