Los primeros cristianos (Panorama)
Vea también: La Vida de los Primeros Cristianos
Autores varios
El Observador 816
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En busca de la Iglesia primitiva
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Algunas fuentes privilegiadas para conocer a los primeros cristianos
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Las catacumbas -
La vida de la Iglesia antigua: «Lo que es el alma para el cuerpo, eso son los
cristianos para el mundo»
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«¿Acaso ignoras mi religión? Estoy dispuesto a instruirte en ella»
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Tres oraciones antiquísimas -
Algunos símbolos del
cristianismo primitivo
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«Descubrí
que la primitiva Iglesia era la Iglesia católica»
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«Antes
enfrentaron el paganismo; ahora, el neopaganismo»
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«Hay que
difundir el ejemplo de los primeros cristianos»
Introducción
Es verdad. En el cristianismo el tiempo no tiene ninguna importancia. Jesucristo
es el mismo hoy, mañana, ayer y siempre. Sin embargo, vale la pena voltear al
pasado, a la primera Iglesia, para valorar nuestro ADN, nuestro código íntimo,
impreso en la fe que profesamos, por Jaime Septién
A fines del siglo II de nuestra era, un tal Diogneto preguntó –con sana
curiosidad— qué era eso de los cristianos. El autor anónimo de la respuesta –el
autor del inmortal Discurso a Diogneto— le dijo muchas cosas, pero, sobre todo,
le dijo lo que eran (y lo que debemos ser) los hijos de Jesucristo:
Los cristianos, en efecto, no se distinguen de los demás hombres ni por su
tierra ni por su habla ni por sus costumbres. (…) Habitan sus propias patrias,
pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos y todo lo soportan
como extranjeros; toda tierra extraña es para ellos patria, y toda patria,
tierra extraña. Se casan como todos: como todos engendran hijos, pero no exponen
los que les nacen. Ponen mesa común, pero no lecho. Están en la carne, pero no
viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en
el cielo. Obedecen a las leyes establecidas; pero con su vida sobrepasan las
leyes. A todos aman y por todos son perseguidos…
Esto último es estremecedor. Nuestro ADN está en el amor contra toda presunción
del amor del mundo. Sacar la casta del cristiano tiene que ver con esa
posibilidad de amar al amigo y al enemigo; colaborar con el mundo pero sin
hundirse en el mundo. Ver al cielo no es evasión sino sentido de realidad. Es al
cielo al que pertenecemos, es a Dios al que pertenecemos, pero es con el hombre
como logramos la salvación de nuestra alma. La obediencia a las leyes es parte
de nuestra forma de peregrinar en el mundo. Pero, por encima de las leyes del
mundo, está la ley suprema del cristianismo: la ley del amor.
El Discurso a Diogneto es como nuestra acta de nacimiento. Un acta que, de
verdad, nos compromete a ser como ellos, como los primeros, Como los mártires de
Cristo que ponían mesa común, daban de comer a todos, pero no vivían según la
carne, sino según el espíritu. Nunca una religión causó tal revuelo. Y nosotros,
que a veces nos sentimos descobijados…
En busca de la Iglesia primitiva
Cuando en el siglo XVI comenzó la creación en tropel de nuevas «iglesias», con
un credo diferente unas de otras, había, sin embargo, un punto en común: cada
una de ellas estaba convencida —como lo están las sectas de ahora— de haber
retornado al auténtico cristianismo primitivo; porque, según los promotores de
las nuevas religiones, la Iglesia original se había corrompido hasta la
apostasía total.
La secta «Testigos de Jehová», fundada en 1872, enseña a sus adeptos que ellos
son «los cristianos restaurados del primer siglo» puesto que promueven «una
religión no trinitaria, entendida por sus adherentes como una restauración del
modo de vida e ideas originales de los primeros cristianos del siglo I» (Libro
«Usted puede vivir para siempre en un paraíso en la Tierra», capítulo 23). Es
decir, según ellos, la creencia en la Santísima Trinidad (Dios en tres Personas
distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo) era totalmente ajena a la fe de los
primeros cristianos.
En algunas de las sectas autodenominadas «Iglesias de Cristo», cuyo origen se
remonta al año 1804, bajo el argumento de «restaurar la Iglesia del Nuevo
Testamento», hay el convencimiento de que los verdaderos cristianos no usan
instrumentos musicales en sus reuniones de culto, sino que cantan a capella. «La
razón es ésta —explican en una de sus páginas web—: deseamos adorar a Dios en
conformidad con el Nuevo Testamento.
