EPÍSTOLA DE BERNABÉ
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Saludo
I 1.
Salud en la paz, hijos e hijas, en el nombre del Señor que nos ha amado.
Motivo y objeto de la carta
2.
Como sean tan grandes y ricas las justificaciones de Dios para con vosotros,
yo me regocijo, sobre toda otra cosa y por todo extremo, en vuestros
bienaventurados y gloriosos espíritus, pues de Él habéis recibido la semilla
plantada en vuestras almas, el don de la gracia espiritual.
3.
Por lo cual, aun me congratulo más a mi mismo con la esperanza de salvarme,
pues verdaderamente contemplo entre vosotros cómo el Señor, que es rico en
caridad, ha derramado su Espíritu sobre vosotros. Hasta tal punto me
conmovió, estando entre vosotros, vuestra vista tan anhelada.
4.
Como quiera, pues, que estoy convencido y siento íntimamente que, habiéndoos
muchas veces dirigido mi palabra, sé que anduvo conmigo el Señor en el
camino de la justicia, y me veo también yo de todo punto forzado a amaros
más que a mi propia vida, pues gran. de es la fe y la caridad que habita en
vosotros por la esperanza de su vida;
5.
considerando, digo, que de tomarme yo algún cuidado sobre vosotros para
comunicaros alguna parte de lo mismo que yo he recibido, no ha de faltarme
la recompensa por el servicio prestado a espíritus como los vuestros, me he
apresurado a escribiros brevemente, a fin de que, juntamente con vuestra fe,
tengáis perfecto conocimiento.
Síntesis de la vida cristiana
6.
Ahora bien, tres son los decretos del Señor: la esperanza de la vida, que es
principio y fin de nuestra fe, y la justicia, que es principio y fin del
juicio; el amor de la alegría y regocijo, que son el testimonio de las obras
de la justicia.
7.
En efecto, el Dueño, por medio de sus profetas, nos dió a conocer lo pasado
y lo presente y nos anticipó las primicias del goce de lo por venir. Y pues
vemos que una tras otra se cumplen las cosas como Él las dijo, deber nuestro
es adelantar, con más generoso y levantado espíritu, en su temor.
8.
Por lo que a mí toca, no como un maestro, sino como Uno de entre vosotros,
quiero poner a vuestra consideración unos pocos puntos, por los que os
alegraréis en la presente situación.
Tiempos difíciles. Contra los sacrificios judíos
II
1.
Como quiera, pues, que los días son malos y el poder está en manos del
Activo mismo, deber nuestro es, atendiendo a nosotros mismos, inquirir las
justificaciones del Señor.
2.
Ahora bien, auxiliares de nuestra fe son el temor y la paciencia, y aliados
nuestros la largueza de alma y la continencia.
3.
Como estas virtudes estén firmes en todo lo atañedero al Señor santamente,
regocíjense con ellas la sabiduría, la inteligencia, la ciencia y el
conocimiento.
4.
En efecto, el Señor, por medio de todos sus profetas, nos ha manifestado que
no tiene necesidad ni de sacrificios ni de holocaustos ni de ofrendas,
diciendo en una ocasión:
5.
¿Qué se me da a mi de la muchedumbre de vuestros sacrificios?—dice
el Señor—. Harto estoy de vuestros holocaustos y no quiero el sebo de
vuestros corderos ni la sangre de los toros y machos cabríos, ni aun cuando
vengáis a ser vistos de mí. Porque ¿quién requirió todo eso de vuestras
manos? No quiero que volváis a pisar mi atrio. Si me trajereis la flor de la
harina, es cosa vana; vuestro incienso es para mí abominación; vuestros
novilunios y vuestros sábados no los soporto.
La ofrenda cristiana no hecha por mano de hombre
6.
Ahora bien, todo eso lo invalidó el Señor, a fin de que la nueva ley de
nuestro Señor Jesucristo, que no está sometida al yugo de la necesidad,
tenga una ofrenda no hecha por mano de hombre.
7.
Y así dice de nuevo a ellos: ¿Acaso fui yo quien mandé a vuestros padres,
cuando salían de la tierra de Egipto, que me ofrecieran holocaustos y
sacrificios?
8.
¿0 no fue más bien esto lo que les mandé, a saber: que ninguno de
vosotros guarde en su corazón rencor contra su hermano y que no amarais el
falso juramento?
9.
Debemos, por tanto, comprender, no cayendo en la insensatez, la sentencia de
la bondad de nuestro Padre, porque con nosotros habla, no queriendo que
nosotros, andando extraviados al modo de aquéllos, busquemos todavía cómo
acercarnos a Él.
10.
Ahora bien, a nos otros nos dice de esta manera: Sacrificio para Dios es
un corazón contrito; olor de suavidad al Señor, un corazón que glorifica al
que le ha plasmado.
Debemos, por ende, hermanos, andar con toda diligencia en lo que atañe a
nuestra salvación, no sea que el maligno, logrando infiltrársenos por el
error, nos arroje, como la piedra de una honda, lejos de nuestra vida.
El ayuno acepto a Dios
III
1.
Díceles, pues, otra vez acerca de estas cosas:
¿Para qué me ayunáis, de modo que hoy sólo se oyen los gritos de vuestra
voz? No es éste el ayuno que yo me escogí—dice el Señor—no al hombre que
humillo su alma.
2.
Ni aun cuando dobléis como un aro vuestro cuello y vistáis de saco y os
acostéis sobre ceniza, ni aun así lo llaméis ayuno aceptable.
3.
A nosotros, empero, nos dice: He aquí el ayuno que me elegí—dice el
Señor—: No al hombre que humilla su alma, sino: Desata toda atadura de
iniquidad, rompe las cuerdas de los contratos violentos, despacha a los
oprimidos en libertad y rasga toda escritura inicua. Rompe tu pan con los
hambrientos y, si vieres a un desnudo, vístelo; recoge en tu casa a los sin
techo; si vieres a un humilde, no le desprecies, ni te apartes de los de tu
propia sangre.
4.
Entonces tu luz romperá matinal, y tus vestidos resplandecerán rápidamente,
y la justicia caminará delante de ti, y la gloria de Dios te cubrirá.
5.
Entonces gritarás y Dios te escuchará; cuando aun estés hablando, dirá: Heme
aquí presente, a condición que quites de ti la atadura y la mano levantada y
la palabra de murmuración y des de corazón tu pan al hambriento y hayas
lástima del alma humillada.
6.
En conclusión, hermanos, mirando anticipadamente el Señor longánirne que el
pueblo que preparó en su Amado había de creer con sencillez, anticipadamente
nos lo manifestó todo, a fin de que no vayamos como prosélitos a
estrellarnos en la ley de aquéllos.
Huyamos de toda maldad, porque se acerca el fin de los tiempos
IV
1.
Así, pues, es preciso que, escudriñando muy despacio lo presente, inquiramos
las cosas que pueden salvarnos. Huyamos, por ende, de modo absoluto de todas
las obras dc la iniquidad, a fin de que jamás las obras de la iniquidad se
apoderen de nosotros y aborrezcamos el extravío del tiempo presente, a fin
de ser amados en el por venir.
