UN CORAZÓN NUEVO Y UN ESPÍRITU NUEVO de E. J. Cuskelly MSC: El Buen Humor nos hace aceptar Muchas Cosas, capítulo 10
CAPITULO DIEZ
EL BUEN HUMOR NOS HACE ACEPTAR
MUCHAS COSAS
Los Documentos de Renovación dicen que nuestro espíritu debe llevar la nota
del buen humor (no. 12). El Capítulo General de 1969, al elaborar esos
Documentos, no explica el porqué de la introducción de esa característica
que no aparecía en las antiguas constituciones. Sin embargo, hay buenas
razones para ello. Una primera razón es que esto viene de la tradición. Los
que convivieron con el P. Chevalier cuentan que le gustaba bromear con los
compañeros de comunidad. Muchos ejemplos, recogidos con cariño, se
encuentran en los recuerdos consignados en los archivos. En ocasiones
especiales, él componía canciones que "cantaban" a miembros de la comunidad
(J. CH.); así contribuía él a la fiesta. Pero, a veces, trataba en esa forma
de ayudar a que los compañeros reconociesen más objetivamente sus defectos,
hasta llegar a reírse de buena gana de uno mismo.
Fue el caso de un compañero de la comunidad de Issoudun que tenía fama de
ser muy crédulo en lo relacionado con las especialidades farmacéuticas.
Tan pronto como veía en un periódico el anuncio de cualquier remedio
corría a comprarlo. (El compañero crédulo se llamaba Eugenio Bizeuil y tenía
la cabeza como una bola de billar). El P. Chevalier pensó que un asomo de
buen humor sería la mejor medicina para curar esa tonta credulidad.
Entonces, con motivo de la fiesta de los Santos Inocentes, compuso una
canción rimada, que otro compañero había de cantar a la hora de la cena, y
que se inspiraba en la desilusión experimentada después de comprar y de usar
un remedio contra la calva. Al terminar la última estrofa que más o menos
rezaba
"Querido y bien amado compañero
"A quien llamamos: Padre Bizeuil,
"Para no acabar pronto en un féretro
"Vuélvase, ya, hombre más juicioso, . .
el P. Chevalier ofreció un vaso de un excelente vino al P. Eugenio, para que
éste pudiera tragar bien la lección. Y así resultó.
En un reciente Capítulo Provincial, un grupo de jóvenes compañeros afirmaban
que "un MSC es alguien que se puede reír de sí mismo y sonreír a los demás".
En esta afirmación hay mucho más de lo que aparece a primera vista.
Si hemos de practicar las virtudes de caridad y de acogida, si nuestro
apostolado consiste en comunicar el amor humano del Corazón de Cristo,
entonces debemos ser capaces de sonreír a los demás olvidándonos
frecuentemente de nosotros mismos. Cuando nos tomamos demasiado en serio,
entonces caemos en el peligro de juzgarnos mal a nosotros mismos, y a los
otros también. Cuando pensamos que no se nos da la medida justa de
consideración, que nuestros talentos no son suficientemente reconocidos, que
nadie nos quiere, entonces estamos muy cerca de ser víctimas de nuestras
ilusiones. En tales momentos, el poder reímos de nosotros mismos puede ser
muy saludable. Según los maestros de la vida espiritual, las ilusiones son
grandes obstáculos para la perfección y pueden echar a perder la feliz y
armoniosa vida comunitaria. El sentido del buen humor ayuda a tener una
visión exacta y sensata de la realidad.
Hoy, se habla muchísimo de
discernimiento, pero la gente exageradamente seria se equivoca al discernir
la realidad. Es Benjamín Franklin, creo, quien escribía que hay dos razones
para hacer la mayoría de las cosas: la buena razón y la verdadera razón. Si
hemos estudiado filosofía y teología, fácilmente encontraremos una buena
razón para justificar lo que tenemos ganas de hacer. El sentido del buen
humor nos ayudará a distanciamos de las cosas para juzgarlas objetivamente.
Así mismo nos permitirá alejarnos de nosotros mismos para reconocer que
nuestras motivaciones son ambiguas. En consecuencia, podremos ser más
abiertos y más receptivos a las ideas de los demás.