El Nuevo Testamento no incluye la adoración con instrumentos musicales... Si los
usáramos, estaríamos haciendo algo que el Nuevo Testamento no autoriza». Aunque
no pueden probar de ningun modo que el Nuevo Testamento «desautoriza» el uso de
intrumentos musicales, estos protestantes creen que acciones como éstas eran
vitales en la Iglesia primitiva. Además, dicen que hay que basar la fe sólo en
la Biblia: «El retorno a la Biblia no significa el establecimiento de otra
denominación, sino el retorno a la Iglesia original». Al parecer ignoran que la
Iglesia existe desde antes de que fueran concluidas las Sagradas Escrituras, y
que, por tanto, la fe en Cristo se transmitía oralmente, no con la lectura del
libro santo.
La «Iglesia Adventista del Séptimo Día», fundada en 1863, asegura que, «en años
sucesivos, estudiando la Biblia, resurgieron doctrinas que aunque eran seguidas
por la Iglesia primitiva, habían quedado olvidadas. Entre ellas se encuentra la
observancia del sábado, que constituye una de las señas de identidad de la
Iglesia Adventista del Séptimo Día». Así, los adventistas están convencidos de
ser la primitiva Iglesia porque ellos guardan el sábado en lugar del domingo.
Según la «Iglesia Anglicana», ella «mantiene el orden histórico y proclama la fe
de nuestro Señor Jesucristo tal... como la sostuvo la Iglesia primitiva».
Y las «Iglesias Bautistas», originadas en 1644, dicen de sí mismas: «El esfuerzo
de los bautistas por conformarse a los principios de Cristo Jesús, sin la
imposición de la tradición ni los agregados históricos, es lo que hace reclamar
su linaje como cristianos desde tiempo del Nuevo Testamento... Los bautistas hoy
en día todavía creen, enseñan, predican y practican las mismas verdades que han
sido creídas, enseñadas, predicadas y practicadas desde hace casi dos mil años.
Un bautista no pretende ser el único que mantiene alguna verdad, pero es uno que
sinceramente cree que la iglesia bautista es la iglesia local más cercana a la
enseñanza bíblica acerca de lo que una iglesia neotestamentaria debe creer y
practicar».
En fin, estos pocos ejemplos muestran cómo la llamada «reforma» protestante y
todo lo que siguió a ella ha sido un conjunto de pretendidos intentos por
«restaurar» la cristiandad según el patrón de la Iglesia primitiva. Pero al
final sólo queda contradicción y caos. ¿La razón? Cada secta tiene su particular
idea de lo que era la Iglesia primitiva, y así acaban por contradecirse unas a
otras.
Pero en lo que hay unanimidad en todo el gran conjunto de estas religiones es en
la idea de que la Iglesia primitiva acabó por caer en la apostasía total,
surgiendo entonces una falsa Iglesia a la cual ellos llaman despectivamente
«Iglesia católica romana». Al decir esto han olvidado la promesa divina: «Tú
eres Roca [Pedro], y sobre esta Roca edificaré mi Iglesia, y los poderes del
Hades [de la muerte] no la podrán vencer» (Mt 16, 18). La Iglesia, porque Jesús
lo afirma así, no pudo haber alcanzado tal apostasía, porque ello implicaría la
pérdida de la fe y, por tanto, su muerte, su fin.
Entonces, si la Iglesia primitiva no desapareció, ¿dónde se encuentra ahora? ¿En
cual de las al menos 40 mil religiones que hoy existen subyace la fe de los
primeros cristianos? Investigando en las fuentes originales (enseñanzas de los
Padres Apostólicos, actas de los mártires, catacumbas, arte paloecristiano,
descubrimientos arqueológicos, etc.) es posible descubrirlo.
Diana. R. García B.
Algunas fuentes privilegiadas para conocer a los primeros cristianos
Los primeros escritos del cristianismo
1. El Nuevo Testamento.-
Compuesto de 27 libros, fue escrito básicamente en la segunda mitad del siglo I.
El último de sus libros, el Apocalipsis, es de finales del siglo I o de
principios del siglo II.
2. Los escritos de los Padres Apostólicos.-
La más venerable literatura cristiana está integrada por un grupo de escritores
en lengua griega, de los siglos I y II, a los que se conoce con el nombre de
«Padres Apostólicos», los cuales fueron discípulos directos de los Apóstoles. La
antigüedad de estos escritos es tal que algunos de ellos son anteriores al
Evangelio según san Juan. Se trata de textos de índole pastoral y están
dirigidos a un público cristiano. El más notable de todos es la Didaché o
Doctrina de los Doce Apóstoles, el más viejo tratado de disciplina eclesiástica
en la historia del cristianismo. También destacan la Carta de san Clemente a los
Corintios, las siete cartas escritas por san Ignacio de Antioquía a otras tantas
iglesias durante su viaje hacia Roma, la epístola de san Policarpo de Esmirna y
el «Pastor», de Hermas.