2.
No demos suelta a nuestra propia alma, de suerte que tenga poder para correr
juntamente con los pecadores y los malvados, no sea que nos asemejemos a
ellos.
3.
El escándalo consumado está cerca, aquel del que está escrito, corno dice
Henoch; pues el Dueño abrevió los tiempos y los días, a fin de que se
apresure su Amado y venga a su heredad.
4.
Además, el profeta dice así: Diez reinos reinarán sobre la tierra y tras
ellos se levantará un rey pequeño que humillará de un golpe a tres reyes.
5.
Igualmente, Daniel dice sobre lo mismo: Y vi la cuarta bestia, mala y
fuerte, y más fiera que todas las otras bestias de la tierra, y cómo de ella
brotaban diez cuernos y de ellos un cuerno pequeño, como un retoño, y cómo
éste humilló de un golpe a tres de los cuernos mayores.
6.
Ahora bien, obligación nuestra es comprender.
La alianza es nuestra
Además, os ruego una cosa, como uno de vosotros que soy y que
particularmente os amo a todos más que a mi propia alma, y es que atendáis
ahora a vosotros mismos y no os asemejéis a ciertas gentes, amontonando
pecados a pecados, gentes que andan diciendo que la Alianza es de aquéllos y
nuestra. Nuestra, ciertamente; pero aquéllos la perdieron en absoluto del
modo que diré, después de haberla ya recibido Moisés.
7.
Dice, en efecto, la Escritura: Y estaba Moisés en el monte, ayunando por
espacio de cuarenta dias y de cuarenta noches, y recibió la Alianza de parte
del Señor, las tablas de piedra, escritas por el dedo de la mano del Señor.
8.
Mas, corno ellos se volvieron a los ídolos, la destruyeron. Dice, en efecto,
el Señor de esta manera: Moisés, Moisés, baja a toda prisa, pues ha
prevaricado tu pueblo, los que sacaste de la tierra de Egipto. Y Moisés
lo entendió y arrojó de sus manos las dos tablas e hízose pedazos la Alianza
de ellos, a fin de que la de su Amado, Jesús, quedara sellada en nuestro
corazón en la esperanza de su fe.
No basta poseer la Alianza: La reprobación de Israel, aviso para el pueblo
cristiano
9.
Muchas cosas quería escribiros, no como maestro, sino como dice con quien
gusta no faltar en lo que tenemos; de ahí que me apresuré a escribiros, aun
siendo escoria vuestra. Por lo tanto, atendamos a los últimos días, pues de
nada nos servirá todo el tiempo de nuestra fe, si ahora, en el tiempo inicuo
y en los escándalos que están por venir, no resistimos como conviene a hijos
de Dios, a fin de que el Negro no se nos infiltre.
10.
Huyamos de toda vanidad; odiemos absolutamente las obras del mal camino. No
viváis solitarios, replegados en vosotros mismos, como si ya estuvierais
justificados, sino, reuniéndoos en un mismo lugar, inquirid juntos lo que a
todos en común conviene.
11.
Porque dice la Escritura: ¡Ay de los prudentes para si mismos y de los
sabios ante sí mismos. Hagámonos espirituales, hagámonos templo perfecto
para Dios. En cuanto esté en nuestra mano, meditemos el temor de Dios
y luchemos por guardar sus mandamientos, a fin de regocijarnos en sus
justificaciones.
12.
El Señor juzgará al mundo sin acepción de personas: Cada uno recibirá
conforme obró. Si el hombre fue bueno, su justicia marchará delante de él;
si fuere malvado, la paga de su maldad irá también delante de él. 13.
Recordémoslo, no sea que, echándonos a descansar como llamados, nos durmamos
en nuestros pecados, y el príncipe malo, tomando poder sobre nosotros, nos
empuje lejos del reino del Señor.
14.
Además, hermanos míos, considerad este punto: cuando estáis viendo que,
después de tantos signos y prodigios sucedidos en medio de Israel y que, sin
embargo, han sido de este modo abandonados, andemos alerta, no sea que, como
está escrito, nos encontremos muchos llamados y pocos escogidos.
La Gracia de la Redención
V 1.
Porque el Señor soportó entregar su carne a la destrucción, a fin de que
fuéramos nosotros purificados por la remisión de nuestros pecados, lo que se
nos concede por la aspersión de su sangre.
2.
Acerca de esto, efectivamente, está escrito, parte que se refiere a Israel,
parte a nosotros, y dice así: Fue herido por nuestras iniquidades y
debilitado por nuestros pecados: Con su llaga fuimos nosotros sanados. Fue
conducido como oveja al matadero y como cordero estuvo mudo delante del que
le trasquila.
3.
Por tanto, tenemos deber de dar sobremanera gracias al Señor, porque nos dió
a conocer lo pasado, nos instruyó acerca de lo presente y no estamos sin
inteligencia para lo por venir.
4.
Y así dice la Escritura: No se tienden injustamente las redes a los
volátiles. Lo cual quiere decir que con razón se perderá el hombre que,
teniendo conocimiento del camino de la justicia, se precipita a si mismo por
el camino de las tinieblas.
Por qué sufre el Señor en su carne
5.
Consideremos, otrosí, este punto, hermanos míos: Si es cierto que el Señor
se dignó padecer por nuestra alma, siendo como es Señor de todo el universo,
a quien dijo Dios desde la constitución del mundo: Hagamos al hombre a
imagen y semejanza nuestra, ¿cómo, digo, se dignó padecer bajo la mano
de los hombres? Aprendedlo.
6.
Los profetas, teniendo como tenían de Él la gracia, con miras a Él
profetizaron. Ahora bien, Él, para destruir la muerte y mostrar la
resurrección, toda vez que tenía que manifestarse en carne,
7.
sufrió primero para cumplir la promesa a los padres, y luego, a par que se
preparaba Él mismo para si un pueblo nuevo, para demostrar, estando sobre la
tierra, que después de hacer Él mismo la resurrección, juzgará.
8.
Por fin, predicó, enseñando a Israel y haciendo tan grandes prodigios y
señales, con lo que le mostró su excesivo amor.
9.
Y cuando se escogió a sus propios Apóstoles, los que habian de predicar su
Evangelio, hombres ellos injustos respecto a la ley sobre todo pecado—a fin
de mostrar que no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores—,
entonces fué cuando puso de manifiesto que era Hijo de Dios.
10.
Porque de no haber venido en carne, tampoco hubieran los hombres podido
salvarse mirándole a Él. como quiera que mirando al sol, que al cabo está
destinado a no ser, como obra que es de sus manos, no son capaces de fijar
los ojos en sus rayos.
11.
En conclusión, el Hijo de Dios vino en carne a fin de que llegara a su colmo
la consumación de los pecados de quienes persiguieron de muerte a sus
profetas.
12.
Luego para ese fin sufrió. Dice Dios, en efecto, que la haga de su carne
procede de ellos: Cuando hirieren a su propio pastor, entonces perecerán
las ovejas del rebaño.
13.
