El sacerdote y la pastoral en el mundo digital
Mensaje de Benedicto XVI con motivo de la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (16 de mayo de 2010), con el tema "El sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la Palabra".
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Queridos Hermanos y Hermanas,
El tema de la próxima Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales - "El
sacerdote y la pastoral en el mundo digital: los nuevos medios al servicio de la
Palabra" - se inserta muy apropiadamente en el camino del Año Sacerdotal, y pone
en primer plano la reflexión sobre un ámbito pastoral vasto y delicado como es
el de la comunicación y el mundo digital, ofreciendo al sacerdote nuevas
posibilidades de realizar su particular servicio a la Palabra y de la Palabra.
Las comunidades eclesiales, han incorporado desde hace tiempo los nuevos medios
de comunicación como instrumentos ordinarios de expresión y de contacto con el
propio territorio, instaurado en muchos casos formas de diálogo aún de mayor
alcance. Su reciente y amplia difusión, así como su notable influencia, hacen
cada vez más importante y útil su uso en el ministerio sacerdotal.
La tarea primaria del sacerdote es la de anunciar a Cristo, la Palabra de Dios
hecha carne, y comunicar la multiforme gracia divina que nos salva mediante los
Sacramentos. La Iglesia, convocada por la Palabra, es signo e instrumento de la
comunión que Dios establece con el hombre y que cada sacerdote está llamado a
edificar en Él y con Él. En esto reside la altísima dignidad y belleza de la
misión sacerdotal, en la que se opera de manera privilegiada lo que afirma el
apóstol Pablo: "Dice la Escritura: 'Nadie que cree en Él quedará defraudado'...
Pues "todo el que invoca el nombre del Señor se salvará". Ahora bien, ¿cómo van
a invocarlo si no creen en Él? ¿Cómo van a creer si no oyen hablar de Él? ¿Y
cómo van a oír sin alguien que les predique? ¿Y cómo van a predicar si no los
envían?" (Rm 10,11.13-15).
Las vías de comunicación abiertas por las conquistas tecnológicas se han
convertido en un instrumento indispensable para responder adecuadamente a estas
preguntas, que surgen en un contexto de grandes cambios culturales, que se notan
especialmente en el mundo juvenil. En verdad el mundo digital, ofreciendo medios
que permiten una capacidad de expresión casi ilimitada, abre importantes
perspectivas y actualiza la exhortación paulina: "¡Ay de mí si no anuncio el
Evangelio!" (1 Co 9,16). Así pues, con la difusión de esos medios, la
responsabilidad del anuncio no solamente aumenta, sino que se hace más acuciante
y reclama un compromiso más intenso y eficaz. A este respecto, el sacerdote se
encuentra como al inicio de una "nueva historia", porque en la medida en que
estas nuevas tecnologías susciten relaciones cada vez más intensas, y cuanto más
se amplíen las fronteras del mundo digital, tanto más se verá llamado a ocuparse
pastoralmente de este campo, multiplicando su esfuerzo para poner dichos medios
al servicio de la Palabra.
Sin embargo, la creciente multimedialidad y la gran variedad de funciones que
hay en la comunicación, pueden comportar el riesgo de un uso dictado sobre todo
por la mera exigencia de hacerse presentes, considerando internet solamente, y
de manera errónea, como un espacio que debe ocuparse. Por el contrario, se pide
a los presbíteros la capacidad de participar en el mundo digital en constante
fidelidad al mensaje del Evangelio, para ejercer su papel de animadores de
comunidades que se expresan cada vez más a través de las muchas "voces" surgidas
en el mundo digital. Deben anunciar el Evangelio valiéndose no sólo de los
medios tradicionales, sino también de los que aporta la nueva generación de
medios audiovisuales (foto, vídeo, animaciones, blogs, sitios web), ocasiones
inéditas de diálogo e instrumentos útiles para la evangelización y la
catequesis.
El sacerdote podrá dar a conocer la vida de la Iglesia mediante estos modernos
medios de comunicación, y ayudar a las personas de hoy a descubrir el rostro de
Cristo. Para ello, ha de unir el uso oportuno y competente de tales medios -
adquirido también en el período de formación - con una sólida preparación
teológica y una honda espiritualidad sacerdotal, alimentada por su constante
diálogo con el Señor. En el contacto con el mundo digital, el presbítero debe
trasparentar, más que la mano de un simple usuario de los medios, su corazón de
consagrado que da alma no sólo al compromiso pastoral que le es propio, sino al
continuo flujo comunicativo de la "red".