3. Las actas de los mártires.-
La literatura martirial cuenta con no pocos documentos con todas las garantías
de la más estricta veracidad. Muchos martirios fueron precedidos por un proceso
judicial, en el cual los notarios levantaban acta de los interrogatorios de los
magistrados, las respuestas de los mártires y la sentencia que les condenaba a
morir. Los cristianos conseguían a veces copias literales de estas actas, como
ocurrió con el proceso de san Justino, celebrado en Roma (año 165), o el de san
Cipriano, ocurrido en Cartago (año 258).
4. La literatura apologética.-
En el siglo II apareció un nuevo género literario, exponente de las luchas que
hubieron de sostener los cristianos con enemigos de dentro y de fuera. La
defensa de la fe contra la herejía dio lugar a la composición de buen número de
escritos, entre los cuales destaca el tratado Contra las herejías, de san Ireneo
de Lyon, en donde presenta a la Iglesia en Roma con una primacía sobre todas las
demás comunidades eclesiásticas; el Diálogo con Trifón, escrito por el mártir
san Justino hacia el año 150, y la Epístola a Diogneto, la apología presentada
por Cuadrato al emperador Adriano.
La literatura apologética tenía como objetivo primordial la vindicación de la
verdad cristiana y estaba dirigida a lectores ajenos a la Iglesia. En torno al
año 200 algunos escritores cristianos comenzaron a producir una literatura no
polémica: exposiciones de conjunto de la doctrina de la fe, que sirvieran para
la formación de los numerosos conversos. Ejemplo de ello fue el trabajo de
Orígenes, sucesor de Clemente de Alejandría, cuya empresa más ambiciosa fueron
las Hexaplas, versión séxtuple de la Escritura que fue destinada a obtener un
texto crítico del Antiguo Testamento.
Fuente: José Orlandis (Historia de la Iglesia, 2001)
Las catacumbas
Las catacumbas son subterráneos excavados en el suelo para organizar en ellos
los enterramientos de los muertos de los primeros cristianos en el Imperio
Romano.
¿Qué significa «catacumba»?
Desde un punto de vista etimológico, el origen de la palabra «catacumba» es
incierto. Algunas fuentes creen que viene del latín cumbo, de un verbo que,
combinado con las partículas ad, cum y de, significa «yacer» o estar acostado;
de ahí que catacumba signifique «lugar donde se está acostado».
Se empezó a llamar ad catacumbas a la cripta del cementerio de san Calixto; y en
la Edad Media, por extensión, se aplicó el nombre al conjunto de enterramientos
hechos en el subsuelo del campo romano que formaba alrededor de la ciudad una
inmensa necrópolis.
El uso que le dieron los cristianos
Estos subterráneos fueron lugar de culto, además de enterramiento, y en época de
persecuciones, lugar de protección y escondite, ya que estaban protegidos por
una ley que prohibía la entrada a los perseguidores. Era como un derecho de
asilo, pues el derecho romano tenía por sagrada e inviolable cualquier
sepultura, con independencia del credo religioso del fallecido.
El uso de las catacumbas como lugar de enterramiento cristiano fue incluso
anterior a la muerte de san Pedro.
Así son por dentro
En las catacumbas hay un trazado laberíntico de galerías llamadas criptas, la
cuales a veces se ensanchan formando una especie de cámaras poligonales llamadas
cubículos, donde se enterraba a los muertos por martirio. Es frecuente que estos
cubículos estén decorados con pinturas murales [imágenes]. Las fosas de
enterramiento excavadas en las paredes de las catacumbas podían ser de dos
tipos: rectangulares, denominadas loculi, o semicirculares, llamadas arcosolio.
Al principio las paredes no tenían ningún tipo de ornamentación, sólo tomaron
como práctica el fijar en los muros monedas y camafeos para de este modo señalar
la fecha. Sólo durante los periodos de calma, cuando se suspendían temporalmente
las persecuciones, se fueron llenando las paredes de pinturas.
Imágenes en ellas
La iconografía paleocristiana evolucionó a lo largo del tiempo. Al principio,
con fuerte influencia del helenismo, se pintaban temas del mundo animal o
vegetal con significado místico. En el siglo III predominaron las imágenes del
Antiguo como del Nuevo Testamento.