Ahora bien, Él mismo fue quien quiso así padecer, pues era preciso que
sufriera sobre el madero. Dice, en efecto, el que profetiza acerca de Él:
Perdona a mi alma de la espada. Y: Traspasa con un clavo mis carnes,
porque las juntas de malvados se levantaron contra mi.
14.
Y otra vez dice: He aquí que puse mi espalda para los azotes y mis
mejillas para las bofetadas; pero mi rostro lo puse como una dura roca.
Preludios de la Pasión del Señor
VI
1.
Ahora bien, ¿qué dice cuando hubo cumplido el mandamiento? ¿Quién es el
que me juzga? Póngase frente a mí. ¿Quién es el que se justifica en mi
presencia? Acérquese al siervo del Señor.
2.
¡Ay de vosotros, porque todos habéis de envejecer como un vestido y la
polilla os consumirá.
Y otra vez dice el profeta, una vez que fue puesto Jesús como roca fuerte
para despedazamiento: Mira que voy a echar en los cimientos de Sión una
piedra de mucho valor, escogida, angular, preciosa.
3.
¿Qué dice después? Y el que esperare en ella, vivirá para siempre.
Luego ¿nuestra esperanza estriba sobre una piedra? De ninguna manera. Lo que
significa es que el Señor puso su carne en fortaleza. Pues dice: Y púsome
como una roca dura.
4.
Pero dice de nuevo el profeta: La piedra que desecharon los constructores
vino a ser cabeza de ángulo. Y otra vez dice: Este es el día grande y
maravilloso que hizo el Señor.
5.
Os escribo con demasiada sencillez, a fin de que entendáis, yo, que soy sólo
barredura de vuestra caridad.
6.
¿Qué sigue, pues, diciendo el profeta? Me rodeó la junta de los malvados;
cercáronme como abejas al panal. Y: Sobre mi vestidura echaron
suerte.
7.
Como quiera, pues, que había el Señor de manifestarse y sufrir en la carne,
fue de antemano mostrada su pasión. Dice, en efecto, el profeta contra
Israel: ¡Ay del alma de ellos, pues han tramado designio malo contra si
mismos! Atemos al justo, porque nos es molesto.
Nuestra renovación íntima, fruto de la Pasión del Señor
8.
¿Qué les dice el otro profeta, Moisés?
He aquí lo que dice el Señor Dios: Entrad en la tierra buena, que el Señor
juró dar a Abraham, Isaac y Jacob, y poseedla en herencia, tierra que mana
leche y miel.
9.
¿Qué dice el conocimiento? Aprendedlo: "Esperad —dice—en Jesús, que ha de
manifestárseos en carne. El hombre, en efecto, no es sino un pedazo de
tierra que sufre, pues de la haz de la tierra fue plasmado Adán.
10.
Ahora bien, ¿qué quiere decir lo de tierra que mana leche y miel?
Bendecido sea el Señor nuestro, hermanos, por haber puesto en nosotros
sabiduría e inteligencia de sus secretos. El profeta, en efecto, nos pone
una parábola del Señor. ¿Quién lo entenderá, sino el sabio e inteligente y
que ama a su Señor?
11.
Ahora bien, ello significa que, habiéndonos renovado por el perdón de
nuestros pecados, hizo de nosotros una forma nueva, hasta el punto de tener
un alma de niños, como que de veras nos ha plasmado Él de nuevo.
12.
Y, en efecto, la Escritura dice de nosotros lo mismo que Dios dijo a su
Hijo: Hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra, y tenga imperio
sobre las bestias de la tierra y sobre las aves del cielo y sobre los peces
del mar. Y dijo después de contemplada la hermosa figura nuestra:
Creced y multiplicaos y henchid la tierra. Todo eso a su Hijo.
13.
Mas también te demostraré cómo nos lo dice a nosotros. La segunda creación
la cumplió en los últimos tiempos, pues dice el Señor: He aquí que hago
lo último como lo primero. Luego en relación con esto predicó el
profeta: Entrad en la tierra que mana leche y miel y enseñorearos de
ella.
14.
Síguese, por tanto, que nosotros somos los plasmados de nuevo, al modo como,
a su vez, lo dice en otro profeta: Mira—dice el Señor—que voy a
quitar de éstos, es decir, de aquellos que antevió el Espíritu del
Señor, los corazones de piedra y les meteré dentro corazones de carne.
Y es que Él había de manifestarse en carne y habitar en nosotros.
15.
Y, en efecto, hermanos míos, templo santo es para el Señor la morada de
nuestro corazón.
16.
Porque dice otra vez el Señor: ¿Y en qué seré visto por el Señor mi Dios
y seré glorificado? Dice: Te confesaré en la reunión de mis hermanos
y te cantaré himnos en medio de la congregación de los santos. Luego
nosotros somos los que introdujo en la tierra buena.
17.
Pues ¿qué quiere decir la leche y la miel? Es que el niño se cría primero
con miel y luego con leche; consiguientemente, de esta manera también
nosotros, criados con la fe de la promesa y con la palabra divina, viviremos
señoreando la tierra.
18.
Ya lo dijo más arriba: Y crezcan y multiplíquense y manden sobre los
peces. Ahora bien, ¿quién es ahora capaz de mandar sobre la tierra o
sobre los peces o sobre las aves del cielo? Porque debemos darnos cuenta que
mandar es asunto de potestad. que implica dominar con imperio.
19.
Ahora bien, si es cierto que ahora no se cumple eso, luego a nosotros se nos
ha dicho cuándo se cumplirá: cuando también nosotros alcancemos punto tal de
perfección que vengamos a ser herederos de la Alianza del Señor.
El Macho cabrío emisario, símbolo de la Pasión del Señor
VII
1.
Asi, pues, considerad, hijos de la alegría, cómo el Señor bueno nos lo ha
manifestado todo de antemano, para que sepamos a quién debernos alabar con
acciones de gracia por todo.
2.
Ahora bien, si el Hijo de Dios, Señor que es y que ha de juzgar a los
vivos y a los muertos, padeció para que su herida nos vivificara a
nosotros, creamos que el Hijo de Dios no podía sufrir sino por causa
nuestra.
3.
Es más, clavado ya en la cruz, fué abrevado con vinagre y hiel.
Escuchad cómo de antemano mostraron este pormenor los sacerdotes del templo.
Como está escrito el precepto: El que no ayunare el ayuno, sea
exterminado con muerte; la razón de mandarlo el Señor fué porque Él
había de ofrecer en sacrificio por nuestros pecados el vaso del Espíritu y
cumplir a la par la figura de Isaac ofrecido sobre el altar.
4.
Ahora bien, ¿qué dice en el profeta? Y coman del macho cabrío ofrecido
durante el ayuno por todos los pecados.
Atended cuidadosamente: Y coman los sacerdotes solos y todos el intestino
sin lavar con vinagre.
5.
¿Con qué fin? "Pues vosotros sois los que me habéis de abrevar un día con
hiel mezclado de vinagre, a mi, que he de ofrecer mi carne por los
pecados de mi pueblo nuevo; comed vosotros solos, mientras el pueblo ayuna y
se golpea el pecho en saco y ceniza." Para demostrar que Él había de sufrir
mucho de parte de ellos.
6.
