La Familia, Transmisora de la Fe: LOS MANDAMIENTOS DE LA LEY DE DIOS
V. Encuentro Mundial de la Familia (2006)
CATEQUESIS SEXTA
LOS MANDAMIENTOS
DE LA LEY DE DIOS
Lectura bíblica: Mt 19, 16-22.
Enseñanza de la Iglesia:
1. Al joven rico que pregunta: "¿Qué he de hacer yo para conseguir la vida
eterna?, Jesús le responde invocando la necesidad de reconocer a Dios como
el "único bueno" y como la fuente de todo bien. Luego le declara: "Si
quieres entrar en la vida, guarda los Mandamientos: no matarás, no cometerás
adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a
tu madre", y finalmente concluye: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mt
19, 16-19).
2. Por tanto, el seguimiento de Jesucristo exige cumplir sus Mandamientos:
"No todo el que dice: Señor, Señor entrará en el reino de los cielos, sino
el que hace la voluntad de mi Padre". Ellos están contenidos en el llamado
"Decálogo -que significa 'diez palabras'-, que resume y proclama la ley de
Dios. Por eso, el Magisterio de la Iglesia enseña que es necesario el
cumplimiento de los Diez Mandamientos para obtener la salvación, puesto que
expresan los deberes fundamentales del hombre hacia Dios y hacia su prójimo
y revelan en este contenido obligaciones graves; por ejemplo, la protección
e inviolabilidad de la vida, el respeto a la mutua donación conyugal
indisoluble y el deber de la procreación y educación de los hijos…
3. Los mandamientos reciben su plena significación en el interior de la
Nueva Alianza; porque es en este contexto de correspondencia a la fidelidad
de Dios, donde el obrar del hombre adquiere su sentido. Así, la existencia
moral es "respuesta" a la iniciativa amorosa del Señor, expresada en su
Alianza: es el reconocimiento, el homenaje y la cooperación con el designio
que Dios se propone en la historia. Por eso, los mandamientos han de ser
contemplados no sólo como mandatos sino como una posibilidad gozosa de
responder a la voluntad de Dios.
4. Los tres primeros enuncian directamente las exigencias del amor de Dios;
los restantes, las del amor al prójimo. Ellos nos enseñan la verdadera
humanidad del hombre, es decir: ponen de relieve los deberes esenciales y,
por tanto, los derechos fundamentales inherentes a la persona humana. Aunque
de suyo la mente humana puede alcanzar el conocimiento de estos
mandamientos, sin embargo, dada su condición pecadora, el hombre necesita de
la Revelación de Dios para alcanzar un conocimiento completo y cierto de
esta ley natural.
5. La actitud respetuosa y religiosa hacia la Ley de Dios por parte de los
padres hace que los hijos perciban en su corazón quién es el verdadero autor
y legislador de la ley natural y de los preceptos divinos. Ayuda mucho a
formar rectamente la conciencia de los hijos que los padres sepan distinguir
en su conducta qué cosas están mandadas por la Ley de Dios y qué otras
quedan a la libre determinación de cada persona, pues no todo cae bajo el
precepto de la ley divina. Además, si los padres reconocen oportunamente sus
propios fallos e incumplimientos de la Ley de Dios, contribuirán a que los
hijos reconozcan también los suyos en un clima de sinceridad, sin recurrir a
la fácil excusa o a la culpabilidad enfermiza.
6. Los padres transmiten a los hijos la adhesión a los mandamientos cuando
desarrollan y aplican las exigencias de cada uno de ellos tomando ocasión de
las incidencias de la vida familiar o social, y ayudándoles a aplicar a las
circunstancias personales los conocimientos teóricos que pueden haber
adquirido. Los padres perfeccionan así de un modo práctico la catequesis
institucional y la enseñanza escolar de la Religión.
5. Reflexión del que dirige.
6. Diálogo:
¿Cómo descubrir la voluntad de Dios en cada mandamiento?
¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?
¿Se puede amar a Jesucristo sin cumplir su voluntad? ¿Por qué?
9. Oración por la familia: Oh Dios que has puesto la plenitud de la Ley en
el amor a ti y al prójimo, concédenos cumplir tus mandamientos, para llegar
así a la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor.