Encuentro: El P. Julio Chevalier msc, ¿Quién es? (Jean Tostain msc)
ENCUENTRO
Julio de 1859... Ya pasaron las doce del mediodía. Un sacerdote toca a la puerta de la casa curial de Ars. Tiene expresión enérgica, sotana gastada: es el Padre Julio Chevalier. Tiene 35 años de edad. Un amigo lo ha llevado a hacer una peregrinación a la Salette, y quiso, cueste lo que cueste, darse una vuelta solo hacia Ars. Necesita consejo, estímulo: ¿quién mejor que el santo cura, cuya fama es conocida en Francia entera, podría dárselos?...
Cinco años antes, Julio Chevalier fundó una pequeña congregación, en Issoudun, con un gran propósito y la certeza de que tiene que cumplir una misión esencial: dar a conocer a los hombres que Dios es amor. Inmenso proyecto!... Muchas congregaciones han nacido en esa primera mitad del siglo 19, donde las necesidades de la Iglesia son tan grandes. Cada una con un fin preciso: la educación, la enseñanza a los pobres, la evangelización de los campos, las misiones al extranjero...
Julio Chevalier no rechaza ningún apostolado, o mejor dicho acepta todo de antemano, pero su fin es más grande: decir a los hombres que Dios los ama, decirlo en todas partes, decirlo a todos...
Su obispo lo apoyó, pensando que debía estimular todas las buenas voluntades, y que la diócesis no podía sino aprovechar un nuevo centro que irradiaría en toda la región. Pero, después de cinco años, la "Congregación" de los"Misioneros del Sagrado Corazón" contaba sólo con dos miembros! Los resultados tangibles no parecen responder a las expectativas. Se habla de confiar a los dos sacerdotes la parroquia de Issoudun, y minimizar ese proyecto de familia religiosa que no llega a concretizarse.
Nadie ha contestado su timbrazo. Indeciso, Julio Chevalier toca otra vez... Se oye el ruido de un paso precipitado, y la puerta se abre con violencia. Un sacerdote muy enojado se hace presente. Al ver que el que ha tocado el timbre es un sacerdote no lo apacigua, todo lo contrario! "No podía ser más que un sacerdote para ser tan sinvergüenza... El Señor Cura no recibe...". Y da un portazo. Juan María Vianney, el humilde Cura de Ars, parece bien protegido ahora! El P. Chevalier se va, triste por haber fallado en su diligencia...
Pero no tiene tiempo de ir muy lejos... Una voz lo llama: "Señor cura, Señor cura!" Es el mismo sacerdote de ahorita. "Excúseme, se lo ruego, por mi mal humor. Pero nos molestan tanto!.. Entre!.. En un momento, lo espero, el Sr. Cura podrá recibirlo. Estaba muy cansado, pero a lo mejor.." ¡Qué cambio tan brusco! Con toda seguridad, el Cura Vianney oyó la negativa e insistió para recibir al visitante importuno. Está siempre a disposición de todos.
Aquí está, el santo Cura, con su sobrepelliz sobre el brazo: va a confesar como lo hace todos los días, hasta 18 horas al día. Pálido, demacrado, los ojos muy vivos hundidos en sus órbitas... Muy emocionado, el P. Chevalier de una vez lo pone al tanto de su pequeña fundación y del fin que se propone.
El Cura de Ars contesta. "Esta obra es la obra de las obras! Tenga confianza! Ud. se encuentra en el comienzo nada más de sus pruebas. Ud. verá muchas más.. El infierno utilizará todos sus recursos para destruir su obra, llamada a salvar muchas almas.. Pero el Corazón de Jesús y su buena Madre intervendrán..."
¿Palabras piadosas? ¿Trivialidad de circunstancia? Sí, si se quiere, como todo lo que dice el Cura de Ars. Nadie, después de su muerte, se ha atrevido a utilizar sus sermones, sus "catecismos", que él escribía laboriosamente, cada día, en la sacristía: son de una trivialidad desconcertante. Juan María Vianney no es un orador, es un ignorante. Todo está en su mirada, su convicción. Las palabras son accesorias nada más. El Cura de Ars convirtió las multitudes diciendo trivialidades con una fe ardiente. El pueblo cristiano no se ha equivocado. El gran Lacordaire mismo fue turbado al escucharlo hablando de la Santísima Trinidad.
Julio Chevalier también está emocionado, convencido, reconfortado. Vuelve a hablar para pedir al santo Cura que haga con él una novena. Es la costumbre del P. Chevalier: cada vez que se encuentra en un momento importante, que tiene que tomar una decisión, hace una novena. El Cura de Ars promete. Él hará la novena. Julio Chevalier regresa a Issoudun revigorizado. Algunos días después, se entera de la muerte de Juan María Vianney. Nuestro santo continúa la novena en el cielo. Y como ha entrado en la eternidad donde el tiempo ya no corre, la novena durará hasta el fin de los siglos.. Dichosos Misioneros del Sagrado Corazón!
El encuentro de esos dos apóstoles - el uno "acabando la carrera", como decía san Pablo, y el otro entrando en ella - es el encuentro de dos generaciones de sacerdotes que re-evangelizaron a Francia lastimada por la tormenta de la Revolución. La primera, con pocos recursos, ha querido salvar y restablecer lo esencial. La segunda emprendió una tarea en profundidad, con una gran preocupación por la apertura al mundo.
No se puede comprender bien el rol y el sitio del P. Chevalier, y su vocación, si no se le sitúa en su contexto histórico. El mensaje de Julio Chevalier es universal. Pero tiene su fuente y se desarrolló en circunstancias particulares. Julio Chevalier es primeramente el hombre de una época antes de ser un apóstol para los siglos venideros y para el mundo entero.