La Iglesia vivirá su misión aunque Europa se vuelva pagana
KIKO ARGÜELLO PINTOR Y FUNDADOR DEL CAMINO NEOCATECUMENAL
entrevistado por ANTONIO BOTÍAS/MURCIA
Kiko Argüello, como el impulso que siente la
ira hacia el enemigo, con una devoción desbordante, de olor a trementina y
linaza, recrecida entre cánticos benedictinos que insinúan cierto aroma a
incienso, enarbola el pincel y esboza poesía para los ojos. Para algunos,
recuerda su imagen al profeta Elías, quien aguantó el vendaval y el terremoto
antes de sentir la brisa fresca del Espíritu Santo. Porque el iniciador del
Camino Neocatecumenal esquiva los envites del cansancio mediante el ayuno y la
oración para degustar la creación de una corona mistérica en la iglesia de La
Trinidad, en San Pedro del Pinatar. Son varios murales que, presididos por la
figura de un Pantocrátor, presentan momentos de la vida de Cristo.
- El Camino es un itinerario de formación católica que surgió mientras vivía
entre los pobres de las barracas en Madrid. Aquellas gentes humildes cambiaron
sus vidas. ¿Cree que hoy, 40 años más tarde, la sociedad se rebela a aceptar el
modelo de vida que propone el Evangelio?
- Un punto fundamental es la presentación del Evangelio. Muchas personas creen
que la religión es una cosa que las coarta con normas, no conocen qué es lo que
Jesucristo viene a darnos. Es importante hacer creíble el Evangelio. Para esto
hace falta cumplir lo que dice Cristo: «Amáos como yo os he amado, en este amor
conocerán que sois mis discípulos». En la Iglesia primitiva se anunciaba el
Kerigma, el anuncio de la Buena Noticia que viene a traernos Jesucristo de parte
de Dios. Dice la Epístola a los Hebreos que por el temor que el hombre tiene a
la muerte pasa toda su vida sometido a la esclavitud del demonio. Por eso
Jesucristo ha participado de la carne y de la sangre para quitar al demonio el
poder que tiene sobre la muerte. El salario del pecado es la muerte para los
hombres. Cristo, habiendo dado su vida por los hombres, ocupa su lugar como reo,
haciéndose pecado por nosotros para la justicia y ofrece su resurrección, la
garantía del perdón: los hombres han sido perdonados y no tienen acceso a la
muerte, ya pueden vivir eternamente.
- ¿Cómo se hace creíble este mensaje a una sociedad que no espera nada de la
eternidad?
- Los hombres tienen miedo a la muerte y al sufrimiento, y por ello están
constantemente escapando de todo cuanto les hace sufrir... se divorcian, se
separan, se drogan, beben... ¿Cómo se puede hacer creíble que realmente
Jesucristo ha vencido a la muerte y el que crea en él y le ofrezca sus pecados
recibe vida eterna? Cuando van a bautizarnos preguntan ¿Qué pides? La fe. Y qué
te da la fe, la vida eterna. La vida eterna ya, incoada ahora, actualmente. El
que cree esto ha vencido a la muerte y participa de la victoria de Cristo sobre
ella. Esto produce una forma nueva de amar.
- ¿A qué forma de amar se refiere?
- «Cómo yo os he amado», más allá de la muerte. Si un cristiano tiene vida
eterna y está casado no se divorcia. Aun cuando aparecen los defectos de la
mujer o del marido, los defectos que los convierten en enemigos, se aman
gratuitamente. Por eso el matrimonio es indisoluble. No es una cuestión de ser
bueno o ser malo, no es una cuestión moral, sino real, es recibir de Dios una
vida nueva, la vida eterna.
- Pero en la práctica ¿cómo se puede acceder a esa forma de vida?
- Nosotros, en el Camino intentamos crear comunidades que muestren al mundo que
hemos recibido este amor. «En este amor conocerán los que os rodean que vosotros
sois mis discípulos». Es urgente que aparezcan los hijos de Dios, cristianos que
tienen dentro vida eterna y lo demuestran en sus acciones sociales, en el
matrimonio, en el trabajo... hay una nueva forma de amor, el amor al enemigo.
¿Dónde está esto delimitado? En el Sermón de la Montaña, el dibujo del hombre
nuevo, el hombre que realiza el bautismo. «Amad a los enemigos, haced el bien a
los que os odian». Cuando llegué a Roma le advertí a un párroco: Si usted crea
aquí una comunidad cristiana y los hermanos alcanzan una fe adulta, una fe en la
estatura de Cristo, un día no sabrá dónde meter a la gente. Hoy hay 28
comunidades, con 400 jóvenes. No tiene ya más sitio.
