Doce desafíos de la Iglesia latinoamericana según Juan Pablo II
Expuestos en los discursos a los obispos latinoamericanos en «visita ad
limina»
CIUDAD DEL VATICANO, 24 julio 2003 -
¿Cuáles son los desafíos que tiene que afrontar la Iglesia católica, y en
particular sus obispos, en estos convulsos inicios de siglo? El mismo Juan
Pablo II ha respondido a esta pregunta al recibir a los obispos de América
Latina entre marzo de 2001 y febrero de 2003.
Al final de los encuentros que los prelados mantuvieron con el Papa y
exponentes de la Curia Romana en su quinquenal visita «ad liminal
apostolorum», el pontífice entregó una serie de discursos a los obispos
separados en grupos en los que fue analizando la situación de la Iglesia
católica en estos momentos.
Si bien los análisis del obispo de Roma se referían de manera particular la
vida de los católicos latinoamericanos --que constituyen casi la mitad de los
católicos del mundo--, la visión que en ellos ofrece afecta a la Iglesia
universal.
En una intervención pronunciada ante la asamblea plenaria de la Comisión
Pontificia para América Latina, celebrada del 24 al 27 de marzo de 2003 en el
Vaticano, el arzobispo Leonardo Sandri, sustituto para los Asuntos Generales
de la Secretaría de Estado del Vaticano, presentó a los cardenales y obispos
presentes una síntesis de estos retos, tal y como los expuso el Papa.
Zenit presenta a continuación los doce desafíos expuestos por el Santo Padre.
Los textos entre comillas están tomados literalmente de la conferencia de
monseñor Sandri.
1. Anuncio de Jesucristo
El primer desafío es «anunciar a Jesucristo para acrecentar la fe de los
fieles y hacer que madure en ellos las enseñanzas del Evangelio, transmitiendo
el mensaje de Cristo en toda su integridad y belleza, sin dejar de lado sus
exigencias». Esta misión debe llevarse «a cabo mediante la predicación de la
Palabra de Dios, la celebración de los sacramentos y el fomento de la
caridad».
Esto significa presentar «ante todo la persona y misión de Cristo, único
mediador entre Dios y los hombres». «El anuncio de Jesucristo debe ser claro y
preciso, explícito y profético».
2. Comunión
«Sólo si es claramente perceptible una profunda convivencia unidad de los
pastores entre sí y con el sucesor de Pedro, como también de los obispos con
sus sacerdotes, se podrá dar una respuesta creíble a los desafíos que
provienen del actual contexto social y cultural», explicó monseñor Sandri
citando intervenciones del Papa.
Esto implica, añadió, «la conservación del depósito de la fe en su pureza e
integridad y la unidad de todo el Colegio de los obispos bajo la autoridad del
sucesor de Pedro».
3. Sacerdotes
Es «particularmente urgente una figura de pastor que no sólo atiende a los
fieles cercanos, sino que incansablemente va en busca de los desorientados y
alejados».
Para ello, ante todo, el Santo Padre insistió en la necesidad de que los
obispos mantengan con los sacerdotes una relación «de cercanía». «Una gran
desilusión, especialmente entre el clero joven, es no percibir la estima del
obispo».
El Papa insistió asimismo en la «formación permanente humana, espiritual,
intelectual y pastoral»: «se trata de que [los sacerdotes] aparezcan siempre
dotados de una sólida espiritualidad, imitando a Cristo, Buen Pastor, y con un
bagaje intelectual que les haga cada día más idóneos para transmitir el
mensaje evangélico a los hombres y mujeres de hoy».
4. Personas consagradas
«Los pastores de la Iglesia no sólo han de promover las vocaciones al clero
diocesano, más estrechamente vinculado a su misión, sino también a la vida
consagrada, así como velar para que se respete la identidad de cada instituto,
fomentando así mismo entre los fieles la estima por la vida religiosa».
Por su parte, los religiosos deben «mantener la comunión y el diálogo con los
otros componentes del Pueblo de Dios, y en primer lugar con los mismos
obispos. Deben, además, distinguirse por un especial acatamiento y obediencia
a los pastores de la Iglesia y a las directrices de la Sede Apostólica».
5. Seminarios
Los seminaristas «deben ser recibidos, sentirse amados y ser convenientemente
atendidos en los seminarios y casas de formación mediante un proceso que ayude
a desarrollar la vocación y puedan un día ser servidores de Dios en beneficio
de los fieles y de tantos hermanos necesitados».
Esto exige, por tanto, una adecuada «selección de los formadores» de los
seminarios. Al mismo tiempo, «la escasez de sacerdotes no justifica que se
haga una debida y exigente selección de los candidatos, ni que disminuya el
nivel intelectual que se les ha de exigir».
