Sola Fide y el Mérito según los protestantes y la Iglesia Católica
Nihil Obstat:
Dr. Antonio Zaldúa Uriarte
Imprimatur:
Bilbao, 14 de Setiembre de 1962
PABLO, Obispo de Bilbao
¿En qué consiste la doctrina del mérito? Me enseña que
Dios es tan bueno que pone en mí SU GRACIA, CON LA CUAL PUEDO INCLINARME
HACIA LA VIDA ETERNA, TENDER A ELLA, ELEVARME HACIA ELLA. En la parábola de
la viña se dice: "Yo soy la vid, vosotros los sarmientos". El que permanece
en MI y Yo en él, ese dará mucho fruto" (Juan XV, 1). Ya veis: Dios pone en
nosotros la savia de la gracia y de la caridad, con la que podemos realizar
actos sucesivos de gracia y caridad cada vez más intensos, que serán como
frutos, será la entrada en la Patria. El mérito es LA ORDEN DE RETRIBUIR
SEGUN JUSTICIA. Pero Dios, ¿puede estar obligado en justicia con respecto a
nosotros? ¿Puede haber proporción entre lo que nosotros le damos, nosotros
que todo lo recibimos de El, y los dones supremos de su gracia y de su amor?
No, ciertamente, si nos deja a nosotros mismos y a nuestros propios
esfuerzos. Pero si, por el contrario, sí pone en nosotros la savia de su
gracia y de su amor, pidiéndonos que hagamos fructificar esa gracia y ese
amor. Desde el momento en que podemos producir actos VIVIFICADOS por la
savia de la gracia, hay, de hecho, una proporción entre esos actos y su
fruto, entre el tallo y la flor, luego entre la flor y el fruto. De suerte
que NUESTROS MERITOS SON DONES DE DIOS. De ahí la frase de San
Agustín: "Cuando Dios corona nuestros méritos, corona sus dones"
9. Pero ¿es que son nuestros méritos o los méritos de
Cristo? La táctica protestante es en esto como siempre, la de suponer en vez
de subordinar. A los méritos de Cristo SOLO, opone los méritos del hombre
SOLO. Se decide por la salvación por los méritos de Cristo sólo; y nos
achaca la teoría de la salvación por los méritos del hombre sólo, es decir
la tesis pelagiana condenada por la Iglesia como herética. ¿Cuál es, en
suma, la verdadera doctrina católica? Puede resumirse así: NUESTROS MERITOS
SON DE DIOS Y DE CRISTO COMO CAUSA PRIMERA, SON NUESTROS COMO CAUSA SEGUNDA:
DIOS NOS DA EN CRISTO EL DECIRLE "SI".
Si le digo Sí, este sí pronunciado aquí abajo, en el
tiempo y que es atravesado por la luz de la gracia divina, me encamina hacia
mi término final, o sea la entrada en la Patria, me hace proporcionado a esa
entrada en la Patria, "fructifica" normalmente esa entrada en la Patria,
"merece" esa entrada en la Patria. Es mi sí, MI MÉRITO: ME HABRÁ DESGARRADO
A VECES EL CORAZON, ME HABRA EXIGIDO QUE TRIUNFE SOBRE MIS PASIONES, ES BIEN
MIO. Pero es más aún de Dios que mío, y el primer pensamiento que vendrá a
mi espíritu será el decir: Gracias, Dios mío, por haberme movido a decir sí:
A Vos sea la gloria.
Para ilustrar esta doctrina católica de Dios que da al
hombre el merecer, hace falta volver a la comparación de Jesús: "Yo soy la
vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en Mí y Yo en él, ése dará
mucho fruto". Ni Calvino, ni Barth consiguieron explicar este texto. Calvino
dirá: Ved bien, el sarmiento cortado de la cepa es echado al fuego, no
puede, pues, producir nada. !Perdón! El Sarmiento cortado, sí. Se secará;
pero, ¿si continúa unido a la cepa, a Jesús? Entonces da fruto. El fruto,
¿viene de la cepa o del sarmiento? Viene de la cepa a través del sarmiento.