Entre la gran cantidad de cementerios subterráneos de Roma, unos 60 son
conocidos por su nombre. De entre ellos, unos toman los nombres de un santo o de
varios que fueron allí sepultados; tal es caso de los adolescentes santa Inés y
san Pancracio. Al conclir las persecuciones, muchos de esos cementerios se
convirtieron en santuarios o en lugares de peregrinación.
Fuente: Esacademic.com
La vida de la Iglesia antigua: «Lo que es el alma para el cuerpo, eso son los
cristianos para el mundo»
Los cristianos primeros se sabían diferentes del resto de la humanidad, pero se
consideraban parte de su mismo mundo: «Lo que es el alma para el cuerpo, eso son
los cristianos en el mundo.
«Los cristianos no se diferencian ni por el país donde habitan, ni por la lengua
que hablan, ni por el modo de vestir. No se aíslan en sus ciudades, ni emplean
lenguajes particulares: la misma vida que llevan no tiene nada de extraño. Su
doctrina no nace de disquisiciones de intelectuales ni tampoco siguen, como
hacen tantos, un sistema filosófico, fruto del pensamiento humano. Viven en
ciudades griegas o extranjeras, según los casos, y se adaptan a las tradiciones
locales lo mismo en el vestir que en el comer, y dan testimonio en las cosas de
cada día de una forma de vivir que, según el parecer de todos, tiene algo de
extraordinario», dice la Carta a Diogneto, del siglo II-III, escrita por autor
desconocido.
Cumplían las leyes
«Yo honraré al emperador, pero no lo adoraré; rezaré, sin embargo, por él. Yo
adoro al Dios verdadero y único por quien sé que el soberano fue hecho. Y
entonces podrías preguntarme: ¿Y por qué, pues, no adoras al emperador? El
emperador, por su naturaleza, debe ser honrado con legítima deferencia, no
adorado. Él no es Dios, sino un hombre a quien Dios ha puesto no para que sea
adorado, sino para que ejerza la justicia en la Tierra. El gobierno del Estado
le ha sido confiado de algún modo por Dios. Y así como el emperador no puede
tolerar que su título sea llevado por cuantos le están subordinados —nadie, en
efecto, puede ser llamado emperador—, de la misma manera nadie puede ser adorado
excepto Dios. El soberano, por lo tanto, debe ser honrado con sentimientos de
reverencia; hay que prestarle obediencia y rezar por él. Así se cumple la
voluntad de Dios» (San Teófilo de Antioquía, siglo II) .
Llevaban una vida honesta
«Se nos acusa de ser improductivos en las varias formas de actividad. Pero,
¿cómo se puede decir esto de hombres que viven con vosotros, que comen como
vosotros, que visten los mismos trajes, que siguen el mismo género de vida y
tienen las mismas necesidades de vida?
«Nosotros acordamos dar gracias a Dios, Señor y creador, y no rehusamos ningún
fruto de su obra. Usamos las cosas con moderación, no en forma descomedida o
mala. Convivimos con vosotros y frecuentamos el foro, el mercado, los baños, las
tiendas los talleres, los establos, participando en todas las actividades.
«Navegamos también juntamente con vosotros, militamos en el ejército, cultivamos
la tierra, ejercemos el comercio, permutamos las mercaderías y ponemos en venta,
para uso vuestro, el fruto de nuestro trabajo. Yo sinceramente no entiendo cómo
podemos parecer improductivos para vuestros asuntos, cuando vivimos con vosotros
y de vosotros.
«Sí, hay gente que tiene motivo para quejarse de los cristianos, porque no puede
comerciar con ellos, son los protectores de prostitutas, los rufianes y sus
cómplices; les siguen los criminales, los envenenadores, los encantadores, los
adivinos, los hechiceros, los astrólogos... En las cárceles vosotros no
encuentráis nunca a un cristiano, a no ser que esté ahí por motivos religiosos.
Nosotros hemos aprendido de Dios a vivir en la honestidad» (Tertuliano, siglo II-III,
El Apologético).
Buscaban ser santos en todo
«Socorren a quienes los ofenden, haciendo que se vuelvan amigos suyos; hacen
bien a los enemigos. No adoran dioses extranjeros; son dulces, buenos,
pudorosos, sinceros y se aman entre sí; no desprecian a la viuda; salvan al
huérfano; el que posee da, sin esperar nada a cambio, al que no posee. Cuando
ven forasteros, los hacen entrar en casa y se gozan de ello, reconociendo en
ellos verdaderos hermanos, ya que así llaman no a los que lo son según la carne,
sino a los que lo son según el alma. Cuando muere un pobre, si se enteran,
contribuyen a sus funerales según los recursos que tengan; si vienen a saber que
algunos son perseguidos o encarcelados o condenados por el nombre de Cristo,
ponen en común sus limosnas y les envían aquello que necesitan, y si pueden, los
liberan» (Arístides, siglo II, La Apología).
