Tesoro escondido en el Sacratísimo Corazón de Jesús: PRACTICA DE ESTE SUAVISIMO CULTO, Y UTILIDADES QUE DE EL SE SIGUEN
IV. PRACTICA DE ESTE SUAVISIMO CULTO, Y UTILIDADES QUE DE EL SE SIGUEN 105
Para acabar de conocer perfectamente la excelencia del sagrado culto del
Corazón divino de Jesús, resta considerarle por los dos últimos respectos
que propusimos arriba, y son: los ejercicios que en él se practican y le
constituyen, y las maravillosas utilidades y frutos, que de él se siguen. Y
porque la grandeza de éstos se conocerá mejor, explicando aquéllos,
propondré primero el uso o práctica de este dulcísimo culto.
El culto, pues, del sacratísimo Corazón de Jesús puede ser interior y
exterior. El interior consiste en el ejercicio de la memoria, entendimiento
y voluntad acerca del mismo deífico Corazón. La memoria debe acordarse
familiar, frecuente y amorosamente de este divinísimo Corazón106 y de sus
admirables perfecciones. El entendimiento debe ejercitarse en el
conocimiento de sus soberanas excelencias, pensando y penetrando bien cuánta
sea su dignidad, su santidad y perfección, cuántos tesoros de gracias
celestiales están depositados en este sacrosanto Corazón; cuánto padeció por
la gloria de Dios y salvación de los hombres; cuán amado es de toda la
Santísima Trinidad y, en fin, cuán digno sea de nuestra veneración y amor.
Este conocimiento107 de la amabilidad del Sagrado Corazón de Jesús, que es
el fundamento del culto que vamos explicando, se imprimirá en el alma con la
meditación de sus infinitas excelencias, las que con este fin procuramos
insinuar en el párrafo segundo, que podrán suministrar materia bien fecunda
a las almas que tratan de oración.
La voluntad 108 seguirá al conocimiento con los afectos que corresponden a
la infinita excelencia de este Sagrado Corazón, a su dignidad suprema, a
todas sus perfecciones, con una gran admiración, glorificación y alabanza al
infinito amor para con los hombres, con amor ardiente y agradecido; y así
otros innumerables afectos que el amantísimo Jesús se dignará infundir en
nuestras almas. Y estando ciertos que no hay cosa más amada del Eterno Padre
entre las criaturas que el Corazón sacrosanto de su Divino Hijo, nos
valdremos del mismo Sagrado Corazón para hacer nuestras acciones más aceptas
y agradables a la Divina Majestad, uniendo cuanto hiciéremos o padeciéremos
con lo que hizo y padeció el mismo divino Corazón de Jesús.109 Por este
dulcísimo Corazón podemos adorar, alabar, dar gracias, pedir beneficios y
perdón de nuestras culpas; no dudando conseguirán el efecto deseado nuestras
súplicas si nos valemos de este soberano Corazón para con toda la Santísima
Trinidad; pues es el objeto de las complacencias de todas las tres divinas
Personas; así lo practicaba y enseñaba el dulcísimo espíritu de San
Francisco de Sales110, como se puede ver en muchas de sus cartas
espirituales. Finalmente, cotejando111 el infinito amor con que se abrasaba
el Corazón de Jesús para con los hombres, con la ingrata correspondencia de
éstos, y considerando que nosotros somos del número de estos ingratos, nos
ejercitaremos en actos de confusión, dolor y arrepentimiento; y ofreceremos
cuanto nos sea posible la enmienda, prometiendo reparar de nuestra parte las
ofensas que ha recibido de nuestra ingratitud y de la de los demás hombres,
particularmente en el Santísimo Sacramento. Este es el obsequio que el
amorosísimo Jesús desea principalmente para su amante Corazón. Hasta aquí el
culto interior.
El exterior consiste en todas aquellas piadosas acciones exteriores,112 que
son señales del culto interior; como son las que frecuentemente vemos
practicar a los fieles, es a saber: hacer novenas, adorar las imágenes,
visitar templos, adornar altares o erigirlos, asistir a los divinos Oficios
y frecuentar Sacramentos, limosnas, obras de penitencia, ejercicios de
caridad, humildad y otras virtudes; ejecutando todo esto en honra del
deífico y adorable Corazón de Jesús y en reverencia de aquellas virtudes que
se hallaron en el divino Corazón en un modo indecible y sobre toda
ponderación.
Pero particularmente y con especial devoción se deben practicar aquellas
acciones que el mismo Jesús señaló en su revelación a la V. Margarita.113
Hase pues de consagrar al Sagrado Corazón el viernes inmediato a la Octava
del Corpus, empleando todo este día en los obsequios más propios. Débese
considerar el fin, la razón y motivos que Jesús tuvo en la manifestación de
este culto: para esto ayudará lo que dejamos dicho hasta aquí. La confesión
de este día se ha de hacer con especial memoria y dolor de las
irreverencias, tibiezas y pecados que en todo el año hubiéremos cometido
contra Jesús Sacramentado. Hemos de comulgar con el extraordinario fervor de
quien quiere compensar con aquella comunión las faltas de todas las demás.
En la acción de gracias se ha de ejecutar lo que expresamente prescribió el
amantísimo Jesús en la revelación referida: esto es, llorar con lágrimas
nacidas de lo más íntimo del corazón y con un entrañable dolor las
irreverencias cometidas contra el divino Sacramento, ofreciéndole aquéllas
para lavar sus ofensas, y éste para reparar sus injurias.
Este día se visitarán más frecuentemente los templos, para suplir la
negligencia de muchos cristianos que apenas entran en ellos sino compelidos
por la Santa Iglesia. En especial se visitará cinco veces a Jesús en la
Eucaristía: 1, en acción de gracias por la institución del Santísimo
Sacramento; 2, por las muchas veces que le hemos recibido y, con él,
innumerables beneficios; 3, en satisfacción de las injurias y sacrilegios
cometidos por los herejes; 4, por las innumerables y gravísimas ofensas de
los católicos; 5, por compensar la soledad 114 que el Santísimo Sacramento
tolera en tantos lugares, aldeas y aun ciudades de la cristiandad. Podrán
añadirle, según la devoción de cada uno, oraciones, preces o afectos de
alabanza del sacratísimo Corazón de Jesús,115 con otras obras de caridad,
humildad, penitencia, etc., que son frecuentes para culto de otros misterios
o festividades.
Puédese dedicar un día cada mes al mismo Sagrado Corazón, como lo practica
toda la Orden de la Visitación a imitación de la V. Margarita (a quien mandó
el mismo Jesús que así lo hiciese) , en que se hagan los mismos ejercicios
de confesar, comulgar, etc. y puede ser el viernes primero de cada mes y aun
de cada semana: pues vemos que hay día en todas las semanas consagrado a la
memoria de la institución del Santísimo Sacramento,116 de la Sagrada Pasión
117 y de la Santísima Virgen.118 Algunos devotos del divino Corazón de Jesús
no dejan pasar día, ni hora y, si pudiese ser, ni momento, en que no
piensen, adoren y amen al Santísimo Corazón, en quien viven, respiran,
duermen seguros y desean morir y descansar feliz y eternamente. ¡Oh!
Imitemos a estos felices adoradores del Corazón amabilísimo de Jesús. Para
confirmación de lo dicho, para autoridad del sagrado culto del Corazón de
Jesús y para ejemplar de los ejercicios que pueden practicar sus devotos, se
ponen aquí las devotísimas prácticas de algunas personas insignes en la
santidad y en la mística, para que cada uno escoja las que le pareciere119 y
más devoción le causaren.
