LA ESPIRITUALIDAD DEL CORAZÓN SEGÚN EL CARISMA DEL P. JULIO CHEVALIER MSC: Su Manera de vivir la Devoción al Sagrado Corazón
Sección 5
LA MANERA DE VIVIR EL P. CHEVALIER LA DEVOCION AL
SAGRADO CORAZON
En las próximas dos secciones se introducirá de forma sucinta al P.
Chevalier y su manera de experimentar la "Devoción al Sagrado Corazón". Esta
Devoción determinó la Espiritualidad del P. Julio Chevalier, la cual se
nutrió sin duda de la vivencia de tal devoción por parte de los santos que
vivieron antes él. De igual modo, el contacto con algunos jesuitas
inspiró claramente a Chevalier. No obstante, experimentó la Devoción al
Sagrado Corazón a su modo. Desde el principio, el P. Chevalier concibió la
Devoción al Sagrado Corazón en su sentido más amplio. No la experimentó como
una práctica de índole devocional, sino como una espiritualidad que abarcaba
todos los aspectos de la fe, la religión y la vida diaria - la vida social
además de la vida personal. Para él, la Devoción al Sagrado Corazón no era
simplemente una Devoción, en el sentido estricto de este término. No practicó
esta Devoción a través de ciertos ejercicios espirituales específicos, como
la Liturgia de las Horas, la Adoración o la Oración de Reparación del Primer
Viernes de mes. Aunque no desdeñó estas prácticas, su forma de Devoción al
Sagrado Corazón englobaba toda su vida y su trabajo.
El P. Hériault MSC, su compañero y coadjutor en la parroquia de St. Cyr
de Issoudun durante muchos años, observa que el P. Chevalier no poseía una
"piedad vistosa" y que su piedad consistía sobre todo en el "desempeño de sus
obligaciones". El P. Piperon MSC, otro compañero, describe al P. Chevalier
como "un trabajador" que nunca malgasta el tiempo, pero que en medio de sus
afanes diarios, siempre encuentra el necesario para asistir a las reuniones
de la comunidad MSC, varias veces al día: durante los servicios religiosos,
las comidas y los momentos de ocio.
Momento de reflexión
"Podemos ensayar nuevas vías para alcanzar la paz de corazón y algo de
tranquilidad a través de cosas sencillas y prácticas: cocinar, limpiar la
casa, visitar a un amigo, escribir una carta, dar un paseo, escuchar música
tranquila, acudir a una iglesia, orar en silencio o jugar con niños. En
medio de nuestras debilidades y dolor, podemos experimentar momentos de paz
y felicidad"
(Jean Vanier)