Perseguidos por todos
«Se casan como todos, tienen hijos, pero no abandonan a sus recién nacidos.
Tienen en común la mesa, pero no la cama. Están en la carne, pero no viven según
la carne. Habitan en la Tierra, pero son ciudadanos del Cielo. Obedecen a las
leyes del Estado, pero, con su vida, van más allá de la ley. Aman a todos y son
perseguidos por todos. No son conocidos, pero todos los condenan. Son matados,
pero siguen viviendo. Son pobres, pero hacen ricos a muchos. No tienen nada,
pero abundan en todo. Son despreciados, pero en el desprecio encuentran gloria
ante Dios» (Carta a Diogneto).
Fuente: www.primeroscristianos.com
«¿Acaso ignoras mi religión? Estoy dispuesto a instruirte en ella»
En el año 155 después de Cristo, san Policarpo, un hombre que era cristiano
desde el año 69, es decir, desde la época de los Apóstoles, fue apresado,
juzgado y sentenciado a muerte a causa de su fe. Durante el proceso, el santo y
anciano obispo de 86 años declaró ante el procónsul (su juez): «¿Acaso ignoras
mi religión? Te he dicho públicamente que soy cristiano, y por más que te
enfurezcas, yo soy feliz. Si deseas saber qué doctrina es ésta, dame un día de
plazo, pues estoy dispuesto a instruirte en ella si tú lo estás para
escucharme». Aquí presentamos brevemente sólo algunos elementos propios de la
religión de los primeros cristianos, mismos que san Policarpo no pudo anunciar
al procónsul porque éste rechazó su ofrecimiento.
VENERABAN A LA VIRGEN MARÍA Y LE DIRIGÍAN PLEGARIAS
Las imágenes más antiguas de la Virgen María hasta ahora encontradas son del
siglo II, y están en las catacumbas de santa Priscila, en Roma; una tiene a la
Virgen con el Niño y un profeta; otra representa a la Anunciación, y una más a
la Epifanía.
En las catacumbas de San Pedro y San Marceliano se admira también una pintura
del siglo III/IV que representa a María en medio de san Pedro y san Pablo.
La liturgia eucarística incluye la mención de María al menos desde el año 225.
Una magnífica muestra del culto mariano en la Iglesia primitiva es la oración
Sub tuum praesidium (Bajo tu amparo nos acogemos), de mediados del siglo III, en
la la que se acude a la intercesión de María, y que actualmente se sigue rezando
con muy leves modificaciones:
CREÍAN EN LA SANTÍSIMA TRINIDAD
La Didaché, texto eclesiástico del siglo I, dice que al bautizar se debe hacer
«en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo».
El diácono Euplus, que murió mártir en el año 304, escribió una oración que,
entre otras cosas, dice: «Adoro al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Adoro a
la Santísima Trinidad; no hay otro Dios que ella».
GUARDABAN EL DOMINGO, Y NO EL SÁBADO
«Nosotros guardamos el octavo día [domingo] con regocijo, el mismo día en el
cual Jesús se levantó de los muertos» (Epístola de Bernabé, año74). «Aquellos
que han sido enseñados en el orden antiguo de las cosas han venido a la posesión
de la nueva esperanza, ya no más observando el Sabbath, sino viviendo en la
observancia del día del Señor» (San Ignacio de Antioquía, Epístola a los
Magnesios, año 107). «El domingo es el día en el cual nosotros mantenemos
nuestra asamblea común, porque es el primer día de la semana y el día en que
nuestro salvador Jesús, en ese mismo día, se levantó de los muertos. (Primera
apología de san Justino, año 150)
EL BAUTISMO ERA PARA PERDÓN DE LOS PECADOS, Y LO ADMINISTRABAN
POR INMERSIÓN O DERRAMANDO AGUA SOBRE LA CABEZA
«En cuanto al Bautismo, ... bautizad en el agua viva... Si no pudiere ser en el
agua viva, puedes utilizar otra; si no pudieres hacerlo con agua fría, puedes
servirte de agua caliente; si no tuvieres a mano ni una ni otra, echa tres veces
agua sobre la cabeza...» (Didaché).
«El Espíritu Santo se recibe por el Bautismo». «En el Bautismo de agua se recibe
la remisión de pecados» (San Cipriano, año 250)
SU EUCARISTÍA ERA VERDADERO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO
San Ignacio de Antioquia, mártir hacia el año110, en su Carta a los Emirneos
dice que «la Eucaristía es la carne de nuestro Salvador Jesucristo, la que
padeció por nuestros pecados».