Cuando se pregunta Barth: ¿Es Dios o el hombre el que produce la buena
acción? ¿Es Dios o el rosal el que produce la rosa? El contesta: Razonáis
sobre una imagen. Pero esa imagen es del Evangelio.
Una precisión más referente al mérito. Ya lo hemos
visto: no puedo yo merecer la primera gracia, porque es siempre una atención
gratuita. Pero si permanezco en el amor puedo con el amor merecer siempre un
amor mayor y, en el instante de la muerte, la vida eterna.
10. La gracia de aquí abajo, PROPORCIONA la gloria del
cielo, FRUCTIFICA la gloria del cielo,MERECE la gloria del cielo: todas
estas voces son sinónimas. La gloria es dada a la gracia como unFRUTO, COMO
UN TÉRMINO, COMO UNA RECOMPENSA.
Esta noción de recompensa se encuentra frecuentemente
en la Escritura. San Pablo escribe: "He combatido el buen combate, he
terminado mi carrera, he guardado la fe. Ya me está preparada la corona de
la justicia, que me otorgará aquel día el Señor, justo Juez y no sólo a mi,
sino a todos los que aman su venida" (2 Tim IV, 7-8). Dios, que ha colmado
de gracias a San Pablo, coronará a San Pablo. Como un Juez, dará al apóstol
lo que le corresponde en justicia. Lo mismo ocurrirá a todos los cristianos.
Tenéis en el evangelio: cuando sufráis todas esas cosas
"alegraos y recocijaos, porque grande será en los cielos vuestra RECOMPENSA"
(Mat. V, 12). Es Jesús quien nos dice eso. En el último día, cuando el Hijo
del hombre venga en su gloria con todos los ángeles, dirá a los que estén a
su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del reino preparado
para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis
de comer; tuve sed y me disteis de beber..." (Mat. XXV, 34-35). En el mismo
capítulo, se habla del servidor que habiendo recibido cinco talentos ganó
con ellos otros cinco; del que habiendo recibido dos, ganó también dos. Son
bendecidos uno y otro; pero el que había enterrado su talento fue maldecido
(Mat. XXV, 14-30).
¿COMO PUEDE EL PROTESTANTISMO NEGAR ESAS NOCIONES DE
MERITO Y DE RECOMPENSA, DE UN DIOS QUE CORONANDO NUESTROS MERITOS CORONA SUS
DONES, CUANDO APARECEN CONSTANTEMENTE EN EL EVANGELIO? Nos achaca, para
combatirnos, la doctrina pelagiana del sarmiento que, cortado de la cepa,
producirá por sí solo el fruto. Pero nosotros reprobamos a la vez DOS
ERRORES. Se nos dice -!y no es una amabilidad!- : Vosotros, católicos, os
movéis por una recompensa. A lo que yo contestaría: SI, PORQUE SABEMOS QUE
LA RECOMPENSA DEL AMOR ES EL ENCUENTRO CON EL AMADO. "Ninguna otra
recompensa más que Vos, Señor" decía Santo Tomás. Y San Pablo escribe: "Ni
el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha
preparado para los que le aman" (I Cor. II, 9). ¿En qué consiste ello? !Es
demasiado grande! !Es indecible el encuentro con el amado! ¿Cómo puede
decírsenos que ES RUIN APETECER TAL RECOMPENSA?
Los protestantes se ven obligados a desfigurar esta
espléndida doctrina para poder atacarla: "Entonces veremos cara a cara",
dice San Pablo (I Cor. XIII, 12): y San Juan: "Porque le veremos TAL CUAL
ES" (I Juan III, 2). No desear esta RECOMPENSA, este ENCUENTRO, es NO AMAR.
No desear ver un día la Patria cuando se ha nacido en el exilio, es no
amar."