También en el mundo digital, se debe poner de manifiesto que la solicitud
amorosa de Dios en Cristo por nosotros no es algo del pasado, ni el resultado de
teorías eruditas, sino una realidad muy concreta y actual. En efecto, la
pastoral en el mundo digital debe mostrar a las personas de nuestro tiempo y a
la humanidad desorientada de hoy que "Dios está cerca; que en Cristo todos nos
pertenecemos mutuamente" (Discurso a la Curia romana para el intercambio de
felicitaciones navideñas, 22 diciembre 2009).
¿Quién mejor que un hombre de Dios puede desarrollar y poner en práctica, a
través de la propia competencia en el campo de los nuevos medios digitales, una
pastoral que haga vivo y actual a Dios en la realidad de hoy? ¿Quién mejor que
él para presentar la sabiduría religiosa del pasado como una riqueza a la que
recurrir para vivir dignamente el hoy y construir adecuadamente el futuro? Quien
trabaja como consagrado en los medios, tiene la tarea de allanar el camino a
nuevos encuentros, asegurando siempre la calidad del contacto humano y la
atención a las personas y a sus auténticas necesidades espirituales. Le
corresponde ofrecer a quienes viven éste nuestro tiempo "digital" los signos
necesarios para reconocer al Señor; darles la oportunidad de educarse para la
espera y la esperanza, y de acercarse a la Palabra de Dios que salva y favorece
el desarrollo humano integral. La Palabra podrá así navegar mar adentro hacia
las numerosas encrucijadas que crea la tupida red de autopistas del
ciberespacio, y afirmar el derecho de ciudadanía de Dios en cada época, para que
Él pueda avanzar a través de las nuevas formas de comunicación por las calles de
las ciudades y detenerse ante los umbrales de las casas y de los corazones y
decir de nuevo: "Estoy a la puerta llamando. Si alguien oye y me abre, entraré y
cenaremos juntos" (Ap 3, 20).
En el Mensaje del año pasado animé a los responsables de los procesos
comunicativos a promover una cultura de respeto por la dignidad y el valor de la
persona humana. Ésta es una de las formas en que la Iglesia está llamada a
ejercer una "diaconía de la cultura" en el "continente digital". Con el
Evangelio en las manos y en el corazón, es necesario reafirmar que hemos de
continuar preparando los caminos que conducen a la Palabra de Dios, sin
descuidar una atención particular a quien está en actitud de búsqueda. Más aún,
procurando mantener viva esa búsqueda como primer paso de la evangelización.
Así, una pastoral en el mundo digital está llamada a tener en cuenta también a
quienes no creen y desconfían, pero que llevan en el corazón los deseos de
absoluto y de verdades perennes, pues esos medios permiten entrar en contacto
con creyentes de cualquier religión, con no creyentes y con personas de todas
las culturas. Así como el profeta Isaías llegó a imaginar una casa de oración
para todos los pueblos (cf. Is 56,7), quizá sea posible imaginar que podamos
abrir en la red un espacio - como el "patio de los gentiles" del Templo de
Jerusalén - también a aquéllos para quienes Dios sigue siendo un desconocido.
El desarrollo de las nuevas tecnologías y, en su dimensión más amplia, todo el
mundo digital, representan un gran recurso para la humanidad en su conjunto y
para cada persona en la singularidad de su ser, y un estímulo para el debate y
el diálogo. Pero constituyen también una gran oportunidad para los creyentes.
Ningún camino puede ni debe estar cerrado a quien, en el nombre de Cristo
resucitado, se compromete a hacerse cada vez más prójimo del ser humano. Los
nuevos medios, por tanto, ofrecen sobre todo a los presbíteros perspectivas
pastorales siempre nuevas y sin fronteras, que lo invitan a valorar la dimensión
universal de la Iglesia para una comunión amplia y concreta; a ser testigos en
el mundo actual de la vida renovada que surge de la escucha del Evangelio de
Jesús, el Hijo eterno que ha habitado entre nosotros para salvarnos. No hay que
olvidar, sin embargo, que la fecundidad del ministerio sacerdotal deriva sobre
todo de Cristo, al que encontramos y escuchamos en la oración; al que anunciamos
con la predicación y el testimonio de la vida; al que conocemos, amamos y
celebramos en los sacramentos, sobre todo en el de la Santa Eucaristía y la
Reconciliación.
Queridos sacerdotes, os renuevo la invitación a asumir con sabiduría las
oportunidades específicas que ofrece la moderna comunicación. Que el Señor os
convierta en apasionados anunciadores de la Buena Noticia, también en la nueva
"ágora" que han dado a luz los nuevos medios de comunicación.
Con estos deseos, invoco sobre vosotros la protección de la Madre de Dios y del
Santo Cura de Ars, y con afecto imparto a cada uno la Bendición Apostólica.
Vaticano, 24 de enero 2010, Fiesta de San Francisco de Sales.
BENEDICTUS PP. XVI
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