Atended a lo que mandó: Tomad dos machos cabríos, hermosos e iguales, y
ofrecedlos en sacrificio, y tome al uno el sacerdote en holocausto.
7.
¿Y qué harán del otro? Maldito—dice la Escritura—es el otro.
Atended cómo se manifiesta aquí la figura de Jesús:
8.
Y escupidle todos y pinchadle y poned en torno a su cabeza la lana purpúrea
y de este modo sea arrojado al desierto.
Y cumplido esto, el que lleva el macho cabrío lo conduce al desierto, le
quita la lana y la coloca sobre un arbusto llamado zarza, cuyos frutos
solemos comer cuando los hallamos en el campo. De ahí resulta que sólo los
frutos de la zarza son dulces.
9.
Ahora bien, ¿qué quiere decir todo esto? Atended: El uno puesto sobre el
altar y el otro maldecido. Y justamente el maldecido es el coronado; es
que entonces, en aquel día, le verán llevando el manto de púrpura sobre su
carne y dirán: "¿No es éste a quien nosotros un día crucificamos, después
que le hubimos menospreciado, atravesado y escupido? Verdaderamente, éste
era el que entonces decía ser el Hijo de Dios.
10.
Porque ¿cómo semejante a aquél? Para esto dijo ser los machos cabríos
semejantes, hermosos, iguales, para que, cuando le vean venir entonces,
se espanten de la semejanza del macho cabrío. En conclusión, ahí tienes al
macho cabrío, figura de Jesús, que tenía que sufrir.
11.
¿Y por qué motivo pone la lana en medio de las espinas? He ahí otra figura
de Jesús puesta para la Iglesia; porque el que quiere coger la lana
purpúrea, no tiene otro remedio que sufrir mucho por lo terrible que son las
espinas, y tras la tribulación apoderarse de ella. "Así—dice el Señor—, los
que quisieren verme y alcanzar mi reino, han de pasar por tribulaciones y
sufrimientos antes de apoderarse de mí."
La novilla roja y su simbolismo
VIII
1.
¿Y qué figura pensáis representa el que se mande a Israel ofrecer a los
hombres que tienen pecados consumados una novilla y, después de sacrificada,
quemarla completamente y tomar entonces los siervos la ceniza y depositarla
en unos vasos, y poner sobre un madero la lana purpúrea y el hisopo (ahí
tienes otra vez la figura de la cruz y la lana purpúrea), y de esta manera
rocían los siervos uno por uno a todo el pueblo, a fin de purificarse de sus
pecados?
2.
Considerad cómo en sencillez nos lo dice a nosotros: El novillo es Jesús;
los hombres pecadores que lo ofrecen son los que le condujeron a la muerte;
después ya no son hombres, ya no es la gloria de los pecadores.
3.
Los siervos que rocían son los que nos trajeron la buena noticia del perdón
de nuestros pecados y la purificación del corazón; aquéllos, digo, a quienes
dió el Señor el poder del Evangelio, los cuales eran doce para testimonio de
las tribus (pues doce son las tribus de Israel), para pregonarlo.
4.
Mas ¿por qué motivo son tres los siervos que rocían? Para atestiguar que
Abraham, Isaac y Jacob son grandes delante de Dios.
5.
¿Y qué significa que la lana se ponga sobre el madero? Que el reino de Jesús
está sobre el madero y que los que esperen en Él vivirán para siempre.
6.
Mas ¿por qué se ponen juntos la lana y el hisopo? Porque en su reino habrá
días malos y sucios, en que nosotros nos salvaremos, pues el que padece en
su carne se cura por el jugo del hisopo.
7.
Y por eso, las cosas así practicadas resultan claras para nosotros; para
aquellos, en cambio, siguen oscuras por no haber oído la voz del Señor.
La verdadera circuncisión: la de los oídos y la del corazón
IX
1.
En efecto, dice otra vez sobre los oídos, cómo circuncidó nuestro corazón.
Dice el Señor en el profeta: En oído de oreja me obedecieron. Y otra
vez dice: Con oído oirán los que están lejos, y conocerán lo que yo hice.
Y: Circuncidad—dice el Señor—vuestros corazones.
2.
Y otra vez dice: Escucha, Israel, porque esto dice el Señor Dios tuyo.
Y de nuevo el Espíritu del Señor profetiza: ¿Quién es el que quiere
vivir para siempre? Con oído oiga la voz de mi siervo.
3.
Y otra vez dice: Escucha, cielo, y tú, tierra, presta oídos, porque el
Señor ha hablado esto para testimonio. Y dice de nuevo: Oíd la voz
del Señor, príncipes de este pueblo. Y dice otra vez: Escuchad,
hijos, la voz que grita en el desierto.
4.
En conclusión, circuncidó nuestros oídos, a fin de que, oída la palabra,
creamos nosotros. Por lo demás, la misma circuncisión, en que ponen su
confianza, está anulada; porque el Señor habló de que se practicara una
circuncisión, pero no de la carne. Mas ellos transgredieron su mandamiento,
pues un ángel malo los engañó.
5.
Díceles a ellos: Esto dice el Señor Dios nuestro (aquí hallo yo el
mandamiento): No sembréis sobre las espinas; circuncidaos para vuestro
Señor. ¿Y qué quiere decir: Circuncidad la dureza de vuestro corazón
y no endurezcáis vuestro cuello? Toma ahora, otrosí: He aquí—dice
el Señor—que todas las naciones son incircuncisas de prepucio; mas este
pueblo es incircunciso de corazón.
6.
Pero diréis: Es que el pueblo se circuncida para sello. Mas también—te
contestaré—se circuncidan los sirios y los árabes y todos los sacerdotes de
los ídolos; finalmente, también los egipcios usan la circuncisión.
7.
Así, pues, hijos del amor, aprended Copiosamente acerca de todo esto:
Abraham, que fué el primero en practicar la circuncisión, circuncidó a los
de su casa mirando anticipadamente en espíritu hacia Jesús, tomando los
símbolos de tres letras.
8.
Dice, en efecto, la Escritura: Y circuncidó Abraham de su casa a
trescientos dieciocho hombres. Ahora bien, ¿cuál es el conocimiento que
le fue dado? Atended que pone primero los dieciocho y, hecha una pausa, los
trescientos. El dieciocho se compone de la I, que vale diez, y la H, que
representa ocho. Ahí tienes el nombre de IHSOUS. Mas como la cruz había de
tener la gracia en la figura de la T, dice también los trescientos.
Consiguientemente, en las dos primeras letras significa a Jesús, y en otra,
la cruz.
9.
Sábelo Aquel que pone en nosotros la dádiva ingénita de su enseñanza: Nadie
aprendió de mí más genuina palabra; pero yo sé que vosotros sois dignos de
ello.
Los animales impuros y su simbolismo
X 1.
Y lo que Moisés dijo: No comeréis cerdo ni águila, ni gavilán ni cuervo,
ni pez alguno que no tenga escamas, no es sino que tomó tres símbolos en
inteligencia.
2.
Por lo demás, díceles en el Deuteronomio: Y estableceré con este pueblo
mío justificaciones. Luego no está el mandamiento del Señor en no comer,
sino que Moisés habló en espíritu.
