Guigo II, el cartujo
por Luis Fernando Figari
Entre los grandes maestros espirituales merece mencionarse a Guigo II, autor
de un breve tratado que recoge y sistematiza con notable claridad y sentido
didáctico la oración tradicional de los claustros occidentales.
En 1174, Guigo el Angélico o Guigo II fue elegido prior del monasterio de la
Gran Cartuja ubicado entre ariscas montañas en las cercanías de Grenoble, en
Francia. Los cartujos constituyen una orden de austeridad ejemplar, cuyos
miembros desarrollan una vida aislada y silenciosa propia de eremitas, pero
en el marco de un monasterio. La idea es vivir una vida solitaria, pero en
una estructura que favorezca la plena dedicación de los monjes en la
realización de su anhelo de soledad y silencio, en la convicción de que
ellos son medios adecuados para aguzar la visión de eternidad y favorecer
una vida de oración profunda, ordenada a la contemplación.
San Bruno
Su fundador fue San Bruno (1032-1101), quien inició una praxis de
vida luego transformada en escuela, y un tanto codificada por el quinto de
sus sucesores, Guigo I (1083-1137), alrededor del primer tercio del siglo
XII, en torno a un oratorio dedicado a Nuestra Señora de las Cabañas. La
devoción a Santa María fue y sigue siendo uno de los elementos principales
de su austera espiritualidad.
En el ámbito monacal de los discípulos de San Bruno, Guigo II, de quien se
conoce poco, se convirtió en el noveno prior del centro de aquella orden de
la que el Papa Inocencio XI, dijo a fines del siglo XVII: "La Cartuja nunca
ha sido reformada, pues nunca ha estado deformada".
La escalera
De los trabajos del misterioso Guigo sólo han llegado hasta nosotros la
Scala claustralium (1) o Scala paradisi y unas Meditaciones (2). Existe
también un trabajo, menos valioso, que le viene siendo atribuido y que
contiene una meditación sobre el Magnificat.
La Escalera de los monjes o Carta sobre la vida contemplativa fue redactada
hacia 1150, en forma de carta, de estilo monástico, a un monje de nombre
Gervasio. El contexto del escrito es la vida monástica y se orienta en una
definida opción hacia la vida contemplativa. La obra de quince cortos
capítulos no sólo impactó entre los monjes, sino que, en lengua vernácula,
se difundió también entre los laicos. No pocos resaltan su influencia en los
inspiradores de la Devotio Moderna, a través del cartujo Enrique Eger de
Kalkar (m. 1408)(3) y Gerardo de Groote (1340-1384). Habrían sido los
famosos "Hermanos de la Vida Común", mismo corazón de la Devotio, quienes en
el siglo XV difundieron una versión breve de la obra de Guigo atribuida a
San Bernardo, bajo el título de Los cuatro pasos.
Doble sentido de los pasos
Guigo presenta una escalera simbólica de cuatro escalones o pasos
espirituales ligados causalmente -lectura, meditación, oración y
contemplación- como trayectoria de la tierra al cielo para los monjes. Vale
aclarar que habría una doble distinción que hacer.
Ante todo, en un primer sentido, los pasos son funciones dentro de la
oración. Hay una interrelación entre los escalones, reclamándose unos a
otros. Así por ejemplo: "La lectura sin la meditación es árida -afirma-; la
meditación sin la lectura está sujeta al error; la oración sin la meditación
es tibia; la meditación sin la oración carece de frutos; la oración cuando
es ferviente gana la contemplación, pero lograr la contemplación sin oración
sería no sólo raro sino incluso milagroso".
Claro que en el asunto de la escala y en particular sobre la
"contemplación", el autor reconoce lógicamente que la estructura que propone
no puede poner límites al poder de Dios, que obra siempre con entera
libertad, impulsado por su amor misericordioso. Cuidadoso teólogo y buen
observador psicológico, subraya, también, la necesidad de la respuesta
humana: "Nada podemos sin El. Es El quien obra en nosotros, sin embargo no
sin nosotros. Y es que somos cooperadores de Dios, como dice el Apóstol (4).
Dios quiere que lo invoquemos, es voluntad suya que cuando su gracia viene y
toca a nuestra puerta (5), ejerciendo voluntariamente nuestra libertad, le
abramos a El nuestro corazón y le otorguemos nuestro consentimiento".