Práctica 1
Ludovico Blosio,120 de la esclarecida Orden de San Benito, tan célebre entre
los místicos, dice así: "Encomienda tus obras y ejercicios al sacratísimo y
melífluo Corazón de Jesús para corregirlos y perfeccionarlos". Y en otra
parte nos aconseja orar al Padre Eterno en esta forma: "Padre Celestial, yo
os ofrezco en lugar de la sequedad fría y miserable de mi corazón, los
ferventísimos deseos y el ardentísimo amor del Corazón amado de tu Hijo
Jesucristo". Y en otra exclama: "¡Ojalá este Corazón suavísimo, este ameno
gazofilacio de la bienaventuranza sea mi consuelo y mi salud en la muerte, y
después mi morada eterna!"
Práctica 2
Juan Lanspergio,121 de la Sagrada Religión Cartusiense, declaró con aquella
insigne piedad que le mereció el renombre de Justo, su sentir acerca del
culto del Corazón de Jesús; pues tratando de él de propósito, dice así:
"Procura ejercitarte y frecuentar con piadosa devoción el culto del
piadosísimo Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, copiosísimamente
comunicativo de amor y misericordia; besándole y entrándote en él
espiritualmente. Cuanto pidieres, pídelo por este dulcísimo Corazón,
ofreciendo por él tus ejercicios; porque es el tesoro de todas las gracias,
y la puerta 122 por donde nos llegamos a Dios y Dios a nosotros. Pon alguna
imagen123 del Corazón de este Señor en algún lugar por donde has de pasar
frecuentemente, para recuerdo e incentivo de tu amor. ... Conviene, y es
ejercicio muy piadoso, rendir devotos obsequios al Corazón de Jesús; en
el124 debes refugiarte en todos tus trabajos y peligros: pues en él hallarás
consuelo y gracia; y cuando te desampararen y engañaren todos los corazones
de los mortales, est�� seguro que este fidelísimo Corazón no te dejará ni te
engañará".
Práctica 3
El Padre Diego Alvarez de Paz,125 de la Compañía de Jesús, tan conocido de
todos los hombres espirituales por sus copiosos y devotísimos escritos en la
Teología Mística, después de haber explicado las virtudes del Corazón de
Jesús, dice así: "Procurarás entrar en el Corazón de Jesús y considerarle
atentamente para formar tu corazón a su semejanza.126 Este Corazón santísimo
es el camino para la mansión eterna, que es la Divinidad de Cristo; es la
puerta por donde entramos a contemplar al mismo Dios. ... ¡Oh Salvador de
los hombres, Cristo Jesús! Abridme, Señor, vuestro Corazón, puerta de la
vida y fuente127 de agua viva, para que me entre por el conocimiento de
vuestra Majestad y para que beba por el mismo divino Corazón el agua de la
verdadera virtud, que apaga toda la sed de las cosas temporales".
Práctica 4
Quejábase aquella regalada Esposa del Corazón de Jesús, Santa Gertrudis, de
las distracciones que padecía en su oración, cuando se le apareció su divino
Esposo, quien para consolarla, descubriendo su Deífico Corazón, la dijo:
"Ves aquí mi Corazón dulcísimo, órgano de la Veneranda Trinidad: póngole
delante de tus ojos, para que confiadamente le encomiendes todas las cosas,
que por tu fragilidad no pudieres cumplir; que él suplirá tus faltas; y así
aparecerán todas tus obras muy perfectas delante de mis ojos. ... En
adelante siempre te asistirá mi Corazón y estará pronto en cualquiera hora
para suplir tus negligencias".
Práctica 5
Aquella heroína de la gracia, la V. M. María de la Encarnación,128 a quien
la Francia justamente da el renombre de otra Santa Teresa, honor de las
Madres Ursulinas y apóstol 129 de las Islas Canadas,130a donde navegó por
revelación divina y orden de sus superiores y fundó un Monasterio para
educación piadosa de las niñas gentiles; esta prodigiosa mujer descubre una
excelente práctica al Corazón dulcísimo de Jesús, enseñada por el Padre
Eterno. Pidiendo, pues, una noche al Eterno Padre la dilatación de la fe, y
sintiendo que a su oración, aunque agradable a los divinos ojos, la faltaba
alguna cosa para ser despachada favorablemente, y suplicando humilde y
fervorosamente la diese su Majestad a conocer lo que la faltaba, sintió de
repente un rayo de divina luz, a que se siguió esta voz:: "Pídeme por el
Corazón de mi amantísimo Hijo Jesús: por este Corazón te oiré131 y por él
alcanzarás cuanto me pides". Desde esta hora se encendió su alma en tanto
amor del sacrosanto Corazón de Jesús, que ni hablar ni vivir podía sino por
él: y todos los días de su vida, si no forzada de alguna urgencia
inevitable, no dejó de practicar la siguiente devota forma de pedir al Padre
Eterno por el Sagrado Corazón de su Unigénito.132
"¡Oh Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi
camino, llego a Vuestra Majestad: por medio de este adorable Corazón, os
adoro por todos los hombres que no os adoran; os amo por todos los que no os
aman; os conozco por todos los que voluntariamente ciegos no quieren
conoceros: por este divinísimo Corazón deseo satisfacer a Vuestra Majestad
las obligaciones que os tienen todos los hombres. Doy vuelta con el
pensamiento a todo el mundo, buscando las almas redimidas por la preciosa
Sangre de mi Esposo, para satisfacer por ellas a Vuestra Majestad por medio
de este Sacrosanto Corazón: a todas abrazo, y os las presento por el Corazón
de Jesús: pido a Vuestra Majestad la conversión de todas por el mismo
suavísimo Corazón. ¡Ah! No permitáis que sea por más tiempo ignorado de
ellas mi amado Jesús! Haced que vivan por Jesús, que murió por todas. Estáis
viendo, Padre Divino, que muchas almas están ciertamente muertas; ¡Ah¡
Haced, os ruego encarecidamente por este divino Corazón de Jesús que,
finalmente, empiecen ya a vivir. Presento a Vuestra Majestad, sobre este
santísimo Corazón, a vuestros siervos NN. (aquí se pueden poner los nombres
de los que fueren de la devoción de cada uno): pídoos por mi divino Esposo
que, siendo su protector el mismo deífico Corazón, merezcan estar con vos
eternamente".
Después, dirigiendo su oración al mismo Verbo Encarnado, proseguía en esta
forma: "Bien sabéis vos, amado mío, todo lo que deseo decir a vuestro Padre
por medio de vuestro divino Corazón; y que cuando hablo así a vuestro Padre,
también hablo con Vuestra Majestad; porque vos estáis en el Padre y el Padre
en vos:133 perfeccionad, pues, con él todos mis deseos. ... ¡Oh mi Divino
Esposo! ¿Qué volveré a Vuestra Majestad por los innumerables beneficios, que
de vos he recibido? Quiero daros gracias por medio de vuestra divinísima
Madre. Yo os ofrezco el Sagrado Corazón de vuestra santísima Madre en la
forma que ofrecí el vuestro al Eterno Padre. Por este sacrosanto Corazón de
vuestra Madre134 abrasado en tanto amor de Vuestra Majestad, os amo; os
ofrezco en acción de gracias los sagrados pechos que mamásteis, y el seno
virginal en que quisísteis habitar, por todos los beneficios recibidos, por
la enmienda de mi vida, y santificación de mi alma. En fin, me vuelvo a la
Santísima Virgen y la digo cuanto me sugiere mi afecto". Hasta aquí la
práctica de la V. Madre María de la Encarnación.