3.
Ahora bien, el cerdo lo dijo por lo siguiente: "No te juntarás—dice—-con
hombres tales que son semejantes a los cerdos; es decir, que cuando lo pasan
prósperamente, se olvidan del Señor, y cuando se ven necesitados, reconocen
al Señor, al modo que el cerdo, cuando come, no sabe de su señor; mas cuando
tiene hambre, gruñe y, una vez que toma su comida, vuelve a callar.
4.
Tampoco comerás el águila, ni el gavilán, ni el milano, ni el cuervo.
No te juntarás—dice—ni te asemejarás a hombres tales, que no saben
procurarse el alimento por medio del trabajo y del sudor, sino que arrebatan
en su iniquidad lo ajeno, y acechan como si anduvieran en sencillez, y miran
por todas partes a quién despojar por medio de su avaricia, al modo que
estas aves son las únicas que no se procuran a si mismas su alimento, sino
que, posadas ociosamente, buscan la manera de devorar las carnes ajenas,
siendo perniciosas por su maldad.
5.
Y no comerás—dice—la morena ni el pólipo ni la sepia.
No te asemejarás—díce, juntándote con ellos, a hombres tales, que son impíos
hasta el cabo y están ya condenados a muerte, al modo que estos peces, que
son los únicos maldecidos, se revuelcan en el fondo del mar y no nadan como
los otros, sino que habitan en la tierra del fondo.
6.
Mas tampoco comerás liebre.
¿Por qué? No serás corruptor ni te asemejarás a los tales. Porque la liebre
multiplica cada año su ano, pues cuantos años vive, tantos agujeros tiene.
7.
Mas tampoco comerás la hiena.
No serás—dice— adúltero ni corruptor, ni te asemejarás a los tales: ¿Por
qué? Porque este animal cambia cada año de sexo y una vez se convierte en
macho y otra en hembra.
8.
Mas también tuvo razón de abominar de la ardilla. No serás—dice—tal
cuales oímos que son los que cometen, por la impureza, iniquidad en su boca,
ni te unirás con las mujeres impuras que cometen la iniquidad en su boca.
Porque este animal concibe por la boca.
9.
En conclusión, tomando Moisés tres símbolos sobre los alimentos, así habló
en espíritu mas ellos lo entendieron, conforme al deseo de la carne, como si
se tratara de la comida.
10.
De esos tres mismos símbolos toma también David conocimiento, y dice
igualmente: Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de impíos,
al modo como peces nadan entre tinieblas en las profundidades del mar; y
en el camino de los pecadores no se detuvo, al modo de algunos que
aparentan temer al Señor y pecan como el cerdo, y sobre silla de
Pestilencia no se sentó, al modo de las aves apostatadas para la rapiña.
Ahí tenéis perfectamente lo que atañe a la comida.
11.
Dice otra vez Moisés: Comerás todo animal de pezuña partida y que
rumia. ¿Qué quiere decir? El que toma el alimento, conoce al que le
alimenta y, refocilando en él, parece alegrarse. Bellamente lo dijo con
miras al mandamiento. ¿Qué es, pues, lo que dice? Juntaos con los que temen
al Señor, con los que meditan en su corazón el precepto de la palabra que
recibieron, con los que hablan y observan las justificaciones del Señor, con
los que saben que la meditación es obra de alegría y rumian la palabra del
Señor.
¿Y qué significa la pezuña partida? Que el justo camina en este mundo y
juntamente espera el siglo santo. Mirad cuán hermosamente legisló Moisés.
12.
Mas ¿de dónde pudiera venirles a aquéllos entender y comprender estas cosas?
Mas nosotros, entendiendo, como es justo, los mandamientos, hablamos tal
como quiso el Señor; pues para que esto entendamos, circuncidó nuestros
oídos y corazones.
Los símbolos del bautismo y la cruz
XI
1.
Mas inquiramos si tuvo el Señor interés en manifestarnos anticipadamente
algo acerca del agua y de la cruz. Ahora bien, acerca del agua se dice
contra Israel cómo no habían de aceptar el bautismo, que trae la remisión de
los pecados, sino que se construirían otros lavatorios para sí mismos.
2.
Dice, en efecto, el profeta: Pásmate, oh cielo, y ericese aún más sobre
esto la tierra: Dos males ha hecho mi pueblo: A mi me abandonaron, fuente de
vida, y para sí se cavaron pozo de muerte.
3.
¿Acaso es una roca desierta mi monte santo de Sinaí? Porque seréis como
los polluelos de un ave, que se echan a volar cuando se les quita el nido.
4.
Y otra vez dice el profeta: Yo mandaré delante dc ti, y allanaré las
montañas, y haré pedazos las puertas de bronce y añicos los cerrojos de
hierro, y te daré tesoros sombríos, escondidos, invisibles, para que sepas
que yo soy el Señor. Y: Habitará en la cueva elevada de la peña
fuerte.
5.
Y: El agua suya, fiel; veréis al rey con gloria y vuestra alma meditará
el temor del Señor.
6.
Y de nuevo dice en otro profeta: El que esto hiciere, será como árbol
plantado a par de la corriente de las aguas, que dará su fruto a debido
tiempo, y su hoja no caerá, y todo cuanto hiciere prosperará.
7.
No así los impíos, no así, sino como el tamo, que esparce el viento de sobre
la haz de la tierra. Por lo cual, no se levantarán los impíos en el juicio,
ni los pecadores en el consejo de los justos; porque el Señor conoce el
camino de los justos y perecerá el camino de los impíos.
8.
Daos cuenta cómo definió en uno el agua y la cruz. Pues lo que dice es esto:
Bienaventurados quienes, habiendo puesto su confianza en la cruz, bajaron al
agua; porque su recompensa dice que será en el tiempo debido.
Entonces—dice—daré la paga. Lo que luego añade sobre que las hojas no
caerán significa que toda palabra que saliere de vuestra boca en fe y
caridad, será para conversión y esperanza de muchos.
9.
Además, otro profeta dice: Y era la tierra de Israel celebrada sobre toda
otra tierra. Lo que quiere decir: El Señor glorifica el vaso de su
Espíritu. 10. ¿Qué dice seguidamente? Y el río fluía por la derecha y
brotaban de él hermosos árboles; y quien comiere de ellos vivirá para
siempre. 11. Esto quiere decir que nosotros bajamos al agua rebosando
pecados y suciedad, y subimos llevando fruto en nuestro corazón, es decir,
con el temor y la esperanza de Jesús en nuestro espíritu. Y el que
comiere de ellos, vivirá para siempre, quiere decir: quien escuchare,
cuando se le hablan estas cosas, y las creyere, vivirá eternamente.
Los símbolos o figuras de la cruz
XII
1.
De nuevo igualmente define acerca de la cruz en otro profeta, que dice:
¿Y cuándo se cumplirán estas cosas? Dice el Señor: Cuando el madero se
incline y se levante y cuando del madero destilare sangre. Ahí tienes
otra vez cómo se habla de la cruz y del que había de ser crucificado.
2.