6. Pastoral vocacional
«La promoción de las vocaciones sacerdotales es tarea de todo el pueblo de
Dios y nadie debe sentirse excluido de este compromiso».
Para alcanzar este objetivo, el Papa propone varias estrategias. Las tres
decisivas son: «contar con familias sanas, estables, fundadas en los
verdaderos valores»; «servirse de organizaciones de tipo parroquial, escolar o
vinculadas a los movimientos apostólicos que sean capaces de ofrecer una
educación basada en la fe, y que proporcionan un ambiente propicio para la
inserción de un estilo de vida que muestre interés por los demás»; «el
testimonio de los sacerdotes y de las personas consagradas».
7. Laicos
«Es necesaria una renovada invitación a los seglares a participar en los
ámbitos que les son propios, es decir, la inspiración cristiana del orden
temporal, la defensa y promoción de los bienes de la familia y la vida, la
cultura, la economía, la política, de modo que, como ciudadanos y como hijos
de Dios y miembros de la Iglesia, asuman sus responsabilidades en estos
ámbitos según los criterios del Evangelio y la doctrina de la Iglesia».
«Los obispos han de contar con el laicado, otorgándoles la confianza que
merecen y no rehusando atribuirles encargos para los que estén capacitados».
El «florecer de movimientos y nuevas comunidades eclesiales» debe ser
considerado «como un fenómeno esperanzador que merece especial atención por
parte de los obispos».
8. Familia
El Papa constata «una crisis generalizada y radical de esta institución
fundamental». Por lo que pide afrontar varios retos:
--«La necesidad de una sólida preparación de los que van a contraer
matrimonio».
--«Impulsar las condiciones sociales, económicas y legales que mejor
salvaguarden la unidad y la estabilidad los hogares».
--Servir a la familia como «el lugar privilegiado donde se vive y transmite la
fe».
--«Hacer un discernimiento pastoral sobre las formas alternativas de unión que
hoy afectan a la institución de la familia, especialmente aquellas que
consideran como realidad familiar las simples uniones de hecho, desconociendo
el auténtico concepto del amor conyugal».
--«Promover los movimientos y asociaciones de espiritualidad matrimonial».
9. Misa dominical
«No se construye ninguna comunidad cristiana si ésta no tiene su raíz y centro
en la celebración de la sagrada Eucaristía». «Entre las numerosas actividades
que desarrolla una parroquia ninguna es tan vital o formativa para la
comunidad como la celebración dominical del día del Señor y su Eucaristía».
10. El mundo de la cultura (universidades y escuelas católicas)
«En ocasiones, la cultura que nos envuelve ni siquiera se plantea la
existencia de Dios, simplemente prescinde de Él». «Para insertar la savia
nueva del Evangelio en la sociedad contemporánea la Iglesia debe servirse
también de las Universidades y escuelas católicas».
Para ello, el Papa considera que «es necesario que las escuelas y
universidades católicas mantenga bien definida su propia identidad».
11. Situación social
La Iglesia «ha de participar en el análisis de los logros y expectativas de la
sociedad, tratando de interpretar a la luz del Evangelio los asuntos
temporales y sociales para orientar a la misma sociedad, no rehuyendo cuando
sea el caso la denuncia de la injusticia y proponiendo principios de carácter
moral que han de orientar también la actuación de la vida civil».
En esta obra la Iglesia debe «favorecer el diálogo entre las partes
interesadas en caso de conflicto» y, en concreto, ofrecer una atención
pastoral a los emigrantes.
12. La atención a los pobres, a los necesitados, a los indígenas...
Tras recordar que «amando a los pobres el cristiano imita las actitudes del
Señor», el Papa propone:
--«Mantener la voz profética frente al perpetuarse de las situaciones de
discriminación».
--«Orientar la creatividad hacia la búsqueda de medios y actividades, por
parte de todos y cada uno en la construcción de su propio porvenir».
--«La Iglesia no puede conformarse con la búsqueda de un simple bienestar o
comodidad de vida, sino que ha de promover el bien integral de la persona, el
respeto de la verdadera dignidad de cada ser humano, lo cual implica el
respeto de los derechos humanos fundamentales y del sentido de
responsabilidad, solidaridad y cooperación para construir un mundo mejor para
todos».
N.B.: Las intervenciones del Papa en su lengua original (castellano y
portugués) pueden consultarse en «Discursos del Santo Padre Juan Pablo II a
los obispos de América Latina en visita ad "Limina Apostolorum Petri et
Pauli", 2001-2003», libro editado por la Comisión Pontificia para América
Latina (pcal@latinamer.va cortesía
zenit.org)