San Justino (mártir en el año 165) explica en su Primera apología: «Este
alimento se llama entre nosotros Eucaristía, del cual a ningún otro es lícito
participar, sino al que cree que nuestra doctrina es verdadera, y que ha sido
purificado con el Bautismo para perdón de pecados... y que vive como Cristo
enseñó. Porque estas cosas no las tomamos como pan ordinario ni bebida
ordinaria, sino que... es la carne y la sangre de aquel Jesús que se encarnó».
San Tarsicio, acólito romano de 12 años de edad, murió apedreado para que no
fuera profanado el Pan Eucarístico que llevaba a los cristianos encarcelados,
pues él no creía que fuera sólo un «símbolo» sino verdadero Cuerpo de Cristo.
LA IGLESIA PRIMITIVA ERA APACENTADA POR OBISPOS Y PRESBÍTEROS
En el Acta del martirio de san Cipriano (año 258), dice el santo al procónsul:
«Yo soy cristiano y obispo». El imperio romano ya estaba al tanto de la
organización de la Iglesia, puesto que el procónsul le dice a san Cipriano
durante el juicio: «Los emperadores no se han dignado sólo escribirme acerca de
los obispos, sino también sobre los presbíteros. Quiero, pues, saber de ti
quiénes son los presbíteros que residen en esta ciudad».
Tres oraciones antiquísimas
La Iglesia primitiva dirigía su culto a Dios principalmente a través de la
liturgia, aunque oraba en todo tiempo, no sólo durante la Eucaristía. Se han
logrado conservar muchas de estas oraciones que plasmaron en papiros, en vasijas
y en piedra. Aquí hay tres de ellas, que recuerdan claramente las que se rezan
hoy:
HIMNO A A LA VIRGEN MARÍA
Ave María, llena eres de gracia,
el Señor es contigo, así como el Espíritu Santo.
Los sacerdotes se revestirán de justicia,
y tus devotos exultarán de gozo.
A causa de David, tu siervo, Señor,
salva a tu pueblo, Señor, y bendice tu heredad.
A la gloriosa Virgen, salve, llena de gracia.
El Señor es contigo y bendita eres entre las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre:
tú has concebido a Cristo, Hijo de Dios,
el redentor de nuestras almas.
DOXOLOGÍA
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
¡oh Dios, santo inmortal y fuerte!,
ten piedad de nosotros, sálvanos.
¡Aleluya, aleluya, aleluya!
HIMNO DEL GLORIA
¡Benevolencia para los hombres!
Te alabamos, te bendecimos, te adoramos,
te glorificamos, te damos gracias
por tu magna gloria.
¡Oh Señor, Rey celeste, Dios todopoderoso,
Señor, Hijo único, Jesucristo, y Espíritu Santo!
¡Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre,
que quitas los pecados del mundo,
ten piedad de nosotros!
Sí, sólo Tú eres santo, sólo Tú eres Señor,
¡oh Jesucristo!, por la gloria de Dios Padre.
Amén.
La paloma, el ancla, el pez....
Algunos símbolos del
cristianismo primitivo
Desde sus inicios la Iglesia fue perseguida, por eso tuvo que valerse de
símbolos no sólo como sello de identidad —que sólo comprendían los iniciados—
sino como verdaderos elementos de evangelización. Así nació el arte
paleocristiano, aunque en un principio fue exageradamente simple y conciso,
ornamentalmente paupérrimo; mas con el tiempo se fue perfeccionando.
Las primeras imágenes claramente cristianas aparecieron a finales del siglo II y
principios del III: representaciones de Jesucristo, pasajes del Evangelio, etc.
Pero durante el siglo y medio anterior la Iglesia no se arriesgó a levantar
sospechas, así que echó mano de imágenes de la mitología pagana dándoles una
nueva significación; por ejemplo, el pájaro de Venus pasó a significar la paloma
de Noé, la historia de Eros y Psiqué se utilizó para representar la unión del
alma con Dios, y para simbolizar la parábola del Buen Pastor se acudió a las
figuras griegas del crióforo de manera que Cristo quedó representado como un
muchacho sin barba, con túnica corta y llevando la oveja perdida.
Éstos son algunos de los símbolos más populares del cristianismo primitivo:
La paloma
Simboliza el alma en la paz divina, y también al Espíritu Santo.
El ave fénix
El ave fénix, ave mítica de Arabia que, según creían los antiguos, renacía de
sus cenizas después de un largo período, se convirtió para los cristianos en
símbolo de la resurrección.
