Dionisio Areopagita (Seudo)
Dionisio Areopagita
El escritor al que llamamos Pseudo Dionisio Areopagita es un personaje
misterioso cuya realidad histórica sigue siendo aún un enigma. Con estilo
original y vigoroso, escribió entre 480 y 530 una serie de tratados que la
Edad Media veneró casi como textos sagrados. Se ignora si incluso se
llamaría Dionisio. Mediante un recurso literario que podía suponer necesidad
de ocultación o bien la ingenua esperanza de participar en la fama de un
hombre ya por otros conceptos glorioso, se hizo pasar por el discípulo de
Pablo convertido tras el discurso del apóstol en el Areópago; y así, se
amparó principalmente en esta personalidad y dirigió diez cartas a figuras
de los tiempos apostólicos, como Cayo, Sosípatro, Policarpo, Demófilo, Tito
e incluso "Juan, teólogo, evangelista y apóstol desterrado en la isla de
Patmos".
En esta última y en su tratado más célebre, De los nombres divinos, que
mereció un comentario de Santo Tomás de Aquino, Pseudo Dionisio Areopagita
asegura haber asistido a la "dormitio" de la Virgen (nombre que habría de
darse luego a la muerte de María) y conversado con los apóstoles Pedro y
Jaime. Según la epístola VII, contempló el eclipse de Sol ocurrido durante
la crucifixión de Jesús. La autoridad de papas como San Gregorio Magno y San
Martín, y la de San Máximo confesor (siglo VII), su primer escoliasta,
indujeron a considerar auténticos tales textos tanto en Oriente como en
Occidente, y llevaron a rechazar una antigua sospecha ya fomentada por los
católicos durante la controversia con los monofisitas, quienes los juzgaban
de origen apostólico.
Difundidas a través de las versiones latinas del abad Ilduino y de Scoto
Eriúgena (autor, este último, de la versión más corriente), las obras de
Pseudo Dionisio Areopagita inspiraron una serie de comentarios, entre ellos
los de Hugo de San Víctor, Alberto Magno y San Buenaventura. Dionisio se
convirtió en el padre reconocido de la mística medieval, inspiró a teólogos,
ascetas, liturgistas y artistas, y agradó a Bossuet, perito en estilo. El
humanismo, desdeñoso respecto del tosco latín de la Edad Media, no supo, sin
embargo, renunciar al tesoro místico dionisiano, en el que posiblemente
reconocía el espíritu neoplatónico, y, a través del buen gusto de Marsilio
Ficino, ofreció una digna versión latina y reanimó la "quaestio dionisiana"
en torno al ignoto autor.
El conjunto de la producción de Pseudo Dionisio Areopagita comprende dos
grupos de obras: el integrado por De la jerarquía celeste y De la jerarquía
eclesiástica, en las que se estudia la clase de criaturas dignas de recibir
la revelación divina, y el que contiene De los nombres divinos y De la
teología mística. Estos dos últimos textos formaban, junto con otros dos
perdidos, Esbozos teológicos y Teología simbólica, la más completa suma
teológica pretomista.
Para Dionisio, el mundo es un todo organizado en un orden sacro donde el
lugar de cada criatura (angélica, humana o subhumana) está fijado
eternamente por su nivel de perfección y de especie. La historia no es sino
el movimiento de ida y regreso del universo (de Dios a Dios): el flujo y el
reflujo de una inmensa marea. En esta concepción jerárquica de la realidad
universal encontramos ya "in nuce" la política medieval y el feudalismo:
entre el serafín más elevado y el más humilde de los cristianos se dan
innumerables grados, como ocurrirá luego entre el emperador o el papa y el
vasallo más ínfimo, seglar o clérigo.
Da mucho que pensar esta subversión de la historia, en virtud de la cual un
escritor del siglo V, que depende esencialmente de Proclo (según demostró ya
Koch a fines de la pasada centuria), aparece trasladado al ambiente paulino
y a lo largo de siglos enteros es considerado maestro de aquél. Denominado
"Doctor hierarchicus", Pseudo Dionisio Areopagita debió de ser un monje
siríaco discípulo de Jámblico y de Proclo (410-85) y convertido por el
neoplatonismo. Procedía del paganismo, y precisamente desde el seno de éste
le acusó de "Parricidio" el sofista Apolofanes, porque había utilizado "de
una forma impía a los griegos contra los griegos". Sin embargo, Dionisio
sirvió a la verdad; el dionisismo fue un elemento afortunado y su influencia
recorrió edades y siglos, y así como de la obra De la jerarquía celeste
derivó la ordenación angélica del "Paraíso" de Dante, también su teología
apofática dio lugar a concepciones pertenecientes a los campos más opuestos
y a las edades más separadas: desde la "noche oscura del alma" de San Juan
de la Cruz hasta la "nube del Incognoscible" de Spencer.
cortesía: biogfafiasyvida.com