Por otro lado, también, cada uno de los pasos se identifica con un grado de
progreso en el camino de unión con Dios. Así, mirando a los sujetos que
realizan los ejercicios espirituales, se identifica la lectura con los
principiantes, la meditación con los proficientes, la oración con los
devotos y la contemplación con los bienaventurados. El autor deja
establecido este proceso gradual, aun cuando no lo desarrolla.
Lectura
Guigo enmarca el ejercicio de la oración en las diversas prácticas y
ejercicios de la vida monástica, que bien pueden considerarse como una
preparación remota.
El paso inicial es la lectura, que consiste en la aplicación de toda la
atención a un pasaje concreto de la Sagrada Escritura. Bien podría haber
escrito: "aplícate todo al texto". Es el "fundamento" que proporciona al
ejercitante la "materia" y "lleva a la meditación". El interés despertado
por una primera inteligencia de lo que sosegadamente se ha leído impulsa a
ahondar más en ello, pasando así a otro de los escalones: la meditación.
Meditación
Incentivado el ejercitante con el texto que ha leído aplica a él su mente
procurando captar todo su sentido. Guigo no se queda en una
repeticiónrumiativa, va más allá aplicando el discurso, pero siempre en un
sentido inquisitivo anclado en el texto, buscando "extraerle el jugo a la
uva". Es un trabajo que ante todo busca "el corazón del asunto", sin dejarse
distraer por lo superficial (6). Una vez en posesión del sentido busca la
implicancia y aplicación del pasaje a la propia vida. Al proceder así se
llega a percibir una "nueva dimensión" en el texto que despierta "hambre" de
aquello que aún no se posee, o también, habría que decir de algo que sobra y
constituye un obstáculo para el propio camino espiritual, lo que conduce al
tercer escalón: la oración.
El Prior cartujo cuida mucho de hacer notar que el ejercicio de la
meditación no es una actividad de la inteligencia aplicada a obtener mayores
informaciones o conocimientos, sino que está ordenada a algo mayor. No
rechaza el uso de la razón, pero tampoco cae en un racionalismo que en
definitiva terminaría siendo fin de sí mismo. Obviamente se trata de una
advertencia contra el intelectualismo. Hilvanando textos escriturísticos
Guigo habla de la necia sabiduría del mundo, de la de "aquellos que no
tenían la gracia de comprender lo que tenían la habilidad de ver. `Se
entontecieron en sus razonamientos (7)' y `toda su sabiduría fue devorada'
(8)".
Oración
La conciencia de la lejanía del bien que aparece en la meditación,
inaccesible a las solas fuerzas, lleva al ejercitante a implorar la
misericordia divina. Es un momento fuerte en que la persona toma especial
conciencia de su propia identidad, su contingencia, su pecado y de la
nostalgia de Dios, que siente en lo profundo de su ser. Guigo manifiesta
algo de la experiencia interior que conduce a la oración y en ella se
expresa cuando dice en una plegaria: "Cuando partes para mí el pan de la
Sagrada Escritura te reconozco en la fracción del pan, y cuando más te
conozco, más te anhelo conocer, pero no ya desde fuera, en la corteza de la
letra, sino en su sentido profundo... Dame, pues, Señor, una prenda de lo
que espero heredar, al menos dame una gota de lluvia celestial con la que
pueda refrescar mi sed, pues me estoy quemando de amor".
Contemplación
Este paso es puro fruto de la liberalidad divina. Ante la plegaria y la
nostalgia de Dios que ella manifiesta, El "no espera que el alma nostálgica
termine de expresarse sino que interrumpe la oración... y se presenta de
improviso cubierto del dulce rocío celestial... Renueva entonces al alma
fatigada, sacia su sed y colma su hambre, hace que se olvide de las cosas
materiales, haciendo que muera a sí misma le da nueva vida, y embriagándola
la hace recuperar el sentido". En la contemplación "la mente es como elevada
sobre sí misma y suspendida en Dios, saboreando las alegrías de la eterna
dulzura (9)".
No está demás hacer notar que no se debe ver una relación mecánica necesaria
entre los ejercicios de oración y la experiencia de la contemplación(10).
Pero, conviene también tomar en consideración la perspectiva del Plan de
Dios y de la "cooperación" humana a la gracia que se descubre en el
pensamiento de Guigo. Si bien la contemplación es eminentemente donal, su
recepción -según se desprendería de la Escalera- suele favorecerse
dispositivamente por los ejercicios de la oración, en respuesta a la gracia
de Dios. El, en su libre magnanimidad y misericordia, puede premiar las
fatigas del que ora y anhela su visita.
