Bienaventurados los de puro corazón V
Una carta pastoral
Al clero, a los religiosos,
y a los laicos creyentes de la diócesis
y a todos de buena voluntad:
sobre LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA
Y LOS PELIGROS DE LA PORNOGRAFÍA
Monseñor Roberto W. Finn
Obispo de la diócesis de Kansas City
San José
21 de febrero de 2007
CONCLUSIÓN: Defender la dignidad humana y confiar en la misericordia de
Dios.
Desechemos toda obra de las tinieblas y asumamos la armadura de la luz
(Romanos 13, 12): La luz de la misericordia de Dios.
Queridos amigos, este problema de la pornografía nos afecta a todos. No
solamente ataca nuestra vida espiritual y nuestra salud moral sino la salud
de nuestra nación y la de nuestro mundo. Es una corrosión de la dignidad
humana que ésta enraizada en la imagen y la semejanza de Dios y ennoblecida
además por la encarnación. La pornografía es una lucha para muchas personas.
La prevención puede hacer mucho bien. Y la negligencia puede ser responsable
del daño para toda una vida. Los niños y los jóvenes deben ser protegidos y
pertrechados de manera que puedan manejar este y otros problemas que nos
vendrán al encuentro hoy en día.
Además, la gente necesita el mensaje positivo de la Iglesia acerca de la
sexualidad humana. La castidad nos invita a todos nosotros a amar como Dios
ama. La pureza de corazón es un sendero bendecido de discipulado. A veces
tambaleamos pero con la misericordia de Dios continuamos en el camino de la
luz, de la vida y del amor.
San Benito escribió en sus Reglas una frase corta pero profunda: "Nunca
desesperes de la misericordia de Dios"[1]. La tentación más seria que
cualquiera puede encarar es la duda de la realidad del amor y de la
misericordia de Dios. Aunque nunca podremos presumir sobre la misericordia
nunca debemos tampoco abandonar esta esperanza poderosa que nos da vida. San
Juan, el discípulo amado, en sus palabras se dirigió a las primeras iglesias
cristianas y también a nosotros.
Mis hijitos, les escribo para que no pequen. Pero si alguien peca tenemos
abogado ante del Padre, Jesucristo el justo. El es la expiación por nuestros
pecados y no solamente por los nuestros sino también por los del mundo
entero (1 Juan 2, 1-2).
Si quieren recordar solamente una frase de esta carta que sea ésta: Nunca
desesperes de la misericordia de Dios.
En Cristo y María
Monseñor Robert W. Finn
Obispo de Kansas City-San José
Miércoles de Ceniza, 21 de febrero de 2007.
APÉNDICE I-ORACIONES
ORACIÓN EN EL MOMENTO DE LA TENTACIÓN (basada en Hebreos 4, 14-16)
Señor Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, tú fuiste tentado de la misma
manera que lo somos nosotros pero nunca has pecado. Condúceme al trono de tu
gracia para recibir misericordia, favor y ayuda. Hazme consciente de tu
presencia. Fortaléceme en mis debilidades. Condúceme a través de las
tentaciones de esta vida a vivir el amor que tú compartes con el Padre y
Espíritu Santo, un solo Dios por los siglos de los siglos. Amén
ORACIÓN ANTE UNA NUEVA COMPUTADORA
Dios y Padre de amor, fuente de todo conocimiento y de todo bien, te
bendecimos por el amor que nos has mostrado a través de tu Hijo Jesucristo
quien se hizo hombre y habitó entre nosotros y que tu Espíritu Santo ha
derramado en nuestros corazones. Concédenos que esta computadora sea
utilizada en tu servicio y en toda verdad. Que sea un instrumento que sirva
para elevarnos y no rebajarnos. Que no aparezca nunca sobre esta pantalla la
pornografía ni el odio o algún otro mal. Que yo y todos aquellos que
utilizarán esta computadora lo hagamos con pureza de corazón y libres de
todo mal. Que mi trabajo con esta computadora sirva para gloria de tu nombre
y para construir tu reino. Guíanos a través de esta vida para que
compartamos el amor perfecto y el gozo que tú compartes con tu Hijo
Jesucristo nuestro Señor y con el Espíritu Santo, un solo Dios por los
siglos de los siglos. Amén.
ALMA DE CRISTO
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.
ACORDAOS
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que
ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestro
auxilio, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos acudo, oh
Madre, Virgen de las vírgenes, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me
atrevo a comparecer ante Vos. Oh madre de Dios, no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
BENDITA SEA TU PUREZA
Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea, en
tan graciosa belleza. A Ti celestial princesa, Virgen Sagrada María, te
ofrezco en este día, alma vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes,
Madre mía. Amén.
BAJO TU AMPARO
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desprecies nuestras
súplicas en las necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, oh Virgen
gloriosa y bendita. Amén.
DE LAS LETANÍAS DE SAN JOSÉ
San José, casto y justo. Ruega por nosotros
San José, fuerte y valiente...
San José, obediente y fiel...
Terror de los malos espíritus...
Protector de la Iglesia...
Dios omnipotente, en tu infinita misericordia y amor has escogido a San José
como esposo de María, la madre de tu Hijo. Así como gozamos de su protección
en la tierra de la misma manera que nos ayude con su oración en el cielo.
Por Cristo nuestro Señor. Amén
ORACIÓN A SAN MIGUEL ARCÁNGEL
Arcángel San Miguel: Defiéndenos en el combate, sé nuestro amparo contra la
maldad y asechanzas del demonio. "Reprímale Dios", pedimos suplicantes y tú,
Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno, con el divino poder, a
satanás y demás espíritus malignos, que vagan por el mundo para la perdición
de las almas. Amen.
[1] San Benito de Nursia, Reglas 54