Otra vez habla también en Moisés, en ocasión en que Israel era combatido por
los extranjeros; y para recordarles que eran derrotados porque a causa de
sus pecados habían sido entregados a la muerte, el Espíritu inspira en el
corazón de Moisés que fabricara una figura de la cruz y del que había de
sufrir en ella; pues si no confiaren—dice—en Él, serán derrotados para
siempre. Coloca, pues, Moisés arma sobre arma en medio del campamento y,
poniéndose más alto que todos los demás, extendía sus brazos. Y de esta
manera vencía de nuevo Israel. Luego, cuando los bajaba, otra vez eran
pasados a cuchillo.
3.
¿Para qué fin? Para que conocieran que no podían salvarse, si no confiaban
en Él.
4.
Y
otra vez dice en otro profeta: Todo el día extendí mis manos a
un pueblo incrédulo y que contradice mi camino justo.
5.
Y otra vez, en ocasión que Israel también caía, fabrica Moisés una figura de
Jesús, figura de cómo Él tenía que padecer, y Él, otrosí, vivificar, cuando
ellos creían que había perecido en el signo. En efecto, el Señor hizo que
les mordieran toda clase de serpientes, y morían de sus mordeduras;
serpientes, justamente, pues la transgresión en Eva se debió a la serpiente,
para convencerlos de que por su transgresión serían entregados a tribulación
de muerte.
6.
En resolución, Moisés, que había establecido por mandamiento: No tendréis
imagen esculpida ni fundida para Dios vuestro, la fabrica él mismo para
mostrar una figura de Jesús. Así, pues, manda hacer Moisés una serpiente de
bronce y la levanta gloriosamente y, a voz de pregón, convoca al pueblo.
7.
Reunidos que estuvieron, suplicaban a Moisés que ofreciera oraciones por la
curación de ellos. Y Moisés les respondió: Cuando alguno de
vosotros—dice-—fuere mordido, venga a la serpiente colocada sobre el madero
y confíe con viva fe que ella, aun siendo muerta, puede darle la vida y al
punto quedará sano." Ahí tienes otra vez, en estos nuevos símbolos, la
gloria de Jesús, pues todo está en Él y todo es para Él.
Josué, David e Isaías, testigos de Jesús
8.
¿Qué dice, además, Moisés a Josué (o Jesús), hijo de Navé, profeta que era,
después de ponerle este nombre, con el solo fin de que el pueblo oyera que
el Padre lo pone todo patente acerca de su Hijo Jesús?
9.
Dícele, pues, Moisés a Josué, hijo de Navé, después de ponerle este nombre,
cuando lo mandó como explorador de la tierra: Toma un libro en tus manos
y escribe lo que dice el Señor, a saber: que el Hijo de Dios arrancará de
raíz, en los últimos días, a toda la casa de Arnalec.
10.
He aquí otra vez a Jesús, no como hijo del hombre, sino como hijo de Dios,
si bien manifestado por figura en la carne. Como quiera, pues, que habían de
decir que Cristo es hijo de David, el mismo David, temiéndose y
comprendiendo el extravío de los pecadores, profetiza y dice: Dijo el
Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por
escabel de tus pies.
11.
Y a su vez, Isaías dice de esta manera: Dijo el Señor a mi Ungido Señor,
a quien yo tomé de la diestra, para que delante de Él obedezcan las
naciones, y romperé la fuerza de los reyes. Mira cómo David le llama
Señor y no le llama hijo.
El pueblo cristiano, menor y segundogénito, heredero del Testamento
XIII
1.
Mas veamos si es este pueblo o es el primero el que hereda, o si el
Testamento nos pertenece a nosotros o a ellos.
2.
Escuchad, pues, lo que sobre el pueblo cuenta la Escritura: Rogaba Isaac
por Rebeca, su mujer, pues era estéril, y concibió. Luego: Salió
Rebeca a consultar al Señor, y díjole el Señor: Dos naciones hay en tu
vientre y dos pueblos en tu seno, y un pueblo sobre pujará a otro pueblo y
el mayor servirá al menor.
3.
Debéis percataros de quién es Isaac y quién Rebeca y por quiénes da a
entender la Escritura que este pueblo es mayor que aquél.
4.
Y más claramente todavía habla Jacob en otra profecía a José, diciéndole:
He aquí que no me defraudó el Señor de tu vista; tráeme acá tus hijos para
bendecirlos.
5.
Y llevó José a Efraín y Manasés, queriendo que fuera bendecido Manasés, pues
era el mayor; y, en efecto, José le puso a la derecha de su padre Jacob. Mas
Jacob vió en espíritu la figura dcl pueblo por venir. ¿Y qué dice la
Escritura? Y mudó Jacob de sitio sus manos y puso su derecha sobre la
cabeza de Efraín, el segundo y más joven, y le bendijo, y dijo José a Jacob:
Cambia tu diestra sobre la cabeza de Manasés, pues es mi primogénito. Y
respondió Jacob a José: Lo sé, hijo, lo sé; mas el mayor servirá al
menor. Sin embargo, también estotro será bendecido.
6.
Mirad por quién puso que este pueblo es el primero y el heredero de la
Alianza.
7.
Ahora bien, si, sobre lo dicho, también nos lo recordó por medio de Abraham,
no tenemos ya más que pedir en orden al acabamiento y perfección de nuestro
conocimiento. ¿Qué le dice, pues, el Señor a Abraham cuando, habiendo sido
el único en creer, le fue contado a justicia? Mira que te he puesto a ti,
Abraham, por padre de las naciones que han de creer en Dios por prepucio.
La nueva alianza por la redención de Jesús
XIV
1.
Muy bien! Mas inquiramos si les dio la Alianza que juró a sus padres daria
al pueblo. Diósela, ciertamente; mas ellos, por sus pecados, no se hicieron
dignos de recibirla.
2.
Dice, efectivamente, el profeta: Y estuvo Moisés ayunando en el
monte Sinaí durante cuarenta días y cuarenta noches para recibir la Alianza
del Señor. Y recibió Moisés de parte del Señor las dos tablas escritas por
el dedo de la mano del Señor en espíritu. Y tomándolas Moisés, estaba
para bajárselas al pueblo.
3.
Y dijo el Señor a Moisés: Moisés, Moisés, baja a toda prisa, pues ha
prevaricado tu pueblo, que sacaste de la tierra de Egipto. Y entendió Moisés
que se había otra vez fabricado imágenes de fundición y arrojó de sus manos
las tablas, y se hicieron pedazos las tablas del Testamento del Señor.
4.
Moisés, pues, recibió la Alianza; mas ellos no se hicieron dignos. Ahora
bien ¿cómo la recibimos nosotros? Aprendedlo: Moisés la recibió como siervo
que era; mas a nosotros nos la dió el Señor en persona para hacernos,
habiendo sufrido por nosotros, pueblo de su herencia.
5.
Manifestóse, por una parte, para que aquellos llegasen al colmo de sus
pecados, y nosotros, por otra, recibiéramos la Alianza por medio del Señor
Jesús, que la hereda; de Jesús, digo, que fue aparejado para que,
apareciendo Él en persona y redimido que hubiera de las tinieblas nuestros
corazones, consumidos que estaban por la muerte y entregados al extravío de
la iniquidad, estableciera una Alianza entre nosotros por su palabra.