Práctica 6 135
No era justo omitir la práctica que se puede sacar de una admirable
revelación136que, entre otras, hizo el dulcísimo Jesús a la V. Margarita de
Alacoque, a quien quiso el Señor tomar por instrumento para excitar en estos
tiempos el culto de su divinísimo Corazón. Escribiendo, pues, esta
esclarecida Virgen a su Director, le dice así: "Un día de San Juan
Evangelista, después de haberme hecho mi amantísimo dueño un favor, casi del
todo semejante al que hizo en la última Cena a su Amado Discípulo, me puso
delante aquel su sacrosanto Corazón, que difundía rayos de maravillosa
claridad por todas partes, transparente como un tersísimo cristal y elevado
en un trono de fuego y llamas. Descubríase distintamente la llaga que hizo
en él la lanza: estaba ceñido de una corona de espinas; en la parte superior
se ostentaba la cruz. Estas insignias137 de la Pasión significaban (según me
declaró Jesús) que todo lo que padeció el Señor para salvarnos, fue por
amor. Entonces añadió el amantísimo Jesús que deseaba vehementemente ser
correspondido de los hombres con amor y que, movido de este deseo, había
determinado manifestarles su Corazón y abrirles este tesoro de amor, de
misericordia y de todas las gracias conducentes a su salvación y perfección.
Que su fin era que todos los que quisiesen rendir la reverencia y amor
debido a este sacrosanto Corazón, fuesen partícipes de las infinitas
riquezas138 que estaban depositadas en él. Afirmó que el particular culto a
su divino Corazón le era sumamente agradable. Y así, que también quería que
la imagen de su Corazón, perfectísimamente delineada, se expusiese a vista
de los fieles,139 para que con tan amable objeto se ablandase la dureza de
sus corazones. Ofrecióme Jesús que todos cuantos reverenciasen con especial
culto la imagen de su Sagrado Corazón, serían colmados de celestiales dones,
que dimanarían de la plenitud de su divinísimo Corazón".
De todas estas prácticas se puede aprender el modo de ejercitarse útilmente
en este sagrado culto; como también se puede sacar de esta última, cuán
provechosa sea a los fieles y cuán grata al divino Corazón la veneración de
sus imágenes,140 pues con tales premios promete remunerarla.
Explicados ya los ejercicios que constituyen el culto del Corazón de Jesús,
se dejan ver claramente las virtudes y frutos que de él se siguen en bien de
las almas.141 Porque ¿qué mayor utilidad que el ejercicio de tantas heroicas
virtudes, que en ningún otro culto se verán más frecuentemente practicadas?
¿Qué cosa más útil a las almas que ejercitarse continuamente en la adoración
de Jesús, en la acción de gracias, en el sentimiento de las divinas ofensas,
en la confusión, en el arrepentimiento, en el dolor de los pecados, en
visitar los templos, en frecuentar los Sacramentos, en celar la mayor gloria
divina? Y en una palabra, ¿qué mayor utilidad de las almas que corresponder
al amor infinito, con que aquel sacrosanto Corazón nos ama, y reparar sus
ofensas con cuantos obsequios puede inventar la piedad cristiana? Pues la
práctica de tantas virtudes ¿qué frutos no tendrá en los fieles y en toda la
Santa Iglesia? Serán sus frutos el enriquecer las almas con soberanos dones,
el reformar las costumbres estragadas y el encender el fuego del amor
divino, resfriado en los mortales. Estos son los frutos profetizados por
Santa Gertrudis, cuando dice que el manifestar las excelencias del Corazón
de Jesús estaba reservado por la Divina Providencia para los últimos
tiempos, como medio el más eficaz para renovar el mundo y encender en él el
amor de Dios, que entonces se iría resfriando.142 Estos son, en fin, los
frutos prometidos por Jesús a su Esposa Margarita143 en aquellas vivas
expresiones: "Te empeño mi palabra, que mi Corazón se derramará en copiosos
influjos de su amor, llenando de celestiales gracias a cuantos le rindieren
este culto y procuraren que otros también se le rindan".144
Mídase ahora la excelencia de este culto por la de sus ejercicios, de sus
utilidades y de sus frutos, y se entenderá la verdad de lo que no dudamos
afirmar arriba, ni repetir ahora; esto es: que entre toda la variedad de
solemnes cultos, que hermosean la Iglesia, no se hallará alguno más
excelente, más noble y más sublime que éste del Corazón de Jesús, fuente de
todas las gracias y de la vida. ¡Oh, si los que él mismo ha constituído por
Pastores145 en su Iglesia trajesen a todas sus ovejas a beber las saludables
aguas de esta dulcísima fuente! 146
________________________________________
105 A continuación de este Párrafo tercero de las
ediciones de Valladolid y Barcelona, el P. Loyola introduce en la nueva
edición de Madrid (1736) un capítulo, titulado: Escuela del Corazón Sagrado
de Jesús, compuesto de cinco meditaciones sobre el Corazón del Señor, cada
una de las cuales se compone de tres consideraciones, seguidas de afectos y
propósitos.
106 Este "acordarse familiar, frecuente y
amorosamente de este divinísimo Corazón" lleva consigo una habitual
presencia de Dios. Esta presencia es la que el P. Hoyos vivía y la que
testimonia en sus apuntes de los Ejercicios que hizo a principios de
septiembre de 1733. Dice así: "Fuera de la oración, en todos los ejercicios
o espirituales o corporales ha andado el alma endiosada o, para explicarme
mejor, encorazonada en el Corazón dulcísimo de mi amor Jesús: siempre le
hallaba conmigo o me hallaba a mí en él: ni andar, ni hablar, ni comer, ni
escribir, ni leer, ni menearse, ni casi respirar puedo sin tener en mi alma
aquel dulcísimo Corazón, objeto de mis afectos, centro de mi amor, blanco de
mis deseos, término de mis esperanzas, campo de mis delicias, motivo de mis
complacencias, incentivo de mis gozos, vida de mi alma, alma de mi vida,
alma de mi corazón y corazón de mi vida y alma. En este Corazón habito, en
este Corazón vivo, en este Corazón amabilísimo muero de amor"
107 "Este conocimiento...es el fundamento del
culto". Así es. No se puede amar sino aquello que se conoce. Decía Jesús en
la última Cena: "ésta es la vida eterna: que te conozcan a Ti y a tu enviado
Jesucristo" (Jn 17, 3).Aquí radica la fuerza y la dynamis de la devoción al
Corazón de Jesús: que lleva a un conocimiento hondo del Señor; no se queda
uno apresado en los vestidos del Señor, sino que penetra hasta lo íntimo de
sus pensamientos, afectos, deseos, preocupaciones... Un auténtico devoto del
Corazón de Cristo no sólo le conoce, sino que le "saborea", le "gusta
internamente". Ya decía el profeta Jeremías: "no se goce el sabio en su
sabiduría, el fuerte en su fortaleza, el rico en sus riquezas; sino que en
esto se gloríe quien se quisiera gloriar: en saberme y conocerme a mí". Este
"saber" se traduce no con la palabra "scire" (saber de un modo intelectual),
sino con la palabra "sapere" (saborear, gustar afectivamente). Es este
conocimiento el que pedía el P. Hoyos haciendo los Ejercicios de San
Ignacio. En más de la mitad de las peticiones se pide expresamente:
"conocimiento interno del Señor para que más le ame y le siga". Alabando
esta devoción decía Pío XI: "¿no es cierto que la devoción al Corazón de
Jesús conduce a las almas a un conocimiento más íntimo de Jesucristo, a
amarle más intensamente y a seguirle con mayor fidelidad?"
