Eugenio James Cuskelly MSC
Robert E. Irwin MSC
El año 1824 en
la pequeña localidad de Richelieu/Francia nació un hijo de Juan Carlos
Chevalier y Luisa Ory. Fue su tercer hijo quien en 1854 se convirtió en
Fundador de los Misioneros del Sagrado Corazón. Julio Chevalier creció en una
ciudad tranquila de un paisaje de colinas ondulantes y de agricultores en la
Francia central, sin embargo, cuando de adulto se convirtió en un “hombre con una misión”. La visión de
Chevalier respecto a su misión es fácil
de circunscribir, “ nuestra mayor necesidad
- si queremos encontrar sentido y felicidad en esta vida - consiste en
aprender a tener fe en el amor de Dios y dejar que transforme nuestra vida.
Toda la obra de Cristo para la cual lo ha enviado el Padre es precisamente
llevarnos a este tipo de fe”.
En 1924,
exactamente cien años después del nacimiento de Julio Chevalier, Eugenio James
Cuskelly nació como hijo de Francisco Cuskelly y María Garseke. Creció en el
paisaje de colinas de Darling Downs, cerca de Toowoomba y Oaky. Jim Cuskelly
era algo como el Buenaventura de los MSC por cuanto supo formular el carisma de
San Francisco para una nueva situación. Igualmente Jim Cuskelly fue capaz de
traducir el carisma de Julio Chevalier en palabras para una nueva situación.
Para muchos Jim Cuskelly es considerado
como el que ha fundado de nuevo a los Misioneros del Sagrado Corazón. Jim
Cuskelly fue un “hombre con una misión”, la misma misión que animaba a Julio
Chevalier.
Jim frecuentó
el colegio Downlands en Toowoomba. Como saben muchos de ustedes, los primeros
cinco años de su educación la pasó en la escuela Cooyar Creek. Luego asistió
dos años en la escuela del Convento de Chinchilla y luego llegó a Downlands en
1937 donde completó los estudios en 1940. Que sean los archivos que hablen en
su sencillez y muy concretamente. El 3 de marzo de 1941 Jim escribió al
Superior de St Mary’s Towers, Douglas Park, presentando respetuosamente su
solicitud de ser admitido en Douglas Park para comenzar su formación al
sacerdocio. La carta de recomendación del rector del Colegio y rector de los
estudios al P. Butler de Douglas Park de parte del P. John Doyle -
posteriormente obispo de Papua del Este y cuyo báculo utilizo Jim cuando llegó
a ser obispo- está escrito: “Este
muchacho es de lo mejor y si me pidiesen que escoja a uno de entre los 194 de
nuestro colegio, no podría desear a nadie mejor”.
Entró al
noviciado en 1942 y emitió sus votos
perpetuos el 26 de febrero de 1946. El P. McGuane, prefecto de estudios en esta
etapa, escribió: “Su salud es buena, sin embargo a veces no tiene apetito. Sin
embargo, siempre ha sido capaz de hacer bien su trabajo. Tiene un intelecto
excelente, juicio excelente, tiene un carácter realmente sacerdotal.
Distinguido, inteligente, serio y humilde.”… Con estos talentos, así lo
sugirió, podría ser un buen superior. “Sería un buen profesor”. ¡Si hubiera
sabido lo que iba a pasar! Escribió sobre su piedad y espíritu de religioso:
“Está encima del promedio en cuanto a piedad y espíritu religioso. Un religioso
verdaderamente santo que es sincero, obediente, autodisciplinado, bien querido
por los demás, respetado por otros y al mismo tiempo modesto. A nivel general
un estudiante religioso.
Jim fue a Roma
para completar los estudios para su ordenación
y el doctorado en Teología en el seminario MSC y la Universidad
Gregoriana. Recientemente leí la carta
cariñosa de la madre de Jim al Provincial de aquel tiempo incluyendo una
donación de veinte libras. María escribió: “Tenemos un hijo en Roma a quien
probablemente conoce, Jim Cuskelly MSC, que será ordenado allá en cuanto llegue
a la meta , con tal que todo marche bien y pase su exámenes, quien sabe, el
próximo año.” Esta carta fue escrita en junio de 1948. Jim se ordenó en diciembre del 48 provisto de un nuevo breviario
comprado con el dinero que le envió su familia. “Si pasa sus exámenes” había
escrito María. En todo el tiempo de su estadía en Roma su nota más baja fue 8
de 10. (También he visto una mensaje de Leo Cuskelly, escrita desde el Hotel
Universal in Blackall el 28 de junio
enviando a Jim 10 libras para que pueda comprar un reloj).