6.
En efecto, escrito está cómo el Padre le pone mandamiento de que, redimido
que nos hubiere a nosotros de las tinieblas, se prepare para sí un pueblo
santo.
7.
Dice, pues, el profeta: Yo, el Señor Dios tuyo, te llamé en justicia y te
tomaré de tu mano y te fortaleceré; y te di para Alianza de un linaje y por
luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos y sacar de sus
cadenas a los trabados y de la casa de la custodia a los que se sientan
entre tinieblas. Conozcamos, pues, de dónde fuiiiios rescatados.
8.
Otra vez dice el profeta: Mira que te he puesto por luz de las naciones,
para que tú seas salvación hasta los confines de la tierra. Así dice el
Señor, el Dios que te ha rescatado.
9.
Y de nuevo dice el profeta: El Espíritu del Señor sobre mí, / por
lo cual me ha ungido, / para llevar a los humildes la buena noticia
de la gracia; / me ha enviado a sanar a los triturados fe corazón, /
a pregonar a los cautivos la libertad / y a los ciegos la recuperación de la
vista, / a proclamar el año del Señor aceptable, / el día fe la recompensa,
/ a consolar a todos los que están tristes.
La verdadera santificación del sábado
XV
1.
Pasando a otro punto, también acerca del sábado, se escribe en el decálogo,
es decir, en las diez palabras que habló Dios en el monte Sinaí a Moisés
cara a cara: Y santificad el sábado del Señor con manos limpias y corazón
puro.
2.
Y
en otro lugar dice: Si mis hijos guardaren el sábado, entonces
pondré sobre ellos mi misericordia.
3.
Del sábado habla al principio de la creación: E hizo Dios en seis días
las obras de sus manos y acabólas en el día séptimo, y descansó en él y lo
santificó.
4.
Atended, hijos, qué quiere decir lo de: Acabólos en seis días. Esto
significa que en seis mil años consumará todas las cosas el Señor, pues un
día es para Él mil años. Lo cual, Él mismo lo atestigua, diciendo: He
aquí que el día del Señor será como mil años. Por lo tanto, hijos, en
seis días, es decir, en los seis mil años, se consumarán todas las cosas.
5.
Y descansó en el día séptimo.
Esto quiere decir: Cuando venga su hijo y destruya el siglo del inicuo y
juzgue a los impíos y mudare el sol, la luna y las estrellas, entonces
descansará de verdad en el día séptimo.
6.
Y
por contera dice: Lo santificarás con manos limpias y corazón puro.
Ahora, pues, si pensamos que pueda nadie santificar, sin ser puro de
corazón, el día que santificó Dios mismo, nos equivocamos de todo en todo.
7.
consiguientemente, entonces por nuestro descanso lo santificaremos de
verdad, cuando, justificados nosotros mismos y en posesión ya de la promesa,
seremos capaces de santificarlo; es decir, cuando ya no exista la iniquidad,
sino que nos hayamos vuelto todos nuevos por el Señor, entonces, si,
santificados primero nosotros, podremos santificar el día séptimo.
8.
Por último, les dice: Vuestros novilunios y vuestros sábados no los
aguanto. Mirad cómo dice: No me son aceptos vuestros sábados dle ahora,
sino el que yo he hecho, aquél en que, haciendo descansar todas las cosas,
haré el principio de un día octavo, es decir, el principio de otro mundo.
9.
Por eso justamente nosotros celebramos también el día octavo con regocijo,
por ser día en que Jesús resucitó de entre los muertos y, después de
manifestado, subió a los cielos.
El alma del cristiano, verdadero templo de Dios
XVI
1.
Quiero también hablaros acerca del templo, cómo extraviados los miserables
confiaron en el edificio y no en su Dios que los creo, como si aquél fuera
la casa de Dios.
2.
Pues, poco más o menos como los gentiles, le consagraron en el templo. Mas
¿cómo habla el Señor destruyéndolo? Aprendedlo : ¿Quién midió el cielo
con el palmo y la tierra con el pulgar? ¿No he sido yo?—dice el Señor? —.
El cielo es mi trono y la tierra escabel de mis pies: ¿Qué casa es ésa
que me vais a edificar o cuál es el lugar de mi descanso? Luego ya os
dais cuenta de que su esperanza es vana.
3.
Y por remate, otra vez les dice: He aquí que los que han destruido este
templo, ellos mismos lo edificarán.
4.
Así está sucediendo, pues por haberse ellos sublevado, fué derribado el
templo por sus enemigos, y ahora hasta los mismos siervos de sus enemigos lo
van a reconstruir.
5.
Además, ya estaba manifiesto cómo la ciudad, el templo y el pueblo de Israel
había de ser entregado. Dice, en efecto, la Escritura: Y sucederá en los
últimos días, y entregará el Señor las ovejas del rebaño y su majada y su
torre a la destrucción. Y conforme habló el Señor, así sucedió.
6.
Pues inquiramos si existe un templo de Dios: Existe, ciertamente, allí donde
Él mismo dice que lo ha de hacer y perfeccionar. Está, efectivamente,
escrito: Y será, cumplida la semana, que se edificará el templo de Dios
gloriosamente en el nombre del Señor.
7.
Hallo, pues, que existe un templo. ¿Cómo se edificará en el nombre del
Señor? Aprendedlo. Antes de creer nosotros en Dios, la morada de nuestro
corazón era corruptible y flaca, como templo verdaderamente edificado a
mano, pues estaba llena de idolatría y era casa de demonios, porque no
hacíamos sino cuanto era contrario a Dios.
8.
Mas se edificará en el nombre del Señor.
Atended a que el templo del
Señor se edifique gloriosamente. ¿De qué manera? Aprendedlo. Después de
recibido cl perdón de los pecados, y por nuestra esperanza en el Nombre,
fuimos hechos nuevos, creados otra vez desde el principio. Por lo cual, Dios
habita verdaderamente en nosotros, en la morada de nuestro corazón.
9.
¿De qué manera? Porque en nosotros mora la palabra de su fe, el llamamiento
de su promesa, la sabiduría dc sus justificaciones, los mandamientos de su
doctrina; profetizando Él mismo en nosotros, morando Él en persona dentro de
nosotros, abriéndonos la puerta del templo, es decir, nuestra boca; dándonos
penitencia, nos introduce a nosotros, que estábamos esclavizados por la
muerte, en el templo incorruptible.
10.
Y
es así que quien desea salvarse no mira a un hombre, sino al que mora y
habla dentro de sí, maravillado de no haber oído jamás antes las palabras de
la boca de quien hablaba y no tener él siquiera deseo de escucharle. Este es
templo espiritual que se edifica para el Señor.
Recapitulación
XVII
1.
En cuanto cabía en lo posible y sencillo manifestároslo, mi alma confía que
por mi deseo nada he omitido de cuanto atañe a vuestra salvación.
2.
En efecto, si os escribo acerca de lo presente o de lo por venir, me temo no
me entendáis, por ser cosas envueltas en parábolas. Y de esto basta.