108 El P. Loyola sugiere para meditar el método
llamado de "las tres potencias" (ejercitar la memoria recordando, el
entendimiento discurriendo y la voluntad afectando), que San Ignacio propone
en su libro de los Ejercicios. Se le ha considerado como el método
típicamente "ignaciano" de oración, cuando en realidad no es así, puesto que
hay muchas más contemplaciones, aplicaciones de sentidos...que meditaciones
propiamente dichas.
109 Este precioso párrafo nos habla ya, en 1734,
de lo que más tarde sería el Apostolado de la Oración. Consiste éste en
ofrecer a Dios todas nuestras acciones, alegrías y penas, toda la jornada de
cada día en unión con el Corazón de Jesús y ofreciéndonos con él para la
salvación del mundo. Aunque nacerá un siglo más tarde (3 de diciembre de
1844) en el escolasticado jesuita de Vals, en Francia, y de allí, como
reguero de pólvora, se extenderá enseguida por toda la Iglesia, ya lo
tenemos vivo y actual en tiempo del P. Bernardo de Hoyos. Esta
espiritualidad del "ofrecimiento de obras" ya la vivían los novicios en el
Noviciado de Villagarcía, donde entró el P. Bernardo de Hoyos. Ellos mismos
solían copiar una especie de Apuntes espirituales, en que se decía la manera
de hacer con perfección todas las obras del día. Esos Apuntes se publicarían
algunos años después con el título de Prácticas espirituales para el uso de
los Hermanos Novicios de la Compañía de Jesús del Noviciado de Villagarcía.
Su autor sería el P. Francisco Javier Idiáquez, Rector del
Colegio-noviciado, y la fecha de su publicación fue el año 1758, tan sólo
nueve años antes de que todos los jesuitas fueran expulsados de España por
Carlos III. En aquellos Apuntes, que copiaba con diligencia el novicio
Bernardo, se decía entre otras cosas: "El fin de un novicio jesuita es
formarse perfecta imagen de Jesús, copiando en su alma la perfección de sus
acciones y virtudes de esta divina imagen del Padre... Al tiempo de ejecutar
cualquier acción, verá brevemente cómo la ejecutaría Jesús y se alentará a
imitarlo cuanto con su divina gracia le fuere posible... Y para alentarse a
mayor devoción y perfección ofrecerá cualquiera de sus acciones en
particular a N. Señor en esta forma: 1) Unirá su obra con otra semejante de
Cristo Jesús 2) Ofrecerla a mayor gloria de Dios, de Jesús, de María
santísima... Pedir al Señor lo que desea y necesita, principalmente agradar
a su Majestad en aquella obra, según toda la extensión del fervor que Jesús
pretende de su vida. Jamás omita la devotísima práctica de ofrecer sus obras
unidas en particular con las de Jesús"
110 En buena parte ésta es la espiritualidad de
San Francisco de Sales. El se adelantó al Vaticano II haciendo hincapié en
que los seglares estaban llamados a la santidad y que habrían de
santificarse en medio del mundo y de sus ocupaciones profanas. En su
Introducción a la vida devota escribe así el famoso obispo de Ginebra: "En
la misma creación del mundo, Dios mandó a cada planta que produjera fruto
según su especie, e igualmente a los cristianos, que son las plantas vivas
de su Iglesia, les ordena que cada uno produzca fruto de acuerdo con sus
cualidades, estado y vocación... La abeja recoge el néctar de las flores de
tal forma que no sólo no las daña o las destruye, sino que la deja tan
íntegras como las encontró. Lo mismo ocurre con la auténtica devoción, pues
no sólo no destruye ninguna clase de vocación u ocupación, sino que la
adorna y la corona...; es un error, incluso una herejía, querer excluir del
ejercicio de la devoción a los soldados, a los operarios y a los casados...
Por lo tanto, en cualquier situación en la que nos encontremos, debemos y
podemos aspirar a la perfección" (parte 1ª, cap 3)
111 "Cotejando", es decir, comparando el inmenso
amor de Jesucristo con nuestra ingratitud o poca correspondencia es el mejor
acicate para lanzar al alma a un amor más hondo y generoso al Señor. Este
cotejar lo emplea San Ignacio en sus Ejercicios espirituales para producir
en el alma arranques de arrepentimiento, de amor y de entrega al Señor. Así
dirá en la meditación de los pecados: "El cuarto (punto): considerar quién
es Dios, contra quien he pecado, según sus atributos, comparándolos a sus
contrarios en mí: su sapiencia a mi ignorancia, su omnipotencia a mi
flaqueza, su justicia a mi iniquidad, su bondad a mi malicia" (Ejercicios
espirituales, nº 59). Santa Teresa lo dirá de una forma más gráfica y
emotiva: "Que siempre que se piense de Cristo nos acordemos del amor con que
nos hizo tantas mercedes y cuán grande nos lo mostró Dios en darnos tal
prenda del que nos tiene; que amor saca amor" (Vida, cap 22, 14), y en otro
pasaje: "Despierte en sí la voluntad algunas razones que de la misma razón
se representarán de verse tan mejorada, para avivar este amor, y haga
algunos actos amorosos de qué hará por quien tanto debe..." (Vida cap 15, 6)
112 Nos recuerda este párrafo de Loyola lo que su
homónimo y Fundador de la Compañía de Jesús escribió en el libro de los
Ejercicios. En aquel ambiente protestante del siglo XVI, en que éstos
despreciaban tantos actos externos de devoción, intuyó Ignacio de Loyola que
allí había algo profundamente religioso y que podía ser vehículo de unión
con Dios, por ello escribirá: "Para el sentido verdadero que en la Iglesia
militante debemos tener, se guarden las reglas siguientes: 2ª regla: alabar
el confesar con sacerdote y el recibir del sanctíssimo sacramento una vez en
el año, y mucho más en cada mes... 3ª regla: alabar el oir misa a menudo,
asimismo cantos, psalmos y largas oraciones en la iglesia y fuera de
ella.... 6ª regla: alabar reliquias de sanctos, haciendo veneración a ellas,
y oración a ellos: alabando estaciones, peregrinaciones, indulgencias,
perdonanzas, cruzadas y candelas encendidas en las iglesias. 7ª regla:
alabar constituciones cerca ayunos y abstinencias, así como cuaresmas,
cuatro témporas, vigilias, viernes y sábados; asimismo penitencias no sólo
internas, mas aun externas. 8ª regla: alabar ornamentos y edificios de
iglesias; asimismo imágines, y venerarlas según que representan" (Ejercicios
espirituales, nº 354, 355, 358-360)
113 Pone aquí el P. Loyola tres prácticas
concretas: 1) celebrar la fiesta del Corazón de Jesús (el viernes después de
la octava del Corpus) con la comunión reparadora 2) hacer ese mismo día
cinco visitas a Jesucristo para reparar la frialdad de los hombres al
Sacramento de la Eucaristía 3) dedicar un día al mes a honrar de modo
especial al Corazón de Jesús y sugiere que sea el primer viernes de cada
mes. Son prácticas que "el mismo Jesús señaló en su revelación a la V.
