La Santa Misa en 62 Historietas
Un Servicio de los MSC
Misioneros del Sagrado Corazón 47. El alegre
Filippo (Después
de la comunión) Fue nuevamente un momento para reírse para los
acólitos de Santa María Novella. La
señora baronesa Doña Pompilia de Rossi salía apresurada del templo. La Santa
Misa aun no había terminado. El padre
acababa de cerrar - un poco fuerte, es verdad - la puerta del sagrario luego de
haber repartido la santa comunión. En ese momento la señora se apresuró en
salir. Era costumbre suya. El tiempo le sobraba. Pero solía salir antes de que
terminara la Santa Misa. Entonces el santo entró en la sacristía: Filippo
Neri, el fundador de los oratorianos, más conocido en Roma que el Papa, siempre dispuesto a una broma.
"Rápido, rápido", dijo a los cuatro acólitos que ya estaban listos
para la siguiente Misa. A cada uno le dio un gran cirio encendido. Una breve
explicación - y los muchachos corrían detrás de la baronesa y llegaron a la
puerta al mismo momento que ella. Uno le abrió la puerta. Luego los cuatro
caminaban junto a ella. Doña Pompilia de Rossi gritó a los acólitos: "¿Qué
es lo que quieren? Regresen al templo". La respuesta fue: "Lo ha
ordenado Don Filippo". Justo en este momento se acercó el santo por el
camino que venía desde la sacristía. Se quitó el sombrero y dijo: "Señora
baronesa acaba de comulgar. Aun no se ha disuelto el cuerpo de Cristo, el pan
eucarístico. Es precepto de la Iglesia: El santísimo sacramento debe ser
acompañado con velas encendidas cuando se le lleva por las calles. Es por eso
que le ha enviado a los acólitos con los cirios encendidos". A Doña
Pompilia de Rossi por vergüenza le subió la sangre a la cara, visible a través
del maquillaje. Dio media vuelta y volvió al templo. Desde aquel día nunca más
salió de la Misa antes del tiempo. Recibimos la santa comunión. Jesús, el Señor, está
con nosotros. Hablamos con Él. Le decimos lo que apremia nuestro corazón.
Oremos a Él por nuestros seres queridos. Hablamos con El sobre las cosas de
este día, sobra el trabajo, sobre los hombres, sobre nuestras faltas, sobre los
que sufren, los enfermos, perseguidos. Hay tantas cosas que quisiéramos decir
que es un nunca acabar. Este diálogo
personal con Jesús es uno de los
momentos más hermosos de la vida de un creyente. Quien no conoce este dialogo
tampoco conoce la Santa Misa. Quien no tiene acceso a ello a ese también la
Santa Misa seguirá siendo algo extraño. |