Teniendo todo esto como transfondo, Guigo sale al encuentro de una
perspectiva que juzga temeraria: "no debemos tentar a Dios presumiendo que
algo semejante -que seremos conducidos a la contemplación en la misma forma
como, por ejemplo, han sido bendecidos San Pablo y otros- nos habrá de
ocurrir. Más bien, debemos hacer nuestra parte, es decir, leer y meditar
sobre la ley de Dios, y orarle para que nos ayude en nuestras debilidades y
mire compasivo nuestra fragilidad. El nos enseña a proceder así, cuando
dice: `Pedid y recibiréis; buscad y encontraréis; llamad y se os abrirá'
(11). Pues `el Reino de los cielos padece violencia y son los violentos los
que lo conquistan'(12)".
Guigo expresa muy bien la convicción que tiene de la conveniencia de
esforzarse para mejor disponerse a la contemplación, como algo que puede
hacer para encontrar respuesta a su hambre de Amor. En ello no parece querer
prescindir de la libertad de Dios, "quien obra cuando El quiere y sobre
quien El quiere", sino tan sólo expresar la magnitud del propio anhelo por
launión amorosa, que se manifiesta por el deseo de poner los medios más
adecuados a su alcance para hacer concreto su clamor a la benevolencia
divina.
Una obra valiosa
Guigo II muere hacia 1188 (13), pero el influjo y valor de su obra lo
sobreviven. La Escalera se impuso por sus propios méritos, sin que se
conozca referencia alguna a los rumores de santidad (14) sobre el Prior que
la redactó, pues según la costumbre cartuja, los autores no firman sus
trabajos, que son presentados como anónimos: "Un cartujo" o "Un cartujo de X
lugar", o simplemente sin referencia alguna. La obra se difunde ampliamente
bajo atribución ya de San Bernardo (15), ya de San Agustín (16).
La concepción explícita de la interrelación causal de los pasos de la
oración constituye un claro antecedente de la metodización de la Devotio
Moderna. Esa explicitación causal es nota clave que resalta la obra de Guigo
en la marcha de la metodización, puesto que los elementos que presenta ya se
conocían desde antiguo. Las traducciones modernas de este clásico de la vida
espiritual señalan un renovado interés (17) por las enseñanzas del Prior de
la Gran Cartuja y por el camino de la lectio divina practicado en medios
monacales.
Método de oración
Guigo II, el cartujo
Preparación inmediata
Lectura: Atenta recolección de las facultades orientadas al cuidadoso examen
de la Sagrada Escritura. La lectura, que está en la superficie, busca y
provee comida sólida.
Cuerpo
Meditación: Aplicación diligente de la mente que va investigando el
conocimiento de la verdad oculta, con el auxilio de la propia razón. La
meditación encuentra, ahondando en la inteligencia interior, masticando la
comida.
Oración: Orientación devota del corazón hacia Dios para solicitarle bienes y
que aleje los males. La oración capta el sabor, responde al gusto y pide
ardientemente según la nostalgia interior y el deseo.
Contemplación: Elevación de la mente sobre sí misma, como merced
graciosamente concedida por Dios, que la mantiene suspendida en El, mientras
ella gusta y goza de las dulzuras eternas. La contemplación, cuando se
produce, gusta las delicias y las dulzuras que regocijan y refrescan.
Notas
1. Son varias las traducciones hodiernas,
generalmente de la versión crítica de E. Colledge y J. Walsh. Entre ellas:
Guigues II Le Chartreux, Lettre sur la vie contemplative (L'echelle des
moines). Duze méditations, par E. Colledge, O.S.A. - J. Walsh, S.J., Sources
Chrétiennes 163, Ed. du Cerf, París 1970, pp. 81ss. Guigo II, The Ladder of
Monks (A Letter on the Contemplative Life) and Twelve meditations,
Translated, with an Introduction by Edmund Colledge, O.S.A., and James
Walsh, S.J., Cistercian Publications, Kalamazoo 1981, pp. 65ss. Lettera
sulla vita contemplativa di Guigo certosino al fratello Gervasio, en Giorgio
Giurisato, Abate de Praglia, Lectio divini oggi, Edizioni Scritti Monastici,
Abbazia di Praglia 31988, pp. 55ss. En la Bibliografía que sobre la Lectio
Divina presenta Giurisato aparecen, bajo Guigo II, hasta cuatro otras
referencias en italiano. Guigo II, cartuxo, Carta sobre a vida contemplativa
ou A escada dos monges en A Lectio Divina, ontem e hoje, Monasteiro de S.