El pavo real
Para los paganos simbolizaba lo incorruptible, pero para los cristianos vino a
representar la eternidad.
El ancla
Representa la salvación eterna, es el alma que ha alcanzado felizmente el puerto
de la eternidad.
En las catacumbas romanas con frecuencia aparece el ancla convertida en cruz.
También suele representarse con dos peces.
El pez
En griego «pez» se dice «ictus» y con mayúsculas se escribe ICqUS. Puestas en
vertical, estas letras forman un acróstico: Iesús Xristós, Theú Yiós, Sotér, es
decir: «Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador». Así, el símbolo del pez viene a ser
una profesión de fe abreviada.
El crismón
Es un anagrama formado por dos letras griegas mayúsculas superpuestas: la ji (X)
y la rho (P), las cuales corresponden a las dos primeras letras griegas de la
palabra «Cristo». A veces a los lados se insertan la primera y la última letra
del alfabeto griego, el alfa y la omega, para significar que Cristo es el
principio y el fin de todo lo creado.
Probablemente la representación más antigua del crismón no llevaba la «P» sino
la «I» de Iesus.
«Descubrí que la primitiva Iglesia era la Iglesia católica»
Gary Allan L., ex ministro metodista
Hijo de un matrimonio mixto entre madre católica italiana y padre luterano, fue
bautizado y educado como católico. Pero de joven, al leer a Marín Lutero, acabó
por abandonar la Iglesia católica y abrazar el protestantismo. Pasó por una
congregación de corte menonita y por las «Asambleas de Dios» antes de ingresar
en la «Iglesia Metodista», en la cual quiso ser pastor. En el seminario
metodista «me enteré de que la Iglesia primitiva era una Iglesia litúrgica, con
tradiciones que vienen de los Apóstoles. ¡Y que ésta era la Iglesia católica, en
la que yo había crecido!
«Yo no era el mismo después de esto. Empecé a leer, incluso a devorar los
escritos de los Padres de la Iglesia. Como ex-católico, mi situación era muy
difícil porque toda la enseñanza católica que había rechazado como ‘error’
rápidamente resultó que tenía sentido, y no sólo teológicamente, sino que era
muy sólida en sus fundamentos bíblicos».
A pesar de todo, él continuó con su carrera y fue ordenado ministro en la
Iglesia Metodista Unida, donde ejerció algunos años. Finalmente, se incorporó a
la Iglesia católica en 2005.
Extractado de www.chnetwork.org
Scott Hahn, ex ministro presbiteriano
«Creía que la Iglesia católica era el enemigo del verdadero cristianismo. Yo
estaba enamorado de la Biblia y ésa era mi perdición como protestante. Pero mi
estudio bíblico me llevó a los Padres de la Iglesia, que eran profundos
intérpretes de la Biblia. Lo que encontré en los Padres era una Iglesia que
correspondía perfectamente con la religión bíblica, pero que se parecía mucho a
la Iglesia católica. Yo quería estar allí con los Apóstoles, los Padres, los
mártires y los santos».
Extractado de www.earlychristians.org
Gregory Amarante, EX líder de una «Iglesia Bíblica Independiente»
De niño fue católico, pero a los 15 años se alejó y se convirtió en protestante
evangélico, hasta ser parte del equipo de líderes de su secta.
«Hace unos años regresé a mi ciudad natal en Danville, Pennsylvania,
completamente adoctrinado en la teología protestante evangélica. Comencé a
trabajar para un hombre que era un católico devoto. Como a menudo almorzábamos
juntos, lo traté de convertir. Durante estos debates, mi amigo católico me llevó
a los Padres de la Iglesia primitiva y comencé a leer escritos cristianos de los
primeros siglos. ¡Y descubrí que estos Padres eran católicos! Estaba fuera de
mí. Había tantas cosas que yo había asumido acerca de la Iglesia primitiva...,
pero todo se vino abajo con cada frase que iba leyendo. Hecho un torrente de
lágrimas, comencé mi retorno a la Iglesia que es Una, Santa, Católica y
Apostólica».
Extractado de www.chnetwork.org
Duglas Bogart, Ex-misionero evangélico en Guatemala
«Mi sueño era ser misionero, y en mi Iglesia evangélica de Phoenix, Arizona, me
dieron la oportunidad de serlo con mi esposa. Sin embargo, con el tiempo, sin
darme cuenta, Dios me fue guiando hacia su Iglesia. Leí muchos libros de
teología, de historia, y de testimonios. Estudié el Catecismo con la Biblia. Leí
los escritos de los Padres de la Iglesia y descubrí que la Iglesia primitiva era
mucho más católica que protestante. Terminé aceptando la verdad y ahora soy
católico».