- Entre aquellas eucaristías sin homilía donde participó de adolescente en
Madrid, hasta este templo que hoy pinta hay un abismo. En más de una ocasión ha
defendido la frase de Dostoyeisky: «El mundo será salvado por la belleza». El
Camino parece dar importancia a los signos y a la asamblea. ¿Por qué considera
indispensable el cuidado de la estética?
- Sólo la nueva estética salvará la Iglesia, en el sentido de que la belleza es
la expresión de la síntesis entre fe y cultura. La fe siempre tiene que
inculturarse para poder llegar al hombre. La belleza es el signo de que Dios nos
ama. Todo lo que nos rodea en la naturaleza es bello porque Dios nos quiere.
Cuando una chica se enamora de un chico se pone bella para él. La belleza
produce placer. Todo es bello: los animales, las rocas, las nubes, los
paisajes... en la naturaleza hay un diálogo de amor. Dice el Eclesiástico que
cada cosa en la naturaleza canta la belleza de la otra. Digamos así: Las nubes
cantan, con su forma algodonada, la tersura del azul del cielo y el azul del
cielo exalta la dureza de las rocas; estas, a su vez, exaltan la belleza de los
árboles... un diálogo. Es curioso qué importante es la belleza, y el hombre, sin
embargo, es tan libre que puede negarla. La belleza muestra que alguien, quien
la ha creado, le gusta procurarnos placer. No sólo nos da placer la naturaleza,
sino que ha puesto placer en el comer, en hacer el amor, en la amistad...
Siempre la Iglesia ha querido expresar la alegría del encuentro con Dios.
- El arte actual, en cambio, parece desligarse del hecho religioso.
- Hoy tenemos un problema porque habiéndose separado el arte de lo religioso,
digamos que se ha secularizado, no hay una estética común que cante la belleza
de la fe. El Islam tiene una estética delimitada. Sin embargo, no existe en
nuestras iglesias. Después del Concilio Vaticano II hay un desconcierto. Existe
una influencia protestante muy iconoclasta. En la medida que el Camino descubre
la fe, necesita una estética. Queremos unirnos a la Iglesia de Oriente, que ha
conservado un canon religioso. La Iglesia de Occidente lo perdió. Aquí cada
artista puede hacer lo que le de la gana. En algunos templos es difícil
descubrir un contenido religioso. Muchos artistas abandonaron al Señor. ¿Por
qué? Ya lo dice el Evangelio: «Te doy las gracias Padre pues has manifestado
estas cosas a los pequeños y se las has negado a los sabios e inteligentes del
mundo».
- ¿Cuáles son, en cifras, los frutos que se han suscitado en el Camino?
- El Camino está presente en 105 países. Cuenta con 20.000 comunidades en 6.000
parroquias de 900 diócesis. Ha ayudado a abrir 58 seminarios Redemptoris Mater
con 1.500 seminaristas. Han sido ordenados más de 1.200 presbíteros. Cerca de
5.000 chicas han entrado en monasterios de clausura. Más de 500 familias
evangelizan en decenas de países, y 500 itinerantes están repartidos por el
mundo. Nosotros somos un don. El Señor me ha elegido a mí y a otros. Es como un
viento. Sin el Concilio, el Camino no existiría. Ha sido fundamental para pasar
de una eclesiología estática, de clero y laicos, a una eclesiología de comunión,
donde surge la Iglesia como un cuerpo. Como aparece en los Hechos de los
Apóstoles: hay varios servicios, ministerios y carismas.
Un contexto de oración
Kiko, rodeado de su equipo de colaboradores -profesores de diversas
facultades de Bellas Artes-, observa el mural. Apenas restan unas cuantas
pinceladas para concluir el rostro del Pantocrátor. Hace unos días, el
vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, Antonio Cañizares, fue
elevado en una de las grúas para contemplarlo. «No he resistido tres segundos su
mirada», aseguró al descender. Todos guardan silencio. «Trabajamos en un
contexto de oración». Y Kiko, cuando se apagan los cánticos, grita: «¿Muchachos,
música!».
- Después de los atentados terroristas, del incremento de la violencia en el
mundo, ¿qué puede aportar ahora la Iglesia?
- Estamos en un momento crucial, como sucedió en el Renacimiento, estamos dando
un salto en la Historia. La Iglesia va a pasar de la cristiandad a vivir la fe
en una nueva dimensión, en medio de un mundo secularizado, laico y pagano.
