La Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas ( Benedicto XVI 2011)
Visita del Papa a Alemania: Encuentro con los
representantes de las Iglesias ortodoxas y ortodoxas orientales. El Papa
augura que se avance hacia el Concilio panortodoxo. Insta a los ortodoxos a
seguir debatiendo sobre la cuestión del primado. Hörsaal del Seminario de
Friburgo de Brisgovia. Sábado 24 de septiembre de 2011
Eminencias, Excelencias,
Venerables representantes de las Iglesias ortodoxas y ortodoxas orientales
Me alegra mucho que hoy estemos aquí reunidos. Les agradezco de todo corazón
su presencia y la posibilidad de este intercambio amigable. Le agradezco en
particular a usted, Metropolita Augoustinos, sus hondas palabras. Me ha
impresionado sobre todo lo que ha dicho de la Madre de Dios y los santos,
que abrazan y unen todos los siglos. En este contexto, me complace repetir
lo que he dicho en otras ocasiones: sin duda, entre las Iglesias y las
comunidades cristianas, la Ortodoxia es la más cercana teológicamente a
nosotros; católicos y ortodoxos han conservado la misma estructura de la
Iglesia de los orígenes; en este sentido, todos nosotros somos “Iglesia de
los orígenes” que, no obstante, sigue siendo presente y nueva. Por eso nos
atrevemos a esperar que no esté muy lejano el día en que podamos celebrar de
nuevo juntos la Eucaristía, aunque desde el punto de vista humano surjan
repetidamente dificultades (cf. Luz del Mundo. Una conversación con Peter
Seewald, pp. 99s).
La Iglesia católica – y yo personalmente – sigue con interés y simpatía el
desarrollo de las comunidades ortodoxas en Europa occidental, que han tenido
un notable crecimiento. Actualmente, viven en Alemania – así he oído –
aproximadamente un millón seiscientos mil cristianos ortodoxos y ortodoxos
orientales. Se han convertido en parte constitutiva de la sociedad,
contribuyendo a hacer más vivo el patrimonio de las culturas cristianas y de
la fe cristiana en Europa. Me alegra la intensificación de la colaboración
panortodoxa, que en los últimos años ha hecho progresos esenciales. La
fundación de las Conferencias Episcopales Ortodoxas – de las que usted ha
hablado –, allí donde las Iglesias Ortodoxas se encuentran en la diáspora,
es expresión de las relaciones sólidas dentro de la Ortodoxia. Me alegra que
el año pasado se haya dado en Alemania este paso. Que las experiencias que
se viven en estas Conferencias Episcopales refuercen la unión entre las
Iglesias ortodoxas y hagan avanzar los esfuerzos en favor de un concilio
panortodoxo.
Desde que era profesor en Bonn y especialmente luego, siendo Arzobispo de
Múnich y Frisinga, pude conocer y apreciar cada vez más en profundidad la
Ortodoxia por la amistad personal con representantes de las Iglesias
ortodoxas. En aquel tiempo, se inició también el trabajo de la Comisión
conjunta de la Conferencia Episcopal Alemana y de la Iglesia Ortodoxa. Desde
entonces, con sus textos dedicados a cuestiones pastorales y prácticas,
promueve la comprensión recíproca y contribuye a consolidar y desarrollar
las relaciones católico-ortodoxas en Alemania.
Es igualmente importante continuar el trabajo para aclarar las diferencias
teológicas, pues su superación es indispensable para el restablecimiento de
la unidad plena, que deseamos y por la que oramos. Sabemos que, sobre todo,
es la cuestión del primado en torno a la cual hemos de continuar, con
paciencia y humildad, los esfuerzos en el debate para su justa comprensión.
Pienso que en esto pueden darnos aún impulsos fructuosos las reflexiones
acerca del discernimiento entre la naturaleza y la forma del ejercicio del
primado que hizo el Papa Juan Pablo II en la Encíclica Ut unum sint (n. 95).
Veo también con gratitud el trabajo de la Comisión mixta internacional para
el diálogo teológico entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas
orientales. Estoy contento, veneradas Eminencias y venerables representantes
de las Iglesias Ortodoxas orientales, de encontrar con ustedes a los
representantes de las Iglesias implicadas en este diálogo. Los resultados
obtenidos hacen crecer la recíproca comprensión y el acercamiento mutuo.
En la actual tendencia de nuestro tiempo, en que son bastantes los que
quieren, por decirlo así, “liberar” de Dios a la vida pública, las Iglesias
cristianas en Alemania – entre las cuales están también los cristianos
ortodoxos y ortodoxos orientales –, fundadas en la fe en el único Dios y
Padre de todos los hombres, caminan juntas por la senda de un testimonio
pacífico para la comprensión y la comunión entre los pueblos. Al hacer esto,
no dejan de poner el milagro de la encarnación de Dios en el centro del
anuncio. Conscientes de que sobre este milagro se funda toda la dignidad de
la persona, se comprometen juntas en la protección de la vida humana desde
su concepción hasta su muerte natural. La fe en Dios, creador de la vida, y
el permanecer absolutamente fieles a la dignidad de cada persona fortalece a
los cristianos para oponerse decididamente a cualquier intervención que
manipule y seleccione la vida humana. Además, conociendo el valor del
matrimonio y de la familia, nos preocupa como cristianos, como algo
importante, proteger de toda interpretación errónea la integridad y la
singularidad del matrimonio entre un hombre y una mujer. Este compromiso
común de los cristianos, entre los que se encuentran los fieles ortodoxos y
ortodoxos orientales, ofrece una contribución valiosa a la edificación de
una sociedad que puede tener futuro, en la cual se dé el debido respeto a la
persona humana.
Al concluir, quisiera volver la mirada a María – usted nos la ha presentado
como Panaghia –, a la Hodegetria, la “guía del camino”, que es venerada
también en Occidente bajo el título de “Nuestra Señora del Camino”. La
Santísima Trinidad ha dado a María, la Virgen Madre, a la humanidad para que
Ella, con su intercesión, nos guíe a través del tiempo y nos indique el
camino hacia su cumplimiento. A Ella nos encomendamos y presentamos nuestra
petición de llegar a ser en Cristo una comunidad cada vez más íntimamente
unida, para alabanza y gloria de su Nombre. Gracias.