Margarita". En la llamada "Gran Revelación" se dice:"....Por esto te pido
que se dedique el primer viernes de mes después de la octava del Santísimo
Sacramento a una fiesta particular para honrar mi Corazón, comulgando ese
día (comunión reparadora) y reparando su honor en un acto público de
desagravio (acto de desagravio al Sagrado Corazón, del que hemos hablado ya
en estas notas), a fin de expiar las injurias que ha recibido durante el
tiempo que he estado expuesto en los altares....(aquí encajarían las cinco
visitas que se hacen ese día)". Esta revelación tuvo lugar el 16 de junio de
1675. Cinco días más tarde, el 21 de junio (que coincidía precisamente con
el viernes siguiente a la octava del Corpus) Santa Margarita y su Director
San Claudio de la Colombière se consagraban al Corazón de Jesús. Como dice
el P. José Mª Saenz de Tejada "Era la primera "Fiesta del Amor", la primera
fiesta íntima en que se honraba al Sagrado Corazón de Jesús según las
enseñanzas de Ëste a su Santa Evangelista" (Vida y Obras de Santa Margarita,
pg 39). Es en la tercera revelación de 1674 cuando el Señor le pide:"
Comulgarás, además, todos los primeros viernes de cada mes" (idem, pg 35)
114 Este aspecto de "compensar la soledad" fue la
gracia típica del Beato Don Manuel González, el Fundador de la Obra
eucarística conocida con el nombre de "Marías de los sagrarios y discípulos
de San Juan". Como Ignacio de Loyola experimentó una gracia "especial" en la
cueva de Manresa, el Beato Don Manuel la sintió ante el sagrario
desvencijado y pleno de abandono de Palomares del Río. Toda su vida la gastó
en aminorar ese abandono de sagrario, causa de todos los males -repetía él
continuamente. Hasta en su sepultura, cuando ya su lengua quedó muda, quiso
recordarnos esta idea. En el epitafio que él mismo escribió y que puede
verse aún en la capilla del Sagrario de la catedral palentina, leemos estas
palabras: "PIDO SER ENTERRADO JUNTO A UN SAGRARIO, PARA QUE MIS HUESOS,
DESPUÉS DE MUERTO, COMO MI LENGUA Y MI PLUMA EN VIDA, ESTÉN SIEMPRE DICIENDO
A LOS QUE PASEN: ¡AHÍ ESTÁ JESÚS! ¡AHÍ ESTÁ! ¡NO DEJADLO ABANDONADO! MADRE
INMACULADA, SAN JUAN, SANTAS MARÍAS, LLEVAD MI ALMA A LA COMPAÑÍA ETERNA DEL
CORAZÓN DE JESÚS EN EL CIELO"
115 En la actualidad, suele pedirse en las cinco
visitas que se hacen en el día del Corazón de Jesús: por los niños, las
mujeres, los hombres, las autoridades y el clero.
116 Ese día es el Jueves, de ahí la práctica
piadosa de los "Jueves eucarísticos", en recuerdo del Jueves Santo, cuando
Jesús instituyó el sacramento de la Eucaristía.
117 El viernes, por ser el día en que Cristo
murió crucificado.
118 El sábado, día consagrado a la Virgen de un
modo especial, tal como lo manifiestan algunas prácticas piadosas realizadas
en su honor: la Felicitación sabatina, los cinco primeros sábados de mes,
etc.
119 Sugiere, a continuación, el P. Loyola una
serie de piadosas prácticas, no para realizarlas todas, sino para que cada
uno escoja aquellas que más le puedan ayudar y alimentar su espíritu. La
Iglesia pone ante los fieles una mesa inmensa, llena de prácticas piadosas,
con las que alimentar a sus hijos. Se cumple así lo que dice el salmo 23: El
Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me
conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas....Preparas una mesa
ante mí.., me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa"
120 Luis Blosio (1506-1566), belga y de noble
familia, fue paje de Carlos V, entró en la abadía benedictina de Liessies y
estuvo en contacto con los cartujos de Colonia, de donde le vino el afecto
que siente por el Corazón de Jesús. Bebe también en las fuentes de Santa
Gertrudis, Santa Matilde y Santa Catalina de Siena. Sus alusiones al Corazón
de Cristo van casi siempre unidas a la Pasión del Señor. Como dice un autor
moderno, Luis Blosio trasmite su influencia a San Francisco de Sales, cuya
piedad está profundamente compenetrada con el misterio del Corazón de Jesús,
y él, a su vez, traspasará esta herencia a Sta Francisca Fremiot de Chantal
y a la Orden de la Visitación, donde podemos encontrar otra corriente de
tradición, la de la Compañía de Jesús. Así la Orden de la Visitación conoce
el misterio del Corazón de Jesús antes de Santa Margarita, aunque no
ciertamente en la medida en que generalmente se cree, pues de lo contrario
no se explicaría la resistencia que en su comunidad encontró la santa. ((Cor
Salvatoris, Josef Stierli, edit Herder Barcelona, 1953). La obra más
importante de Blosio se intitula: Monile spirituale (Collar espìritual),
traducido entonces a las principales lenguas europeas.
121 Juan Landsberger, que él latinizó en
Lanspergius (1489-1539): Su piedad a Cristo paciente y su gran erudición le
llevan a conocer y vivir una devoción bastante completa al Sagrado Corazón.
Anima a la confianza total en El y a la entrega. Por influencia suya se
conocieron en Europa las obras de Santa Gertrudis y del círculo del
monasterio de Helfta. Tal vez su mejor obra sea: Pharetra divini amoris (La
aljaba del amor divino) , que trata con bastante amplitud la devoción al
Corazón de Jesús. (Cor Salvatoris)
122 Se adelanta Lanspergio a llamar al Corazón de
Jesús tesoro y puerta, como lo harán más adelante las Letanías del Corazón
de Jesús, aprobadas por la Iglesia. En ellas se invocará al Corazón de Jesús
como "tesoro de los fieles" y "Casa de Dios y Puerta del cielo".
123 Ya Lanspergio anima a poner delante de
nuestros ojos alguna imagen del Corazón de Jesús, según aquello de que "ojos
que no ven, corazón que no siente". No deja de ser llamativo la insistencia
con que el Señor desea se dé a conocer a los fieles una imagen suya. Ya en
el círculo de Paray-le-Monial existe enseguida la preocupación por hacer
imágenes del Corazón de Jesús. Escribirá el P. Sáenz de Tejada: "Salida
(esta devoción) de Paray, se extiende primero por los Monasterios de la
Visitación de Dijon, Moulins y Semur; llega enseguida a Lyon y Marsella,
salta hasta Inglaterra, avivando los gérmenes allí sembrados por el P.
Claudio. Una circular de la Superiora de Dijon llevaba la feliz nueva a los
143 monasterios de la Visitación. El fuego divino va conquistando Francia,
Italia, Saboya, Polonia, el joven Canadá...Circulan por doquier varios
libritos y miles de estampas" (Vida y Obras de Santa Margarita, pg 68). La
Madre Greyfié, abadesa del monasterio de Salesas de Semur escribe una carta
a Santa Margarita contándole cómo han hecho un pequeño oratorio al Sagrado
Corazón poniendo en él un cuadro del mismo y que le enviará una imagen en
miniatura de ese cuadro. A esa carta, contesta Santa Margarita en enero de
1686, diciendo entre otras cosas: "...cuando he visto la imagen de este
único objeto de nuestro amor que me habéis enviado, me ha parecido que
renacía a nueva vida...No os puedo decir todo el consuelo que me habéis
proporcionado, tanto al enviarme su amable imagen, como también al querer
ayudarnos a honrarla con toda vuestra Comunidad. Esto produce en mí
transportes de alegría mil veces mayores que si me pusierais en posesión de
todos los tesoros de la tierra" (Carta XL, Vida y Obras de Santa Margarita,
por el P. Tejada; pg 133)
124 el texto original dice "al cual"
125 El P. Diego Alvarez de Paz , jesuita, nació
en Toledo el año 1560 y murió en Lima en 1620. Enseñó filosofía y teología
en Lima. Escribió importantes obras de tipo ascético-místico, entre las que
destaca la titulada De vita spirituali, publicada en Londres el año 1611.
