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Somos Misioneros del Sagrado Corazón: Testimonio personal de Gerald Warbrooke msc

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Capítulo 25

"Preocupado por los jóvenes problemáticos"

Gerald Warbrooke, 38 años (Unión del Pacífico)

Saludos cordiales y feliz aniversario a todos los miembros de la familia Chevalier. Me llamo Gerald Warbrooke, MSC. Pertenezco a la Unión Pacífica a la que pertenecen los siguientes países: las islas Marshall, Kiribati, y Nauru en el Pacífico central, y Samoa e islas Fiji en el Pacífico sur, donde pertenezco yo. Fue una gran sorpresa para mí cuando el superior de la Unión Pacífica me pidió que compartiera lo que es mi vida como MSC con la familia MSC. He de admitir que estoy muy contento de poder compartir con vosotros mi experiencia como MSC. Me gustaría compartir con vosotros hermanos y hermanas una reflexión sobre mi vocación como Hermano MSC y la inspiración inicial que recibí del P. Kevin Barr, MSC, de la Provincia Australiana. El R Barr es el fundador del hogar Chevalier, una casa para los jóvenes proveni­entes de familias rotas, y del Centro-Granja de Capacitación Chevali­er, una escuela vocacional para los jóvenes con desventajas. Yo he centrado mi trabajo con los jóvenes marginados en Fiji y las islas Marshall.

En febrero de 1992 respondí al anuncio que el P. Barr había puesto en el periódico católico local pidiendo voluntarios en el hogar Cheva­lier para acompañar a los jóvenes que llegaban de familias rotas y de la pobreza. Los términos del contrato eran por un año y yo me quedé dos. Después fui al noviciado en Kiribati donde emití mis primeros votos, entonces regresé al hogar y estuve 4 años más. Después de la experiencia en el hogar entré en la comunidad de formación en Wailoku. Me enviaron después a las islas Marshall en el 2001 a enseñar en el colegio "Reina de la Paz" hasta mi siguiente destino ese mismo año que me llevó de vuelta a Fiji como director del hogar Chevalier.

Mi primer contacto personal e interacción con jóvenes marginados lo tuve como voluntario en 1992. Mi experiencia con los jóvenes pobres y con problemas me abrió los ojos a su sufrimiento y encendió en mi corazón un deseo profundo de dar y repartir amor y servir a los despreciados de nuestra sociedad. Fue en este contexto cuando me sentí llamado a entrar en los MSC como hermano, y hacer una opción por los pobres. De forma sintética ésta es la razón por la que soy MSC.

El P. Barr fue el primer MSC con el que entré en contacto. Habiendo respondido a su pedido de voluntarios me invitó a compartir su tarea de proveer de ayuda y ánimo a la juventud marginada. Encontré la tarea tan satisfactoria como provechosa, y bajo su guía inspiradora comenzó a crecer mi vocación como hermano MSC. Yendo más allá, trabajar en el hogar me hizo estar más atento a los retos que atañen a la Iglesia y a aquellos religiosos que estaban trabajando más directamente con los pobres y marginados de nuestra sociedad en Fiji y en el Pacífico en conjunto.

Nuestras sociedades en el Pacífico están en la angustia de una sociedad rápida con cambios económicos y tecnológicos que en otras palabras conocemos como desarrollo. En mi opinión algunos de los cambios que hemos visto en el Pacífico han sido positivos mientras que otros han surgido en detrimento del bienestar y el desarrollo de las gentes del Pacífico. Una pregunta que siempre ha surgido en mí a nivel personal es cuál ha de ser mi respuesta como MSC ante aquellos que sufren inevitablemente esos cambios. Los desaventajados simplemente no tienen los recursos tales como educación, herramientas de marketing y empleo seguro para enfrentarse y responder creativamente a estos cambios. Esto les lleva a una mayor desventaja, que aún les margina más en el olvido y el desconocimiento. Una causa es el creciente número de niños de la calle que encontramos en las grandes ciudades del Pacífico. En respuesta a estos niños desaventajados en Fiji, el hogar Chevalier les provee de una atmósfera familiar donde los niños pueden experimentar amor, aceptación, seguridad y ánimo.

Como MSC me siento continuamente arrastrado al reto del camino que nos recuerdan nuestras constituciones sobre nuestra opción por los pobres. Personalmente, han sido siempre esas constituciones, que nos hacen tocar nuestro compromiso con los pobres, las que han sido una constante fuente de inspiración y estímulo para mí. Mi experiencia como profesor en las islas Marshall fue una gran oportunidad para encontrarme con esos retos como escuchar a los jóvenes que sufrían de baja autoestima, de no encontrar trabajo o expectativas académicas para el futuro y ofrecerme a escuchar no sólo con los oídos sino también con el corazón.

En frente de nuestra casa en Fiji, la presencia de niños de la calle, prostitutas, jóvenes de ambientes miserables y abusos, me dice que es necesario actuar ahora mismo y hacer clara esa opción por los pobres. Mientras, trabajando en el hogar se iba despertando en mí el convencimiento de que nuestros jóvenes marginados a los que atendí­amos no tenían los recursos necesarios para proveer de ayuda a aquellos que se veían conducidos a la pobreza por causa del sistema de modernización en nuestro país. Como MSC soy más capaz de jugar un rol activo haciendo amado y conocido el Corazón de Jesús por el trabajo que hacemos en beneficio de los pobres. De ahí que los MSC tenemos una especial vocación de hacer de los más pequeños la primera prioridad a la luz de los cambios sociales en el Pacífico.

En todo el Pacífico, y en este asunto, en todo el mundo, los niños tienen derecho a la educación, amor, protección y seguridad. Estos derechos, en algunos lugares son ignorados, desatendidos y negados. En las islas Marshall, por ejemplo, no hay escuelas suficientes para abastecer las necesidades educativas de los niños. Como resultado de esto, los niños sufren de baja autoestima, y la falta básica de herramientas vitales como el saber leer y escribir. Adolescentes embarazadas y el suicidio es elevado entre la juventud de las Islas del Pacífico.

Un reto que veo que los MSC deberíamos tomar seriamente es el de ponernos en la piel de los pobres. Esto nos vincularía a estar al lado de los pobres y ver la vida desde su punto de vista. Una pregunta que siempre me hago es ¿cómo voy a responder a las necesidades de los pobres, especialmente de los más pequeños y de los niños? Encuentro que la respuesta la hallo en nuestro carisma y espiritualidad. En el corazón de nuestro carisma está el amor de Jesús que nos ama con un corazón humano. El nos pide cada día que seamos instrumentos de su amor y compasión hacia los más pequeños, aquellos que están necesitados de ese roce humano del que de verdad se preocupa por ellos.

¿Qué significa ser un joven MSC en el Pacífico hoy? Bueno, es un reto pero a la vez interesante y motivador. Vivimos en un mundo muy real donde hay profundas riquezas culturales a la par con las riquezas e invenciones generadas por la occidentalización. Tristemente, el sistema no ha sido muy amable con mucha gente de los estratos más bajos y es precisamente ahí donde centramos la mayoría de nuestro trabajo. Creo que ser un MSC es un gran privilegio a la hora de testimoniar el amor de Dios y llevar esperanza a las vidas de los pobres y de aquellos que están oprimidos por la modernización.

Que el buen pastor nos bendiga a todos durante este año de nuestro jubileo a la vez que continuamos esforzándonos en hacer amado y conocido Su Corazón en todo el mundo.