DECRETO DE APROBACIÓN DE LOS ESTATUTOS DEL CAMINO NEOCATECUMENAL
El Camino Neocatecumenal se inició en 1964 entre los pobres de las
chabolas de Palomeras Altas, en Madrid, por obra del señor Francisco (Kiko)
Argüello y de la señorita Carmen Hernández, que, a petición de los mismos
pobres con los que vivían, comenzaron a anunciarles el Evangelio de
Jesucristo. Con el paso del tiempo, este kerygma se concretó en una síntesis
catequética, fundada en la tríada "palabra de Dios-liturgia-comunidad", que
trata de llevar a las personas a una comunión fraterna y a una fe madura.
Esta nueva experiencia catequética, surgida en la línea de la renovación
suscitada por el concilio ecuménico Vaticano II, fue acogida de forma
positiva por el entonces arzobispo de Madrid, monseñor Casimiro Morcillo, el
cual estimuló a los iniciadores del Camino a difundirla en las parroquias
que lo solicitaran. Esta experiencia de evangelización se difundió
gradualmente en la archidiócesis de Madrid y en otras diócesis españolas.
En 1968 los iniciadores del Camino Neocatecumenal llegaron a Roma y se
establecieron en el Borghetto Latino. Con el permiso del cardenal Angelo
Dell'Acqua, entonces vicario general de Su Santidad para la ciudad de Roma y
distrito, se comenzó la primera catequesis en la parroquia de Nuestra Señora
del Santísimo Sacramento y Santos Mártires Canadienses. A partir de esa
fecha, el Camino se ha ido difundiendo en diócesis de todo el mundo e
incluso en países de misión.
El Camino Neocatecumenal se pone al servicio de los obispos y de los
párrocos como itinerario de redescubrimiento del bautismo y de formación
permanente en la fe, propuesto a los fieles que deseen reavivar en su vida
la riqueza de la iniciación cristiana, recorriendo este camino de conversión
y catequesis. Como ha escrito el Santo Padre, en ese proceso también puede
servir de ayuda importante "una catequesis posbautismal a modo de
catecumenado, que vuelva a proponer algunos elementos del "Ritual de la
iniciación cristiana de adultos", destinados a hacer captar y vivir las
inmensas y extraordinarias riquezas y responsabilidades del bautismo ya
recibido" (Christifideles laici, 61).
El Camino -cuyo itinerario se vive en las parroquias, en pequeñas
comunidades constituidas por personas de diversa edad y condición social-
tiene como objetivo último llevar gradualmente a los fieles a la intimidad
con Jesucristo y transformarlos en sujetos activos en la Iglesia y testigos
creíbles de la buena nueva del Salvador en todas partes. Además, el Camino
Neocatecumenal es un instrumento para la iniciación cristiana de los adultos
que se preparan para recibir el bautismo.
El Camino se realiza según las líneas contenidas en el Directorio
catequético Camino Neocatecumenal. Orientaciones a los equipos de
catequistas (cf. Estatutos, art. 2, 2°), sujeto a la aprobación conjunta de
la Congregación para la doctrina de la fe, de la Congregación para el clero,
y de la Congregación para el culto divino y la disciplina de los
sacramentos.
En repetidas ocasiones y de diversos modos el Santo Padre se ha dirigido al
Camino Neocatecumenal para subrayar la abundancia de frutos de radicalismo
evangélico y de extraordinario impulso misionero que produce en la vida de
los fieles laicos, en las familias y en las comunidades parroquiales, y la
riqueza de vocaciones suscitadas a la vida sacerdotal y religiosa,
revelándose como un "itinerario de formación católica, válida para la
sociedad y para los tiempos actuales" (AAS 82 [1990] 1513-1515).
En la audiencia concedida a los iniciadores y a los responsables de las
comunidades neocatecumenales esparcidas por el mundo, el 24 de enero de
1997, con ocasión de la conmemoración de los treinta años de vida del
Camino, el Santo Padre había solicitado expresamente la elaboración de los
Estatutos, "un paso muy importante, que abre la senda hacia su formal
reconocimiento jurídico por parte de la Iglesia, dándoos una garantía
ulterior de la autenticidad de vuestro carisma" (L'Osservatore Romano,
edición en lengua española, 7 de febrero de 1997, p. 8). Desde ese momento,
los iniciadores, acompañados por el Consejo pontificio para los laicos,
comenzaron el proceso de elaboración de los Estatutos para reglamentar la
praxis y la inserción del Camino Neocatecumenal en el entramado eclesial.
El 5 de abril de 2001, con carta autógrafa dirigida al cardenal James
Francis Stafford, presidente del Consejo pontificio para los laicos, el Sumo
Pontífice, reafirmando dicha exigencia, confirmaba nuevamente la competencia
de este dicasterio en la aprobación de los Estatutos del Camino
Neocatecumenal y encomendaba a su solicitud el acompañamiento futuro del
mismo (cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 27 de abril de
2001, p. 2).
Por tanto:
Teniendo en cuenta los numerosos frutos espirituales aportados a la nueva
evangelización por la praxis del Camino Neocatecumenal -acogido y valorado
en sus más de treinta años de vida en muchas Iglesias locales-, señalados al
Consejo pontificio para los laicos por numerosas cartas de recomendación de
cardenales, patriarcas y obispos;
Después de un atento examen del texto de los Estatutos, fruto de un
laborioso proceso de colaboración entre los iniciadores del Camino
neocatecumenal y el Consejo pontificio para los laicos, que ha contado con
la contribución dada en el ámbito de sus competencias respectivas por
diversos dicasterios de la Curia romana;
Vista la instancia presentada a este dicasterio con fecha 5 de abril de 2002
por el señor Francisco (Kiko) Argüello, por la señorita Carmen Hernández y
por don Mario Pezzi, miembros del equipo responsable internacional del
Camino Neocatecumenal, para solicitar la aprobación de los Estatutos del
Camino Neocatecumenal;
A tenor de los artículos 131 y 133, 1 y 2, de la constitución apostólica
Pastor bonus sobre la Curia romana, el Consejo pontificio para los laicos
DECRETA
la aprobación "ad experimentum", por un período de cinco años, de los
Estatutos del Camino Neocatecumenal debidamente autenticados por el
dicasterio y depositados en copia en sus archivos, confiando en que las
normas de estos Estatutos constituyan líneas-guía firmes y seguras para la
vida del Camino y sean un apoyo importante para los pastores en su paternal
y vigilante acompañamiento de las comunidades neocatecumenales.
Dado en el Vaticano el 29 de junio de 2002, solemnidad de San Pedro y San
Pablo, apóstoles, patronos de la ciudad de Roma.
Cardenal James Francis STAFFORD
Presidente
Mons. Stanislaw RYLKO
Secretario