Ciertamente Jim
llegó a creer intensamente en el sacramento del tiempo presente. Igual que
Julio Chevalier su espiritualidad maduró cuando se centró menos en su propio
esfuerzo y más en Dios. Unos esfuerzos ingentes para cambiar el mundo cedían el
lugar a una disposición de ánimo más pacífica. Estas cualidades resaltaban mucho más cuando Eugenio Cuskelly
llegó a ser Superior General y más tarde obispo, manifestando un gran sentido
de equilibro y de objetividad y la ausencia de pánico. La manera cómo se
enfrentaba a la muerte en los últimos meses ha puesto a prueba más allá de toda
duda su tesis doctoral que no fue sólo el producto de una investigación intelectual, un gastar tiempo
intelectualmente sino más bien una
manera de vivir. Como en muchas otras cosas
y en muchas obras que escribió Jim nos ha dejado algo mucho más precioso
que el libro de un escritor de espiritualidad para la biblioteca. Nos ha dejado
el libro hermoso de su vida y de su muerte que todos hemos contemplado y leído
y admirado grandemente y que vamos a extrañar.
De 1952 a 1967
enseñó teología y fue el director de estudios de nuestros seminaristas en
nuestro seminario de Melbourne. Durante este tiempo escribió una serie de obras
incluyendo “Un Corazón para Conocerte”, “La Ternura de Dios”, “Nada de Cobardes
en el Reino”.
1968-69 se
convirtió en rector fundador del Seminario de San Pablo en Kensington. Durante esta etapa ha sido
elegido como delegado al Capítulo General de los MSC en Roma y, a pesar del
hecho de que nunca había sido superior de una casa en Australia - probablemente
por ser considerado un poco como alguien que remueve las cosas en el buen
sentido de la palabra - fue elegido
Superior General de los Misioneros del Sagrado Corazón, cargo en el cual
sirvió 12 años. A partir de este momento le tocaba guiar. Ahora, igual que Julio Chevalier, ha sido el guía para
inspiración de los Misioneros del Sagrado Corazón en el mundo entero. A partir
de este momento el “hombre con una misión” estaba en la situación de
influenciarnos de manea extraordinaria.
Como superior general todas las cualidades de las que disponía, todas las que hemos mencionado anteriormente, entraban en acción. Su dinamismo, su aguda inteligencia, su lucidez al escribir, su amabilidad, su compasión, su sentido de justicia, su sentido de su misión religiosa, su comprensión del carisma del fundador, su amor por la Iglesia, la congregación, su familia, su país. Todas estas cualidades que se manifestaban en él a través de los años le sirvieron ahora para realizar la misión más importante de su vida. Era un tiempo cuando teníamos necesidad de reformarnos, era un tiempo cuando el Concilio Vaticano había reclamado una renovación que no se había visto desde hace siglos. Era un tiempo que requería de hombres con visión, hombres con esperanza. Eugenio James Cuskelly fue el hombre preciso en el momento preciso. Escribía con dedicación a las provincias, recorría el mundo, meditaba y reflexionaba sobre la razón de ser de la Congregación de Misioneros del Sagrado Corazón.
Utilizaba sus talentos
respecto a la comprensión de la espiritualidad de la vida, respecto a lo
sagrado del momento presente, respecto al dinamismo del Vaticano II. Este
hombre con una misión escribió acerca de un hombre con una misión de antaño,
Julio Chevalier. En su biografía del
fundador, desde la casa generalicia escribió
“Un Corazón nuevo y un Espíritu Nuevo” que eran reflexiones sobre la
espiritualidad MSC, y escribió “ Con un Corazón Humano” en 1981. Trabajaba las
Constituciones y los Estatutos de los Misioneros del Sagrado Corazón, nuestro
libro de vida. En 1985 cuando las Constituciones y los Estatutos fueron
publicados ya era tres años obispo auxiliar de Brisbane. Sin embargo mucho le
debemos a su trabajo y dedicación en cuanto a nuestro libro de vida de los
Misioneros del Sagrado Corazón.