Bento da Bahia 1989, pp. 7ss. Carta sobre la vida contemplativa, en Hugo
Mujica, Camino de la palabra, Ediciones Paulinas, Buenos Aires 1989, pp.
133ss. También en castellano, se puede ver: P. Sáenz, Carta sobre la vida
contemplativa (La escala de los monjes) por Guigo II, en "Cuadernos
Monásticos", año XII,
1977, n. 42, pp. 367ss.
2. Son doce las meditaciones atribuidas a Guigo.
Ellas son ejemplo de una teología llena de imágenes y en recurso constante a
la Sagrada Escritura. Algunos pasajes permiten encontrar ideas que
aparecerán en su Escalera. Las Meditaciones no han tenido la divulgación de
aquélla.
3. Fue Prior de la Cartuja de Munnikhuizen,
vinculado a la Devotio, y partidario de la
sistematización de la oración. Ver Dom François
Vandenbroucke, New milieux, new problems. From the twelfth to the sixteenth
century, en Dom Jean Leclercq, Dom François Vandenbroucke, Louis Bouyer, The
spirituality of the middle ages, Burns & Oates, London and Tunbridge 1968,
p.
433. Sobre la influencia de la espiritualidad
cartuja en la Devotio puede también verse Otto
Gründler, Devotio Moderna atque antiqua: the
modern devotion and carthusian spirituality, en The spirituality of western
christendom. II The roots of the modern christian Tradition, Cistercian
Publications, Kalamazoo 1984, pp. 27 ss.
4. Ver 1Cor 3, 9.
5. En referencia a Apoc 3, 20: "Mira que estoy a
la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta entraré en su
casa y cenaré con él y el conmigo".
6. En una breve presentación de Guigo y
recogiendo su perspectiva, Keith Egan señala:
"Mientras Guigo es sobrio y restringido en su
exégesis espiritual, no se siente inclinado a alinearse con el nuevo énfasis
en el sentido literal o histórico. En realidad, Guigo considera el sentido
literal como superficial y externo". Keith J. Egan, Guigo II, The theology
of the contemplative life, en The spirituality of western christendom,
Cistercian Publications, Kalamazoo
1976, p. 113. Sobre los sentidos de la Escritura
se puede leer una presentación sintética en
Hugo Mujica, ob. cit., pp. 118-130.
7. Rom 1, 21.
8. Sal 106, 27.
9. Estos dos textos de Guigo permiten hacerse una
idea bastante precisa de qué contemplación está hablando.
10. Aun cuando Guigo establece este paso como
parte de un proceso secuencial causal, no parece que se pueda entender que
lo es en el mismo sentido que los anteriores, sino tan sólo como usualmente
ubicado en dicho lugar. Al depender de Dios y no del esfuerzo humano, no
puede ser considerado como un escalón final del ejercicio que realiza el
orante, salvo en un sentido muy amplio en el que por contemplación se
entienda algo diverso a lo que parece desprenderse de la Escalera.
11. Mt 7, 7.
12. Mt 11, 12.
13. Usualmente el año reconocido era 1193, ver
Guigues II en DS, cols. 1175 y 1176. Sobre la nueva fecha ver Guigo II, The
ladder of monks (a letter on the contemplative life) and twelve meditations,
p. 3s.
14. Refiriéndose a Guigo II, Hugo Mujica -quizá
inspirándose en Le Couteulex, historiador de la Cartuja o en Colledge y
Walsh, responsables de la hodierna edición crítica, que dan noticia del
hecho- señala: "Quizá haya que identificarlo con aquel cartujo que, después
de muerto, tantos milagros hacía en su tumba que, atrayendo a numerosos
peregrinos hacía peligrar la soledad de la Cartuja, por lo cual el prior
tuvo que darle la orden por la santa obediencia de cesar de hacer milagros,
orden que cumplió inmediatamente", ob. cit., p. 132. Colledge y Walsh
recuerdan un par de historias parecidas y juzgan que en todo caso ella
"muestra que luego de su fallecimiento Guigo debe haber disfrutado entre sus
hermanos una muy singular reputación de santidad", Guigo II, The ladder of
monks (a letter on the contemplative life) and twelve meditations, ob. cit.,
p. 4.
15. En el Migne aparece referido a San Bernardo
bajo el título Scala claustralium sive tractatusde modo orandi, PL 184,
475-484.
16. También el Migne lo recogía entre las obras
de San Agustín, con el título Scala paradisi, PL
40, 997-1004.
17. Ver nota 1.