(Diccionario Espasa, tomo XVIII)
126 Una de las jaculatorias típicas de esta
devoción es la invocación: "Jesús, manso y humilde de corazón, haced mi
corazón semejante al vuestro"
127 En las letanías del Corazón de Jesús dos
veces se le llama fuente: Fuente de vida y de santidad, y Fuente de todo
consuelo.
128 Según una leyenda medieval, muy extendida por
Italia y Alemania, parece que Santa Ursula y sus compañeras mártires
procedían de Inglaterra, siendo martirizadas por los Hunos en las cercanías
de la actual ciudad de Colonia. Es la patrona de las estudiantes y de sus
maestros. Su fiesta se celebra el 21 de octubre.
129 el texto original dice: apóstola
130 ¿Qué entendía el P. Loyola por las "islas
Canadas"?
131 Aunque la Virgen María y los Santos son
intercesores nuestros ante Dios, lo son en cuanto unidos al único
Intercesor: Jesucristo. Jesús es intercesor nuestro por ser uno de nosotros
en virtud de su encarnación y ser como la voz de la humanidad ante Dios. San
Juan escribirá en una de sus cartas: "Hijitos míos, os escribo esto para que
no pequéis. Si alguno peca, abogado tenemos ante el Padre, a Jesucristo, al
justo. El es propiciación por nuestros pecados. Y no sólo por los nuestros,
sino por los del mundo entero" (1 Juan 2, 1-2) y San Pablo nos dirá en su
Carta a los Romanos: "Si Dios por nosotros ¿quién estará contra nosotros? El
que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó a la muerte por todos
nosotros ¿cómo no nos dará con él todo lo demás? ¿Quién se atreverá a acusar
a los elegidos de Dios? Siendo Dios quien justifica ¿quién podrá condenar?
¿Acaso Cristo Jesús, el que murió por nosotros? Y más, ¿el que fue
resucitado? Y más aún, ¿el que está a la diestra de Dios? Y más todavía, ¿el
que está intercediendo por nosotros? ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿La tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el
peligro, la espada?" (Rom 8, 31-35)
132 Esta preciosa oración la atribuye el P.
Loyola a la Venerable Madre María de la Encarnación. Según la vida ,
titulada El Siervo de Dios P. Bernardo F. De Hoyos, escrita por el P. Juan
Duro González (Imprenta "Casa social católica", 1928 - Valladolid) esta
oración la atribuye el P. Camilo Mª Abad al compañero de Hoyos, P. Agustín
de Cardaveraz. Pensamos que la autora es la M. María de la Encarnación. Esta
oración les gustó tanto a Loyola y Hoyos que, al escribir la novena al
Corazón de Jesús, la pusieron como oración final para todos los días.
Cambiaron alguna que otra expresión, pero en lo fundamental aparece
idéntica. Es una oración muy completa: en ella aparecen expresiones llenas
de hondura: os adoro, os amo, os conozco, deseo satisfacer, pido la
conversión de todos, presento sobre este Corazón a vuestros siervos. Es una
oración que aun hoy día sigue rezándose en bastantes lugares
133 Aparece aquí el Corazón de Jesús en el seno
de la Trinidad
134 Como en la espiritualidad de la M. María de
la Encarnación, también en el P. Bernardo el Corazón de María cobra una
relevancia especial y así aparece en diversas partes de sus escritos. Cuando
el 8 de diciembre de 1729, fiesta de la Inmaculada, se entrega Hoyos a la
Virgen María no ya como esclavo, sino como hijo, tiene una visión
imaginativa del Corazón de María, que él describe así: "Abrióse este
bellísimo y divino corazón que era el Corazón amabilísimo de María
Santísima, y reparó Bernardo que estaba allí guardado su corazón. Cerróse
luego el Corazón de María y desapareció la visión" (Vida, libro II, cap 5,
pár 30)
135 En la edición de Madrid (1736) aparece a
continuación otra práctica, sacada de la V. M. Sor María Angela Astorch,
fundadora de las Madres Capuchinas de Zaragoza y Murcia, por la que ofrece
sus obras al Corazón de Jesús a favor de las almas del Purgatorio y firma
este ofrecimiento en el convento de Nuestra Señora de la Porciúncula, de
Capuchinas Descalzas de Zaragoza, día de la Transfiguración del Señor de
1640. (Tesoro escondido, edición de Madrid, pgs. 129-134)
136 Por todos los indicios, se trata de la
revelación que tiene el 27 de diciembre de 1673 cuando estaba orando en el
coro bajo ante la presencia de Jesús Sacramentado. Margarita desempeñaba en
aquella época el oficio de enfermera del convento y enseguida sería
destinada, como ayudante, al pensionado que regentaban las Salesas de
Paray-le-Monial, donde se educaban catorce jóvenes de distinguidas familias.
137 Describe aquí Santa Margarita las "insignias"
con que será pintado el Corazón de Jesús en sus primeros cuadros y láminas
primitivas. Son cuatro estas "insignias": llamas de fuego, una llaga en el
corazón, una corona de espinas que le ciñe y la cruz encima de él. Estas
insignias son simbólicas y, como tales, expresan algo profundo y real, como
es el amor inmenso de Cristo a los hombres.
138 Una de las letanías del Sagrado Corazón alude
a este pensamiento: "Corazón de Jesús, rico para con todos los que te
invocan"
139 Es llamativo cómo el Señor desea que su
imagen sea realmente conocida y venerada por los fieles "para que con tan
amable objeto se ablandase la dureza de sus corazones". No sólo en Santa
Margarita observamos esto; últimamente, en las revelaciones a Santa Faustina
Kowalska observamos lo mismo. Esta Santa que muere en 1938, ha sido
declarada Santa por Juan Pablo II el 30 de abril del año 2000 y considerada
por él como la Apóstol de la Divina Misericordia. Todo el mundo conoce la
imagen de Jesucristo que ha sido popularizada por ella y su congregación
religiosa. En el Diario de Santa Faustina, le dice un día el Señor: "Pinta
un cuadro según me estás viendo, con la invocación: Jesús, confío en Ti.
Quiero que se venere en el mundo entero. Los dos rayos que salen de mi
Corazón significan la Sangre y el Agua que brotaron el día de mi Sacrificio
en la Cruz. El pálido significa el Agua que purifica las almas. El rojo, la
Sangre que les da vida. Prometo que el alma que venere ese Cuadro, no se
perderá. Prometo, ya aquí en la tierra, la victoria sobre los enemigos y,
sobre todo, a la hora de la muerte Yo mismo la defenderé como a mi Gloria"
(Diario de Santa María Kowalska, ediciones Levántate, 2003, Granada.). Del
interés con que tanto Santa Margarita y también el P. Bernardo de Hoyos
tuvieron en difundir las imágenes del Corazón de Jesús, ya hemos hablado.
