La Santa Misa en 62 Historietas
Un Servicio de los MSC
Misioneros del Sagrado Corazón 56 La luz
quita el miedo (Cirios) La fiesta de Navidad acababa de celebrarse. El
segundo día de Navidad los aviones espías sobrevolaban el lugar
sospechosamente. Llegó la noche del 28
de diciembre. El bombardeo fue terrible. Nuestra casa se tambaleaba como un
barco en alta mar. El perro pequeño se esconde en el rincón entre pared y caja.
Una bomba explota en el jardín vecino. La luz se apaga. La explosión arranca la
puerta. Las ventanas y puertas cuelgan hacia adentro destrozadas. La oración
que tanto nos tranquiliza se bloquea. Buscamos un fósforo. La oscuridad trae
miedo. Hemos encontrado la quinta parte de una vela de Navidad. De repente una
pequeña luz se enciende en el caos. Con la luz viene la tranquilidad.
Controlamos y vemos que la casa misma no ha sufrido daños. Seguimos
rezando. Así lo que queda de una velita
nos trae no sólo luz sino tranquilidad, quita el miedo que nos oprime, nos
permite respirar con calma. Esta pequeña experiencia de la noche del bombardeo
1944/1945 nos dice lo que significa la vela en el altar. La vida de los hombres
debe atravesar la oscuridad. Es amenazada exterior y interiormente por
desgracias, destrucción y violencia. Los hombres tenemos miedo. Entonces se
encienden las velas de la Iglesia antes de comenzar la Santa Misa. Nos
tranquilizamos. Cristo nuestra paz viene a nosotros. Se nos quita el miedo. En
nosotros hay una seguridad: "Aquí está Jesús, la luz del mundo. La noche pascual comienza con la bendición del fuego,
la bendición del cirio pascual, con el compartir del fuego pascual con todos
los demás. Por eso las velas del altar nos recuerdan la luz pascual, la
"luz de la noche maravillosa que tiene ocaso". Arde para el banquete
pascual de la Misa. En algunas regiones uno lleva el fuego pascual a su
casa en una linterna con una pequeña vela. Con el se enciende la cocina. En
otras partes llevan a casa una replica reducida del cirio pascual. De todos
modos, el fuego pascual no debe ser algo solamente para la Iglesia. Necesitamos
la luz también en la casa, en la vida de
todos los días. Tenemos que compartir la luz con los demás para que el mundo
sea iluminado. Frecuentemente se llevan cirios en le Misa solemne, a
la entrada o para el evangelio, y para la consagración. Entonces los que llevan
las velas cantan un cántico hermoso a la comunidad. Aquí viene Cristo, la luz
del mundo que ilumina toda oscuridad. |