La zorra, dice la Virgen a santa Brígida, es un animal solícito en proveerse de cuanto ha
de menester, y engañador, que algunas veces se finge dormida, y como muerta, para que vengan las aves y posen sobre ella, y de esta manera cogerlas y devorarlas con más libertad; otras veces se pone a observar el vuelo de las aves, y las que ve que por el cansancio están posando en la tierra o debajo de los árboles, las coge y las devora; pero las que vuelan con ambas alas, la confunden y la dejan burlada.
Esta zorra es el demonio, que siempre está persiguiendo a los amigos de Dios, principalmente a los que carecen de la hiel de su malicia y del veneno de su maldad. Fíngese dormida y muerto, porque unas veces deja al hombre libre de las tentaciones más graves, para que teniéndolo desprevenido en las cosas pequeñas, con mayor libertad pueda engañarlo y envolverlo; otras veces, da al vicio el color de la virtud, y por el contrario, a la virtud el del vicio, para que enredado el hombre, caiga en el vacío, y perezca, a no ser que se aconseje prudentemente, según podrás entender con un ejemplo.
La misericordia suele ser vicio, cuando se ejercita para agradar a los hombres. El rigor de la justicia es injusticia, cuando se pone en práctica por codicica o por impaciencia. La humildad es soberbia, cuando se tiene por ostentación y porque la vean los hombres. La paciencia parece virtud, y no lo es, cuando el hombre, si pudiese, se vengaría de aquella injuria recibida, pero que no siéndole posible, lo deja para mejor coyuntura. Otras veces, también ocasiona el demonio angustias y tentaciones, para que el hombre se abata con la excesiva tristeza; y otras veces, por último, le infunde el demonio angustias e inquietudes en el corazón, para que el hombre se emperece en el servicio de Dios, o mientras esté desprevenido en las cosas pequeñas, caiga en las más graves.
Así es como a éste de quien te hablo, lo ha engañado el demonio. Pues cuando en la vejez tenía todo lo que deseaba, se creía feliz y deseaba larga vida, fué arrebatado sin Sacramentos, y sin poner orden en sus cosas; pues, asemejándose a la hormiga, acarreaba día y noche, mas no para el granero del Señor; y al llegar a la puerta para introducir los granos, murió, dejando sus bienes a otros, porque el que no recoge con cordura los frutos en el tiempo de la siega, no viene a gozar de ellos.
¡Dichosas las aves del Señor, que no duermen bajo los árboles de las delicias del mundo, sino en los de los deseos celestiales! porque si las sorprendiera la tentación de la inicua zorra, o sea el demonio, al punto echarán a volar con ambas alas, que son la humildad de la confesión y la esperanza del auxilio del cielo.
|