Somos Misioneros del Sagrado Corazón: Testimonio personal de Marcus Klemens msc
Capítulo 29
"En libertad personal y madurez"
Marcus Klemens, 27 años (Alemania-Austria)
Cuando terminé los estudios secundarios en el año 1996, la pregunta por el futuro, tanto profesional como personal, ya tenía una respuesta: el sacerdocio. Desde niño cobijaba este anhelo aunque en los años de pubertad no solía pensar mucho en ello. En la búsqueda de una forma de vida sacerdotal adecuada ha sido para mí en aquel entonces y también posteriormente siempre de nuevo y hasta el día de hoy un gran estímulo el luminoso ejemplo y los consejos paternales del Padre Xavier Aninger MSC. Después de recabar información acerca de la forma de vida del sacerdote diocesano y de otras congregaciones religiosas maduró en mí la decisión de comenzar con el estudio de teología. Entré como postulante al juniorado de los Misioneros del Sagrado Corazón en Salzburg.
Los dos años que pasé en Salzburg me han regalado mucho. El estudio de teología me daba mucha alegría. Más importante aún era para mí la comunidad MSC de la casa misional de Liefering de la cual a causa de la acogida de los compañeros ya me sentía miembro. Luego de alcanzar el pre-diploma se me presentó en otoño 1998 la posibilidad de cursar un año de estudio de libre elección. Mi poca edad (en aquel entonces tenía 22) y la experiencia precedente del postulantado me animaba a ensayar una vez más un tipo de vida más independientes y "libre" en otro sentido. Al finalizar aquel año en Münster/Westfalia no me fue fácil tomar una decisión. De un lado me sentía muy unido, aún en la distancia, a la comunidad de Salzburgo, de otro lado me llamaba mucho la libertad de una vida estudiantil sin lazos y la vida en común con colegas coetáneos y con las mismas inquietudes. A pesar de ello, en el año 1999, pedí ser admitido al noviciado justamente para esclarecer tantas preguntas acerca de la vocación y de mi vida futura.
Mirando hacia atrás me doy cuenta que el tiempo del noviciado forma parte de los años más importantes y decisivos de mi vida. Y esto a pesar de haber perdido la seguridad "absoluta" de mi vocación como MSC que tenía durante mi tiempo en Salzburg. La capacidad de nuestro maestro de novicios, el P. Michael O'Brien MSC de querer estimular a las personas hacia un desarrollo personal, además mis propias experiencias durante aquel tiempo y finalmente la obra del Espíritu Santo me han regalado una vivencia en libertad que desde entonces llevo como ideal de mi vida personal en el corazón. Cuando, al finalizar el noviciado, pedí la admisión a los votos temporales, lo hice con la esperanza que mi vida como MSC me acercaría cada vez más a la libertad personal y madurez.
Los dos primeros años (2000-2002) que pude pasar como profeso con votos temporales en la comunidad de Innsbruck, me han acercado definitivamente a esa meta. Contribuyeron a ello tanto la apertura y comprensión de los compañeros MSC en Innsbruck de cara a las necesidades de los jóvenes cuanto los colegas de la facultad y de la residencia de estudiantes que me permitió tener la necesaria relación con coetáneos y personas de similar visión.
En verano 2002 surgieron mayores dudas y temores respecto a mi futuro. De repente mi di cuenta que realmente estaba solo. Desde hace seis años no se han presentado candidatos serios en Alemania o en Austria. Y no solamente eso. Surgió la pregunta de cómo podría integrarme en una comunidad de juniorado que de su parte se "internacionalizaba" cada vez más con jóvenes del Este de Europa. Y supongamos que el número de los juniores disminuyera más y más, ¿acaso no habría que temer para el futuro que los pocos que quedasen se vieran sobrecargados de responsabilidades y trabajos? ¿Acaso esas "hipotecas" no eran demasiado grandes como para poder decir un "sí" alegre y valiente en el seguimiento de Cristo en la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón? ¿Estaría construyendo la casa de mi vida futura sobre arena? ¿Acaso me esperaba un futuro que cortase el ideal de libertad experimentado durante el Noviciado?
Durante meses me he enfrentado intensivamente con esta pregunta. He reflexionado mucho sobre las alternativas que se podrían presentar. He tenido muchas buenas conversaciones al respecto. Finalmente he buscado el silencio y he orado. Sé que también otros han orado por mí.
Al término de este proceso decisivo he llegado a la convicción que quiero continuar en este camino que comencé con tantas promesas aunque se presenten circunstancias difíciles. He pedido me admitan a los votos perpetuos.
Espero de este camino que me conduzca cada vez más como ya lo venía haciendo hacia la plena madurez personal y libertad. Espero que este camino también me dé la posibilidad de anunciar el evangelio de acuerdo a mi capacidad y mis limitaciones. Para ello la comunidad será una ayuda, no un obstáculo en todo lo que tendrá que ver con la forma de comunidades futuras, la manutención, abandono y recepción de las obras presentes y futuras.
Y yo, ¿qué estoy dispuesto a contribuir? En primer lugar quisiera entregar mi persona en una comunidad MSC concreta de vida y de trabajo, como lo vengo intentando. El lugar no tiene mayor importancia. En principio estoy abierto también a la colaboración internacional e interprovincial aunque actualmente me atrae más el ambiente de habla alemana. Puesto que no tengo experiencias pastorales concretas, sólo puedo indicar de manera somera cómo me imagino mi servicio en el futuro. Desde siempre me he ocupado mucho de la Palabra de Dios en las Escrituras y en la liturgia de la Iglesia. Me gustaría compartir con los demás e involucrarme en ello más allá de un estudio básico universitario.
El contemplar mi tiempo pasado como Misionero del Sagrado Corazón me ha animado a continuar en este camino también en el futuro como camino de vida. De todo corazón agradezco a todos aquellos que me han acompañado y animado en este camino.