La Santa Misa en 62 Historietas
Un Servicio de los MSC
Misioneros del Sagrado Corazón Como una película. (Oración al presentar las ofrendas) Arranca una película: " Nazaret...
la mesa del almuerzo está lista. Bueno,
la palabra "mesa" puede presentar una dificultad. A lo mejor la mesa
consiste sólo en una tela o un gran azafate puesto en el suelo. Pero en medio
de la pobreza tiene cultura - quizás mayor cultura que muchas mesas familiares
de nuestros día, donde ya no se bendicen los alimentos. La casa tiene sólo una
habitación. Sólo las casas de los pudientes
conocen mayor número de cuartos o una sala en el piso superior como fue
en Jueves Santo. Tres personas se sientan alrededor de la mesa. Se sientan en
el suelo con las piernas cruzadas, como lo hacen también hoy en día aún muchos
orientales. Los alimentos preparados son de lo más sencillo. Sin embargo,
perfuman la habitación. Entonces la madre de la casa - se llama María - dice la
bendición antes de comer: "Bendito seas Tú, Señor, que nos regalas el pan,
fruto de la tierra..." La oración nos parece conocida. ¿De
dónde? La pronunciamos sobre los dones
de la Santa Misa. La bendición de la mesa de los israelitas se ha
convertido en oración de la mesa eucarística de la cristiandad. María continúa orando, y se unen a
sus palabras las dos otras personas de la casa, Jesús y José, y dicen:
"Bendito sea el Señor. Presentamos el vino, la obra de tu
creación..." La bendición de la mesa del antiguo Israel presta hoy sus
palabras a la oración con la cual
preparamos el vino que se convertirá en la Sangre de Cristo. Ambas bendiciones brillan como dos llamas
en la habitación de la pobre casa de Nazaret que sólo es iluminada por la luz
que entra por la puerta que hace a la vez de ventana. Dios que estaba presente,
ve a través de ésta mesa pequeña y a través esta bendición de la mesa israelita
nuestro altar y nuestro santo sacrificio y banquete. La película cambia y enfoca una nueva
escena. Estamos ahora en Babilonia, la capital del imperio babilónico. Allí
está una estatua gigantesca del dios Moloc. Ante la estatua se encuentra un
enorme recipiente con fuego. Alrededor una gran muchedumbre ruidosa y
expectante. A través del fuego pasan tres jóvenes. Han sido condenados a ser
quemados en el fuego, porque no han querido renegar de su fe en el Dios
verdadero de Israel. Caminan a través del fuego y cantan y cantan. Ya ha pasado
una hora y ellos deberían estar carbonizados. Pero ahí están caminando por el
fuego, cantando la fidelidad de Dios para con Israel, la infidelidad de Israel
para con Dios. Se lamentan del templo destruido y de la abolición del
sacrificio en Jerusalén. Entonces el mayor dice: "En lugar del sacrificio
del templo de Jerusalén ¡acéptanos a nosotros!. Con corazón contrito y
humillado nos ofrecemos ante ti". Las palabras del horno de fuego de
Babilonia nos parecen conocidas. Se encuentran en la Santa Misa, en la oración
de presentación del vino. Luego de la oración del Nazaret sigue este canto de
Babilonia. Luego de la bendición de la mesa de la madre del Señor - el canto
sacrificial de los confesores fieles del Dios único de Israel. Y bajo este
arco, este puente desde Babilonia hasta Nazaret está la preparación del
sacrificio de la cruz. Continúa la película: Estamos en
Roma. Vemos la basílica del Letrán. Es un Papa que dice una oración. Es el Papa León Magno, un representante
imponente del papado, un típico romano chapado a la antigua. Reza una oración
al mezclar el agua y el vino durante el ofertorio. Ha anotado estas palabras
como oración navideña en su "misal". Ahora rezamos como él: "Como
el agua se une al vino en signo santo... que éste cáliz nos haga participar en la divinidad de Cristo que se ha dignado de asumir nuestra
naturaleza humana". Así lo rezamos con el Papa León también en la misa
principal de Navidad. Cuando la pequeña gota de agua entra
en el vino, se ve como al caer forma
círculos hasta que uno ya no se puede distinguir un líquido del otro. El gran
romano nos guía en la oración: "Como el agua se une al vino para hacerse
signo santo,...". La mirada se
dirige hacia la comunión. Allí la pequeña gota de la gloria de Dios entra en
nosotros pobres hombres y nos une con Dios como se hacen uno el agua y el vino. La oración del ofertorio
frecuentemente no se oyen en la misa de la comunidad porque se canta o el
sacerdote realiza en ofertorio en silencio. Por eso pocos conocerán las
palabras. Sin embargo, cuando uno las lee y medita y reza, entonces nos ofrecen una "película" de
Nazaret, de Roma y de Babilonia. No se puede hablar de "Oraciones
aburridas de la Misa", cuando estamos dando al mismo tiempo una
"vuelta alrededor del mundo en película" - cuando encontramos a
personajes importantes - cuando entramos en la sala de conferencia de maestros
insignes - cuando se trata del tema tan grande de la humanidad y del
sacrificio. |