Tenemos que darnos cuenta de que Europa está andando hacia la apostasía. hacia
el abandono de la fe cristiana. Pese a todo, esto no nos debe escandalizar, pues
la Iglesia vivirá su misión de otra manera. Lo dice el Concilio: «Lumen Gentium»
(Luz de las gentes). Y también Jesucristo: una ciudad que está sobre un monte no
se puede ocultar. Donde haya uno o varios cristianos habrá una luz que iluminará
a todos. La gente está robando, en la idolatría, abortando... pero están siendo
iluminados. En la ciudad sobre el monte, cuando uno sale de casa la observa; al
regresar del trabajo la vuelve a ver, no la puede quitar de ahí. Si hay un
médico cristiano, todos los médicos de ese hospital no pueden dejar de verlo.
- En una carta del pseudo Crisóstomo se recuerda que «no es pisado por los
hombres el que sufre persecuciones, sino aquel que se acobarda temiéndolas». Sin
embargo, ¿están los cristianos preparados para afrontar el ataque de un mundo
que no desea volverse a Cristo?
- Las persecuciones hacen que salga la luz, son el candelabro donde se coloca.
Piensa que las primeras comunidades cristianas vencieron al Imperio Romano, un
monstruo en el sentido de paganismo, con la esclavitud, con cosas terribles. Los
cristianos iluminaron el Imperio durante tres siglos de persecución. Y lo
vencieron. Algo sorprendente.
- ¿Volverán esos tiempos?
Posiblemente. No tenemos miedo. Lo importante es tener dentro vida eterna.
Cristo ha vencido la muerte para nosotros. ¿No nos morimos! Para un cristiano la
muerte física es el dies natalis, el día del nacimiento celeste. Es una fiesta.
Por eso celebramos el funeral con una fiesta, que es la eucaristía. Cuando
hagamos esto creíble volverán a llenarse las iglesias, vendrán a miles, porque
es una maravilla. Y todo gratis, gratis... es gracia.
Ayuno para el espíritu
Anochece en San Pedro a golpe de salmo repentino, en un horizonte de
palmeras oscuras, entre siluetas de playas retorcidas, aromas inquietos de
azahar y arena húmeda que envuelven el templo, que retan con el rezo de vísperas
a edificios de hormigón distantes y engreídos, como si envidiaran la frescura de
las lágrimas de alegría que brotan en la escena de la Resurrección. El equipo ha
ayunado, como observan dos veces por semana. Pan y agua para mantener despierto
el espíritu.
- ¿Qué mensaje enviaría a cualquier persona que este sufriendo en estos
momentos, que considere que su vida no tiene sentido?
- Que se acerque a Jesucristo y encontrará misericordia y ayuda, ayuda real en
lo profundo. El problema es quitarnos del corazón la muerte, el no sentir. Eso
sólo lo arranca Cristo, que nos regala su espíritu. Recomiendo a quien sufre que
se acerque y busque el Camino. El Camino sólo son catequesis. ¿Dónde se
encuentra Jesucristo? A través de la predicación. Por tanto, hay que ir a un
sitio donde se predique a Jesucristo, donde lo anuncien. Hoy existen pocos
lugares donde te anuncien a Cristo.
- Del Camino llama la atención la cantidad de jóvenes que han experimentado una
Iglesia cercana a sus inquietudes. En el reciente Encuentro Mundial de Jóvenes,
en Bonn, se reunieron unos 90.000. ¿Cuál cree que es la razón de este apoyo?
- Los jóvenes quieren la verdad auténtica y la buscan. Si encuentran que en
nosotros hay verdad y no hipocresía, en medio de la debilidad, nos siguen. Esa
es la solución. Por eso, cuando ven que sus padres son unos hipócritas se
marchan con los amigos y no les importa robar o drogarse si es que ven que
existe solidaridad, si se ayudan mutuamente. Si descubren que les hablamos desde
la verdad nos siguen. Y con una fidelidad inmensa. Estamos sorprendidos. Hemos
enviado a los chicos, antes de otro encuentro en Ámsterdam y del viaje a
Colonia, en cien misiones de evangelización por Europa. ¿Con qué entusiasmo han
predicado por las calles, han dormido mal, no han comido...! pues han ofrecido
todo por la evangelización de Europa. Y han regresado contentísimos. Me decían:
«lo hemos pasado fatal humanamente pero estamos tan contentos que volveríamos
otra vez». Y se han pasado 18 horas en la calle. Estaban entusiasmados. El haber
sufrido les ha hecho bien. Hoy no dejan sufrir a los chicos. Ni les enseñan a
sufrir, algo que resulta fundamental para ser hombre.
Argüello, rodeado de su equipo, habla una lengua que no parece de este mundo. Al
menos, del planeta apresurado donde vivimos. Porque dice creer en un Dios con
poder para resucitar muertos, rescatar a alcohólicos y drogadictos, hacer
secundario el dinero y curar sufrimientos. No le tiembla el pulso al pintar. Y
aún menos la voz cuando denuncia que una sociedad sin Dios «es un sociedad sin
esperanza, con el cielo cerrado».