Somos Misioneros del Sagrado Corazón: Testimonio personal de Márcio André Rocha da Conceicáo msc
Capítulo 28
"Amar con un corazón humano"
Márcio André Rocha da Conceicáo, 32 años (Rio de Janeiro Brasil)
Soy religioso Misionero del Sagrado Corazón porque el ideal del P. Julio Chevalier, nuestro Fundador, de trabajar para que amado sea en todas partes el Sagrado Corazón, seduce y contagia.
Nuestro Carisma y Espiritualidad están íntimamente ligados a la revelación del Amor de Dios, en su misericordia y compasión. Más aún, el rostro de nuestro "ser MSC" que me atrae profundamente se centra en el enfoque dado a la humanidad de Dios en Cristo Jesús. "Amar con un corazón humano" es el hilo conductor que considero más dinámico y distintivo en el modo de ser de nuestra Congregación, con relación a otros carismas y espiritualidades presentes en la Iglesia. Los religiosos MSC buscan encarnar este ideal de ser el Corazón de Cristo en medio del mundo, con su vivencia del Carisma, con su convivencia con los hermanos de Congregación, con los trabajos y proyectos realizados en la acción pastoral. Los MSC desean ser religiosos consagrados con humanidad, esto es, conocidos por su ternura, amistad, felicidad, por su profunda solidaridad y misericordia. Religiosos que no siguen un camino de rigor ciego a la ley, sino que prefieren hablar de las exigencias del Reino de Dios, a través de la ternura del Amor Misericordioso de Cristo, el que nos amó hasta el fin con un corazón verdaderamente humano.
Me agrada mi Congregación pues tiene en su esencia una marca nítidamente cristocéntrica. El Corazón de Jesús está en el centro de nuestra vida y de nuestra misión. De Él emana nuestro carisma y espiritualidad. Por eso la vida y la misión MSC me encantan ya que se centran plenamente en este proceso de humanización redentora. La vida MSC se manifiesta en este esfuerzo por la convivencia fraterna, por nuestras fragilidades, superaciones y conquistas. En esto consiste mi felicidad como MSC, ya que en nuestra Congregación Cristo nos convida a ser humanos y a apropiarnos de esta humanidad. Así, en este esfuerzo de entrega afectivo-amorosa, Él va actuando en nosotros, haciendo que cada MSC sea un poco el remedio de los males del mundo, es decir, sea la presencia del Amor que todo lo edifica, valoriza, promueve y reconstruye. Por todo esto escogí ser MSC, puesto que no encontré en la Iglesia otro modo de SER tan encantador.
Sobre los MSC que marcaron mi vida, no tengo en mente ninguna imagen de un MSC específico, todos los hermanos de mi Pro Provincia marcaron y siguen marcando mi vida con su testimonio, el de su firme personalidad, por su espíritu de trabajo y de liderazgo, con su capacidad de acogida o por el testimonio de compasión y misericordia, muchos con sus gestos de solidaridad con los que más sufren o por su actual labor en medio del pueblo. Cada MSC posee un tesoro de grandes virtudes, y al participar en la vida de la Congregación automáticamente cada miembro del grupo se beneficia, se enriquece y es marcado por ellas.