“Nunca hemos de
desanimarnos o perder la esperanza de cara a las dificultades”, escribió.
“Seguimos a Cristo quien ama con un
corazón humano como el Vaticano II nos ha recordado. Recordamos que Jesús
compartió nuestra humanidad y que encima de todos nosotros está el eterno amor
del Padre. En el momento previsto por Dios su amor omnipotente logrará su
objetivo. En este amor hemos aprendido a creer. Credidimus Caritati”. Así pues,
tenemos que tener valor y fuerza y constancia en nuestra vidas igual que Jim en
su vida y en la preparación a su
muerte. Basta.
Julio Chevalier
escribió: “Hay días en nuestra vida cuando nos embarga la tristeza. La oración
conseguirá del Corazón de Jesús la gracia de recobrar el valor.
Hoy venimos a
dar gracias por la vida de otro gran
hombre con una visión: Eugenio James Cuskelly. Un hombre con una misión que ha
influenciado a miles con su vida, con sus escritos y con su muerte.
Él creía en el
amor de Dios para con nosotros. Escribió acerca de ello con claridad y sin
rodeos. También nosotros somos llamados por
este mensaje seamos obispo o no.
Elogio del obispo Cuskelly.
Frank Fletcher MSC.
Es un
privilegio hoy de hablar de parte de los Misioneros del Sagrado Corazón para
dar gracias por la vida del obispo Jim Cuskelly.
Cuando, de
joven, hizo alianza con Cristo Jesús se acogió a la vida consagrada como
Misionero del Sagrado Corazón. A su consagración unió más tarde el cargo
pastoral de obispo auxiliar de esta diócesis. De manera que hoy estamos
reunidos el arzobispo, los obispos, los sacerdotes y el pueblo de Brisbane y
los Misioneros del Sagrado Corazón, unidos por el lazo de la tristeza y de la
gratitud porque hemos tenido parte en su ministerio, en su entrega y en el
afecto de un hombre notable.
Ciertamente no
somos sólo la arquidiócesis y los MSC
que lloramos su muerte hoy. Nuestras condolencias se dirigen ante todo a sus hermanos Leo, Francisco y
Terence, a todos sus familiares y parientes. Seguramente su corazón está
repleto de recuerdos, recuerdos quizás
de cómo se desarrolló su carácter, cómo se afirmó este carácter confiado
y marcado de humor, carácter juguetón que hacía tan atractiva su personalidad..
A veces podía
ser una compañía maravillosa y divertida. Cuando era novicio el maestro de
novicios le llamó la atención porque se le sorprendió en la pradera cabalgando
en un toro. Este tipo de espontaneidad y de valentía no habrá tenido mucha
expresión en su trabajo de director de estudios, superior general y obispo.
Jim Cuskelly
también tenía el don de la amistad. Tiene amigos entre los laicos, jóvenes y
ancianos, entre los religiosos de
tantas congregaciones; hemos de recordar especialmente a las hermanas de St.
José de Nundah que lo cuidaban durante su última enfermedad junto con sus dos
sobrinas y la gente del hospital. Tenía
amigos y compañeros de golf especialmente entre los sacerdotes, los de Brisbane
y los de todas partes. Gozaba de la
compañía de los sacerdotes y los amaba. ¡A cuántos de nosotros nos ha
sostenido por sus escritos, sus retiros
pero ante todo por medio de su comprensión y amable atención!
Cuando yo he
sido seminarista uno de los MSC mas antiguos nos contó del sepelio en 1926 del
P. Pierre Treand, el sacerdote suizo que fue el padre y fundador de los MSC en
Australia. El P. Treand había estado enfermo y alejado del superiorado por
algunos años. La congregación ya estaba establecida con un Provincial y
superiores australianos. Cuando bajaron el ataúd a la fosa todos se sentían embargados por una gran silencio e
incertidumbre. Esto fue el adiós terreno, en adelante estarían sin su ayuda,
sin su sabiduría.
