Copérnico, Newton, Ampere, Darwin, Edison, Gauss, Einstein… por su interés, reproducimos a continuación lo que afirmaron sobre Dios las voces autorizadas de la ciencia (ForumLibertas.com)
Johannes Kepler (1571-1630), astrónomo: “Dios es grande, grande es su poder, infinita su sabiduría. Alábenle cielos y tierra, sol, luna y estrellas con su propio lenguaje. ¡Mi Señor y mi Creador! La magnificencia de tus obras quisiera yo anunciarla a los hombres en la medida en que mi limitada inteligencia puede comprenderla”.
Nicolás
Copérnico (1473-1543), astrónomo: “¿Quién que vive en íntimo contacto con el
orden más consumado y la sabiduría divina, no se sentirá estimulado a las
aspiraciones más sublimes? ¿Quién no adorará al Arquitecto de todas estas
cosas?”.
Isaac Newton (1643-1727), fundador de la física teórica clásica: “Lo
que sabemos es una gota, lo que ignoramos un inmenso océano. La admirable
disposición y armonía del universo, no ha podido sino salir del plan de un
Ser omnisciente y omnipotente”.
Carlos Linneo (1707-1778), fundador de la botánica sistemática: “He
visto pasar de cerca la Dios eterno, infinito, omnisciente y omnipotente y
me he postrado de hinojos en adoración”.
Alessandro Volta (1745-1827), descubrió las nociones básicas de la
electricidad: “Yo confieso la fe santa, apostólica, católica y romana. Doy
gracias a Dios que me ha concedido esta fe, en la que tengo el firme
propósito de vivir y de morir”.
André-Marie Ampere (1775-1836), descubrió la ley fundamental de la
corriente eléctrica: “¡Cuán grande es Dios, y nuestra ciencia una nonada!”.
Augustin Louis Cauchy (1789-1857), insigne matemático: “Soy
cristiano, o sea, creo en la divinidad de Cristo, como todos los grandes
astrónomos, todos los grandes matemáticos del pasado”.
Carl Friedrich Gauss (1777-1855), uno de los más grandes matemáticos
y científicos alemanes: “Cuando suene nuestra última hora, será grande e
inefable nuestro gozo al ver a quien en todo nuestro quehacer solo hemos
podido vislumbrar”.
Justus von Liebig (1803-1873), célebre químico: “La grandeza e
infinita sabiduría del Creador la reconocerá solo el que se esfuerce por
extraer sus ideas del gran libro que llamamos la naturaleza”.
Robert Mayer (1814-1878), científico naturalista (Ley de la
conservación de la energía): “Acabo mi vida con una convicción que brota de
lo más hondo de mi corazón: la verdadera ciencia y la verdadera filosofía no
pueden ser otra cosa que una propedéutica de la religión cristiana”.
Pietro Angelo Secchi (1803-1895), célebre astrónomo: “De contemplar
el cielo a Dios hay un trecho corto”.
Charles Darwin (1809-1882),
naturalista (Teoría de la Evolución): “Jamás he negado la existencia de
Dios. Pienso que la teoría de la evolución es totalmente compatible con la
fe en Dios. El argumento máximo de la existencia de Dios me parece la
imposibilidad de demostrar y comprender que el universo inmenso, sublime
sobre toda medida, y el hombre hayan sido frutos del azar”.
Thomas Alva Edison (1847-1931), el inventor más fecundo, 1200
patentes: “Mi máximo respeto y mi máxima admiración a todos los ingenieros,
especialmente al mayor de todos ellos: Dios”.
K. L. Schleich (1859-1922), célebre cirujano: “Me hice creyente a mi
manera por el microscopio y la observación de la naturaleza, y quiero, en
cuanto está a mi alcance, contribuir a la plena concordia entre la ciencia y
la religión”.
Guglielmo Marconi (1874-1937), inventor de la telegrafía sin hilos,
premio Nobel en 1909:“Lo declaro con orgullo: soy creyente. Creo en el poder
de la oración, y creo, no solo como católico, sino también como científico”.
Robert Andrews Millikan (1868-1953), físico, premio Nobel en 1923:
“Puedo de mi parte aseverar con toda decisión que la negación de la fe
carece de toda base científica. A mi juicio jamás se encontrará una
verdadera contradicción entre la fe y la ciencia”.
Arthur Stanley Eddington (1882-1946), astrónomo: “Ninguno de los
inventores del ateísmo fue naturalista. Todos ellos fueron filósofos muy
mediocres”.
Albert
Einstein (1879-1955), fundador de la física contemporánea, premio Nobel en
1921 (Teoría de la Relatividad): “Todo aquel que está seriamente
comprometido con el cultivo de la ciencia, llega a convencerse de que en
todas las leyes del universo está manifiesto un espíritu infinitamente
superior al hombre, y ante el cual, nosotros con nuestros poderes debemos
sentirnos humildes”.
Max Plank (1858-1947), fundador de la física cuántica, premio Nobel
en 1918: “Nada pues nos lo impide, y el impulso de nuestro conocimiento lo
exige… relacionar mutuamente el orden del universo y el Dios de la religión.
Dios está para el creyente en el principio de sus discursos, para el físico,
en el término de los mismos”.
Erwin Schrödinger (1887-1961), creador de la mecánica ondulatoria,
premio Nobel en 1933: “La obra maestra más fina es la hecha por Dios, según
los principios de la mecánica cuántica…”.
Howard Hathaway Aiken (1900-1973), matemático e ingeniero: “La
moderna física me enseña que la naturaleza no es capaz de ordenarse a sí
misma. El universo supone una enorme masa de orden. Por eso requiere una
“Causa Primera” grande, que no está sometida a la segunda ley de la
transformación de la energía y que por lo mismo, es Sobrenatural”.
Wernher von Braun (1912-1977), ingeniero aeroespacial: “Por encima
de todo está la gloria de Dios, que creó el gran universo, que el hombre y
la ciencia van escudriñando e investigando día tras día en profunda
adoración”.
Charles Hard Townes (1915-), físico, premio Nobel de Física en 1964:
“Como religioso, siento la presencia e intervención de un ser Creador que va
más allá de mi mismo, pero que siempre está cercano… la inteligencia tuvo
algo que ver con la creación de las leyes del universo”.
Allan Sandage (1926-), astrónomo, calculó
la velocidad de expansión del universo y la edad del mismo por la
observación de estrellas distantes: “Era casi un ateo prácticamente en la
niñez. La ciencia fue la que me llevó a la conclusión de que el mundo es
mucho más complejo de lo que podemos explicar. El misterio de la existencia
solo puedo explicármelo mediante lo Sobrenatural”.
Louis Pasteur (1822-1895), químico
Una tarjeta y una sorpresa: “Un joven universitario viajaba en el mismo
asiento del transporte con un venerable anciano que iba rezando su rosario.
El joven se atrevió a decirle: “Por qué en vez de rezar el rosario no se
dedica a aprender e instruirse un poco más? Yo le puedo enviar algún libro
para que se instruya” El anciano le dijo: “Le agradecería que me enviara el
libro a esta dirección” y le entregó su tarjeta. En la tarjeta decía: Louis
Pasteur, instituto de Ciencias de París. El universitario se quedó
avergonzado. Había pretendido darle consejos al más famoso sabio de su
tiempo, el inventor de las vacunas, estimado en todo el mundo y devoto del
rosario”.