Iglesia Evangelizadora en los Hechos de los Apóstoles: Prólogo. 'Iglesia, sé lo que eres'
Se suele denominar a los Hechos de los Apóstoles como "Evangelio del
Espíritu Santo". Esto es verdad en parte, porque ciertamente Él es el
protagonista principal del libro de los Hechos. Sin embargo, no se habla del
Espíritu Santo en sí mismo, sino en cuanto que se derrama en la Iglesia,
actúa en ella y la impulsa a dar testimonio de Cristo hasta los confines de
la tierra. En este sentido podemos decir que el personaje "protagonista" de
los Hechos de los Apóstoles es la Iglesia; aunque -eso sí- constituida por
la efusión del Espíritu y alentada e impulsada por Él en cada momento.
Por eso hablamos de "Evangelio de la Iglesia". Sí. Hay una "Buena Noticia"
acerca de la Iglesia, de manera semejante a como hay una "Buena Noticia
acerca de Jesucristo, Hijo de Dios" (Mc 1,1). De hecho, esta parece ser una
de las intenciones -si no la intención principal- de San Lucas al escribir
el libro de los Hechos como segunda parte de su Evangelio: la Iglesia es
-por la fuerza del Espíritu Santo- prolongación de la vida y de la misión de
Jesús (tendremos ocasión de comprobar cómo muchos aspectos de la vida y la
enseñanza de Jesús en el evangelio de San Lucas aparecen en los Hechos
plasmados en la vida de las primeras comunidades cristianas).
En estas páginas intentamos recoger esa Buena Noticia acerca de la Iglesia,
tal como aparece en los Hechos de los Apóstoles. Pues los Hechos no son sólo
un libro histórico que nos relata lo que aconteció en los orígenes de la
Iglesia. Son ante todo un libro teológico que nos presenta la identidad de
la Iglesia, lo que la Iglesia es constitutivamente, aquellos rasgos sin los
cuales ya no sería la Iglesia de Jesucristo.
Pretendemos redescubrir desde las páginas de los Hechos la impresionante
riqueza y belleza del rostro de la Iglesia. Procuramos buscar las claves que
explican la enorme vitalidad y energía de las primeras comunidades. Nos
preguntamos por el secreto de su extraordinaria capacidad expansiva y de su
poder de irradiación.
No se trata de una mirada nostálgica a un pasado brillante. Se trata de una
mirada en la fe hacia el pasado para entender el presente y afrontar en la
esperanza sus retos. Estas páginas pretenden recoger los rasgos esenciales
de la Iglesia de los orígenes para que sean como un espejo en el que pueda
mirarse la Iglesia de hoy. De hecho, toda renovación en la historia de la
Iglesia ha consistido siempre, de una u otra forma, en una vuelta a sus
orígenes. El objetivo es que cada comunidad eclesial se modele de la manera
más ajustada posible a la Iglesia de los Hechos de los Apóstoles, que sea lo
que es, que exprese en su vida concreta lo que es en su ser más profundo.
Y lo haremos insistiendo en una clave: la evangelización. Primero, porque la
Iglesia primitiva fue de hecho una Iglesia evangelizadora. Segundo, porque
-como dice el Papa Pablo VI- la Iglesia "existe para evangelizar" (Evangelii
Nuntiandi,14); por tanto, la Iglesia de todo tiempo y lugar debe ser ante
todo evangelizadora. Tercero, porque hoy nos encontramos ante el reto de la
nueva evangelización; como repite sin cesar Juan Pablo II, ha sonado la hora
de una época fecunda de evangelización a todos los niveles. Ahora bien, para
cumplir esta misión es absolutamente necesario que la Iglesia sea
completamente fiel a sí misma. La Iglesia sólo podrá evangelizar el mundo
contemporáneo si vuelve a ser la Iglesia de los Hechos de los Apóstoles.
(Nota.- En el texto que sigue, todas las citas en que figuren solo cifras,
sin letras, se refieren al libro de los Hechos de los Apóstoles).