Tomado de www.defiendetufe.com
Steve Wood, ex pastor de una «Iglesia interdenominacional»
Estuvo sirviendo también en la «Iglesia Evangélica ‘El Calvario’», mientras
hacía estudios en un instituto de la secta «Asambleas de Dios». Steve dice:
«Estudiando cómo era la Iglesia primitiva, me daba cuenta de que se parecía a la
Iglesia católica. Entre más estudiaba a los primeros Padres de la Iglesia y
escudriñaba la Biblia, más confusión había en mí. Para empeorar la situación, me
enteré de que dos de mis compañeros más inteligentes y más anti-católicos del
seminario evangélico también estaban pensando en hacerse católicos. Un día,
cuando estaba predicando en mi congregación, sentí que el Señor me decía: ‘Ahora
o nunca’. Si en medio de todos yo daba un paso de fe y reconocía la Verdad,
perdería mi trabajo como pastor, no podría sostener a mi familia. Había
invertido 20 años preparándome para ser un ministro protestante, y Dios me
decía: ‘¡Hazlo, ahora!’. Y lo hice. Pedí disculpas a mi congregación reunida.
Los ‘ancianos’ líderes me hostigaron. Yo les dije que ya no podía seguir
engañándome a mí mismo. Mi peregrinar hacia la Iglesia que Cristo fundó, la
católica, ya había iniciado.
Tomado de Family Life Center
«Antes
enfrentaron el paganismo; ahora, el neopaganismo»
Entrevista al P. Pedro Rodríguez, profesor de la Universidad de Navarra
Hablar de los primeros cristianos en pleno siglo XXI parece, a primera vista,
propio de una mentalidad anclada en el pasado. ¿Hasta qué punto es correcto este
planteamiento?
No lo es de ninguna manera. Los primeros cristianos tienen una extraordinaria
vigencia cultural, sobre todo a la hora de comprender el mundo en el que vivimos
y la interacción entre cristianismo y mundo contemporáneo. Cada vez es mayor el
acoso cultural y mediático, la marginación efectiva que sufre el cristianismo, y
de ahí precisamente nace la enorme actualidad de los primeros cristianos, que
vivieron una situación socio-cultural parecida.
Pero hoy nuestras opiniones se «respetan» socialmente, no somos arrojados a
los leones...
Es otra forma de acoso. Los primeros cristianos tuvieron que afrontar el
paganismo, pero nosotros tenemos que afrontar el neo-paganismo: un conjunto de
«opciones» y «ofertas» de signo materialista (o «espiritualista»), que son las
nuevas «divinidades» postmodernas. En este contexto, los cristianos de ahora «se
la juegan» como los primeros cristianos. Pero sólo si son coherentes pueden
ganar la batalla, también como los primeros cristianos.
Extractado de Primeroscristianos.com
«Hay que
difundir el ejemplo de los primeros cristianos»
Últimamente, en varios de sus artículos ha hablado de los primeros
cristianos, ¿por qué?
He ido en Roma a varios lugares muy ligados a los orígenes del cristianismo. Eso
me llevó a reflexionar. No deja de resultar chocante que esa religión, que era
tan extraña para un romano, tuviera esa capacidad de propagación en tan poco
tiempo.
¿Cree que existen similitudes entre las circunstancias en que se podrían
encontrar los cristianos de entonces y los de ahora?
Como la romana de aquella época, también nuestras sociedades han entrado en una
fase de decrepitud.
Creo que la diferencia de los cristianos de hoy respecto a los de entonces, es
que hoy forman parte del sistema, están infectados. Nos hemos amoldado mucho. Y
eso que los primeros cristianos se amoldaron mucho también, aprovechando lo que
Roma les ofrecía, para hacer algo nuevo desde dentro.
Hoy hay una cosa que ha cambiado totalmente a las sociedades: la propaganda. En
la sociedad romana el emperador podía decir lo que fuera, pero a un señor que
estaba en su pueblo, lo que dijera el emperador ni siquiera le llegaba. Hoy la
propaganda hace que las personas piensen igual, golpeando duramente a los
cristianos.
Pero también se puede usar para el bien la propaganda…
Sí, pero hoy por hoy es una herramienta del mal.
¿Considera que el ejemplo de los primeros cristianos hay que comunicarlo?
Sí, creo que hay que potenciarlo, entre otras razones, porque es una prueba de
cómo se puede transformar una realidad radicalmente
Extractado de Primeroscristianos.com