Razones para creer: 2. ¿Hay diferencias entre el hombre y el animal?
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No lo parece. Nace como el
animal y, como el animal, muere. Necesita alimentarse como el animal y, como el
animal , se reproduce.
Sin embargo, los sabios han
subrayado, desde la más alta antigüedad, los rasgos distintivos que separan al
hombre del resto de los animales. La capacidad de su cráneo, su postura
erguida, la articulación del índice con
el resto de la mano, son características al servicio de cierto poder que le
permite confeccionar útiles: de burda
factura al principio, que se afinan y pulen con el tiempo. Más aún,
inventa utensilios para fabricar otras
herramientas que le faciliten su trabajo.
El fuego, terror de la
naturaleza, sólo ha sido dominado por el hombre y puesto a su servicio. Pero no
le ha sido suficiente la utilidad, también
ha buscado la belleza. Es admirable la sobriedad y el vigor de las pinturas
rupestres de Altamira o las curiosas alineaciones de men-hires de Bretaña.
Sólo él entierra a sus muertos,
afirmando así de algún modo, en el culto a los que le precedieron, que no todo
acaba con la muerte y que existe otra vida.
«Una interesante experiencia
permite poner al día la diferencia entre el instinto del animal y la
inteligencia. Cuando la abeja elabora
el tapón de cera del alveolo, sabe con precisión resolver los problemas que van
surgiendo en su labor; pero si perforamos el fondo del alveolo, la abeja
continua incansable depositando miel en él. Una hora antes, en pleno proceso de
construcción, su instinto le hubiera permitido resolver el problema pero ahora
no.
«Toda la diferencia entre instinto e inteligencia esá ahí. El hombre sabe lo que hace y porque lo hace» ( J. Loew).
• «¿Qué es el hombre, para darle poder?...Le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies» (Sal 8,5.7).