Desde entonces
hemos llevado al cementerio a grandes
sacerdotes y hermanos, mucho más cerca de Dios de lo que nos imaginábamos. Pero aquella escena de la provincia MSC ante
la pérdida se me hace presente en este funeral. Nuevamente estamos diciendo un
adiós terreno a uno que nos ha inspirado por décadas. E igualmente como en 1926
tenían que continuar a base de lo que el P. Treand había suscitado en ellos, un
amor cariñoso a Cristo Jesús, así es también hoy para nosotros. Al despedirnos
de Jim Cuskelly en esta tierra, ¿qué es lo que ha suscitado en nosotros? ¿Cuál
era el don que él ha sido para la
Iglesia y los MSC? San Pablo dijo a sus cristianos que eran una gran obra de
arte divina y los que cuidan los museos no dicen que en toda pintura importante se encuentra un secreto profundo que es a la
vez su fuente y su significación. Otra
vez Pablo escribió: ustedes son una
carta de Cristo, no escrita con tinta sino con el Espíritu del Dios viviente,
no en tablas de piedra sino en las tablas del corazón humano (2 Cor 3,2). Así -
¿qué fue esta carta de Cristo, qué es el secreto espiritual de la obra de arte que representa
este hombre - y qué dice esta carta a nosotros que estamos preparándonos a
continuar sin su presencia terrenal? Reflexionando sobre esto me he sentido
atraído por las palabra de Tomás Merton en su último discurso donde sugirió que
las grandes necesidades de nuestros tiempos provocan la presencia de grandes
maestros espirituales, gente que nos lleva a acoger la acción divina.
Brevemente quisiera decir algo sobre la vida de Jim Cuskelly que fue un hombre
que era algo como un maestro espiritual, un hombre atento a la espiritualidad
de su propia vida, un hombre que nos condujo a acoger el amor divino en
nuestras vidas.
Más o menos a
la mitad de sus estudios del seminario lo enviaron a Roma a la Universidad
Gregoriana donde obtuvo el doctorado en teología con una tesis sobre un maestro espiritual del siglo 18, Jean de
Caussade, SJ. de Caussade enseñaba que la acción de Dios quiere formarnos o,
mejor dicho, quiere transformarnos. Tenemos que terminar de una vez de flotar a través de la vida, hemos de entregarnos a nosotros mismos a
esta acción de Dios en todas nuestras situaciones y pruebas.
Jim volvió a
Australia en 1952 para enseñarnos a los estudiantes MSC teología y espiritualidad. Desde el comienzo los estudiantes
respondieron entusiastamente a su curso de espiritualidad. Aquel curso fue la
base de su libro renombrado “Un Corazón para Conocerte”. Su fuerza se
encuentra en la manera cómo sabe
transmitir la doctrina clásica de espiritualidad a la comprensión contemporánea del espíritu y del alma.
De 1957 a
1967 fue director de estudios de los
estudiantes MSC. Su dirección
espiritual era liberadora que exigía, empero, un corazón abierto. También en
aquel tiempo, tiempo del Concilio Vaticano II escribía monografías y artículos
explicando una comprensión renovada de la vida religiosa y de la
espiritualidad del fundador MSC, Julio
Chevalier. Luego salió su libro “La Ternura de Dios” que se dirigía especialmente a laicos educados. Y en 1968 salió
“Nada de Cobardes en el Reino” que ofreció a todos los que sentían que se
estaban abriendo grietas en el suelo y que el camino en adelante era inseguro.
En 1968 se lo destinó a ser el rector y fundador del Seminario Nacional San
Pablo para Vocaciones Tardías en Kensington.
Su estadía era breve pero traía mucho fruto.
Jim hacía mucho
más que escribir libros y dirigir seminarios. Promovía valientemente la renovación en la provincia MSC. Había los
que estaban recelosos ante la renovación, algunos temían el cambio. Fue
impresionante como sabía animar el conjunto de los miembros. En el capítulo
Provincial MSC de Australia de 1968 fue
elegido delegado para el capítulo internacional en 1969. Camino a Roma vino a Nueva York donde estaba
yo estudiando. Se quedó varios días. No había indicio alguno de lo que iba a
pasar. Partió para Roma. Unas semanas más tarde llegó la noticia que había sido
elegido superior general. Le envió un telegrama: “Felicitaciones: parece que
los que remueven las cosas en la provincia australiana no son tan malos”. Muy pronto recibí una carta suya que decía:
Este es un telegrama que estoy guardando.
