La Santa Misa en 62 Historietas
Un Servicio de los MSC
Misioneros del Sagrado Corazón 36. La Ventana del Espíritu Santo. (La palabra más importante en el Canon) En el año
1633 el joven y famoso arquitecto Juan Lorenzo Bernini estaba parado en la
catedral de San Pedro aún no terminada
de construir. No miraba a las personas que venían e iban. No escuchaba las
conversaciones y las oraciones de los peregrinos. Miraba y reflexionaba. Una tarea
le estaba atormentando. Había reconstruido el altar mayor encima del sepulcro
de San Pedro. Ahora le tocaba rehacer las ventanas de la catedral pero con
mayor hermosura y brillo. Muchas ideas cruzaban su cabeza: ¿Una imagen de
Cristo? ¿San Pedro? ¿Escenas bíblicas? Nada le parecía suficientemente hermoso
para el templo más importante de la cristiandad, el templo que se yergue encima
del sepulcro de San Pedro a quien Cristo dijo una vez:"A ti te daré las
llaves del reino de los cielos." Nervioso
Bernini comenzó a pasear por el templo imponente. Ahora estaba en el centro de
la catedral. A través de las columnas del altar mayor miraba la ventana
central. Caía la tarde. Fuera el clima era cambiante. De repente los rayos
luminosos del sol atravesaban con fuerza la ventana. Eran como olas y torrentes
de luz que cubrían todo el altar de la basílica. Despertó en Bernini una visión
de Pentecostés. Entonces le vino la mejor idea que había buscado. La ventana
debería concretizar y confirmar lo que
se puede ver ahora. No debería tener imágenes, ni adorno, ni aditamentos, sino
solo la luz, sólo los rayos. Su ojo de artista veía en la corona brillante del
sol sólo a la paloma del Espíritu Santo aleteando sobre el altar. A todos los
que saben pensar un poco les diría: En el altar actúa y viene el Espíritu
Santo. Él transforma el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. A Él
recibimos también en la comunión con Cristo. - El signo de Pentecostés diría:
El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia. Con
entusiasmo febril se fabricó y se colocó en San Pedro la ventana del Espíritu
Santo. También hoy en día hace que muchos peregrinos sientan alegría y
comiencen a pensar. Todavía hoy ofrece una prédica de Pentecostés en la cual
brilla la gloria de Cristo y de su Iglesia. Todo esplendor de las imágenes de
los santos es superado por la luz del Espíritu Santo. En la
Santa Misa el canon, luego del tres veces santo, brilla como una ventana del Espíritu Santo. Se
pronuncian muchas palabras importantes. La palabra más importante es:
"Envía tu Espíritu Santo!" Se repite en todos los tipos de canon. Las
liturgias del occidente y oriente andan concordes: "¡Ven, Espíritu
Santo!". Cuando el sacerdote extiende las manos sobre cáliz y patena no
quiere decir otra cosa que: "¡Ven, Espíritu Santo!" Esta es, después
de "Acción de Gracias" la palabra más importante. Entonces es como en San Pedro en Roma. El Espíritu Santo viene sobre el altar. Viene para realizar la consagración. Entonces es como en la mañana de Pentecostés en el cenáculo de Jerusalén. Nueve días oraban los apóstoles con María, la Madre de Jesús. Entonces viene algo como un viento fuerte. Encima de cada uno hay una lengua de fuego como signo del Espíritu Santo. Entonces es como lo relata el cuarto capítulo de los Hechos de los Apóstoles: Los Apóstoles oran después de haber sido liberados de la cárcel del Sanedrín. Y mientras oran baja sobre ellos el Espíritu Santo. Cuando nosotros celebramos la eucaristía sucede algo similar. Aunque hubiéramos estado presos durante toda la semana en la cárcel del espíritu maligno - el domingo oramos con el canon: "¡Ven, Espíritu Santo!" y el Espíritu Santo viene con la Eucaristía. ml> |