LA ESPIRITUALIDAD DEL CORAZÓN SEGÚN EL CARISMA DEL P. JULIO CHEVALIER MSC: Una Misión Compartida
Sección 14
UNA MISIÓN COMPARTIDA
La participación de los laicos en la Familia Chevalier es consecuencia
lógica de la dimensión social del carisma de Chevalier. Sin la implicación
de los laicos, la práctica de la Devoción al Sagrado Corazón como remedio a
los males sociales de su época resultaría imposible. A través de una
Espiritualidad del Corazón como vía de compasión tanto en la vida familiar
como en el trabajo, contribuimos a la renovación de la sociedad.
Chevalier pretendía llevar a cabo la misión que nos ha sido confiada por
Jesucristo mediante la estrecha colaboración entre los religiosos y laicos
de la Familia Chevalier. Por este motivo, en sus Constituciones para los
MSC, destacó la importancia de la formación de los laicos. Estos deberían
conocer el significado profundo de la Devoción al Sagrado Corazón, no solo
como una práctica devocional, sino como un modo de vida, es decir, una
Espiritualidad del Corazón.
Está claro que la Devoción al Sagrado Corazón o la Espiritualidad del
Corazón concebida por Chevalier no consiste solamente en proyectos sociales
y obras de caridad. El modo en el que él mismo puso en práctica esta
Devoción en su vida diaria es la prueba de que para él eran igualmente
importantes la oración y el trabajo. Sostenía que cualquier actividad
social, tanto en la familia, como en la comunidad o la sociedad, únicamente
fructificaría si se llevaba a cabo en comunión con Jesús y conforme a los
deseos de Su Corazón. La Devoción al Sagrado Corazón, cuando se vive como
una espiritualidad, es decir, una forma de vida al modo de Chevalier, supera
cualquier incompatibilidad entre el trabajo y la oración.
No obstante, Chevalier recalcó que los laicos de la llamada (por aquel
entonces) Tercera Orden habrían de evitar todo aquello que pudiera
confundirlos con los religiosos. Consideraba importante que los laicos
vivieran su vocación cristiana en el seno de sus familias y mientras
cumplían con sus obligaciones diarias en la sociedad. Tan solo de ese modo
lograrían participar de forma eficaz en la misión sanadora de Cristo en el
mundo.
Momento de reflexión
"Las nuevas experiencias de comunión y cooperación entre personas
consagradas y laicos pueden hacer posible la divulgación de una
espiritualidad provechosa…y facilitar una cooperación más intensa para
llevar a cabo la misión de la Institución. La participación de los laicos
aporta a menudo inesperadas y brillantes ideas a ciertos aspectos del
carisma, llevando a una interpretación más espiritual del mismo y ayudando a
proyectar nuevas actividades de apostolado. Los religiosos deberían cultivar
"el don más precioso: el espíritu". Por su parte, los laicos deberían
ofrecer a las familias de religiosos la valiosa aportación de su "estar en
el mundo".
(Papa Juan Pablo II, Vita Consecrata, Vida Consagrada nº 55).