4 de Septiembre (NoticiasTrujillo.com) -
Monseñor Juan Carlos Vera Plasencia nació en el barrio de
Chicago, Trujillo, hace 44 años. Su vocación nació por
influencia de su párroco, el padre Federico Kramer. Hoy es el
primer Obispo de América Latina nombrado por S.S. Benedicto
XVI.
¿Qué significa ordenarse Obispo en la tierra
donde nació?
-- Creo que el Señor me ha elegido
para asumir más responsabilidades. Ahora no sólo dirigiré un
seminario o una congregación, sino una Diócesis. Tenemos que
ver por la salvación de las almas, por la presencia de la
Iglesia en los pueblos. Además, deberé trabajar en la
formación del clero y fomentar las vocaciones.
¿Cómo
se siente después de este nombramiento?
-- Haber
sido nombrado Obispo por el Papa Benedicto XVI es una
felicidad muy grande que agradezco infinitamente. Además, se
debe tomar como una bendición para Trujillo. Tengo que
responder a este pedido con mucha generosidad. ¿Por qué
cree que el Papa lo eligió Obispo?
-- Creo que es
un acto de confianza que el Papa tiene para con América
Latina, porque ha nombrado a un Obispo nativo como yo. Creo
que también los otros nombramientos han sido de sacerdotes
nativos. La tendencia del Santo Padre es a que tengamos
nuestro propio clero.
¿Usted estudió en
Trujillo?
-- Estudié primaria en el entonces
Instituto Moderno (hoy colegio Javier Heraud). La secundaria
la hice en el colegio Mariscal Luis José de Orbegoso. Desde el
tercer año quise ingresar a la aviación, pues mi padre y mis
tíos habían sido militares. Ya estaba todo listo, pero cuando
conocí el seminario, ya no quise salir.
¿Qué mensaje
tiene para la juventud?
-- Hay jóvenes que tienen
la inquietud, saben que pueden dar una respuesta a Dios; sin
embargo, tienen miedo. Yo les pediría que no tengan temor a
responder. Los invitaría a que sigan el camino que yo
elegí.
¿Existe disminución de la vocación sacerdotal
en el país?
-- De haber vocaciones hay, pero así
como se hace publicidad para las diferentes carreras, creo que
también hay que plantear lo mismo para la vida religiosa. Creo
que la Iglesia debe abrirse. Sin embargo, hay que tener en
cuenta que debemos buscar a los niños en las escuelas y los
jóvenes en los colegios, porque la vida sacerdotal no es una
profesión, sino una vocación por el servicio, la entrega de un
compromiso para siempre y todo eso implica
consecuencias.
¿La crisis económica, la pobreza, la
falta de transparencia de los gobernantes hace difícil manejar
una Diócesis como la suya?
-- Indudablemente.
Caravelí es muy pobre y hemos tratado de llevar un paralelismo
entre la obra social y la presencia de la Iglesia. Sin
embargo, no hay ayuda por parte del Gobierno Central ni del
regional. Además, habría que entablar más diálogo para buscar
el bien común de los más necesitados. Como Iglesia nos hemos
esforzado en hacer lo mejor que se puede, pero no tenemos
dinero como muchos piensan. Muchas veces tenemos que gestionar
ayuda, pero en ocasiones no la recibimos, porque los donantes
tienen desconfianza en que su ayuda no llegue, precisamente
por la corrupción. ¿Hay aureola de
corrupción?
-- Precisamente. En ese sentido se
tiene que buscar un signo de esperanza, de transparencia,
porque ante ese mal, debemos fomentar el bien y tenemos que
rescatar los valores. Voy a seguir con la misión pastoral que
Dios me ha encomendado y continuar con la obra social en bien
de los más pobres.
Alguna vez pensó en ser un aviador,
pero Dios le tenía fijada otra ruta para alcanzar el cielo.
Hoy que S.S. Benedicto XVI lo ha nombrado Obispo, él se alista
para tomar el timón de su propia nave. |