Jesucristo enseña a santa Brigida cómo debe orar, y le describe tres clases de hombres que le sirven en este mundo.
REVELACIÓN 11

Yo soy tu Dios, que siendo verdadero Dios y verdadero hombre en una persona, fuí crucificado, y cada día estoy en las manos de los sacerdotes. Todas cuantas veces me hicieses oración la acabarás diciendo que se haga mi voluntad y no la tuya; porque cuando ruegas por los condenados, no te oigo, ni cuando pides lo que es contra tu salvación. Y así, conviene que subordines tu voluntad a la mía, porque sé y alcanzo todas las cosas y te daré lo que te conviene. Hay muchos que hacen oración, mas no con intención recta, y así no merecen ser oídos; porque te hago saber que hay tres clases diferentes de personas que me sirven. Los primeros, son los que creen que soy Dios, dador de todas las cosas y omnipotente. Estos me sirven porque les de haciendas y honras, pero las cosas del cielo no las aprecian nada y a cambio de tener lo que en este mundo desean, perderían con gusto el cielo. A estos tales todo les sucede próspero en el mundo según desean, y de esta suerte perdiendo los bienes eternos, les renumero en bienes temporales todo lo bueno que hicieron por mí, pagandoles hasta el último cuadrante y hasta el último punto. Hay otros que creen que soy Dios omnipotente y Juez riguroso, y estos me sirven de puro miedo de la pena, pero no por amor que tengan a la gloria y si no fuera por el temor que tienen, estos tales no me servirían. Hay otros, en cambio, que creen que soy Creador de todas las cosas y verdadero Dios, justo y misericordioso; y estos me sirven, no por miedo de la pena, sino por amor y caridad, y querrían pasar y sufrir penas infinitas, si les fuera posible, más bien que ofenderme una sola vez. Estos merecen ser oídos en sus oraciones, porque siempre conforman su voluntad con la mía. Los primeros tendrán un eterno castigo, y no verán mi rostro; los segundos, aunque no tendrán tan gran castigo, no verán mi cara, si no enmendaren aquel puro temor, y exclusivo de otro mejor motivo, con la penitencia.