La Familia, Transmisora de la Fe: LOS SACRAMENTOS, MOMENTOS ESPECIALES PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE
V. Encuentro Mundial de la Familia (2006)
CATEQUESIS QUINTA
LOS SACRAMENTOS,
MOMENTOS ESPECIALES
PARA LA TRANSMISIÓN DE LA FE
Lectura bíblica: Mt 28, 16-20.
Enseñanza de la Iglesia:
1. Los bautizados son consagrados por la regeneración y la unción del
Espíritu Santo como casa espiritual y sacerdocio santo, para que, por medio
de toda su vida, ofrezcan sacrificios espirituales y anuncien el poder del
que los llamó a su luz admirable. Así pues, perseverando en la oración y
alabando juntos a Dios, han de ofrecerse a sí mismos como hostia viva, santa
y grata, y dar testimonio incesante de Cristo y razón de la esperanza que
llevan en sus vidas. Los fieles ejercen su sacerdocio, sobre todo, por medio
de una vida santa y en la recepción de los sacramentos.
2. Los sacramentos son las obras maestras de Dios, pues en ellos se hacen
presentes y operativos los grandes acontecimientos salvíficos, muy
singularmente el de la Pascua de Cristo, por el que fuimos reconciliados con
Dios y participamos en su misma vida divina. En virtud de la mediación de la
Iglesia, la gracia salvadora de los siete sacramentos sale a nuestro
encuentro a lo largo de nuestra vida: por el Bautismo nos regenera como
hijos de Dios y nos introduce en su familia; con la Confirmación, acrecienta
nuestra inserción en Cristo y en la Iglesia; mediante la Eucaristía lleva a
plenitud nuestra incorporación a Cristo y nuestra pertenencia a la Iglesia;
con la Penitencia repara las heridas y restaura la comunión rota por el
pecado; con la Unción viene en nuestra ayuda para que vivamos con Cristo la
enfermedad y demos sentido corredentor a nuestro sufrimiento; por el
Matrimonio santifica el amor humano entre hombre y mujer haciéndoles signo
visible de la unión de Cristo y la Iglesia; y con el sacramento del Orden
consagra a los sacerdotes como ministros de Cristo y les habilita para
predicar, santificar y regir al pueblo de Dios.
3. La coherencia de vida de la familia como Iglesia doméstica, tanto en los
momentos más importantes como en los más comunes y ordinarios, es de suma
importancia para trasmitir la fe a los hijos. Por ello, es muy conveniente
darles la oportuna y adecuada explicación y así ayudar a la catequesis
preparatoria de cada sacramento. De esta forma, cada uno de los hijos irá
entendiendo e incorporando a sus vidas la diferencia y riqueza de la gracia
significada y realizada por cada uno de los sacramentos.
4. A este respecto, la pronta recepción del sacramento del Bautismo indica,
con los hechos, la importancia que tiene para los padres que los hijos,
junto a la vida natural, sean engendrados a la vida de Dios. Algo semejante
ocurre si, desde la más tierna edad, se les va disponiendo -con una
catequesis adaptada, aprovechando las circunstancias- a que apetezcan la
recepción del Cuerpo y de la Sangre de Cristo; de este modo se les
facilitará también que, llegado el momento de la Primera Comunión, puedan
disponerse a través de la catequesis familiar y/o parroquial con mayor
aprovechamiento. Otro tanto se puede decir respecto al sacramento de la
Penitencia: si ven a los padres acercarse a recibir el perdón de Cristo en
dicho sacramento, nacerá en los hijos el deseo de recibirlo. Un período
delicado es la preparación a la Confirmación, que puede afianzarles en su
adhesión a Cristo y no ser el tránsito a un cierto abandono de la piedad.
Por eso, requiere un seguimiento especial por parte de los padres. Otro
tanto cabe decir sobre la orientación en la elección de vida, una vez
llegada la juventud. Los padres, respetando escrupulosamente su personal
decisión, deben guiarlos en la elección de estado bien se trate de una
entrega en el Matrimonio bien en el camino de la virginidad.
Diálogo:
¿Por qué los sacramentos nos hacen participar en la misión de Jesucristo?
¿Cómo lograr que los hijos aprecien y apetezcan su recepción?
¿Cómo ayudar a superar las dificultades que puedan encontrar?
Oración por la familia: Concédenos Señor, que cuantos hemos recibido los
sacramentos, manifestemos en todas las circunstancias de la vida los
misterios de la muerte y resurrección de tu Hijo en los cuales hemos
participado. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.