140 A partir del P. Bernardo de Hoyos, que
comenzó a expandir por toda España la imagen del Corazón de Jesús surgirá un
movimiento, sobre todo en la Compañía de Jesús, de erigir pronto altares al
Sagrado Corazón y de hacer no sólo cuadros, sino estatuas del Corazón de
Jesús. Primeramente se representa la "víscera" como tal, en consonancia con
las imágenes popularizadas ya en Francia e impresas en algunos libros, como
por ejemplo, el del P. Gallifet, que Hoyos encontrará en la biblioteca de su
Colegio de San Ambrosio. El mismo mandará pintar para su Novena en
Valladolid un cuadro semejante. Antes de que sobrevenga la extinción de la
Compañía de Jesús en 1773, encontramos en muchas de las iglesias que tuvo la
Compañía la efigie del Corazón de Jesús, en altorrelieve por regla general.
Así aparece aún hoy en las antiguas iglesias de la Compañía de Jesús en
Bilbao, en León, en Oviedo; así aparece en la parroquia de Torrelobatón, el
pueblo natal de Bernardo (aquí unidos ambos Corazones, de Jesús y de María).
Esto sin contar los cuadros más antiguos, sólo unos años posteriores a la
muerte de Bernardo, que podemos encontrar en la Colegiata de Villagarcía de
Campos. Años más tarde, la Santa Sede prohibirá pintar solamente la víscera
del corazón y éste aparecerá en el costado de Cristo, como lo vemos en la
actualidad.
141 El P. Loyola se apoya en la Palabra del
Señor: "Por sus frutos los conoceréis. ¿Se recogen acaso racimos de los
espinos, o higos de los cardos? Todo árbol bueno da buenos frutos, y todo
árbol malo da malos frutos. El árbol bueno no puede nunca dar malos frutos,
ni el árbol malo darlos buenos". (Mt 7, 16-18)
142 Del libro Insinuatio divinae pietatis, pars
IV, cap 4.
143 Santa Margarita habla frecuentemente en sus
cartas de los preciosos frutos, que en las almas produce la devoción al
Corazón de Jesús. Esparcidas en ellas, podemos encontrar las clásicas 12
Promesas del Sagrado Corazón a quien sea devoto suyo: "daré paz a sus
familias, los consolaré en sus aflicciones, seré su amparo y refugio seguro
durante la vida y principalmente a la hora de la muerte, las almas tibias se
harán fervorosas, las fervorosas se elevarán rápidamente a gran perfección,
daré a los sacerdotes la gracia de conmover los corazones más endurecidos,
los que practiquen esta devoción tendrán escrito su nombre en mi Corazón y
jamás será borrado de él, etc.
En carta al P. Croiset de 15 de septiembre de
1689, le dice: "Este divino Corazón es una fuente inagotable, en la cual hay
tres caños que fluyen sin cesar: el primero, de misericordia para los
pecadores...; el segundo, de caridad que se difunde para socorro de todos
los desgraciados...; del tercero brotan el amor y la luz para los amigos
perfectos que quiere unir consigo mismo... Este divino Corazón es como un
árbol hermoso...Este árbol está cargado de toda suerte de frutos buenos y
saludables, propios para sanar del veneno del pecado y devolver la vida al
alma. Y como El no quiere que un fruto tan precioso permanezca escondido y
sin provecho, ha escogido a los Reverendos Padres Jesuitas para distribuirlo
y hacer gustar su dulzura y suavidad a todos y cada uno, descubriéndoles
cuán útil y provechoso será para las almas que de él se alimentaren con las
disposiciones requeridas".
Y en otra carta, dirigida a su Director
espiritual: "No sé yo que haya en la vida espiritual ningún ejercicio de
devoción más propio para elevar el alma en poco tiempo a la más alta
perfección y hacerle gustar las verdaderas dulzuras que se encuentran en el
servicio de Jesucristo. Sí, lo digo con toda seguridad: si se supiera cuán
agradable le es a Jesucristo esta devoción, no habría un solo cristiano, por
poco amor que tuviera a este amable Salvador, que no la practicara
enseguida. Haced, sobre todo, que la abracen las personas religiosas, porque
sacarán de ella tantos auxilios que no será necesario otro medio para
restablecer el fervor y la más exacta regularidad en las comunidades menos
observantes, y para llevar a la cumbre de la perfección a las que viven en
mayor regularidad..." (Vida y Obras de Santa Margarita María, P. Sáenz de
Tejada, cartas)
144 Vale la pena poner aquí algo referente a la
relación entre Santa Margarita y la Compañía de Jesús. De hecho, fue el P.
Claudio de la Colombière, Superior en aquellos años de la pequeña Residencia
que los Jesuitas tenían en Paray-le-Monial, el destinado por Dios para
dirigir a su Sierva Margarita y ayudarla a llevar a cabo la tarea que el
mismo Jesucristo le había confiado.
En carta del mes de julio de 1688 a la Madre de
Saumaise escribe así la Santa: "Os diré que, habiendo tenido la dicha de
pasar todo el día de la Visitación delante del Santísimo Sacramento...se me
representó un lugar muy eminente...y en él estaba el amable Corazón de Jesús
con su llaga que despedía rayos tan ardientes y luminosos, que todo aquel
espacio quedaba iluminado y caldeado con ello. La Santísima Virgen estaba a
un lado y San Francisco de Sales al otro con el santo Padre de la
Colombière; y se veía en aquel lugar a las Hijas de la Visitación...
Después, volviéndose hacia el buen Padre de la
Colombière, esta Madre de bondad le dijo: Y tú, siervo fiel de mi divino
Hijo, tienes gran parte en este precioso tesoro: pues, si fue dado a las
Hijas de la Visitación conocerlo y distribuirlo a los demás, está reservado
a los Padres de la Compañía hacer ver y conocer su utilidad y valor, a fin
de que se aprovechen de él, recibiéndolo con el respeto y agradecimiento
debido a tan gran beneficio. Y a medida que le den este gusto, el divino
Corazón, fuente de bendiciones y de gracias, las derramará tan
abundantemente en el ejercicio de su ministerio, que producirán frutos
superiores a sus trabajos y esperanzas, incluso para la salvación y
perfección de cada uno de ellos en particular"
Más adelante, el 17 de junio de 1689, escribía
así a la misma Madre de Saumaise: "Este divino Corazón desea ardientemente
ser conocido, amado y honrado particularmente por esos buenos Padres
(Jesuitas), a los cuales promete, si no me engaño, derramar de tal modo la
unción de su amor sobre sus palabras con gracias tan intensas y poderosas,
que serán como una espada de dos filos, que penetrará en los corazones más
endurecidos de los más obstinados pecadores, para hacer brotar de ellos la
fuente de una verdadera penitencia que purifica y santifica a las almas. Mas
para esto es preciso que procuren sacar todas sus luces del manantial del
Sagrado Corazón. Mucho podría deciros sobre esto, porque hay en esta santa
Compañía grandes amigos de Dios".
