Catequesis décima: La familia, destinataria y agente de la nueva evangelización
LA FAMILIA, FORMADORA EN LOS VALORES HUMANOS Y CRISTIANOS
(VI Encuentro Mundial de las Familias)
A. Canto de entrada
B. Oración del Padre Nuestro
C. Lectura de la Biblia: Hech 18, 23-28
D. Lectura de la Enseñanza de la Iglesia
1. «La futura evangelización depende en gran parte de la Iglesia doméstica»
(Discurso de Juan Pablo II a la III Asamblea general de obispos de América
Latina, 1979). Más aún, la familia es el corazón de la Nueva Evangelización
(cf. Discurso de Juan Pablo II a los Obispos de África encargados de la
pastoral familiar, 1992). La historia de la Iglesia lo confirma desde sus
orígenes. Un caso típico es el de san Agustín, convertido por la gracia de
Dios implorada con las lágrimas abundantes de su madre, santa Mónica. La
familia realiza «su misión de anunciar el evangelio, principalmente mediante
la educación de los hijos» (EV 92).
2. La misión evangelizadora de la familia está radicada en el Bautismo y
recibe una nueva forma con la gracia sacramental del matrimonio.
3. La tarea evangelizadora de la familia cristiana se hace especialmente
necesaria y urgente en los lugares donde una legislación antirreligiosa
pretende incluso impedir la educación en la fe, o donde ha crecido la
incredulidad o ha penetrado el secularismo hasta el punto de hacer de hecho
imposible una verdadera práctica religiosa. Esa geografía se encuentra
principalmente en los países comunistas y ex comunistas y en los países del
llamado primer mundo. La Iglesia doméstica es el único ámbito donde los
niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica catequesis sobre las
verdades más fundamentales.
4. La familia tiene un modo específico de evangelizar, hecho no de grandes
discursos o lecciones teóricas, sino mediante el amor cotidiano, la
sencillez, la concreción y el testimonio diario. Con esta pedagogía trasmite
los valores más importantes del Evangelio. Mediante este método, la fe
penetra como por ósmosis, de una manera tan imperceptible pero tan real, que
incluso convierte a la familia en el primero y mejor seminario de vocaciones
al sacerdocio, a la vida consagrada y al celibato en medio del mundo.
5. El servicio de los cónyuges y padres cristianos a favor del Evangelio es
esencialmente un servicio eclesial. Es decir, está enraizado y derivado de
la única misión de la Iglesia y está orientado a la edificación del Cuerpo
de Cristo. Por eso, el ministerio de evangelización de la familia ha de
estar en comunión y armonizarse responsablemente con los servicios de
evangelización y catequesis de la diócesis y de la parroquia.
6. Este carácter eclesial requiere que la misión evangelizadora de la
familia cristiana posea una dimensión misionera y católica, en plena
conformidad con el mandato universalista de Cristo: «Id por todo el mundo y
predicad e Evangelio a toda criatura» (Mc 16,15) Por eso, incluso es posible
que algunos padres se sientan urgidos a llevar el Evangelio de Cristo «hasta
los confines de la tierra» (Hch 1,8), como ocurrió en las primeras
comunidades cristianas. En cualquier caso, dentro del mismo ámbito familiar
debe realizarse una actividad misionera, anunciando el Evangelio a los
familiares no creyentes y alejados o respecto a las familias que no viven
con coherencia el matrimonio.
7. La familia cristiana se hace comunidad evangelizadora en la medida en que
acoge el Evangelio y madura en la fe. «Igual la Iglesia, la familia debe ser
un espacio donde el Evangelio es trasmitido y desde donde éste se irradia.
Dentro, pues, de una familia consciente de esta misión, todos los miembros
evangelizan y son evangelizados. Los padres no sólo comunican a los hijos el
Evangelio, sino que pueden, a su vez, recibir de ellos este mismo Evangelio
profundamente vivido...Una familia así se hace evangelizadora de otras
familias y del ambiente en que vive» (EN 71).
E. Reflexión del que dirige
F. Diálogo
G. Compromisos
H. Oración comunitaria
I. Oración por la familia
J. Canto final