La Santa Misa en 62 Historietas
Un Servicio de los MSC
Misioneros del Sagrado Corazón 39. Sacrificio añadido al sacrificio (Cánon: Ofrecimiento) El 6 de
agosto de 258 se había reunido secretamente la comunidad cristiana para
celebrar la Misa. Se habían refugiado en las catacumbas, el lugar subterráneo
donde se sepultaban los muertos. La asamblea vivía una atmósfera de angustia y
tristeza. El emperador Valeriano había firmado unos decretos que instauraban una persecución severa de
los cristianos. Todos debían temer de
ser prendidos, encarcelados y enjuiciado. Nadie tenia la vida asegurada. A
todos amenazaba la confiscación de sus bienes. En la
capilla subterránea a apiñaban los cristianos.
Ante el altar estaba el Papa
Sixto II, a su lado sus diáconos. Se celebraba la Eucaristía. Se había cantado
el canon. Había resonado el relato de la ultima cena. En medio de sus fieles
estaba presente Cristo, el Señor. En medio
de esta paz profunda se escucharon pasos, ordenes, ruido de armas. Los
militares habían invadido las catacumbas. Entraron a la asamblea sagrada. El
comandante controlaba los datos de los
presentes. El Papa confesó su fe y su
cargo. El comandante pronunció la condena de muerte. Debería ejecutarse en el acto en el mismo lugar. Brilló la
espada del verdugo. A los pies del altar se encontraba el cuerpo exánime del Papa.
También los diáconos fueron ejecutados. La sangre de los decapitados corría a
lo largo del altar donde estaba presente la sangre de Cristo. Al sacrificio de
Cristo se añadía el sacrificio de los mártires: "Hostia ad hostiam =
Sacrificio al sacrificio." Varias veces se ha repetido esta escena en la
Iglesia. Sucedió algo muy similar en la muerte de Santo Tomas de Canterbury y
en el crimen contra el San Estanislao
de Polocz. Morían a los pies del altar. Se entregaban en sacrificio en el lugar
donde se celebra el sacrificio de Cristo nuestro Señor. |