Y probablemente en la última carta que escribe al
P. Croisset, el 10 de agosto de 1689, se expresa así: "Mas, aunque este
tesoro de amor sea un bien propio de todo el mundo y al que todos tienen
derecho...; pero está reservado a los Reverendos Padres de la Compañía de
Jesús el hacer conocer el valor y la utilidad de este precioso tesoro, del
cual cuanto más se saca, más queda por sacar. No dependerá, pues, más que de
ellos el enriquecerse abundantemente con toda suerte de bienes y de
gracias.. Mucho espera El de vuestra santa Compañía para este objeto y tiene
sobre ella grandes designios. Esta es la razón por la que se ha servido del
buen Padre La Colombière para dar comienzo a la devoción de ese adorable
Corazón..." (Obra citada, cartas)
El P. Bernardo de Hoyos será en España ese hombre
providencial, escogido por Dios, para hacer realidad el culto y la devoción
a su Corazón en nuestra Patria. El P. Hoyos conoció los escritos de Santa
Margarita y sin duda que fueron un acicate para él. Junto con Santa
Gertrudis y Santa Magdalena de Pazzi era una de las santas más cercanas a
él.
145 Ya en tiempos de Bernardo de Hoyos
sobresalieron algunos Pastores en acoger y fomentar esta devoción y culto al
Corazón de Jesús. El P. J. Eugenio de Uriarte, S.J. cita varios de ellos en
su libro El Reinado del Corazón de Jesús en España. Destacamos el arzobispo
de Burgos, Dn. Manuel de Samaniego y Jaca, que fue el gran bienhechor de
Bernardo, pagando de su bolsillo la primera edición del "Tesoro escondido".
Murió retirado en Logroño en 1744, nueve años después que el P. Hoyos. En la
Oración fúnebre, predicada por el jesuita Padre Mucientes, dirá éste: "El
culto al suavísimo Corazón de Jesús era una de las empresas de su celo...,
por todos los medios procuró que se extendiese en todas partes". Otro
promotor de este culto fue Don Pedro de Copons, obispo de Tarragona, que
supuso para Cataluña lo que Don Manuel para Castilla. De su labor apostólica
escribirá el P. Fita: "Promovió la devoción al Corazón de Jesús en términos
que, no contento de aprobar la congregación establecida por los PP. Jesuitas
en su templo de Tarragona, no dejó parroquia, por grande o mínima que
fuese... sin que extendiese y arraigase en cada una de ellas un culto, que
para su celo pastoral parecía ser el blanco supremo"
Igualmente promotor fue el obispo de Lérida, Fray
Gregorio Galindo, que gobernó su diócesis de 1736 a 1756, del que nos dirá
su cronista que "...por conclusión de todos sus sermones, gritaba exhortando
a los oyentes a que gritasen: Alabado sea el sagrado Corazón de Jesús. De
hecho, la primera iglesia consagrada por este obispo en Lérida fue dedicada
al sagrado Corazón de Jesús. También el obispo de Orihuela, Don Elías Gómez
de Terán, se distinguió en la propagación de este culto; de él se ha escrito
que "era tan marcada su devoción al sacratísimo Corazón de Jesús, que casi
en todas sus obras dejó impresas las huellas de su tierna devoción". Este
obispo fue quien fundó en Monovar, el 31 de mayo de 1743, la Congregación
del Corazón de Jesús, cuya cláusula de fundación, muy interesante por
cierto, se conserva gracias al relato que nos dejó su Párroco, Sr. Terán,
quien regentó la parroquia de 1738 a 1758.
En 1738 se reúne el Concilio provincial de
Tarragona para pedir al Papa el oficio y misa del Sagrado Corazón, pero no
obtienen el logro de su petición. Insistirán de nuevo en 1745, aunque con
idéntico resultado. No obstante, esto prueba el interés que despertaba en
bastantes Pastores el culto y la devoción al Corazón de Jesús. Son estos
Pastores celosos los que desea el P. Loyola que abunden para que traigan "a
todas sus ovejas a beber en las saludables aguas de esta dulcísima fuente"
(Principios del Reinado del Corazón de Jesús en España, P. José Eugenio de
Urtiarte, edit Mensajero, Bilbao 1912)
146 Al concluir este Párrafo IV, en la tercera
edición de Madrid (1736) introduce un capítulo nuevo, titulado: Novena al
sacratísimo Corazón de Jesús, sacada de las sólidas prácticas del capítulo
precedente. Habla del fin de la novena, que es corresponder al amor de
Jesucristo y resarcir sus injurias, especialmente las que recibe en la
Eucaristía; y cómo el mejor tiempo para hacerla es desde el día del Corpus
al viernes inmediato a la Octava. A continuación habla de los diversos
obsequios que pueden hacerse durante la Novena, como confesar y comulgar el
viernes primero de mes, hacer ese día las cinco visitas al Señor, tener
algún rato de oración, dar alguna limosna, contribuir a extender el culto y
devoción al Corazón de Jesús, etc. A continuación viene la Novena al Corazón
de Jesús. Sin duda, es la Novena que escribió el mismo P. Juan de Loyola y
retocaron en algunos matices los Padres Hoyos, Cardaveraz y Calatayud, y es
la que enviaban por toda España. Según dice el P. Máximo Pérez en su libro
El poder de los débiles, la primera edición de la Novena constaba de 34
páginas y salió de los talleres de Antonio de Villagordo, en Salamanca, el
año 1735. Solían meter una estampa del Corazón de Jesús y la novena en un
sobre, donde escribían: A N. N. de N. que Dios guarde muchos años, en la
ciudad (o villa) de N. Y si es que lo enviaban a alguna comunidad religiosa
añadían en una breve nota: El que remite a V. Esta estampa y novena, le
ruega se digne introducir en su santa comunidad la devoción al Corazón de
Jesús, y suplica a todas las religiosas que comulguen todos los primeros
viernes de cada mes. Respecto a la estampa del Corazón de Jesús sabemos que
la primera lámina que recibió el P. Hoyos venía de Roma y era obra de
Massini; es la que Hoyos había visto reproducida en el libro del P.
Gallifet, que encontró el 3 de mayo de 1733 en la biblioteca del colegio de
San Ambrosio. Sin embargo, la mejor lámina que vino también de Roma era obra
del grabador catalán Miguel Sorelló. Estaba hecha en 1735 antes de la muerte
de Bernardo y fue la que más se difundió; en ella venía una inscripción
destacando que ese Corazón se había aparecido a Santa Margarita adornado con
estas insignias (la cruz, las llamas, la corona de espinas y la llaga) y que
se había hecho esculpir en su natural forma y grandeza como suele tener el
del cuerpo humano.( El poder de los débiles, pgs 167)
La novena comienza con una oración introductoria,
bastante conocida incluso en nuestros días: ¡Oh Corazón divinísimo de mi
amado Jesús, en quien toda la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos
de celestiales gracias! Concededme un corazón semejante a vos mismos y la
gracia que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios, vuestro
sagrado culto y bien de mi alma. Amén". Luego viene la oración propia de
cada día, en que se van considerando diversos aspectos del Corazón del Señor
(templo, espejo, puerta, camino....etc), seguida de tres padrenuestros y
Avemarías en reverencia de las tres insignias de la Pasión (cruz, corona de
espinas y llaga) con las que quería Jesús se pintasen sus imágenes y se
expusiesen a la veneración de los fieles. Sigue la novena con la oración de
la M. María de la Encarnación, que ya conocemos (Oh Padre Eterno, por medio
del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino....) y concluye con un
responsorio y una oración en latín, referentes al Sagrado Corazón. A
continuación viene otro responsorio con su oración en latín y referido al
Corazón de María, con esta nota previa: se puede hacer conmemoración del
Corazón de María. Concluye este capítulo que introduce Loyola en la nueva
edición de Madrid con unos Gozos al Corazón de Jesús (se trata de unas
estrofas, probablemente para ser cantadas y que terminan con un mismo
estribillo: ¡Oh divino Corazón! Sed centro de mis anhelos.