Los dos caminos
XVIII
1.
Pues pasemos también a otro género de conocimiento y doctrina. Dos caminos
hay de doctrina y de potestad, el camino de la luz y el camino de las
tinieblas. Ahora bien, grande es la diferencia que hay entre los dos
caminos. Porque sobre el uno están apostados los ángeles de Dios, portadores
de luz; sobre el otro, los ángeles de Satanás.
2.
Y el uno es Señor desde los siglos y hasta los siglos; el otro es el
príncipe del presente siglo de la iniquidad.
Descripción del camino
XIX
1.
Ahora bien, el camino de la luz es como sigue: Si alguno quiere andar su
camino hacia el lugar determinado, apresúrese por medio de sus obras. Ahora
bien, el conocimiento que nos ha sido dado para caminar en él es el
siguiente:
2.
Amarás a Aquel que te creó, temerás al que te formó, glorificarás al que te
redimió de la muerte. Serás sencillo de corazón y rico de espíritu. No te
juntarás con los que andan por el camino de la muerte, aborrecerás todo lo
que no es agradable a Dios, odiarás toda hipocresía, no abandonarás los
mandamientos del Señor.
3.
No te exaltarás a ti mismo, sino que serás humilde en todo. No te arrogarás
a ti mismo la gloria. No tomarás mal consejo contra tu prójimo. No
consentirás a tu alma la temeridad.
4.
No fornicarás, no cometerás adulterio, no corromperás a los jóvenes. Cuando
hables la Palabra de Dios, que no salga de tu boca con la impureza de
algunos. No mirarás la persona para reprender a cualquiera de su pecado.
Serás manso, serás tranquilo, serás temeroso de las palabras que has oído.
No le guardarás rencor a tu hermano.
5.
No vacilarás sobre si será o no será. No tomes en vano el nombre de Dios.
Amarás a tu prójimo más que a tu propia vida. No matarás a tu hijo en el
seno de la madre ni, una vez nacido, le quitarás la vida. No levantes tu
mano de tu hijo o de tu hija, sino que, desde su juventud, les enseñarás el
temor del Señor.
6.
No serás codicioso de los bienes de tu prójimo, no serás avaro. Tampoco te
juntarás de buena gana con los altivos, sino que tu trato será con los
humildes y justos. Los acontecimientos que te sucedieren los aceptarás como
bienes, sabiendo que sin la disposición de Dios nada sucede.
7.
No serás doble ni de intención ni de lengua. Te someterás a tus amos, como a
imagen de Dios, con reverencia y temor. No mandes con acritud a tu esclavo o
a tu esclava, que esperan en el mismo Dios que tú, no sea que dejen de temer
al que es Dios de unos y otros; porque no vino Él a llamar conforme a la
persona, sino aquellos para quienes preparó su espíritu.
8.
Comunicarás en todas las cosas con tu prójimo, y no dirás que las cosas son
tuyas propias, pues si en lo imperecedero sois partícipes en común, ¡cuánto
más en lo perecedero! No serás precipitado en el hablar, pues red de muerte
es la boca. En cuanto puedas, guardarás la castidad de tu alma.
9.
No seas de los que extienden la mano para recibir y la encogen para dar.
Amarás como a la niña de tus ojos a todo el que te habla del Señor.
10.
Te acordarás, de noche y día, del día del juicio, y buscarás cada día las
personas de los santos. Ya en el ministerio de la palabra, y caminando para
consolar y meditando para salvar un alma por la palabra, ya ocupado en
oficio manual, trabajarás para rescate de tus pecados.
11.
No vacilarás en dar, ni cuando des murmurarás, sino que conocerás quien es
el buen pagador de tu galardón. Guardarás lo que recibiste, sin añadir ni
quitar cosa. Aborrecerás hasta el cabo al malvado. Juzgarás con
justicia.
12.
No formarás bandos, sino que guardarás la paz, tratando (le reconciliar a
los que luchan. Confesarás tus pecados. No te acercarás a la oración con
conciencia mala.
Este es el camino de la luz.
El camino del "Negro"
XX
1.
Mas el camino del "Negro" es torcido y lleno de maldición, pues es camino de
muerte eterna con castigo, en que están las cosas que pierden el alma de
quienes lo siguen: idolatría, temeridad, altivez de poder, hipocresía,
doblez de corazón, adulterio, asesinato, robo, soberbia, transgresión,
engaño, maldad, arrogancia, hechicería, magia, avaricia, falta de temor de
Dios.
2.
Perseguidores de los buenos, aborrecedores de la verdad, amadores de la
mentira, desconocedores de la recompensa de la justicia, que no sc
adhieren al bien ni al juicio justo, que no atienden a la viuda y al
huérfano, que valen no para el temor de Dios, si no para el mal, de quienes
está lejos y remota la mansedumbre y la paciencia, que aman la vanidad,
que persiguen la recompensa, que no se compadecen del menesteroso, que
no sufren con el atribulado, prontos a la maledicencia, desconocedores de
Aquel que los creó, matadores de sus hijos por el aborto, destructores de la
obra de Dios, que echan de sí al necesitado, que sobreatribulan al
atribulado, abogados de los ricos, jueces inicuos de los pobres, pecadores
en todo.
Exhotación final: proximidad del fin de las cosas
XXI
1.
Bueno es, por ende, que, aprendido que hayamos cuantas justificaciones del
Señor quedan escritas, caminemos en ellas. Porque quien éstas cumpliere será
glorificado en el reino de Dios; mas quien escogiere lo otro, perecerá con
sus obras. De ahí la resurrección, de ahí la recompensa.
2.
Si tomáis de mí algún consejo de buena sentencia, yo suplico a los
preeminentes: Tened entre vosotros a quienes hagáis el bien. No lo omitáis.
3.
Cerca está el día en que todo perecerá juntamente con el maligno. Cerca
está el Señor y su galardón.
4.
Una y otra vez os lo ruego: Sed buenos legisladores de vosotros mismos, sed
unos de otros consejeros fieles, arrancad de entre vosotros toda hipocresía.
5.
Y Dios, que señorea todo el universo, os conceda sabiduría, inteligencia,
ciencia, conocimiento de sus justificaciones y paciencia.
6.
Haceos discípulos de Dios, inquiriendo qué busca el Señor de vosotros, y
obrad de manera que seáis hallados en el día del juicio.
7.
Y si hay algún recuerdo del bien, mientras todo esto meditáis, acordaos de
mí, a fin de que también mi deseo y vigilia termine en algún bien. Os lo
ruego, pidiéndoos gracia.
8.
Mientras está todavía en vosotros el hermoso vaso, no desfallezcáis para
ninguno de entre vosotros, sino inquirid continuamente estas cosas y cumplid
todo mandamiento. Porque dignos son de cumplirse.
9.
Por eso principalmente me apresuré a escribiros sobre lo que yo alcanzaba, a
fin de alegraros.
Salud, hijos de amor y paz.
El Señor de la gloria y de toda gracia sea con vuestros espíritus. Amén.
Fuente:
Padres
Apostólicos, por Daniel Ruiz Bueno.
BAC