Como superior
general era una gigante: parecía que toda su vida conducía a ello. Tenía un
juicio muy amplio. El sostenía a algunos que eran considerados “fuera de la
raya” como en el caso del venerable MSC francés que era capellán de las
prostitutas de París. Le escuché decir que las peores horas fueron cuando
cuatro MSC españoles fueron matados a tiros por un escuadrón de muerte en
Guatemala. Viajó a Guatemala para apoyar a los hombre en una Iglesia
amargamente dividida.
En aquellos
años escribió dos libros que podrán
tener la influencia más prolongada. El primero fue la vida del fundador
MSC, una historia concreta de Julio Chevalier y de nuestros comienzos. Lo
excepcional de este libro fue su percepción del carisma Chevalier,
especialmente una introducción paso a paso a la espiritualidad del Corazón de
Jesús. El segundo libro fue “Un Corazón Nuevo y Un Espíritu Nuevo”. Proponía que
la supervivencia de la vida religiosa depende de una vida compartida de
espiritualidad. Esta espiritualidad la
resumía repetidamente a partir de la Primera Carta de San Juan:
“Nosotros creemos en, nosotros confiamos en el amor de Dios por nosotros”.
(Esta es la segunda lectura de esta misa de exequias a pedido suyo). Junto con estos libros y sus cartas a la
congregación, sus visitas y su retiros, nos condujo a través de los años 70.
Sentíamos que estabamos dando la cara a
los tiempos no importa qué complejos o inciertos parecían. Este era el espíritu
que suscitó de manera que su sucesor en
el generalato le dio el título de segundo fundador de los MSC.
En Roma y en
sus visitas se hizo amigo de otros hombres de espiritualidad incluso del P.
Pedro Arrupe Superior General de los Jesuitas y del arzobispo Frank Rush.
Cuando concluyó su tiempo de Superior General fue nombrado obispo auxiliar del
arzobispo Rush. Lo que siguió es conocido por la mayoría de ustedes. Mejor lo
contará la gente misma de Brisbane. Sin embargo, yo sé que, aunque apareciendo
como alguien que venía de afuera, los obispos, sacerdotes y la gente lo
recibieron calurosamente. Esto es una
tributo a todos ustedes de Brisbane y es muy apropiado que su último libro que
se encuentra en el proceso de edición
se ofrece como espiritualidad para los laicos de Brisbane.
Finalmente la
significación espiritual de los últimos años. Si Jim Cuskelly fue un maestro de
espiritualidad, como creo que fue, era porque él mismo abrazó una vida de amor.
Siguiendo a Julio Chevlier él creía y confiaba en el amor de Dios en Cristo
Jesús. Esto es el significado de su lema de obispo: Credididimus caritati.
Además, esa
confianza in el amor se hacía más concreta
por medio de lo que había
asimilado de de Caussade respecto a la
acción de Dios que transforma nuestro corazón. Hay una especie de firmeza en de
Caussade: tienes que ceder, tienes que abandonarte activamente a la acción de
Dios. Puede que Dios parece curarnos o no, tenemos que confiar en que Dios nos ama más dejándonos en el
sufrimiento. La confianza de Jim Cuskelly
en el amor de Dios ha sido puesta a prueba al sufrir cáncer del esófago.
Fue el camino doloroso que tenía que emprender confiando. Contó a un amigo luego del último
diagnóstico del médico: “Es curioso que lo diga yo así pero estoy más contento
que sea terminal que si me hubieran dicho que sanaría”. Pidiendo oraciones
luchaba en el oscuro pasillo final de
la confianza.
Para muchos de
nosotros él representaba tantísimo. Como una maestro de espiritualidad nos dio
no sólo esperanza sino también dirección. Nos ayudó a encontrar y mantener y re-encontrar la dirección en el vaivén de
la vida y de los tiempos. Cuando compartías tu lucha con él, él de capacitaba a intuir. Iluminaba tus propias inspiraciones:
anhelos que parecían bloqueados se volvían viables. Nuevamente encontrabas en
tu situación la manera de cómo creer y confiar en la acción del amor divino.
“Lo esencial,
escribió Tomás Merton, es la formación de maestros espirituales”. Gracias, Jim,
por mostrarnos el camino. Gracias por ayudarnos a encontrar nuestro corazón y
encontrar así la dirección del amor divino. Gracias por ser tú mismo una carta
de Cristo.
(Lea su libro: "Julio
Chevalier, un hombre con una misión")